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Muere Ngugi Wa Mirii, prolífico y comprometido escritor keniata

África pierde a uno de sus soñadores

Fuentes: Oozebap

Ngugi Wa Mirii nació en Roromo, Limuru (Kenia) en 1952. Estudió en la escuela secundaria de Ngenia y, entre 1972 y 1974, trabajó en Correos y Telecomunicaciones de Kenia. Se diplomó en la escuela de adultos del Institute of Adult Studies, en la Universidad de Nairobi, y posteriormente ingresó en el Institute of Developmental Studies. […]

Ngugi Wa Mirii nació en Roromo, Limuru (Kenia) en 1952. Estudió en la escuela secundaria de Ngenia y, entre 1972 y 1974, trabajó en Correos y Telecomunicaciones de Kenia. Se diplomó en la escuela de adultos del Institute of Adult Studies, en la Universidad de Nairobi, y posteriormente ingresó en el Institute of Developmental Studies. Mientras trabajaba para este instituto se implicó junto a campesinos y obreros en el trabajo comunitario en Kamiriithu, Limuru. Fue entonces (en 1977) que co-realizó la obra «Ngaahika Ndenda» («Me casaré cuando quiera») junto al escritor Ngugi wa Thiong’o (Ver apéndice).

En 1982 colaboró con otra obra de teatro, «Mother Sing for Me» escrita por wa Thiong’o junto a Kimani Gecau. Esta vez las autoridades fueron severas y, al temer por su vida y la de su familia, tuvo que esconderse para posteriormente exiliarse en Zimbabue. Un año más tarde, su mujer Wairimu wa Ngugi y su hija de un año, Elizabeth Wanjiku Ngugi, le siguieron. En esa época, Ngugi Wa Mirii entró en la Zimbabwean Foundation for Education with Production (ZIMFEP), donde trabajó varios años.

En primer lugar, era un hombre de acción. Amante del teatro, en 1985 fundó la Zimbabwe Association of Community Theatre (ZACT), una organización con más de 300 grupos teatrales asociados. A través de la ZACT, contribuyó a que los jóvenes sensibilizaran a sus comunidades sobre asuntos vitales. Basados en el «teatro de, por y para el pueblo», tocaban temas sociales, desde los derechos de la mujer hasta la rápida propagación del VIH. Su aportación al teatro, tanto en Zimbabue, como en todo el sur de África y en el resto del mundo, es inmensa.

Ngugi Wa Mirii amaba escribir. Si no estaba con su familia o sus amigos, o leyendo, lo encontrabas escribiendo. La escritura era su obsesión, y también el medio por el cual pudimos conectar con sus ideas. Escribió extensamente sobre la cuestión del neocolonialismo y el imperialismo. Su atención se centraba siempre hacia un continente africano unido, aunque no por eso dejaba de ser un internacionalista declarado. Viajó por todo el planeta enlazando la lucha panafricana con los movimientos antiimperialistas internacionales.

Aquellos que lo hemos conocido sabemos que este asunto le apasionaba. Poco antes de su trágica muerte, había regresado de unas jornadas en los Estados Unidos, donde realizó el discurso inaugural titulado «Insurrecciones creativas: Trabajar en la confluencia del arte, la educación y el activismo», y conseguir así el compromiso de cuanta más gente mejor. La muerte de Ngugi Wa Mirii, el hijo de dos naciones como solía llamarse, no es sólo una pérdida para Kenia y Zimbabue, sino para todo el continente. Perdemos un excelente intelectual, verdaderamente un hombre de ideas, combatiente por la paz y el progreso y un ferviente amante de África. Sus últimas energías las dedicó al sueño panafricano, que esperaba que se hiciera realidad algún día. Permanecerá como uno de nuestros grandes panafricanistas, con el que continuaremos soñando y apostando por la unidad africana. Esto es lo que Ngugi hubiera querido, lo que soñó y por lo que luchó.

