Las fuerzas de élite de Estados Unidos tienen desde 2004 una autorización general para actuar clandestinamente en cualquier parte del mundo. La orden secreta fue dictada por el entonces jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, con el visto bueno del presidente, George W. Bush. Desde entonces, tanto los comandos especiales como la CIA han realizado una […]
Las fuerzas de élite de Estados Unidos tienen desde 2004 una autorización general para actuar clandestinamente en cualquier parte del mundo. La orden secreta fue dictada por el entonces jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, con el visto bueno del presidente, George W. Bush. Desde entonces, tanto los comandos especiales como la CIA han realizado una docena de ataques contra «la red Al Qaeda». El más sonado fue el efectuado el pasado 26 de octubre en Siria.
En la primavera de 2004, el entonces jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, plasmó su firma en un documento secreto que autorizaba a las fuerzas de Operaciones Especiales y a la CIA a realizar operaciones y ataques en aquellos países en los que supuestamente opera Al Qaeda y que oficialmente no están en guerra con Estados Unidos. El presidente, George W. Bush, dio su beneplácito a esta orden secreta. En la lista figuraban entre 15 y 20 países, entre ellos Somalia, Siria, Pakistán, Yemen, Arabia Saudí y otros estados del Golfo Pérsico. La existencia de esta autorización fue filtrada ayer por el diario «The New York Times», que cita bajo anonimato a más de media docena de funcionarios -militares en activo o ya retirados, mandos de los servicios de inteligencia, y responsables de formular la política de la Administración Bush-.
Según precisaron, Irán no figura en la citada lista, aunque sugirieron que fuerzas estadounidenses han llevado a cabo misiones de reconocimiento en suelo iraní amparándose en otras directivas clasificadas.
En aplicación de esa orden, detallada en el documento «Al Qaeda Network Exord», comandos especiales de las Fuerzas Armadas han efectuado en los últimos cuatro años alrededor de una docena de ataques en Siria, Pakistán o Somalia. Otra docena de operaciones fueron canceladas, causando con frecuencia «consternación» en los altos mandos. Según las fuentes consultadas por el rotativo, altos funcionarios de la Administración decidieron posponerlas por su peligrosidad, por las consecuencias diplomáticas o por no tener evidencias suficientes.
En junio, «The New York Times» reveló el contenido de una de esas operaciones abortadas. La misión, cancelada en el último minuto, consistía en enviar a Pakistán a un comando de los Navy Seals y los Rangers para capturar a Ayman al-Zawahri que, según la CIA, iba a asistir a una reunión en Bajaur.
Pero pronto surgieron las diferencias entre el Pentágono y la agencia de inteligencia -algunos agentes incluso querían ejecutarla sin informar al entonces embajador en Pakistán, Ryan C. Croker-. Finalmente, Rumself no autorizó la misión.
Pakistán y Somalia
Muchas de las operaciones de los comandos especiales militares han sido realizadas en estrecha colaboración con la CIA, mientras que otras, como la efectuada en Siria el pasado 26 de octubre, fueron dirigidas directamente por los servicios de inteligencia. No obstante, tuvieron la cobertura de los comandos militares.
De acuerdo con el testimonio de un alto ex agente de la CIA, en 2006, miembros del equipo de operaciones especiales de la Marina, conocidos como Navy Seals, atacaron un complejo en la región Bajaur en Pakistán.
Las autoridades estadounidenses siguieron la misión entera y en tiempo real desde la sede de la agencia en Virginia, a miles de kilómetros. Para ello colocaron una cámara de video en una areonave no tripulada.
Excepto este ataque, las fuentes rechazaron dar detalles sobre el resto de operativos.
Esta orden secreta emitida en 2004 fue tan sólo un paso más en la escalada represiva puesta en marcha por Bush tras los atentados del 11-S. Poco después, dictó una orden presidencial autorizando a la CIA la planificación y comisión de operaciones en cualquier país. Pero, las Fuerzas Armadas no tenían un mandato semejante hasta que Rumsfeld firmó la orden, que «puso los cimientos» para las órdenes de Bush de julio, que han permitido a las Fuerzas Armadas operar en Pakistán.
En 2003, ya dio a las agencias de inteligencia amplios poderes para detener e interrogar en cualquier parte del mundo a sospechosos de pertenecer o colaborar con Al Qaeda. Dio también vía libre a las escuchas telefónicas o al espionaje de las comunicaciones electrónicas sin autorización judicial.
Aun contando con la autorización de Rumsfeld, cada misión necesitaba un amplio apoyo del Gobierno, sobre todo, si el escenario escogido era un «país más sensible», como Pakistán y Siria.
