En el Estado de Maine, situado en el extremo norte-occidental de la geografía estadounidense, el programa de fabricación de destructores Aegis para la Marina, es asunto de la cotidianidad. Allí, en los astilleros Bath Iron Works (BIW), son botados al agua cada año uno o dos ejemplares de estos temibles buques para esa rama de […]
En el Estado de Maine, situado en el extremo norte-occidental de la geografía estadounidense, el programa de fabricación de destructores Aegis para la Marina, es asunto de la cotidianidad.
Allí, en los astilleros Bath Iron Works (BIW), son botados al agua cada año uno o dos ejemplares de estos temibles buques para esa rama de las fuerzas armadas del imperio norteamericano.
En cada ocasión que esto sucede, personal de la Marina y políticos de ambos partidos (republicanos y demócratas) ofrecen su bendición a los nuevos barcos, mientras la organización Veteranos por la Paz de Maine convoca a una protesta en la que participan varios miles de trabajadores.
BIW es el mayor empleador en el estado de Maine, después del gobierno estadual, y los políticos locales se esfuerzan por que la fábrica obtenga del gobierno de la nación el mayor número posible de contratos para la construcción de estos colosos bélicos cuyo costo unitario es de más de mil millones de dólares.
Estos navíos, diseñados para transportar y lanzar misiles crucero de capacidad nuclear, fueron las unidades usadas en la acción inicial, sorpresiva y aterrorizante, que precedió la invasión contra Irak en 2003.
Ahora se supone que los destructores Aegis serían igualmente iniciadores de un eventual ataque en gran escala contra Irán.
Estos equipos son también componente esencial del nuevo programa de la Guerra Espacial del Pentágono. Están diseñados con sistemas «defensa antimisiles» cuyo objetivo, según se dice, es interceptar en vuelo a los misiles nucleares que pudieran ser disparados hacia Estados Unidos por los «Estados bribones», como califica Washington a los países con gobiernos que no le son sumisos.
La Marina estadounidense está duplicando su despliegue en la región Asia-Pacífico y usa los destructores Aegis en el cerco que tiende en torno a China, país que suponen dispone de veinte misiles nucleares capaces de alcanzar la costa oriental de los EEUU. La misión de los destructores Aegis sería también de «deshacerse» de los misiles nucleares con que China pudiera responder a un primer ataque estadounidense.
Se conoce que el Comando Espacial del Pentágono ha estado realizando en los dos últimos años «juegos de guerra» en los que el primer ataque virtual contra China tiene lugar en el año 2016.
La defensa contra misiles, desplegada desde el subsuelo de la República Checa o Polonia, o desde barcos Aegis en el mar, forma parte del propósito de garantizarse «dominio total del espectro», en cumplimiento del encargo que el Congreso hiciera al Pentágono de desarrollar tecnologías espaciales que propicien a Estados Unidos «preeminencia» en cualquier conflicto a nivel de tierra, mar, aire…o espacio.
George W. Bush aprovechó la caída de un satélite espía de la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO, por sus siglas en inglés) con hidracina tóxica a bordo, para justificar la necesidad de realizar la prueba del arma anti-satélite (ASAT) que efectuó en febrero de 2008. Se utilizó para ello el sistema Aegis de defensa antimisiles, capaz para abatir un supuesto satélite enemigo, para así enviar un mensaje a Rusia y China de que los militares estadounidenses habían logrado dominio de la técnica de destruir satélites en orbita desde tierra.
Este giro ha sido considerado muy trascendente en el plan estadounidense de extender la carrera armamentista al espacio.
El 18 de octubre de 2008, será bautizado un nuevo destructor Aegis en los astilleros de la BIW en Bath, Maine, y la organización de Veteranos por la Paz de ese estado prepara una nueva protesta para ese día. Esta vez, la protesta formará parte de la Semana por la Paz en el Espacio que promueve la Red Global contra las Armas y el Poder Nuclear en el Espacio (Global Network Against Weapons & Nuclear Power in Space), radicada en Brunswick, Maine, que encabeza el destacado pacifista Bruce K. Gagnon.
Es una lucha digna del mayor respeto y de mucha solidaridad internacional ya que se libra a despecho de lo que significaría para miles de familias locales la pérdida de sus empleos.
Sus más esclarecidos líderes destacan estudios recientes de la Universidad de Massachussets, en Amherst, que revelan que cada mil millones de dólares de producciones para las fuerzas armadas proporciona unos 8,555 empleos, en tanto que otras producciones más compatibles con el bienestar humano, como la climatización de las viviendas o la construcción masiva de sistemas de tránsito vial, propiciarían, respectivamente, 12,804 y 19,795 empleos. Sobre esa base, llaman a la conversión tecnológica de la BIW para llevarla a una producción compatible con la paz y la vida.