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Neocolonialismo francés en África

Dependencia con la marca de Sarkozy

Fuentes: APM

Francia sigue sometiendo a sus ex colonias. El nuevo presidente, Nicolás Sarkozy, afirma que habrá cambios en la política hacia África pero los hechos demuestran lo contrario. Tras su triunfo electoral, el nuevo presidente francés, Nicolas Sarkozy, exhortó «a todos los pueblos de África» a coincidir en lo que definió como «una política de inmigración […]

Francia sigue sometiendo a sus ex colonias. El nuevo presidente, Nicolás Sarkozy, afirma que habrá cambios en la política hacia África pero los hechos demuestran lo contrario.

Tras su triunfo electoral, el nuevo presidente francés, Nicolas Sarkozy, exhortó «a todos los pueblos de África» a coincidir en lo que definió como «una política de inmigración controlada» y «una política de desarrollo ambiciosa». De esta manera, el mandatario instaló el tema en el centro de un debate que tendría por objeto abrir una nueva era en cuanto a las relaciones franco-africanas.

No se puede pasar por alto, sin embargo, que la mirada de Sarkozy se enfocaba originalmente hacia el Este: «Desplegaremos nuestra fuerza diplomática sobre esta parte del mundo que es la Asia», porque esta región tiene «un potencial de crecimiento inmenso», aseguraba en París, el 31 de marzo pasado.

François Xavier Verschave, fundador de la asociación Survie, denuncia en el libro «La Françafrique» que el sistema de dependencia de los años ´60 fue organizado para que Francia pudiera seguir oprimiendo a los países africanos que acababan de lograr su independencia. El autor explica esta dependencia, que aún continua vigente y es comparable con el colonialismo del siglo pasado, como un «neocolonialismo».

En la última cumbre Francia-África, que tuvo lugar en Cannes, el ex presidente Jacques Chirac había insistido sobre la importancia de las relaciones bilaterales. En su discurso de inauguración dijo: «Estamos reunidos aquí porque Francia ama a África, se siente ligada a ella por los compromisos de la fraternidad, de la historia y del corazón».

También aludió a lo que él denominó vínculos que lo unían con el continente: «Me conmueve especialmente porque he ido estrechando, desde hace tiempo, lazos personales con muchos de ustedes (los presidentes africanos presentes en la cumbre) y, como lo saben, yo amo y respeto a África».

Chirac intentó mostrarse como defensor del continente africano en el escenario internacional, pidiendo mayor ayuda financiera, la supresión de las subvenciones agrícolas al algodón y la creación de una organización de las Naciones Unidas para el medioambiente con énfasis en Africa.

Durante la campaña electoral, Nicolas Sarkozy insistió particularmente sobre su voluntad de desmarcarse de sus predecesores. Olivier Stirn, consejero político del presidente francés, explicó en qué consiste la «ruptura» que se propone en una entrevista publicada en Zoomhebdo.com.

Según Stirn, el nuevo gobierno pretende, a través del ambicioso proyecto de la Unión Mediterránea, resolver un cierto número de conflictos en África, como el existente entre Marruecos y Argelia a propósito del Sahara. También busca mantener una relación de «igualdad», el funcionamiento normal de las instituciones políticas y diplomáticas, y terminar con los secretos y ambigüedades que hicieron tanto daño en el pasado, en clara referencia a las elecciones fraudulentas de 2003 en Togo, donde se implicó al ex presidente Jacques Chirac.

Cabe preguntarse si las iniciativas del nuevo gobierno lograrán mantener una verdadera relación de igualdad con los pueblos africanos.

En una entrevista publicada en «Alternativas Internacionales», Tene Sop, secretario General del Consejo Nacional para la Resistencia, no le dio ningún crédito al «cambio» propuesto por Sarkozy.

El dirigente explicó que la explotación francesa es estructural y que no se modifica con un simple traspaso presidencial, ya sea este de izquierda o de derecha. Por eso, Sop propone un cambio de las estructuras que rigen la política exterior francesa, empezando por el reconocimiento de los crímenes coloniales y neocoloniales en África.

Francia ha sometido a los países africanos a una fuerte relación de dependencia desde el siglo XIX.

A partir de la toma de Argelia, en 1830, comenzó a desarrollar un verdadero imperio en África, extendiendo su dominación hacia el centro del continente, sobre todo después de la conferencia de Berlín, entre el 15 de noviembre 1884 y el 26 de febrero de 1885, cuya meta buscaba definir las reglas de conquista en África para resolver los conflictos entre las diferentes potencias colonizadoras. Desde entonces, Francia pudo apoderarse libremente de las riquezas naturales de las colonias.

Después de la Segunda Guerra Mundial, tuvo lugar el proceso de «descolonización», desarrollado en algunos casos por vía de negociaciones, y en otros, por el resultado de las guerras de liberación nacional.

En 1958, el general De Gaulle, que volvía al poder en plena guerra de y reconoció la independencia a las colonias francesas al sur del Sahara.

Al mismo tiempo, según François Verschave, De Gaulle encargó al responsable de su partido, Jacques Foccart, la responsabilidad de mantener la dependencia de las colonias «liberadas».

Foccart se aseguró la instalación de gobiernos títeres, sustituyendo gobernadores de piel blanca por gobernadores de piel negra que fueran igualmente leales a París. De este modo, Francia pudo mantener el control sobre sus ex colonias para seguir obteniendo materias primas a precios que excluían toda competencia.

El caso togolés es característico en este sentido. Después de la liberación del país, Sylvanus Olympio se convirtió en presidente al vencer al candidato que contaba con el apoyo de Francia, Nicolas Grunitzky, durante las elecciones realizadas el 27 de abril de 1960, bajo la supervisión de la Naciones Unidas (ONU).

Tres años más tarde, Olympio es asesinado por soldados de la armada colonial francesa, al mando del sargento Etienne Gnassingbé Eyadema, que logran tomar por asalto el campo militar Tokoin en Lomé. De este golpe de estado resultó el gobierno del mismo Eyadema a lo largo de 40 años. Es su hijo quien, actualmente, ocupa el poder después de unas elecciones sospechosas que tuvieron lugar en el año 2003.

Situaciones similares se repiten en el resto de las ex colonias francesas en África. Tal vez, una muestra de los esfuerzos que hace París por mantener su influencia en ese territorio sean los 11 mil soldados desplegados y los 5 mil que participaron recientemente de la Operación Liocorne en Costa de Marfil.

Al menos, esta fuerte presencia militar se contradice con los «cambios» anunciados por Sarkozy en las relaciones franco-africanas durante su período de gobierno.

(*) Fanny Isabelle Marie Normand es francesa. Cumple una pasantía en la Redacción de APM