Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
En una exclusiva de Democracy Now!, Sami Al-Arian, nos habla desde la prisión en la que está en huelga de hambre. El caso del profesor y activista palestino ha sido uno de los procesamientos más observados – y controvertidos- después del 11-S en USA. Al-Arian ha sido encarcelado a pesar de que el jurado no dictó un solo veredicto de culpabilidad. En los cuatro años desde su arresto, Sami Al-Arian nunca dio una entrevista a la radio, hasta ahora.
Sami Al-Arian ha estado en la prisión durante los últimos cuatro años. El profesor y activista palestino fue declarado no culpable hace más de un año en las 17 acusaciones en su contra, pero sigue preso y el gobierno de USA no parece estar dispuesto a liberarlo.
Al-Arian, respetado profesor de informática en la Universidad del Sur de Florida, era un miembro dirigente de la comunidad musulmana y uno de los académicos y activistas palestinos más destacados en USA.
En febrero de 2003, fue arrestado y acusado de ser un dirigente del grupo militante Yihad Islámico Palestino. El Departamento de Justicia presentó una amplia acusación con 50 cargos en contra suya y de siete otros hombres, acusándolos de conspiración para cometer asesinatos, apoyo material a terroristas, extorsión, perjurio, y otras ofensas.
Al final del juicio en diciembre de 2005, el jurado no dictó un solo veredicto de culpabilidad. Al Arian fue absuelto en ocho de los diecisiete cargos en su contra y el jurado no pudo decidirse en el resto. Cuatro meses después del veredicto, aceptó declararse culpable en una de las acusaciones restantes a cambio de ser liberado y deportado. Al sentenciarlo, el juez dio a Al-Arian el mayor tiempo en prisión posible bajo un acuerdo negociado – 57 meses. Su fecha de liberación fue fijada para abril de 2007.
Pero hace más de dos semanas, un juez lo condenó por desacato por negarse por segunda vez a testificar ante un jurado de acusación en Virginia en un caso sobre un gabinete estratégico [think tank] musulmán. La fecha de su liberación pudo ser postergada en hasta 18 meses debido a este fallo. Como reacción, Al-Arian, que es diabético, comenzó una huelga de hambre.
TRASCRIPCIÓN NO EDITADA
AMY GOODMAN: En esta exclusiva de Democracy Now!, hablamos con Sami Al-Arian desde la prisión. Nos llamó ayer desde la Prisión Regional Northern Neck en Warsaw, Virginia. Comenzó por describir dónde está encarcelado.
SAMI AL-ARIAN: Me encuentro en, creo, algún sitio en Virginia Central en una cárcel llamada Northern Neck Regional Jail. Creo que está en algún sitio en el país, y es una cárcel muy pequeña. Oigo que es de propiedad privada y que retienen a prisioneros federales por contrato. Creo que hay menos de 500 prisioneros. Estoy en un sitio, que no es muy grande. Tiene unas doce celdas con veintiocho personas. Y así la llaman. Es una parte.
AMY GOODMAN: ¿Y por qué te mantienen allí ahora?
SAMI AL-ARIAN: Me tienen preso por acusaciones de desacato. Y, sabes, por eso estoy en huelga de hambre.
AMY GOODMAN: ¿Puedes decirnos cuándo comenzaste la huelga de hambre?
SAMI AL-ARIAN: Sí, la comencé el 22 de enero, hace unos dieciséis días.
AMY GOODMAN: ¿Por qué?
SAMI AL-ARIAN: Bueno. Considero que la libertad y la dignidad humana son más preciosas que la propia vida. En esencia, estoy adoptando una posición de principio: que estoy dispuesto a sufrir lo que sea para lograr mi libertad. Y también protesta contra la continua campaña de acoso del gobierno en mi contra por sus creencias políticas. La campaña supuestamente debía haber terminado cuando llegamos al acuerdo por el que me declaré culpable, pero desgraciadamente no ha sido así. Y si así lo deseas, puedo entrar en más detalles.
AMY GOODMAN: Sí. Por favor hazlo.
SAMI AL-ARIAN: Bien, ya sabes, después de dos años y medio en detención previa al juicio en condiciones similares a Guantánamo, la mayor parte del tiempo encerrado durante 23 horas, seguida por un juicio de seis meses con ochenta testigos, incluyendo a veintiuno de Israel, miles de documentos, intercepciones telefónicas, vigilancia física, sitios en la Red, evidencia de segunda mano, cualquier cosa y todo lo que se podían imaginar, precedido por doce años de investigaciones, decenas de millones de dólares, algunos hasta dicen que se gastaron más de 80 millones de dólares en la investigación con noventa y cuatro acusaciones contra mi personas y mis co-acusados y mi única defensa fueron cinco palabras – «a las pruebas me remito» ¿cómo lo vio el jurado? Les dieron cero condenas.
Por desgracia, sin embargo, el juez detuvo las deliberaciones, por un miembro del jurado afligido, y ellos terminaron en algunos empates, aunque en la mayor parte de los casos decidieron diez a dos a mi favor. Lo que sucedió es que el gobierno tuvo el poder para volver a enjuiciarme por esos empates. Mis abogados tenían compromisos previos y se habrían ido, lo que significaba que probablemente hubiera tenido que contratar a un nuevo equipo legal y esperar tal vez un año o más hasta un nuevo proceso.
Mientras tanto, según la opinión de mi abogado, el gobierno estaba desesperado por un arreglo después de su derrota total. Yo estaba, en aquel entonces, perplejo, porque no estaba seguro respecto a qué ofensa llegaría a un trato. Pero uno de mis abogados dijo que incluso si no había ninguna, tendríamos que inventar una para sacarme. Autoricé que exploraran esta opción, y concluyeron un acuerdo basado esencialmente con el tiempo en prisión y la deportación, si aceptara haber suministrado algunos servicios a gente asociada con una organización en su lista de terroristas. Y, si quería, podría salir rápidamente y brevemente.
AMY GOODMAN: Sí. Explica lo que fue tu acuerdo de declaración de culpabilidad.
SAMI AL-ARIAN: Sí. Bueno, número uno, que patrociné el que un investigador viniera a USA en 1994 y 1995 a realizar una investigación y editar una revista, lo que ciertamente hizo. Dos, que no fui sincero o abierto cuanto me entrevistó un periodista en noviembre de 1995 – y no me preguntes por qué esto constituye una ofensa. Y tercero, que ayudé a mi cuñado a salir de prisión cuando lo detuvieron por evidencia secreta entre 1997 y 2000. Esas son las únicas tres cosas que…
AMY GOODMAN: ¿Fue Mazen Najjar?