Las arduas negociaciones para aprobar la orden de 2004 se prolongaron duraron casi un año. Varios funcionarios relataron a «The New York Times» las tensiones entre el Pentágono, la CIA y el Departamento de Estado, que no compartían la misma visión sobre el rol que debían jugar los militares.
Tampoco estaban de acuerdo sobre la conveniencia de incluir a Irán. Finalmente optaron por dejarlo a un lado y acordar otro tipo de autorización.
Tanto el Departamento de Estado como la CIA expresaron su temor a que los comandos militares invadieran las competencias que, históricamente, habían sido de la Agencia.
Un portavoz del Pentágono se negó a comentar la noticia publicada ayer por «The New York Times». «Trabajamos con nuestros socios en todo el mundo para definir, perseguir, capturar y matar a los terroristas allá donde preparan sus operaciones», declaró.
Cinco organizaciones no gubernamentales, entre ellas Amnistía Internacional, pidieron a los gobiernos europeos que «ayuden» al presidente electo de EEUU, Barack Obama, a cerrar Guantánamo y acojan a unos 50 presos que no pueden volver a sus países por estar amenazados de tortura. «Obama tiene la oportunidad de cerrar Guantánamo y es responsabilidad de EEUU poner fin al desastre que es esa cárcel. Pero Europa debe tender la mano y brindar la protección humanitaria a ese grupo de presos», manifestó Daniel Gorevan, miembro de AI en una conferencia en Berlín.
«Todos estamos muy satisfechos de la elección de un presidente que tantas y tan positivas expectativas despertó. Obama se ha comprometido a poner fin a algo que desde el principio escapó a toda la legalidad, hay que darle vías para completarlo», añadió Steve Sady, abogado de Oregón.
GARA
Barack Obama, acompañado de su esposa Michelle pero sin sus dos hijas, llegó ayer a la Casa Blanca en una limusina negra con cristales ahumados. Lo hizo once minutos antes de la hora prevista. El presidente en funciones, George W. Bush, lo esperaba en el pórtico, en el sitio donde en sus ocho años de Gobierno ha recibido a los mandatarios extranjeros. Obama se saltó ligeramente el protocolo al dar una palmada en la espalda a Bush en un gesto característico suyo. Ambos posaron para las cámaras y después caminaron hacia al Despacho Oval. Allí se reunieron durante dos horas, sin que haya trascendido el contenido del encuentro. No obstante, Bush adelantó hace una semana que hablaría con Obama sobre la crisis, Irak, Afganistán y la cumbre del G-20.
Laura Bush, mientras tanto, mostró a Michelle los entresijos de la Casa Blanca y departieron sobre el papel que debe jugar la primera dama.
En su primera rueda de prensa tras las elecciones presidenciales, Obama subrayó que iba con «espíritu bipartidista y el sentido de que tanto el presidente como varios líderes del Congreso reconocen la gravedad de la situación y quieren actuar».
Durante la campaña, culpó a «las políticas fallidas» de Bush de la catastrófica situación en el país.
Por otra parte, el responsable del equipo de transición demócrata, John Podesta, reveló al canal de televisión Fox que, aunque Obama no jurará su cargo hasta el 20 de enero, ya está revisando algunos decretos firmados por Bush en temas como la investigación con células madre o perforaciones petroleras. Afirmó que el presidente electo quiere actuar desde el principio y podría utilizar sus atribuciones ejecutivas para anular algunas de las políticas de su antecesor. «Hay muchas cosas que puede hacer utilizando su autoridad ejecutiva sin esperar al Congreso y creo que le veremos hacerlo», agregó.
Afirmó que hay muchos asuntos, como el estudio de las células madre, en los que el nuevo equipo de Gobierno discrepa con la Administración Bush que, a su juicio, «ha actuado de forma regresiva para hacer cosas que probablemente no van en el interés del país».
En su mandato, Bush vetó un proyecto de ley para facilitar dicha investigación y autorizó la perforación de 360.000 acres pertenecientes al estado de Utah para extraer gas y petróleo, a lo que se oponían los ecologistas.
Podesta también aseguró que la crisis económica no impedirá que Obama cumpla su compromiso de mejorar los servicios de salud, la política energética, revise la educación y apruebe un recorte de impuestos a la clase media en cuanto jure el cargo.
«Todos esos son asuntos económicos centrales que tendrán que ser tratados como una unidad dentro de una estrategia global que permita a los estadounidenses avanzar enérgicamente a través de esos frentes», subrayó.