Como dirán muchos de los que le conocimos, Ngugi fue un gran ser humano, un revolucionario, nuestro amigo y camarada. Perderlo es perder una parte de cada uno de nosostros. Ngugi también fue un marido, un padre y un hijo encantador. Deja a su mujer Margaret Wairimu Ngugi y a sus cinco hijos, Martha Nyambura, John Mirii Ngugi, Elizabeth Wanjiku, Jane Wangari y Kiarii (Kish) Ngugi; a sus padres, hermanos y hermanas.

Descanse en paz.

Apéndice

La obra «Ngaahika Ndeenda» partía de una investigación previa sobre qué se quería decir y cómo quedaría reflejado. Con un guión que fue modificándose entre los participantes, la obra suponía una expresión de la propia cultura del pueblo, donde quedaban reflejadas sus vidas e historia. «Vi con mis propios ojos -escribe Ngugi wa Thiong’o- como los campesinos, muchos de los cuales nunca en la vida habían estado dentro de un teatro, diseñaban y construían un teatro abierto con un escenario elevado, camerinos y un auditorio con una capacidad para más de dos mil espectadores sentados». Estrenada en octubre de 1977, Ngaahika Ndeenda quizá fue, por primera vez en la historia de Kenia, una obra por, para y sobre el pueblo. Debido a su gran éxito, el gobierno la prohibió sólo unas semanas más tarde, enviando a la prisión a Wa Thiong’o durante un año. Otros intelectuales que estaban relacionados con el proyecto tuvieron que exiliarse y las autoridades desmantelaron el teatro. A pesar de la mala experiencia, Ngugi wa Thiong’o señaló posteriormente que esos seis meses que pasó junto a los campesinos significaron el verdadero inicio de su formación, el tiempo donde aprendió el origen creativo del lenguaje popular. Esta aproximación al teatro comunitario distaba a otro tipo de prácticas, donde el guión o los temas se imponen desde el exterior de las comunidades. Ngugi wa Mirii, siempre se mostró rotundo con este asunto: «La aproximación foránea al teatro comunitario (donde muestras la obra, hablas con la gente y te vas) me parece un insulto a la inteligencia de los campesinos y de los trabajadores. Un insulto ya que los que vienen de fuera asumen que la comunidad no tiene ningún potencial, ninguna capacidad comunicativa y que no puede pensar por ella misma». Citado en Kennedy Chinyowa, «Manifestations of Play as Aesthetic in African Theatre for Development», Griffith University, Tesis, 2005, p. 176. 

Apuntes biográficos

Ngugi wa Mirii, que el 3 de mayo (2008) murió en Harare por un accidente de coche, ha sido uno de los artistas y activistas más conocidos y prolíficos de Zimbabue y Kenia. Ha escrito más de 30 obras de teatro sobre todo tipo de temas sociales (reforma agraria, violencia doméstica, sida, historia, medio ambiente…) como por ejemplo Zunde raMambo, Mvura Naya Naya o Oracoza. Ha realizado 2 películas (la última, «Secrets», obtuvo el premio al mejor guión en los premios Nama de Zimbabue) y el documental «Children of the Highlands» sobre los huérfanos en Chimanimani. Ha escrito numeroso artículos sobre educación y desarrollo, cultura y relaciones internacionales, y colaboraba habitualmente en los medios de comunicación. Además de fundar la Zimbabwe Association of Community Theatre, también creó Visions of Africa y la Southern Africa Theatre Initiative, que pasó a llamarse Southern Africa Performing Arts Network. Asimismo fundó el Zimbabwe International African Dance Ensemble, el International Community Theatre College, y era miembro del Zimbabwe Independent Film Makers’ Trust y del Zimbabwe Writers Book Machine. Era el editor de Kimaathi Publishing House, y director del KenZim Cultural Centre. También trabajaba con las iglesias locales dentro del World Council of Churches (Consejo Mundial de Iglesias).