SAMI AL-ARIAN: Fue Mazen Al-Najjar, así es. Mi preocupación principal con este acuerdo fue que el juez perdió el control, porque la asociación está protegida por la constitución. Y todos dijeron continuamente que se trata sólo de un modo para que el gobierno terminara con esto sin perder la cara, y que nadie iba a objetar. Y, por cierto, sabes que nadie lo hizo.
Amy, durante las negociaciones para el acuerdo, el gobierno quiso una provisión de cooperación, que yo excluí por completo. Dije a mis abogados que si insistía, rompieran todas las negociaciones y que procedieran a un nuevo juicio. El gobierno inmediatamente sacó de la mesa todo el asunto y nunca volvió a presentarlo.
Ahora, quieren que testifique ante un jurado de acusación en Virginia, lo que es contrario a nuestro acuerdo de no cooperación. También creemos que constituye una trampa de perjurio o de desacato. Ves, en agosto de 2000, me citaron a comparecer ante un tribunal de inmigración, y me preguntaron si creía en la libertad del Islam a través de la violencia. Mi respuesta fue una palabra: no. Pero a pesar de ello, éste fue uno de los cargos en mi contra, del que me absolvió el jurado. Ahora, me detuvieron por desacato durante más de un mes el año pasado, y entonces terminó el jurado de acusación. Entonces volvieron a convocar otro jurado de acusación para este año, y ahora me tienen preso por desacato desde el 22 de enero. Por eso estoy en huelga de hambre.
AMY GOODMAN: ¿Puedes explicar este caso? ¿Sobré qué te piden que testifiques ante un jurado de acusación?
SAMI AL-ARIAN: Bueno, no estoy realmente seguro, porque no creo – creo que es sólo una justificación para preguntarme lo que les dé la gana. Sabes, uno de los procuradores, que me ha perseguido un cierto tiempo, aunque ni siquiera es de Florida – es de Virginia – dijo a uno de mis abogados que: ¡OK, si Sami quiere contar su historia, vamos a darle la oportunidad de contar su historia!» Quiero decir, no estoy seguro de lo que significa. Pero el contexto del asunto, que hay una investigación actual de algunos de los gabinetes estratégicos y beneficencias en Virginia, y que quieren que yo – que quieren preguntarme al respecto, y en realidad no tenido ninguna relación con alguno de ellos desde 1992 o 1993. Quiero decir, ha pasado mucho tiempo, y creo que es sólo un pretexto para condenarme por desacato o acusarme de perjurio, porque diga lo que diga, van a decir: ¡Mentiste!»
AMY GOODMAN: Y así, ¿cómo funciona? ¿Si te niegas a cooperar, cuánto dura tu sentencia a la prisión, sin la negativa, y qué pasa ahora?
SAMI AL-ARIAN: Me dicen que con acusaciones de desacato, está realmente en manos del juez. El juez tiene el poder para eliminarlo mañana, si quiere. No se supone que sea castigo. Se supone que es coerción. Puede seguir durante seis meses, ser renovado dos veces más, lo que quiere decir dieciocho meses. Y después de eso, el gobierno incluso puede acusarte de desacato criminal, lo que realmente no tiene límite en duración, así que realmente esto podría seguir durante años y años, si realmente lo desean. Y creo que es políticamente motivado, así que puede ser así.
AMY GOODMAN: Sami Al-Arian nos habla desde la prisión en Virginia, en su primera entrevista por radio desde su arresto hace cuatro años. Volvemos a esta exclusiva de Democracy Now! en un minuto.
[Pausa]
SAMI AL-ARIAN: Bueno, en un par de semanas, sería mi cuarto aniversario, así que serán cuatro años, y ha sido, sabes, una situación difícil, una experiencia muy dura y difícil. Los primeros veintitrés, veinticuatro meses, estuve básicamente en una penitenciaria federal en una sección de la prisión llamada la unidad de habitación especial, que es muy similar a condiciones parecidas en Guantánamo. Lo llamaría Guantánamo-plus, el «plus» significa que te otorgan un llamado telefónico por mes y visitas de la familia a través del cristal.
Aparte de eso, es prácticamente lo mismo: muy restringido, extremadamente restringido; cacheos físicos y corporales casi a diario en aquel entonces, hasta que el juez lo prohibió; en términos de contactos con gente de afuera, son casi inexistentes; no se permiten llamados telefónicos. Un tratamiento muy difícil dentro del sistema carcelario. Recuerdo que en los primeros meses, ni siquiera – tenías que ser esposado, obviamente, cada vez que abandonabas tu celda. Y cuando me reunía con mis abogados, se negaban incluso a llevar mis cosas. Tenía que llevarlas sobre la espalda, sabes, y tratar de equilibrarlas mientras caminaba casi media milla entre mi celda a donde estaba mi abogado. Así que no era…
AMY GOODMAN: ¿Quieres decir, con tu espalda paralela al piso?
SAMI AL-ARIAN: Exactamente. Exactamente.
AMY GOODMAN: ¿Tenías que doblarte en un ángulo de noventa grados, para llevar tus documentos sobre tu espalda?
SAMI AL-ARIAN: Así es. Tenía que llevar mis papeles legales sobre mi espalda, porque se negaban a llevarlos, y yo estaba esposado con las manos tras la espalda, así que no podía llevarlos yo. Y eso tuvo lugar durante los últimos, sabes, par de años. Y luego me transfirieron, sabes, durante mi proceso durante quince meses a una prisión de distrito, y yo era el único prisionero – a propósito, cuando yo estaba en la penitenciaria federal, yo era la única persona en pre-juicio de todos los 5.000 reclusos, porque los funcionarios de la prisión me decían todo el tiempo: «No estamos equipados para los pre-juicios,» porque yo tenía toda clase de problemas tratando de escuchar las conversaciones, no me llevaban a los ordenadores, y toda clase de problemas que, sabes, tu programa no bastará para que los cuente y describa…
Pero después de eso, poco antes de mi juicio, durante mi juicio y después, estuve quince meses en una prisión de distrito, y me pusieron en la sección femenina. Era el único hombre en la sección femenina. Y porque, desde luego, es una sección femenina, toda, toda el área, yo estaba ahí solo. Escuchaba a las mujeres; no las veía. Y entonces, a pesar de todo, yo estaba en mi celda encerrado durante veintitrés horas, aunque todas las demás celdas estaban vacías. No había realmente razón alguna para tenerme en una celda durante veintitrés horas, pero es el tipo de tratamiento que me daban.
