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Se han perdido unas 57 mil hectáreas de cultivos y evacuado más de 16 mil familias

Mozambique: No se puede vivir con el río, pero tampoco sin él

Fuentes: gloobal.net

Los que viven en las orillas del Río Zambezi, en la región central de Mozambique, saben que es inevitable que haya una inundación cada pocos años. Podrían perder todo, pero la tierra fertil de la plana inundada, el pescado y la tradición los empujan a seguir retornando a las tierras bajas cada primavera para plantar […]

Los que viven en las orillas del Río Zambezi, en la región central de Mozambique, saben que es inevitable que haya una inundación cada pocos años. Podrían perder todo, pero la tierra fertil de la plana inundada, el pescado y la tradición los empujan a seguir retornando a las tierras bajas cada primavera para plantar sus cultivos.

Este año, mientras el gobierno mozambiqueño recoge barcos llenos de campesinos, muchos de ellos pertenecientes a las mismas comunidades que fueron evacuadas por las inundaciones del año pasado, algunos residentes de la cuenca del río empiezan a cuestionar la sostenibilidad de su tradición. El río Zambezi ha inundado las tierras a su alrededor tres veces en los últimos siete años, causando estragos y muertes.

«Este año ha sido demasiado», dice Felix Bernardo, un campesino de la aldea inundada de Muriwa, que está descansando bajo la sombra de un árbol en la aldea de Mopeia, provincia de Zambezia, después de haber bajado de un barco de socorro. «No queda comida. La gente está cansada de esto».

En el calor agobiante de la tarde, Bernardo y cerca de veinte vecinos suyos están a la espera de salir hacia la zona de reasentamiento de Zona Verde. Llevan consigo todas sus pertenencias: ollas y cacerolas, tiras de pescado seco, algunos mangos y alfombrillas enrolladas. Dicen que sus reservas de alimentos se han acabado por completo.

Cuando un cooperante dijo que ahora habría que vivir con lo esencial, el grupo se puso nerviosos. «Vivir con lo esencial es lo que hemos hecho hasta ahora!», dijo Adelia Ernesto, también procedente de Muriwa, que llegó con el mismo barco y con un niño atado a la espalda. «Aquí, aunque cultivemos, no tendremos nada para comer».

En Mopeia, mucha gente ubicada el área de reasientamento comparte el pensamiento de Ernesto de que la tierra más arriba de la plana inundada no es suficientemente fértil para alimentar a familias numerosas. «Aquí tenemos un lugar donde estar, pero la tierra no da mucho», dice Ines de Luis, que ha sido reubicada la semana pasada, desde su aldea inundada de Malulu al Centro de Asentamiento 24 de Julho. «Podemos quedarnos aquí pero los cultivos no crecen, por esto vamos a las tierras bajas».

No vayan a casa.

El río Zambezi, que es el cuarto más grande de África, mide 2.574 Kilómetros de largo y pasa a través de Zambia, Angola, a lo largo de la frontera de Namibia, Botswana y Zimbabwe, luego llega a Mozambique y acaba en el Océano Índico.

Después de las inundaciones de 2007, que provocaron docenas de muertos, el gobierno de Mozambique animó fuertemente a los campesinos a reconstruir sus casas en terrenos más altos y a tener cultivos de reserva si pensaban cultivar en las tierra bajas. «El año pasado aconsejamos a la gente que cultivaran dos trozos de tierra», dice Abrista Mujuarte, administrador del distrito de Mopeia. «Hay algunas comunidades donde cada familia cultiva dos parcelas de tierra».

Pero la gente en el campo de reasentamiento de Zona Verde dice que no hay suficiente mano de obra como para cultivar dos parcelas, incluso en las comunidades que no han sido afectadas por las inundaciones del año pasado. Dicen que, en el campamento, los hombres de las familias construyen ladrillos durante el día para intercambiarlos por comida, y las mujeres cultivan la tierra cerca del río con la esperanza de tener una cosecha mayor.

A pesar de la actividad de construcción de ladrillos, la gente en el campamento de Zona Verde vive en todo tipo de habitaciones desde casas de paja hasta las desgastadas tiendas del año pasado. Docenas de jóvenes voluntarios de la capital, Maputo, dicen que no hay suficiente cemento para construir las casa prometidas a los desplazados.

La inundación de este año, que ha hecho desplazar a 57.000 personas, ha llegado anticipada y cogió de sorpresa a las organizaciones no-gubernamentales. Como parte de un programa de recuperación para las víctimas de la inundación del año pasado, Save The Childern UK organizó dos ferias agrícolas locales en el distrito de Mopeia a principios de noviembre de 2007.

La ONG regaló a las familias unos bonos para un valor de 16$ e invitó los comerciantes locales de semillas y herramientas a vender sus mercancías. El gobierno de Mozambique ha organizado ferias parecidas en otras partes del distrito. Lamentablemente los cultivos generados por esas semillas se han perdido de nuevo. «Todo lo que hemos recibido en la feria de Muriwa, lo hemos perdido en el agua», dice Ines de Luis.

«Es triste», dice Judite Waera, responsable de la oficina de Save The Children en Mopeia. «Es un fenómeno natural pero habíamos gastado dinero en esas cosas. De ahora en adelante tendremos que predecir estos fenómenos. Es la lección que hemos aprendido».

Reformular las estrategias.

Los cooperantes, el gobierno y los residentes se están ahora preguntando como prevenir la pérdida de los cultivos y las evacuaciones masivas cuando el río Zambezi se inundará de nuevo. La distribución de tierra, la asesoría agrícola y ciertas medidas para el control de las inundaciones, como los diques, son algunas de las alternativas. «No podemos convencer a la gente a cultivar terrenos más altos si no les ofrecemos una alternativa económica», dice Chris McIvor, director nacional de Save the Children UK.

Dijo que su organización quiere extender un programa de ayudas económicas para huérfanos y niños vulnerables para incluir también a las víctimas de las inundaciones. El programa invita a los miembros de la comunidad a realizar propuestas empresariales en actividades como la pesca, la carpintería o la construcción de barcos, los proyectos seleccionados tendrán una financiación de hasta 1.200 dólares.

Estimulando la búsqueda de medios de sustento más allá de la agricultura, McIvor espera que los caprichos del río no dejen más a las personas sin medios de subsistencia. «Es un modelo que debería ser imitado por el gobierno y por otras organizaciones», dice. «Si la gente se queda en las zonas seguras, necesita unos incentivos económicos».