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Nuevo debate en el foro «Enciende África», repaso de los principales conflictos del continente

Fuentes: Agencias

Los conflictos armados que castigan al continente africano y sus dramáticas consecuencias sobre la población fueron algunos de los temas que centraron este martes los debates del quinto foro del ciclo ‘Enciende África’. El tema de la jornada, ‘Razones de la sinrazón, las guerras y los éxodos’, reunió en el Espacio Cultural de la entidad […]

Los conflictos armados que castigan al continente africano y sus dramáticas consecuencias sobre la población fueron algunos de los temas que centraron este martes los debates del quinto foro del ciclo ‘Enciende África’.

El tema de la jornada, ‘Razones de la sinrazón, las guerras y los éxodos’, reunió en el Espacio Cultural de la entidad financiera al catedrático de Economía Luis de Sebastián, al experto Brahim Salem Ould Bousseif y a los periodistas Luis de Vega y Tomás Bárbulo. Los cuatro invitados, moderados por el periodista y escritor Juan Manuel Pardellas, departieron sobre una constante en la historia reciente africana: las guerras y los desplazamientos humanos.

Luis de Sebastián

Luis de Sebastián empezó su intervención apuntando a que ha consagrado la mayor parte de su vida a recorrer Sudamérica, y sólo hace un tiempo que África se ha convertido en uno de sus objetos de estudio. Concretamente, a raíz del comentario de un amigo, que le recriminó no haber mencionado el continente africano en su libro ‘Mundo rico, mundo pobre’, el profesor de Sebastián comenzó a trabajar en el tema y eso es lo que le ha dado la pátina de experto en África.

Para el catedrático de Esade, el continente ha sufrido dos grandes descarrilamientos que lo han apartado de la modernización. El primero de ellos fue el esclavismo, que supuso la salida de África de quince millones de personas para usarlos como fuerza de trabajo barata. A las consecuencias de esta pérdida de población se sumó más tarde el segundo descarrilamiento, la colonización, que comenzó cuando los europeos se percataron de que era más barata la esclavitud in situ.

Con el tiempo llegaría la Guerra Fría que también obstaculizaría la modernización africana hasta configurarse el panorama actual que todos conocemos. Según Luis de Sebastián, hoy en día el continente ‘está al margen de la globalización’. Y para ilustrarlo, el profesor de Esade expuso los datos de un estudio de 2006 que dan una idea de esta situación.

Un indicador del grado de globalización es el porcentaje de exportaciones, que en el caso del continente africano fue del 2,7 por ciento sobre el total mundial, el mismo valor que Bélgica. En lo que respecta a las importaciones, la cifra fue del 2,6 por ciento, idéntica a España.

Para de Sebastián esos datos son demostrativos del desinterés de las multinacionales por África y la constatación de la escasa globalización de la zona, con el retraso tecnológico, educativo y económico que eso supone.

A pesar de todo, el profesor de Sebastián piensa que no debemos caer en el pesimismo porque «hay motivos para la esperanza». El estudioso burgalés percibe un nuevo interés estimulado por la presencia china en África. El desembarco oriental ha hecho que los dirigentes europeos y estadounidenses dirijan su mirada al continente. Una consecuencia positiva de lo que califica como una nueva colonización, pero «con el aditamento de las construcciones». A ese fenómeno habría que sumar el despertar de conciencia colectivo que está generando la emigración.

África se mueve y lo hace en cuestiones como el fomento de la igualdad de la mujer, los microcréditos o la implantación de Internet. Ahora bien, Luis de Sebastián subrayó la importancia que tiene en esta dinámica ayudar de «abajo a arriba». El Catedrático de Economía no quiso obviar en su discurso que hay circunstancias que agravan el panorama.

Así, hay otras amenazas que se ciernen sobre el porvenir africano como son la subida del precio de los alimentos, la eliminación del acceso preferencial al mercado europeo de los productos de antiguas colonias, las consecuencias del cambio climático o la coyuntura económica de crisis generalizada. No obstante, de Sebastián se negó a abandonarse al pesimismo porque «hay cambios y, por lo tanto, hay esperanza».

Tomás Bárbulo

El periodista de El País , Tomás Bárbulo, se mostró mucho menos optimista. En sus palabras, «África se mueve, pero de momento lo hace hacia Canarias y el resto de Europa». Tras reconocer que hay dos realidades bien diferenciadas en el continente, al norte y al sur del desierto del Sahara, Bárbulo optó por centrarse en la que corresponde al área subsahariana.

Recordando el pensamiento de Doris Lessing de que sólo tiene sentido revisar la historia si es para iluminar el presente, el periodista retomó las alusiones de Luis de Sebastián al esclavismo y la colonización, pero quiso ahondar en la historia reciente africana recordando la efervescencia política de inicio de los años sesenta. Fue la época de las independencias de países como Egipto, Congo o Nigeria; todas ellas encabezadas por figuras carismáticas que terminaron por desaparecer. Tras esa ebullición, África se convirtió en escenario de la Guerra Fría, padeciendo continuos golpes militares.