AMY GOODMAN: ¿Has presentado recientemente una protesta ante el juez por las últimas condiciones en las que te encuentras?
SAMI AL-ARIAN: Lo hice, y le expliqué, sabes, por ejemplo, he estado en los últimos nueve meses he estado en nueve prisiones diferentes. Quiero decir, no lo comprendo. Y sabes, voy… cuando el jurado de acusación se acabó el año pasado, sabes, a fines de año, me transfirieron a Atlanta por un par de semanas, y sabían, porque los procuradores y mis abogados lo decían, que un nuevo jurado de acusación sería convocado, y lo mismo… pasábamos por lo mismo de nuevo. Y a pesar de ello me enviaron a Atlanta por un par de semanas, de nuevo para estar encerrado 23 horas, en una celda muy pequeña con dos o tres personas y con un ambiente infestado de cucarachas y ratas. Y sabes, la rata se comió verdaderamente mi pastilla para diabético una noche. Y fue muy difícil porque dentro de una hora… y entonces dejan salir a 200 personas de una vez; en una hora debía tomar una ducha, hacer un llamado telefónico, hacer lo que quisiera, y obviamente tendría que esperar en fila para cada una de esas cosas. Y realmente no había ninguna razón para eso.
Y entonces, me transfirieron a otra prisión en Petersburgo, Virginia, en la que tuve ropas limpias. Tomaron las ropas limpias y me dieron ropas sucias y trajes de limpieza. Y cuando protesté, sabes, comenzaron a lanzarme obscenidades. Tenía una camiseta, y hacía casi 7 grados C, y me quitaron la camiseta y la tiraron a la basura. Tomaron mis zapatillas, quiero decir, todo este tipo de tratamiento, realmente es lo que llamo acoso, es inapropiado, porque esa camiseta, se la compré al gobierno sabes, no llegué con ella. Se la compré.
AMY GOODMAN: Lo que quiere decir que… una vez que te quitaron la camiseta, pasaste mucho frío.
SAMI AL-ARIAN: Sí. Y tenías que caminar, sabes, con grilletes, con tus piernas aherrojadas y tus manos esposadas, y no puedes hacer nada al respecto. Quiero decir, todos, cada guardia, no sólo tenían su camisa y su chaqueta y su gorro y sus guantes, pero nosotros caminábamos en camiseta con siete grados a las 4 o 5 de la mañana, durante largas distancias y llevábamos grilletes. Eso significa que ni siquiera puedes correr. Tienes que caminar muy lentamente para no caerte.
AMY GOODMAN: Estamos hablando con el doctor Sami Al-Arian. Está encarcelado ahora en Virginia. Quería preguntarte sobre los comentarios del juez. El juez de distrito de USA, James Moody, quien dijo: «Eres un manipulador magistral. La evidencia en este caso es clara; eras un dirigente del Yihad Islámico Palestino.»
SAMI AL-ARIAN: Bueno, no estoy realmente seguro de lo que llevó al juez a decir lo que dijo. Me dio el máximo de la sentencia, y utilizó lenguaje para justificarlo, y era básicamente conducta absuelta. Ya sabes, yo estaba… él estaba, esencialmente, rechazando los resultados del jurado, lo que creo que es inconstitucional. Quiero decir, la evidencia era muy clara. Cuando a uno de los miembros del jurado le preguntaron posteriormente, sabes: «¿Por qué – por qué no condenaron a este tipo?» Y lo miró cara a cara y le dijo: «No había evidencia.»
OPERADOR: Le queda un minuto para hablar.
SAMI AL-ARIAN: Y entonces, él volvió a preguntar: «¿Qué habría sido necesario para condenarlo? Y él volvió a mirarlo y dijo: «Evidencia.» Quiero decir: qué evidencia había – quiero decir, la libertad de asociación y la libertad de creencias. Pienso que no es un crimen. Un crimen es, si he hecho algo que hubiera llevado a mi condenado en un tribunal con un jurado de mis prójimos, y los hechos son muy claros. Dijeron que no.
AMY GOODMAN: El juez también dijo que tus hijos van a las mejores universidades que este país puede ofrecer, mientras tú juntas dinero para volar a los niños de otros.
SAMI AL-ARIAN: De nuevo, fue el cargo número dos en mi acusación, y el jurado me absolvió.
OPERADOR: Le quedan quince segundos para hablar.
SAMI AL-ARIAN: Tendré que volverte a llamar.
AMY GOODMAN: Y con eso se cortó la línea. Sami Al-Arian nos volvió a llamar. Antes de pasar a la segunda parte de esa entrevista, vamos a hablar ahora mismo con el abogado de Sami Al-Arian. El abogado de Sami Al-Arian es Peter Erlinder, y nos habla ahora desde Minneapolis. Bienvenido en Democracy Now!, Peter Erlinder. Peter, ¿me oye?
PETER ERLINDER: ¿Me oye?
AMY GOODMAN: Bueno, pediré – le pediré al cameraman en Minneapolis que repita la pregunta. Pero quisiera – ¿por qué no volvemos a la grabación de Sami Al-Arian, que es la segunda parte de la entrevista, y luego hablamos con el abogado que representa ahora a Sami Al-Arian? La segunda parte de la entrevista fue realizada sólo unos pocos minutos después de que se cortara la línea. Sami Al-Arian nos volvió a llamar y continuamos la conversación.
AMY GOODMAN: Hola. ¿Dr. Sami Al-Arian?
SAMI AL-ARIAN: Hola, Amy.
AMY GOODMAN: Hola. Así que ahora te ves ante cincuenta y siete meses de prisión, que fue la sentencia que pronunció el juez a pesar de un pedido de los fiscales y de los abogados de la defensa de una sentencia más reducida. ¿Pero ha sido ampliada por tu negativa a cooperar con la [inaudible]?
