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Entrevista a Itziar Ruiz-Giménez Arrieta, profesora de relaciones internacionales

«La intervención francesa en Ruanda apoyó la huida de los genocidas»

Fuentes: Periodico Diagonal

Doce años después, vuelven a escucharse voces que denuncian la complicidad de Francia en el genocidio de Ruanda, donde murieron más de 800.000 personas. DIAGONAL: ¿Cuáles son los principales hechos que apuntan a la complicidad de Francia en el genocidio ruandés? ITZIAR RUIZ-GIMÉNEZ: La implicación de Francia no se limita exclusivamente al momento del genocidio […]

Doce años después, vuelven a escucharse voces que denuncian la complicidad de Francia en el genocidio de Ruanda, donde murieron más de 800.000 personas.

DIAGONAL: ¿Cuáles son los principales hechos que apuntan a la complicidad de Francia en el genocidio ruandés?

ITZIAR RUIZ-GIMÉNEZ: La implicación de Francia no se limita exclusivamente al momento del genocidio ni al apoyo económico y militar, sino que es una prolongada colaboración como aliado del Gobierno ruandés que durante muchos años discriminó a la minoría tutsi, reprimió a la oposición política y cometió gravísimas violaciones de derechos humanos. Cuando en 1993 se firman los acuerdos de paz de Arusha, sectores del Gobierno ruandés contrarios a compartir el poder con los tutsis ponen en marcha milicias radicales y empiezan a producirse matanzas de tutsis y también de opositores hutus partidarios de los acuerdos. Durante ese tiempo, Francia no sólo no hizo nada por evitar lo que se veía venir sino que siguió apoyando a ese Gobierno aun sabiendo que financiaba a las milicias radicales. Cuando comienza el proceso de genocidio, Francia realiza una breve intervención militar los días 7 y 8 de abril mediante la cual evacúa al personal internacional, pero también a unos 400 ruandeses familiares de la élite genocida en el poder, que son llevados a París. En los meses siguientes, la actitud francesa ante la ONU es apoyar la posición belga de no intervención, lo cual permitió la extensión del genocidio desde la capital Kigali al resto del país. Posteriormente, la implicación francesa vuelve a ser determinante cuando, en el verano de 1994, decide intervenir militarmente en el momento en que el avance hacia Kigali de los tutsis del Frente Patriótico Ruandés había puesto en desbandada al Gobierno hutu. Esa intervención francesa salvó la vida de algunos tutsis pero, al mismo tiempo, apoyó la huida de los genocidas al este del Zaire.

D.: ¿Se siguieron enviando armas desde Francia cuando ya era evidente que se estaba produciendo un genocidio?

I. R.: Que se preparaba un genocidio era algo sabido de antemano. En enero de 1994 llega un telegrama a los gobiernos francés, belga y estadounidense en el que un confidente les revela el plan para eliminar a la población de origen tutsi, con las listas de los depósitos ocultos de armas y las posibles víctimas. Lo que sucedió es que los países occidentales, tanto Francia como Estados Unidos, prefirieron negar el genocidio y aceptaron la tesis del gobierno ruandés de que lo que estaba ocurriendo era una vuelta a la guerra civil. Pero además, el 7 de abril, cuando se produce la primera intervención militar francesa, se descarga armamento y hay apoyo de asesores militares. Esas armas van a ir a parar a los genocidas.

D.: ¿Cuál fue la reacción internacional ante el genocidio?

I. R.: Cuando se produjeron las negociaciones en el Consejo de Seguridad para ver qué se hacía frente al genocidio, los países occidentales no quisieron intervenir con tropas por el impacto que había producido la muerte de 18 soldados americanos en Somalia dos semanas antes. En esa medida, la participación militar de cualquier otro país dejaba en evidencia su falta de voluntad política en un contexto en el que el discurso de las intervenciones humanitarias estaba en boca de los políticos occidentales. Por eso Bélgica, que era el más interesado en la salida de las tropas que tenía sobre el terreno, presionó para que UNAMIR no tuviese más recursos ni un mandato de impedir lo que estaba ocurriendo.

D.: El enviado del Gobierno ruandés ante el Tribunal Criminal Internacional de la ONU para Ruanda afirmó que Francia seguía amparando a responsables del genocidio…

I. R.: Ha habido informaciones de que parte de la élite que cometió el genocidio está residiendo en Francia. En cualquier caso, donde más se nota el apoyo de Francia a los responsables del genocidio es en que, mientras que países como Estados Unidos, Bélgica o la propia ONU han reconocido los errores cometidos durante aquel período y han pedido perdón al pueblo ruandés, Francia no ha reconocido implicación alguna en los hechos y se ha negado a poner a disposición del Tribunal Penal Internacional para Ruanda información de sus servicios secretos muy relevante para evidenciar la intención de eliminar a la etnia tutsi, así como documentos donde probablemente aparecen los nombres de los responsables directos de esas órdenes.

D.: ¿Por qué se activan ahora procesos judiciales tanto en Francia como en Ruanda?

I. R.: Hay que diferenciar. Dentro de Ruanda, no es que ahora se activen procedimientos judiciales sino que buena parte del sistema judicial ruandés quedó colapsado durante el genocidio y ha tardado bastante tiempo en recuperarse, con muchísima gente en la cárcel en condiciones inhumanas esperando a ser juzgada. Dado que el Tribunal Penal Internacional ha juzgado a muy poca gente, gran parte de la lucha contra la impunidad del genocidio recae en el sistema judicial ruandés. En lo que respecta a Francia, probablemente el inicio de los juicios viene por los familiares de las víctimas francesas que murieron en el atentado contra el avión del presidente Habyarimana, aunque es relevante que se lleven a cabo en ausencia de una investigación adecuada de la implicación del propio Gobierno francés. El problema es la utilización política que de esos procesos se pueda hacer por parte de unos actores u otros, ya se trate del Gobierno francés o del Gobierno ruandés, que tampoco es inocente en muchas de sus actuaciones.