El gobierno de Zimbabwe está luchando para limitar la práctica, difundida a nivel nacional, de búsqueda ilegal de minerales y metales preciosos que amenaza la viabilidad de la ya debilitada industria minera, en la que descansa la esperanza de revertir la economía enferma del país a través de la generación de ganancias en divisas extranjeras […]
El gobierno de Zimbabwe está luchando para limitar la práctica, difundida a nivel nacional, de búsqueda ilegal de minerales y metales preciosos que amenaza la viabilidad de la ya debilitada industria minera, en la que descansa la esperanza de revertir la economía enferma del país a través de la generación de ganancias en divisas extranjeras
Los analistas atribuyen la «espantosa» difusión de la minería y venta ilegal en el mercado negro de metales clave, a la desesperación de la población que busca combatir la pobreza y a la insuficiencia de políticas gubernamentales para la industria minera.
«El gobierno ha dejado que este fenómeno [la minería ilegal] continuara sin control durante demasiado tiempo, y la industria ahora es llevada por el mercado negro», dijo Innocent Makwiramiti, economista y ex director ejecutivo de la Cámara Nacional de Comercio de Zimbabwe (ZNCC). Él dijo a IRIN que el país ha perdido, por esto, billones de dólares de ganancia.
La provincia de Manicaland, en la frontera con Mozambique, se ha hecho famosa en breve tiempo por la difusión de la actividad de extracción de miles de mineros ilegales, popularmente conocidos como «mokorokoza», que han transformado muchos trechos del suelo nacional en minas a cielo abierto para extraer distintos minerales, incluso diamantes, esmeraldas y oro.
La policía, el ejército, la policía penitenciaria y los uniformados de los centros nacionales de entrenamiento del gobierno actualmente en el poder, el ZANU-PF, han sido desplegados en las carreteras que llevan a Mutare, la capital provincial en la frontera con Mozambique, y la gran presencia de fuerzas de seguridad se extiende al Distrito de Marange, una amplia área comunal de 40 km hacia el sur y hacia el oeste, e incluso más allá, hacia Buthera, una ciudad en el Distrito de Marange, 200 km al sureste de la capital, Harare.
Se han constituido barreras policiales para detener y buscar a vehículos públicos y privados de transporte de minerales y los que han caído bajo sospecha de practicar la minería ilegal han sido arrestados. Sin embargo, la represión ha tenido escaso efecto sobre las actividades de los mineros y de los traficantes de metales y piedras que han llegado a la zona.
«Nos hemos hecho más cautos desde que la policía llegó a Buthera en diciembre [2006], pero las actividades continúan como siempre», dijo a IRIN, Samson Munhangu, un minero ilegal de 21 años.
Munhangu, procedente de Chivu, una localidad ubicada 240 Km al sur de Harare, en la provincia oriental de Mashonaland, trabaja en el área Jori de Manicaland, que los mineros en búsqueda de esmeraldas han transformado en filas de barrancos. Él es uno de los más que 3.000 mineros ilegales en Buthera, constantemente en alerta por las patrullas de seguridad que tratan de parar la minería ilegal.
«Le tengo más miedo a los soldados y a los Border Gezi [jóvenes uniformados en entrenamiento], que pueden golpearte hasta la muerte si deciden de no tomarte preso», dijo Munhangu. Él ha pasado dos noches escondido en una mina cuando las fuerzas de seguridad del gobierno hicieron una redada en el área de Jori.
Para evitar la detención, Munhangu, como otros que trabajan en Buthera, ya no vende las esmeraldas cerca de la zona de extracción, sino que viaja periódicamente a los suburbios pobres de Sakubva para encontrar compradores procedentes de Harare, y traficantes extranjeros procedentes de Mozambique, Botswana y Sudáfrica.
A veces ha viajado caminando por la noche, para evitar las barreras policiales, hasta llegar a Mutare, un camino de casi 60 Km. Los traficantes extranjeros normalmente le pagan por las esmeraldas con dinero extranjero o con teléfonos móviles, ropa de segunda mano y bienes electrónicos, mientras que los traficantes de Harare le pagan con dinero zimbabwense.
Algunos mineros han llegado hasta a moler botellas de vidrio para aprovechar de la «fiebre minera» que circula en la región, vendiéndolas a los traficantes como si fueran esmeraldas. «Dado como va la economía, tenemos que hacer dinero cómo podamos y mientras podamos», dijo Munhangu.
Durante los últimos ocho años, la economía de Zimbabwe ha sido un desastre, caracterizado por crisis de desabastecimiento, incluyendo la escasez de divisas extranjeras, alimentos, agua potable, gasolina y energía. La base industrial se ha contraído por más de un tercio, los niveles de desempleo rozan el 80% y la inflación ha alcanzado el 1.281 % – la más alta del mundo – poniendo la mayoría de los bienes, cuando estos son disponibles, fuera del alcance de la mayoría de la población.