SAMI AL-ARIAN: Correcto. Quiero decir, incluso en los cincuenta y siete meses, no sirves cincuenta y siete meses. Sirves aproximadamente un 85%, lo que habría significado que me liberarían a mediados de abril de este año. Ahora, este asunto está cargado, y yo tendría que servir lo que vaya a ser la sentencia por desacato, lo que depende del juez, y eso, como dije, podría ser de hasta dieciocho meses. Y mientras tanto, estaré esperando para servir el resto de mi sentencia, cuando se venza esa sentencia.
AMY GOODMAN: ¿Y entonces serás deportado?
SAMI AL-ARIAN: Sí.
AMY GOODMAN: ¿Dónde irás?
SAMI AL-ARIAN: No sé. Soy palestino. No tengo hogar, y mi familia sigue buscando un país. Y ese esfuerzo se ha detenido ahora, porque no sé cuándo me iré. Y mis abogados y mi familia estaban tratando de encontrarme un país antes de que comenzara esta cosa en septiembre.
AMY GOODMAN: ¿Dónde está tu cuñado, el que fue deportado?
SAMI AL-ARIAN: Está en el Oriente Próximo. Trata de vivir una vida pacífica. Quiero decir, está en un país amigo de USA. Así que trata de recomenzar básicamente su vida, después de su terrible experiencia.
AMY GOODMAN: Sami Al-Arian, ¿puedes hablarnos de tu activismo? Quiero decir, hay quien podría sorprenderse al oír que en 2000 hiciste campaña no sólo por el presidente Bush, sino con el presidente George W. Bush en Florida. Existen las fotografías, y el conoció a tus hijos.
SAMI AL-ARIAN: Sí. Bueno, un montón de gente oye sólo una parte de la historia. Sabes, la historia obviamente comenzó con la lucha por los derechos cívicos en este país para árabes y musulmanes después del uso de – el uso intensivo de evidencia secreta a fines de los años noventa. Y yo formaba parte de un grupo que se juntó, una coalición que se juntó tratando de luchar contra eso. Y nos acercábamos al Congreso sobre una base casi semanal – ya sabes, a veces casi semanal. Y nos acercábamos a ambas campañas: los demócratas y los republicanos, tratando de hacer algo al respecto. Tuvimos legislación en el Congreso que trataba de ilegalizar y prohibir el uso de evidencia secreta.
AMY GOODMAN: ¿Qué quieres decir con «evidencia secreta?»
SAMI AL-ARIAN: Bueno, en esos días, el gobierno tenía el poder – y obviamente lo ha expandido tremendamente después de la Ley PATRIOTA – de presentar evidencia de la que el acusado no tiene absolutamente ningún conocimiento. Y la presentan al juez, y el juez la considera, sabes, sólo desde un punto de vista y toma una decisión. Y pensábamos que era inconstitucional, que la persona tiene – el debido proceso dice que tienes que ver la evidencia y contrainterrogar a los testigos, y entonces el juez toma una decisión basada en ambas partes.
Y tuvimos bastante éxito, sabes. Logramos que pasara por el Comité Judicial, que en la época era presidido por Henry Hyde, y yo tuve una buena relación con él. Y, como dije, nos acercamos a ambas campañas. Y básicamente, mi interés era básicamente un solo tema en esos días. Sabes, no me interesaba la política de Oriente Próximo. No estaba interesado en cómo tratan, sabes, las diferentes cosas en el mundo. Estábamos interesados en ver qué campaña apoyaría la legislación, para que por lo menos obtuviéramos esa victoria para los derechos cívicos en este país.
La campaña de Gore se mostró tibia, porque formaban parte de la legislación que estaba ejecutando esa política. La campaña de Bush nos adoptó. Y él dijo – quiero decir, habló en el segundo debate sobre cómo, sabes, lo injusto que es utilizar «perfiles raciales,» lo llamó, en nombre de la evidencia secreta. Y lo apoyamos sobre la base de esa promesa. Y por cierto, iba a cumplir su promesa. Un montón de gente ni siquiera sabe que el propio 11-S, a las 3 de esa tarde, si el 11-S no hubiera tenido lugar – quiero decir, los eventos – iba a anunciar algo que llegaba tan lejos como la prohibición del uso de evidencia secreta, y el congreso republicano estaba listo para aprobar esa legislación si el presidente les daba esa señal. Pero, sabes, yo soy bastante crítico de la política del congreso republicano y del gobierno Bush, en cuanto a muchos, muchos otros temas, especialmente después del 11-S.
AMY GOODMAN: Has dicho que el tema ha pasado de evidencia secreta a ninguna evidencia.
SAMI AL-ARIAN: Así es, exactamente. Quiero decir, lo que está sucediendo ahora es – quiero decir, acabas de mencionar al juez, y ¿qué evidencia tenía el gobierno para vincularnos con alguno de esos asesinatos? Quiero decir, por eso estoy totalmente perplejo ante los jueces. Sabes, y creo que probablemente tiene que ver con la cobertura local. Sabes, este caso fue cubierto inmensamente en el área. Si vas a uno de esos periódicos locales, puedes encontrar mil artículos sobre mí durante los últimos, sabes, doce años o algo así. Y existe una vinculación con la universidad en la que trabajaba. Por eso dije desde el comienzo que es una persecución con motivos políticos.
AMY GOODMAN: ¿Qué quieres decir con «vinculación con la universidad»? ¿Quieres decir con la Universidad del Sur de Florida?
SAMI AL-ARIAN: Sí, sí, la Universidad del Sur de Florida. Bueno, puedo hablar un poco al respecto, lo que probablemente es algo de lo que nadie ha oído hablar. La universidad estuvo profundamente involucrada en la conspiración en mi contra. Como sabrás, yo había sido el objetivo durante muchos años de algunos grupos que querían que me despidieran de la universidad. Este esfuerzo se intensificó después del 11-S. Encontraron un oído bien dispuesto en la actual presidenta de la universidad, que orquestó una votación en el consejo para despedirme.
AMY GOODMAN: ¿Y quién era la presidenta?
