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Somalia, quince años de sequía, hambrunas y guerra

Fuentes: La Jornada/El Mundo/Rebelión

Olvidada, como casi todos los conflictos en Africa, la guerra que la Unión de Tribunales Islámicos emprendió contra el gobierno de Somalia tuvo un momento culminante el 17 de junio pasado, cuando dos caudillos somalíes, Bashir Raghe y Muse Sudi Yalahow, escaparon de la capital Mogadiscio en pequeñas lanchas en las que se trasladaron hasta […]

Olvidada, como casi todos los conflictos en Africa, la guerra que la Unión de Tribunales Islámicos emprendió contra el gobierno de Somalia tuvo un momento culminante el 17 de junio pasado, cuando dos caudillos somalíes, Bashir Raghe y Muse Sudi Yalahow, escaparon de la capital Mogadiscio en pequeñas lanchas en las que se trasladaron hasta una navío militar estadunidense que los esperaba cerca de la costa, 12 años después del fracaso de Washington por tratar de imponer la paz con 28 mil soldados.

En Mogadiscio las milicias islámicas todavía celebraban la victoria sobre las fuerzas del débil gobierno de Somalia, un país del cuerno de Africa trazado sobre un rompecabezas de etnias y grupos de diversas creencias religiosas, que ha estado bajo el dominio de Gran Bretaña, Italia, la Unión Soviética y Estados Unidos, interesados en controlar un punto estratégico para la comunicación marítima entre Asia, Africa y el sur de Europa.

Con una población mayoritariamente de confesión musulmana sunita, Somalia es un país independiente desde 1960, formado por los territorios de dos ex colonias, Somalilandia italiana y Somalilandia británica. Tuvo un sistema democrático hasta que, en 1969, un golpe dirigido por Siyad Barre instaló un régimen militar.

Ocupada por Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial con la intención de parar el avance de Italia en la región, En 1975, el país libró una guerra con Etiopía por el territorio del Ogaden que saldó con una derrota y miles de muertos y refugiados.

En 1990, Barre inició una apertura redactando una constitución que autorizaba el multipartidismo, pero un año después una insurrección derrocó su Gobierno causando más de 300.000 muertos. Una marea humana huyó hacia los países vecinos, especialmente a Kenia. Desde entonces, sus vidas no han mejorado: Naciones Unidas estima que, actualmente, un millón de somalíes se encuentran en situación crítica.

Somalia fue presa de una de las mayores hambrunas que se hayan registrado en Africa, con saldo de 300 mil muertos entre 1991 y 1992.

Somalia vive desde 1991 en un estado de guerra civil producto de la formación de clanes armados en un territorio donde el control gubernamental ha sido prácticamente inexistente.

Clanes como Hawiye, Darod o Isak libran una guerra de todos contra todos para llenar el vacío de poder. La sequía y la guerra provocaron una catástrofe humana que hizo que EEUU y la ONU decidiesen enviar soldados para pacificar la zona en una operación conocida como ‘Restablecer la esperanza’. Las tropas estadounidenses, desconocedoras de la problemática somalí, pronto se vieron envueltas en los combates, provocando la muerte de cientos de personas. Uno de los ‘señores de la guerra’ locales, Mohamed Farah Aidid, consciente del impacto que causarían las imágenes en la opinión pública, arrastró por las calles somalíes los cuerpos de 18 rangers estadounidenses asesinados por sus milicias mientras los grababan las cámaras de televisión. Ante este panorama, Washington retiró inmediatamente a sus 28.000 soldados y abandonó a su suerte a un país en el que no había aparentes intereses económicos.

Escenario de conflictos, sequías, hambrunas e inundaciones, el cuerno de Africa es una de las regiones forzadas a la formación de nuevos Estados. Tras la salida de los ‘salvadores’, la anarquía continuó y algunas regiones, como Somaliland (antigua Somalia Británica) o Puntland, proclamaron su independencia, aunque nunca han obtenido reconocimiento internacional. En 2000, unos acuerdos de paz dieron paso al actual Gobierno de transición, que no ha sido reconocido por los ‘señores de la guerra’ y que, en la práctica, tiene un control bastante limitado sobre el territorio nacional, ya que sólo ejerce su autoridad sobre algunas zonas de la capital.

Los atentados del 11 de septiembre sobre las Torres Gemelas también afectaron a este país, al que se acusó de ser refugio de activistas de Al-Qaeda. En noviembre de 2001, EEUU congeló los activos de Al-Barakaat, la empresa financiera más importante de Somalia, debido a su presunta vinculación con el entramado económico de Bin Laden. Además, incluyó al país en la lista de sus posibles objetivos.

Un año después, en octubre de 2002, comenzaron las negociaciones de paz a través de una ‘Conferencia de Reconciliación Nacional’ que reunía en Kenia al Gobierno de transición y los principales ‘señores de la guerra’ con el objetivo de crear una constitución e instituciones legislativas y ejecutivas que den estabilidad al país. El 5 de julio de 2003, Somalia alcanzó un histórico acuerdo de paz que establecía la formación de un gobierno interino federal y un parlamento de transición por cuatro años. La dicha duró poco ya que, un día despúes, el ‘señor de la guerra’ Sudi Yalahow y el presidente Salad Hassan anunciaron su oposición. A pesar de estos contratiempos, las negociaciones para alcanzar la paz prosiguieron en el seno de la Conferencia.

El 13 de agosto de 2003 terminó oficialmente el mandato del Gobierno Nacional de Transición, pero se decidió que continuara al frente del país hasta que nacieran nuevas instituciones con criterios democráticos. Un mes después, en la Conferencia de Paz se adoptaba una constitución interina, también con la oposición de importantes líderes somalíes. Algunos de ellos abandonaron las negociaciones, paralizando el trabajo de su órgano conductor que, en octubre de 2003, tuvo que suspender sus sesiones durante tres semanas.

Finalmente, las conversaciones consiguieron dar frutos y, en enero de 2004, distintos líderes somalíes llegaron a un acuerdo para formar un parlamento integrado por 275 miembros encargados de elegir al nuevo presidente de la República, Abdulahi Yusuf Ahmed, que a su vez, nombró al primer ministro, Ali Mohamed Gedi, con responsabilidad de formar Gobierno. Entre las decisiones tomadas, se incluye que todas las instituciones tendrán un mandato transitorio de cinco años, tras el que deberá celebrarse un referéndum sobre una nueva constitución y elecciones democráticas.

El Gobierno que en un principio se estableció en Kenia, comenzó su traslado al país en los primeros meses de 2005. A pesar de la llegada de los mandatarios, aún no han podido garantizar la seguridad del país debido a los miles de milicianos que aún se mantienen activos. El país debería estar sumido en la última fase del proceso de paz para lograr una democratización definitiva, sin embargo, Somalia vive en medio del caos. Actualmente está sumida en la peor oleada de violencia de los últimos años. Los combates entre la Alianza Antiterrorista y Restauración de la Paz, y las milicias leales a los tribunales islámicos, cada día se recrudecen más.

A todo ello se ha unido, la peor de las previsiones: la regionalización del conflicto implicando a Etiopía, apoyada por Estados Unidos, y Eritrea, enfrentada a Etiopía y firma defensora de las milicias islámicas somalíes.

No olvidemos que un informe de la ONU divulgado a comienzos de este mes identificó a 10 países, incluidos Etiopía y Eritrea, que desafiaron el embargo de armas ordenado por la ONU en 1992 y proveyeron de material bélico a todas las partes del conflicto.