Las riquezas instantáneas procedentes de la venta de los minerales han transformado la vida de muchas personas en el Distrito de Marange, en el centro de la provincia de Manicaland, dónde la policía estima que llegaron 15.000 mineros ilegales antes de que se acordonara la zona conocida como Chiadzwa.
Clephas Mharidzo, un jefe de aldea en el distrito de Marange, dijo estar «abrumado» por los cambios en el estilo de vida de algunos de los habitantes de la aldea desde que empezaron a buscar diamantes en Chiadzwa.
«Esto debe ser obra de nuestros dioses. Muchos de nuestros hijos e hijas han logrado construir casas como las que sólo pueden comprarse los urbanitas. Algunos de ellos han comprado hasta coches, incluso si no pueden conducir», dijo Mharidzo.
En marzo de 2006, dijo el jefe de la aldea, los espíritus ancestrales de la zona comandaron que los habitantes de Marange pudiesen excavar en una zona que antiguamente pertenecía a una compañía minera alemana.
«Los espíritus han tenido la noble idea de empoderar a la comunidad local, pero las cosas empezaron a marchar mal cuando los «makorokoza» procedentes de todos los lugares del país empezaron a invadir Marange y la convirtieron en una zona destrozada. Incluso el gobierno estaba de acuerdo en un principio con que buscásemos los diamantes, pero cuando llegaron los ávidos la policía cambió de idea», comentó.
Aunque las fuerzas de seguridad estén patrullando la zona, Mharidzo dice que muchos de sus aldeanos todavía tienen diamantes escondidos en sus casas, y la fiebre de la minería está haciendo que los niños se ausenten de la escuela para ir a excavar para encontrar las piedras preciosas.
«Cuando tienes algo bueno, vienen cosas malas. La prostitución y la violencia han aumentado, con trabajadores sexuales viniendo de lugares tan lejanos como Mutare y Chimanimani [100 km a sureste de Mutare] para acechar a los derrochadores makorokozas, que han convertido al centro comercial de Marange [en la ciudad de Marange] en un lugar muy concurrido», dijo Mharidzo.
Con las fuerzas de seguridad vigilando las ciudades de Buthera y Marange, algunos compradores estuvieron involucrando a «los que cuentan» para llevar adelante exitosamente sus comercios ilegales. «Tienes que estar cerca de las personas importantes del ejército y de la policía y sobornarles para que te dejen pasar», dijo Isaac Moyo que posee dos concesiones de oro en la pequeña ciudad minera de Shamva, en la provincia central de Moshonaland, pero al mismo tiempo se dedica a comprar diamantes en Marange.
Él se desplaza fácilmente dentro y fuera de la zona y dice que algunos soldados y policías están confiscando esmeraldas y diamantes de los traficantes ilegales, y trabajan en colaboración con los oficiales de la aduana de Beithbridge, el punto de pasaje más importante entre Sudáfrica y Zimbabwe, que luego pasan clandestinamente los minerales a Musina, en Sudáfrica.
El economista Makwiramiti dijo que la difusión de la minería ilegal es una directa consecuencia de la crisis económica y del aumento de la pobreza. «La práctica de buscar el oro se difundió mucho a principios de los noventa, después de una sequía desastrosa y de la introducción de un plan de ajuste estructural que ha empobrecido a la gente».
Otro economista, John Robertson, dijo que el país está perdiendo sus preciosos minerales, que huyen a otros países a través del contrabando, porque el gobierno mantienen una tasa de cambio irreal para las divisas extranjeras. «El gobierno está usando la tasa de cambio equivocada – de allí el contrabando de minerales hacia el extranjero, dónde lo vendedores ganan más», dijo a IRIN.
Mientras que el dólar estadounidense, cuando está disponible, está siendo vendido por Z$250, en el mercado negro el cambio está en Z$3.000 para un dólar.
En noviembre de 2006 la policía lanzó la Operación Chikorokoza Chapera [Acabar con la minería ilegal], y hasta ahora ha detenido a cerca de 22.500 mineros ilegales, recuperado 7.799 diamantes y 3.5 Kg de oro por un valor de cerca de Z460 millones (US$240.000), así como 544.231 kilos de mineral de oro, 1.872 kilos de cuarzo, 25.000 kilos de cromo y 80 esmeraldas.
Entre los detenidos hay un ciudadano belga, arrestado por comprar diamantes en Zimbabwe, pero luego absuelto por los tribunales.
Recientemente la Unión Europea ha mostrado su preocupación por el rumor de que los diamantes contrabandeados fuera del país están siendo vendidos en el mercado mundial, añadiendo que si estos rumores resultasen verificados, Zimbabwe se enfrentaría a la prohibición de venta de todos sus minerales preciosos.