SAMI AL-ARIAN: Su nombre es Judy Genshaft. Naturalmente, sabes, me defendí y en realidad gané tanto en los tribunales estatales como federales. Pero, como la universidad estaba a punto de ser criticada por la Asociación USamericana de Profesores Universitarios, la presidenta ofreció un considerable arreglo final, casi un millón de dólares para que yo renunciara. Eso sucedió cerca de la tercera semana de agosto de 2002. Pero entonces, dijo que necesitaba conseguir la aprobación del presidente del consejo, el presidente del consejo de fideicomisarios, que también era un ricachón republicano. El presidente de ese consejo objetó, por las consecuencias políticas anticipadas, e inmediatamente se puso en contacto con su amigo, el que lo nombró a esa posición, el antiguo gobernador de Florida. El gobernador indicó que se haría cargo del asunto, pero que necesitaba más tiempo. Así que la universidad, tres días después de ofrecerme esa gran compensación, volvió y me procesó legalmente para despedirme. Mientras tanto, el gobierno contactó a la Casa Blanca y al antiguo procurador general para que se ocuparan del asunto. Y yo pude ver en el jurado de acusación que habían [inaudible] tremendamente en agosto y septiembre y octubre. Y como dicen, ahora sabemos el resto de la historia.
AMY GOODMAN: ¿Y el gobernador en aquel entonces en Florida era?
SAMI AL-ARIAN: El hermano del presidente, Jeb Bush. Oh, a propósito, quiero decir, si recuerdas la campaña de 2004, hubo una campaña muy febril entre el actual senador de Florida, Martínez, y el antiguo comisionado de educación y la antigua [inaudible] presidenta, Castor, Betty Castor, sabes.
AMY GOODMAN: La antigua presidenta de USF, tu universidad.
SAMI AL-ARIAN: Sí, y ellos [inaudible] alrededor mío, y entonces, en esa época, le preguntaron a Bush, Jeb Bush, sabes: «¿Conoces a este tipo?» Y él dijo: «Nunca lo he visto en mi vida.» No sólo nos encontramos cuatro veces, me envió una carta por escrito, que forma parte de la evidencia en poder del gobierno, y los individuos – quiero decir, los políticos sólo dicen lo que sea, sabes, piensan que les dará [inaudible] con el público sin, desgraciadamente, ninguna relación con la verdad.
AMY GOODMAN: ¿Y se encontró contigo cuatro veces por qué tema? ¿Por un tema importante o porque hacías campaña por él?
SAMI AL-ARIAN: En 2000 – No hice campaña por Jeb Bush, pero, quiero decir, hablé con él. Me reuní con él tres veces en 2000 y una vez en 2001. Y en 2001, en realidad, le dije que el margen de victoria en Florida se debía realmente a nosotros, porque hicimos campaña, y a nuestro juicio impulsamos, ya sabes, para bien o para mal – la gente puede afirmar, puede culparme por eso – tal vez un margen de unos 14.000 votos.
AMY GOODMAN: ¿Y cuando dices «nosotros,» quieres decir?
SAMI AL-ARIAN: Estoy hablando de la comunidad árabe y musulmana en Florida. Y, una vez más, estábamos concentrados en la evidencia secreta. No estábamos concentrados en otros temas. Y dijo: «¿Puedes probármelo? Dijo: «Sí, se le puedo probar.» Y, sabes, y así, tuvimos ese tipo de discusión, y realmente, en esos días, creo que la reunión fue en Orlando en el verano de – creo que en abril o mayo de 2001.
AMY GOODMAN: Fue una competencia muy estrecha entre Martínez y Castor, la presidenta de tu universidad, y podía decidir el equilibrio de – se pensaba en la época – del Senado.
SAMI AL-ARIAN: Así es. Y desgraciadamente.
AMY GOODMAN: Apareciste en sitio destacado en las campañas.
SAMI AL-ARIAN: — De alguna manera estuve en el centro de esa campaña. Sabes, y fuimos explotados, básicamente, quiero decir, él quería perjudicarla a ella utilizándome a mí para conquistar ese escaño.
AMY GOODMAN: Antes de que volvamos a la tercera parte de nuestra entrevista con Sami Al-Arian, quiero introducir a su abogado para hablar de algunos de los aspectos legales del caso. Peter Erlinder representa a Sami Al-Arian en las últimas acusaciones de desacato en su contra. Nos habla desde Minneapolis, donde es profesor en la Escuela de Derecho William Mitchell. Bienvenido a Democracy Now!
PETER ERLINDER: Buenos días, señora Goodman. ¿Cómo le va?
AMY GOODMAN: Me alegra hablar con usted. Puede comenzar explicando, en el veredicto del jurado – diecisiete acusaciones contra Sami Al-Arian – en todos los casos fue absuelto o el jurado empató en sus decisiones. ¿No fue hallado culpable en ninguna de las acusaciones en su contra?
PETER ERLINDER: Así es. El jurado lo pronunció no culpable en aproximadamente la mitad de las acusaciones y las más serias, y luego con las acusaciones en las que no pudieron llegar a un veredicto, habían votado diez contra dos a favor de la absolución, y todavía estaban deliberando cuando el juez terminó las deliberaciones. Así que es bastante obvio que la evidencia contra el doctor Al-Arian era extraordinariamente débil.
Y sus oyentes deberían saber que su defensa consistió enteramente en la Primera Enmienda. No hubo testigos, ni evidencia. Sami no testificó y sus abogados, Linda Moreno y Bill Moffitt, se presentaron ante el jurado y simplemente dijeron que todo lo que este hombre ha hecho está protegido por la Constitución de USA. Y el jurado estuvo de acuerdo.
AMY GOODMAN: Así que, el juez dicta una sentencia de – ¿cómo fue? – cincuenta y siete meses.
PETER ERLINDER: Correcto.
AMY GOODMAN: ¿Por sobre lo solicitado por los fiscales?
PETER ERLINDER: La fiscalía había acordado que el doctor Al-Arian debería haber sido liberado esencialmente poco después del acuerdo de mayo de 2006, y que abandonaría voluntariamente el país, y que el Departamento de Justicia le ayudaría para hacerlo. Sin embargo, cuando se presentó en la audiencia de sentencia el 1 de mayo de 2006, el juez se lanzó a lo que sólo puede ser calificado de diatriba, en la que acusó públicamente a Sami de todas las ofensas por las que el jurado lo había absuelto. Y entonces las utilizó como justificación para rechazar la recomendación de la fiscalía sobre la sentencia y sentenció a Sami a la pena máxima permitida por las directivas.