El siguiente episodio de la historia africana lo protagonizaría una explosión demográfica sin precedente a la que se sumaron las hambrunas, la pobreza extrema y la masificación hasta configurar el desolador panorama que llega hasta nuestros días. El escenario se completó con la ingente cantidad de conflictos bélicos que azota al continente. El 45% de las guerras del mundo se localizan en el África Subsahariana, con el agravante de que se trata de enfrentamientos auspiciados por multinacionales ávidas de las materias primas de la zona. Guerras cruentas caracterizadas por su carácter sanguinario y que obligan a Tomás Bárbulo a concluir que «el horror esta en determinados puntos de África».

Detrás de este escenario el periodista señaló varios actores: Francia, que se resiste a perder su ascendente sobre sus antiguas colonias; Estados Unidos, que quiere desplazar al país galo de sus zonas de influencia; y China. El país asiático ha irrumpido en África con una fuerza extraordinaria, pero el inconveniente es que su llegada «ha resucitado el trueque».

Para ilustrar las consecuencias negativas del resurgir de esta práctica, Bárbulo puso el ejemplo de Mauritania, que cedió petróleo al gobierno chino a cambio de la construcción de un aeropuerto. El problema es que se construyó empleando ingenieros y obreros chinos que abandonaron Mauritania al finalizar el proyecto, dejando tras de sí una infraestructura destinada a una población incapaz siquiera de mantenerla. La presencia china no está realmente revitalizando la economía africana.

El desolador panorama está generando una enorme bolsa de refugiados. Tomás Bárbulo advirtió sobre la formación de una clase social desarraigada, a la que se ha privado de capacidad productiva y que vive exclusivamente de las ayudas. Se trata de personas a las que «sólo les queda la emigración», una vía de escape que materializan en escalas sucesivas hasta llegar al destino soñado. Es «una marea humana que asciende el continente ambicionando mejorar su vida. La meta final es Europa, y Canarias, lógicamente, esta en su camino».

Brahim Salem Ould Bousseif

El embajador de la República Árabe Saharaui Democrática en Zimbawe inició su turno con una llamada a la capacidad de todos para contribuir a solucionar los problemas africanos. Para Brahim Salem Ould Bousseif todas las voces cuentan en el camino del progreso y sobre todo, de la paz.

Las guerras que se extienden por el continente africano fueron el centro del discurso de Ould Bousseif. Empleando como base los datos de un informe publicado a finales de 2007 por Oxfam Internacional, Iansa y Saferworld, el diplomático saharaui señaló que con el dinero que se ha despilfarrado en los conflictos armados desde 1990, unos 300.000 millones de dólares, se podrían haber solucionado «los problemas del VIH y del SIDA en África, o abordar los problemas de la educación, el agua potable y el saneamiento, además de prevenir la tuberculosis y la malaria».

Según Ould Bousseif, los países africanos derrochan anualmente 18.000 millones de dólares en conflictos, y a esta cantidad hay que sumar el drama humano que suponen las víctimas, los mutilados y los refugiados. «La guerra es una mala siembra y no puede sino dar mala cosecha» y para ilustrar esta sentencia, el representante saharaui optó por enumerar de forma somera algunas guerras que, de norte a sur, han pasado factura a África.

Ould Bousseif citó a Mozambique y su guerra civil; Angola; el enfrentamiento entre Etiopía y Eritrea; el genocidio de Ruanda; las matanzas en Sierra Leona; las víctimas de Liberia; y el conflicto del Sahara, que dura ya 32 años y que fue condenado al ostracismo mediático de forma sistemática durante décadas. En medio, el diplomático recalcó la necesidad de acabar con la fabricación de minas antipersonas, «armas ignorantes y terribles». La contribución del resto del mundo es decisiva para evitar esos conflictos y resolver los existentes, porque «sólo una solución justa y democrática puede acabar con ellos».

Luis de Vega

Luis de Vega, corresponsal de ABC en El Magreb, advirtió sobre la tendencia a simplificar cuando se habla de África, sobre todo cuando se hace desde la lejanía. De hecho, a pesar de vivir en Rabat, el periodista reconoció que no es fácil abarcar toda la realidad africana.

Al hilo de la intervención de Ould Bousseif, recordó también que el problema más grave no es el conflicto en sí, sino sus consecuencias, y aprovechó para exponer su temor a un futuro incremento de conflictos por el alza de precios de los alimentos.

Desde su punto de vista, lo que subyace en la emigración es, sobre todo, una cuestión económica, y sacó a relucir el caso de un amigo agricultor de Guinea Bissau que se encuentra paralizado por las leyes del mercado, incapaz de «romperlas para vivir como se merece»

Para Luis de Vega, «ha llegado el momento de que demos una lección a África sobre democracia y derechos humanos, sin exculpar a los responsables de allí».