Si la sentencia hubiera sido dos o tres meses más larga, habría sido claramente una sentencia inconstitucional sobre la base de casos recientes de la Corte Suprema. Ahora estamos en el proceso de presentar un recurso de certiorari ante la Corte Suprema, cuestionando el uso por el juez de conducta absuelta también en esta situación. Y así, pediremos a la Corte Suprema que decida si esta expansión de la sentencia fue impuesta constitucionalmente o si un juez, en lugar de un jurado, puede tomar determinaciones semejantes.
AMY GOODMAN: Ahora, en este acuerdo negociado al que el doctor Al-Arian llegó con el Estado, habló de no-cooperación, en parte.
PETER ERLINDER: Correcto.
AMY GOODMAN: ¿Qué significa eso? ¿Y cómo es que ha sido llamado ahora a testificar ante un jurado de acusación?
PETER ERLINDER: Bueno, existe un fiscal auxiliar de USA llamado Kromberg en el Distrito Oriental de Virginia que realmente sigue un modelo de llamar ante el jurado de acusación o de llamar a su oficina a acusados árabes y musulmanes que han sido absueltos. Luego les hace preguntas y sobre la base de su interpretación de lo que es la verdad, los acusa de mentir sea ante el jurado de acusación o de mentirle a él como funcionario federal. Y entendimos que ésa era la táctica y la estratagema utilizada por esta persona, Kromberg. Así que nuestro consejo fue que el doctor Al-Arian no testificara. Y más allá de eso, la ley en el Cuarto Circuito, que es donde está ubicado el Distrito Oriental de Virginia, deja absolutamente en claro que una cláusula de no-cooperación en un acuerdo de culpabilidad negociada significa que no se llamará a un acusado ante un jurado de acusación, ni que se le exigirá que coopere de ninguna manera. Así que el pedido en sí, consideramos, fue contrario a la ley, y vamos a apelar también por eso ante el Cuarto Circuito.
AMY GOODMAN: ¿Puede hablar sobre este caso en relación con el caso de Chicago, donde tanto Salah como Ashqar acaban de ser absueltos? Y el abogado de Ashqar fue también el abogado de Al-Arian, William Moffitt, que declaró al New York Times que el gobierno quiere utilizar estos casos para convertir la lucha por los derechos palestinos en Oriente Próximo en una batalla de derecho penal en un tribunal USamericano.
PETER ERLINDER: Bueno, Bill Moffitt, por cierto, es un abogado de defensa penal bien conocido por el que siento el mayor respecto, y tiene razón con esa observación. Pero lo que sucedió tanto en el caso de Sami Al-Arian como en el caso de Chicago, es que los abogados de los acusados dijeron la verdad al jurado sobre las motivaciones políticas para estos enjuiciamientos. Y cuando la gente en USA, gente bien intencionada que comprende lo que significa la Primera Enmiendo y lo que significa la libertad de palabra, y lo que significa la libertad de asociación, escucha los detalles de la manipulación gubernamental de estos casos, reacciona de maneras extraordinarias, como lo hizo el jurado en Tampa, como lo hizo el jurado en Chicago. Y esto no es un fenómeno nuevo. Varios de los otros abogados en el caso de Chicago son miembros del National Lawyers Guild [Gremio Nacional de Abogados] como yo, como una serie de otros abogados, incluyendo a Lynne Stewart, a quien usted conoce, que han estado luchando contra esto. Y los éxitos han tenido lugar cuando los abogados han dejado en claro a los jurados la base política de estos procesamientos, que es desde luego la que los motiva.
AMY GOODMAN: Peter Erlinder, quisiera volver al final de la entrevista con Sami Al-Arian desde esta cárcel de Virginia, que nos habló desde Virginia. Cuando tuvo lugar su arresto, Al-Arian era un miembro dirigente de la comunidad musulmana en el Sur de Florida, uno de los académicos y activistas palestinos más destacados en USA. En septiembre de 2001, fue invitado al O’Reilly Factor, bajo la impresión de que iba a discutir las reacciones árabe-Usamericanas al 11-S. En su lugar, el presentador, Bill O’Reilly, pasó la entrevista acusándolo de apoyar el terrorismo. O’Reilly concluyó diciendo: «Si yo fuera la CIA, lo seguiría por dondequiera fuera.»
Al día siguiente, la Universidad del Sur de Florida, donde trabajaba Al-Arian, fue inundada con cientos de cartas y correos amenazantes. Treinta y seis horas después de la entrevista la universidad lo puso en licencia remunerada. Fue arrestado un año y medio después y ha estado en prisión desde entonces. En mi conversación de ayer con el doctor Al-Arian desde la prisión, le pregunté sobre el papel de los medios en su viacrucis y si todo comenzó con Bill O’Reilly.
SAMI AL-ARIAN: No. En realidad comenzó mucho antes de Bill O’Reilly, y si sabes quién ha sido John Sugg – que es un periodista, solía estar en Tampa, ahora creo que está en Atlanta, un editor importante un semanario alternativo, ha estado rastreando eso. Y creo que hay otro periodista, Eric Boehlert, que escribió sobre esto. Esta campaña en los medios ha estado ocurriendo desde 1994. Y la misma gente de los medios que me han estado persiguiendo desde 1994 fueron los instigadores de Bill O’Reilly. Y yo no lo sabía, desde luego, en esa época, pero lo sé ahora. Existe un grupo de personas que se presentan como expertos en terrorismo, que me han estado persiguiendo. Y quiero decir, sus nombres son muy bien conocidos. No necesito recitarlos aquí, pero son muy bien conocidos. Cualquiera puede descubrirlos.
AMY GOODMAN: ¿Te refieres a, por ejemplo Steven Emerson?
SAMI AL-ARIAN: Es uno de ellos.
AMY GOODMAN: ¿Y representa a qué grupo?
SAMI AL-ARIAN: Bueno, se refieren a varios de ellos como básicamente Likudniks en este país. Quiero decir, estoy seguro ahora, con los neoconservadores, mucha gente sabe ahora más sobre ellos que lo que solía saber hace diez años. Quiero decir, tienes a ese individuo de Filadelfia, Pipes, y otros. Y así, no necesito pasar revista a todos esos nombres, pero han formado parte de ese grupo que trata básicamente de decir que el interés de Israel, ese país, es el mismo que el interés de USA, y eso lo rechazamos por entero.
AMY GOODMAN: Sólo nos quedan unos pocos minutos. ¿Y su familia? ¿Usted llegó a un acuerdo negociado de culpabilidad, digamos, para evitar a su familia otro juicio?
SAMI AL-ARIAN: No sólo eso. Sabes, he estado lejos de mi familia durante cuatro años, y mis dos hijos más jóvenes me necesitan. Es el tiempo más crítico de sus vidas, y yo necesito formar parte de sus vidas antes de que crezcan. Y esa fue la principal consideración para mí, terminar con esto, es estar con ellos. Y ahora el gobierno quiere incluso retardar más esto. Es por eso, sabes, no voy a [inaudible] – lo que sucedió. Y, como lo dije antes, para mí, la libertad es más preciosa que la vida misma y si tengo que sacrificarla, la sacrificaré. Pero no voy a ceder.
AMY GOODMAN: Y así, ¿qué edad tienen tus hijos?
SAMI AL-ARIAN: Bueno, los tres mayores están en la universidades o graduados y trabajando. Y tengo los dos más jóvenes, uno en grado medio y uno en la universidad, doce y dieciséis.
AMY GOODMAN: ¿Si te deportan, irán dónde tú estés?
SAMI AL-ARIAN: Los dos más jóvenes irán conmigo. Los otros, obviamente, van a quedarse aquí, tienen vidas establecidas aquí.
AMY GOODMAN: ¿Y tu mujer?
SAMI AL-ARIAN: Mi mujer estará conmigo. Y ella ha estado conmigo a través de todo esto. Y no podría desear una compañera mejor en mi vida.
AMY GOODMAN: ¿Podrían convenir un jurado de acusación tras otro y mantenerte en la prisión para siempre?
SAMI AL-ARIAN: No. No pueden hacer eso. Me dicen que pueden hacerlo hasta dos veces. Pero, obviamente, siempre te tienen con el cañón de una pistola junto a tu cabeza, porque también pueden, después de que acaben con el desacato, pueden hablar de desacato criminal. Y el problema con el desacato criminal es que la prueba no es muy difícil, no hay un límite en la posible sentencia en un desacato criminal. Así que podría ser una lucha sin fin.
AMY GOODMAN: Tus pensamientos finales, al hablarnos desde la prisión en Virginia, para que los compartas con esta audiencia aquí en USA, y en todo el mundo.
SAMI AL-ARIAN: Sí. Sólo quiero decir lo agradecido que estoy a los miles de personas que han considerado este caso y han concluido que esto es injusto y que es políticamente motivado. Y quiero agradecerles de todo corazón, porque recibo cartas casi a diario, y notas y fotos y libros y cartas y oraciones de apoyo.
OPERADOR: Le queda un minuto para hablar.
SAMI AL-ARIAN: Quisiera agradecerles y aprovechar esta oportunidad, básicamente, para agradecerles. Y quisiera que continuaran la lucha, porque la lucha en USA no ha terminado. Ha sido una lucha continua por los derechos cívicos en este país desde temprano hasta ahora, y creo que vamos a ganar. Tienen que resistir, ser pacientes y firmes y, como dice el presidente, seguir por el camino-.
AMY GOODMAN: Sami Al-Arian, hablando en su primera entrevista por radio desde su arresto y encarcelamiento hace cuatro años.
Laila Al-Arian es la hija mayor de Sami Al-Arian. Es graduada de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia aquí en Nueva York. Nos habla en el estudio en la estación de bomberos. Y además hablamos con Peter Erlinder, el abogado del doctor Al-Arian, que nos habla desde Minneapolis. Laila, tu padre ahora entra a su tercera semana de huelga de hambre, ha perdido más de 7 kilos. ¿Cómo afecta esto a tu familia?
LAILA AL-ARIAN: Estamos muy preocupados por su salud. Es diabético, como ya se dijo. Y, sabes, estamos sólo preocupados por cómo lo va a afectar, y al mismo tiempo tratamos de apoyarlo y estamos ayunando nosotros mismos lo más posible. Y hay ahora setenta y cinco personas en todo el país que están ayunando en signo de solidaridad. Así que, es definitivamente un tiempo duro para nosotros.
AMY GOODMAN: ¿Ha estado en algo como nueve prisiones? ¿Cómo te afecta eso? ¿Y puedes verlo, puedes visitarlo?
LAILA AL-ARIAN: Donde está ahora, en Warsaw, Virginia, lo hemos visitado. Tenemos una hora de visita por semana, así que usualmente conducimos desde Washington durante dos horas.
AMY GOODMAN: ¿Pero lo tocáis?
LAILA AL-ARIAN: No. No podemos. Es tras un cristal y a través de un teléfono. Pero cada vez que lo cambian a una prisión diferente, nos preocupa extremadamente. Usualmente lo llevan en circunstancias horribles. Le ponen grilletes. A veces lo privan de comida y agua. Lo tratan horriblemente, sabes, algunos de – y algunos alguaciles racistas le dicen declaraciones racistas, los que – lo siento – son gente que está a cargo de transportarlo. Así que es usualmente sólo una pesadilla horrible para todos nosotros, y sólo tratar de encontrarlo y de descubrir dónde está también es una experiencia horrible.
AMY GOODMAN: ¿Qué edad tenías cuando lo arrestaron por primera vez? ¿Y cómo ves su caso?
LAILA AL-ARIAN: Tenía veintiún años cuando lo arrestaron por primera vez. Estaba en el último año en la universidad, a punto de graduarme. Y finalmente no pudo ir a mi graduación. Yo y mi hermano mayor y mi hermana menor, que tiene veintiún años, tenemos plena conciencia de lo que está sucediendo. Y hemos sido, sabes, sus defensores durante los últimos cuatro años en la medida de lo posible. Y simplemente vemos esto como una criminalización por parte del gobierno del discurso y la asociación políticos. Es antiUSamericano. Y es mi manera de comprender esencialmente el caso de mi padre.
AMY GOODMAN: Continuaste en la escuela de periodismo, en la Escuela de Periodismo de Columbia. ¿Cómo ha afectado tu visión de lo que es ahora tu profesión como periodista independiente?
LAILA AL-ARIAN: Bueno, como lo mencionó mi padre en su entrevista: los medios han jugado definitivamente un gran papel en nuestro caso. Hay una campaña de calumnias local que dura diez años del Tampa Tribune que terminó por afectar a un par de miembros del jurado que insistieron al final y también claramente, al juez, por sus comentarios. Así que se me hizo definitivamente más escéptica como periodista, lo que pienso cómo deben ser los periodistas: escépticos y cínicos frente a la línea oficial del gobierno. Y veo que el caso de mi padre no es diferente. La información en su caso no es diferente de la información sobre las armas de destrucción masiva en la preparación de la guerra de Iraq. Es simplemente que, por desgracia, numerosos periodistas no cuestionan la línea oficial del gobierno y no van más allá de las acusaciones, a buscar evidencia.
AMY GOODMAN: El juez Moody dijo a tu padre: «Sus hijos han ido a las mejores universidades de este país, y usted propugna que vuelen a los hijos de otra gente.» ¿Tu reacción?
LAILA AL-ARIAN: Lo que es interesante es que el juez en realidad tomó esa línea de un testigo del gobierno, que fue desacreditado en el estrado por mentir y por adornar su currículo. De manera que eso muestra de dónde saca sus claves: de un testigo desacreditado del gobierno que fue un espía en la comunidad musulmana. Así que, obviamente, pienso que el gobierno utilizó esas palabras – quiero decir, perdona, que el juez utilizó esas palabras para tratar de herir verdaderamente a mi padre, y no resultó, quiero decir, simplemente terminó por aparecer indigno.
AMY GOODMAN: Peter Erlinder, hablando con nosotros desde Minneapolis, usted es ahora el abogado del doctor Al-Arian. ¿Pueden detener indefinidamente al doctor Al-Arian? ¿Podrían convocar a un jurado de acusación tras el otro – se negará a cooperar – y él simplemente recibe sentencias más largas de prisión?
PETER ERLINDER: Bueno, el proceso de jurado de acusación civil por desacato no puede continuar eternamente. Su desacato civil es revisado automáticamente cada seis meses. Y entonces, creo que son dos términos del jurado de acusación, lo que serían treinta y seis meses que sería posible continuar así. Pero como mencionó el doctor Al-Arian, luego podrían presentar acusaciones de desacato criminal.
Y quiero dejar absolutamente en claro que mañana el Fiscal General Gonzales podría dejarlo en libertad. No hay acusaciones pendientes en su contra. El Departamento de Justicia ya aceptó que debería haber sido liberado en mayo pasado, y de un solo plumazo, un solo llamado telefónico. El Secretario de Justicia Gonzales podría cumplir con el acuerdo que el Departamento de Justicia concluyó en la primavera pasada y permitir que Sami continúe su vida. No es más que un acto de hibris del poder ejecutivo. Pero no es la ley, es política.
AMY GOODMAN: Laila, tu tío fue deportado, Mazen Al-Najjar. Tu padre, al final de esto, va a ser deportado. ¿Qué significa esto para ti?
LAILA AL-ARIAN: Por desgracia, no es más que la historia actual de los palestinos. Quiero decir, ningún otro pueblo es apátrida como lo es el palestino. Y, sabes, mi padre vino a este país con diecisiete años, un idealista. Realmente creía, y sigue haciéndolo en cierta medida, en la democracia USamericana, y los ideales de este país, y sus hijos también lo hacen. Y éste es el único país que todos sus cinco hijos han conocido en su vida. Así que realmente rompe el corazón ver que el ciclo de los refugiados palestinos apátridas continúa permanentemente, y realmente tiene que terminar.
AMY GOODMAN: ¿Qué clase de apoyo has recibido?
LAILA AL-ARIAN: Hemos recibido un tremendo apoyo, especialmente localmente, en Tampa, de la comunidad cristiana local, y estamos realmente agradecidos por sus esfuerzos. Han encabezado la huelga de hambre escalonada en apoyo a mi padre. Y realmente han estado con nosotros en los últimos cuatro años, escribiendo cartas, tratando de reunirse con miembros del Congreso y del Departamento de Justicia. Así que, como dijo mi padre, estamos muy agradecidos por su ayuda. Y, sabes, también hemos recibido apoyo nacional de diferentes organizaciones y de algunos miembros de la comunidad musulmana. Así que ha sido realmente tremendo. E incluso internacionalmente, recibimos muchos correos y cartas de gente de todo el mundo que observan de cerca este caso.
AMY GOODMAN: Peter Erlinder, en términos de la comunidad legal y cómo estos casos corresponden al clima en este país, y todo el tema que el doctor Al-Arian ha mencionado: una campaña en la que participó cuando estaba en libertad, el tema de la evidencia secreta.
PETER ERLINDER: Bueno, en realidad, el doctor Al-Arian y yo fuimos dos de los miembros fundadores de la Coalición Nacional para Proteger la Libertad Política que inició el Lawyers Guild con el propósito de detener el uso de esta evidencia secreta. Y en litigación durante varios años, David Cole, que es un profesor de Georgetown, y otros, ha tenido éxito en lograr que la evidencia secreta sea eliminada de veintidós casos seguidos, creo, y estábamos justo a punto de lograr que el Congreso revocara la ley de evidencia secreta cuando ocurrió el 11-S, como mencionó el doctor Al-Arian.
AMY GOODMAN: ¿Cómo ha afectado esto tus decisiones en tu vida, Laila Al-Arian?
LAILA AL-ARIAN: Pienso que ha sido un tiempo muy, muy difícil para nosotros. Pero pienso que al mismo tiempo nos ha hecho mejores. Nos ha hecho más empáticos. Sabes, vemos constantemente lo que sucede a las víctimas en todo el mundo, víctimas de la opresión. Y nos ha hecho fuertes defensores de la justicia.
AMY GOODMAN: Cuando deporten a tu padre, ¿se irán tu madre y los hijos pequeños?
LAILA AL-ARIAN: Sí.
AMY GOODMAN: ¿Te quedarás aquí?
LAILA AL-ARIAN: Creo que sí. Creo que yo y los hijos mayores, tenemos nuestra vida aquí. Tenemos carreras. Mis dos hermanos están en el mundo académico. Yo soy periodista. Así que estamos bastante arraigados aquí. Definitivamente viajaremos de una parte a otra.
AMY GOODMAN: ¿Y el sitio en la red para obtener más información sobre tu padre?
LAILA AL-ARIAN: Para obtener más información sobre el caso de mi padre, es: www.freesamialarian.com.
AMY GOODMAN: Quiero agradecerles por estar con nosotros, Laila Al-Arian y Peter Erlinder, abogado del doctor Al-Arian, que nos habló desde Minneapolis.
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