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El último santo africano es presidente de Estados Unidos

Fuentes: Rebelión

Hasta la celebración de las elecciones en Estados Unidos el pasado 3 de noviembre de 2008, los hagiógrafos habían identificado a mil santos nacidos en África. El primer lugar corresponde a Agustín de Hipona, allá por el siglo IV. Bakhita, sudanesa de Darfur, que recibió ese nombre de unos mercaderes de esclavos, aunque es más […]

Hasta la celebración de las elecciones en Estados Unidos el pasado 3 de noviembre de 2008, los hagiógrafos habían identificado a mil santos nacidos en África. El primer lugar corresponde a Agustín de Hipona, allá por el siglo IV. Bakhita, sudanesa de Darfur, que recibió ese nombre de unos mercaderes de esclavos, aunque es más conocida por el del bautismo, Josefina Margarita Afortunada (este último es la traducción al castellano de Bakhita), vivió hasta la mitad del siglo XX.

Por sus actos han pasado a formar parte de lo que la Iglesia Católica denomina iglesia triunfante, la que intercede ante Dios por la humanidad. Las obras del santo son bien conocidas y esta frase atribuida a Bakhita se considera un «maravilloso testamento de perdón por amor a Cristo»: «Si volviese a encontrar a aquellos negreros que me raptaron y torturaron, me arrodillaría para besar sus manos porque, si no hubiese sucedido esto, ahora no sería cristiana y religiosa».

Lo ocurrido el pasado día 3 ha dado lugar a una serie de milagros que sin duda permiten referirse a Barak Obama como el último santo negro. El primer milagro consiste en que sin que se conozca aún el inmenso bien que ha hecho en África y a los africanos en su etapa como senador, los medios de comunicación y en consecuencia las masas populares ya le han canonizado.

Según su oficina de prensa, en su labor como miembro del Comité de Asuntos Exteriores del Senado, «ha luchado para que América se concentre en los desafíos a que se enfrenta África». Aunque no es moco de pavo, su magananimidad ha llegado aún más lejos: «También ha incrementado la atención de América en los desafíos a largo plazo: educación, reducir la pobreza y la enfermedad, fortalecer las instituciones democráticas y favorecer el desarrollo económico sostenible en África».

http://origin.barackobama.com/issues/foreign_policy/#onafrica

Si algún abogado del diablo es capaz de defender que estas maravillosas obras ya realizadas no son razón suficiente para que su autor suba a los altares, los proyectos que ha anunciado Obama durante su campaña presidencial no dejan lugar a dudas de la deuda impagable que África ha adquirido con él:

«Obama y Biden extenderán la prosperidad (…) mediante la agricultura y la creación de un fondo para semillas y asistencia técnica a pequeñas y medianas empresas (…) Asegurarán que los productores africanos tienen acceso a los mercados estadounidenses y animarán a más empresas estadounidenses para que inviertan en el continente. (…) Doblarán la inversión anual en ayuda exterior de 25 a 50 millones (…). Financiarán la cancelación de la deuda de los países muy endeudados para aliviarla de forma sostenible y luchar contra el VIH/SIDA». Finalmente, «tomarán medidas inmediatas para terminar con el genocidio en Darfur».

http://origin.barackobama.com/issues/foreign_policy/#onafrica

No se sabe a ciencia cierta si Obama piensa en Bakhita cuando manifiesta que las dos medidas que propone respecto de Darfur son desplegar una fuerza de intervención robusta en la zona y llevar al gobierno de Jartum a juicio. Sin embargo, la historia de Estados Unidos indica que esto último termina siendo algo menos cristiano que el besamanos que prometía la antigua esclava a sus negreros.

Cuando los presidentes de Estados Unidos despliegan fuerzas de intervención en países que considera enemigos y persiguen a sus gobernantes y líderes, escasean los besos y a cambio abundan los misiles, el napalm, las torturas, la miseria, el uranio empobrecido, en una palabra: el Apocalipsis por mano de hombre.

Desde la Segunda Guerra Mundial, presidentes demócratas y republicanos de Estados Unidos han ordenado bombardear 34 países, entre los cuales se encuentran los africanos Congo Belga, Libia, Somalia y Sudán. Sin embargo, la lista de países damnificados por aquellos es mucho más amplia si se habla de armas y entrenamiento militar estadounidenses utilizados contra africanos a manos de diferentes agresores internos o externos, bien en guerras, bien en acciones represivas por parte de gobiernos dictatoriales contra sus propios ciudadanos.

Hay una pequeña pega que quizás puede rebajar algo la ilusión de los millones de africanos que desean llevar a Obama cuanto antes pegado al corazón en estampas, medallas y escapularios. Resulta que George Bush, todavía presidente, así como todos sus antecesores en el cargo, son igualmente merecedores del culto de dulía.

En efecto, Bush propuso en su campaña electoral para la presidencia lo mismo que Obama: mucha ayuda estadounidense para luchar contra el SIDA y la malaria, lograr la reconstrucción de las naciones asoladas por genocidios, conseguir la escolarización de los niños más pobres, conducir a los países africanos al buen gobierno y a la independencia agrícola, favorecer a los pobres en la reunión en Doha de la Organización Mundial del Comercio y un montón de acciones igualmente santas.

Aunque Bush no pudo llegar con sus obras donde llegaron sus palabras sobre África durante sus ocho años de ejercicio irrestricto del poder, en contacto directo con Dios Padre también todopoderoso, su buen corazón es garantía suficiente para algunos africanos que adoran al país que consideran «la democracia más antigua, modernizadora y sólida de la Tierra, capaz de superar los prejuicios políticos y sociales».

http://www.asodegue.org/noviembre05083.htm

El 26 de febrero de 2008, Bush, henchida el alma de bondad, declaró: «América está embarcada en una misión de caridad. Estamos tratando a los líderes africanos como a iguales. (…) Esta misión sirve a nuestros intereses morales, todos somos hijos de Dios y si tenemos el poder de salvar vidas, tenemos la obligación de usarlo. Los americanos deberían sentirse orgullosos, tremendamente orgullosos, del trabajo que hacemos en África. Cada vez que puedo digo a las gentes que la fuente de todos estos esfuerzos está en la generosidad de los americanos. Somos una nación de gente compasiva y de buen corazón.»

http://www.whitehouse.gov/infocus/africa/

Los africanos que aún permanecen con vida a pesar de la compasión y la caridad estadounidense, no tienen que desvestir a un santo para vestir a otro. Si Bakhita perdonó a sus enemigos con dulzura infinita, Obama ya ha hecho lo mismo con los líderes militares cuyos ejércitos y guerrillas han asolado la República Democrática del Congo (RDC) en los últimos años.

No ha dicho ni una palabra de los aproximadamente cinco millones de muertos en la RDC, los miles de desplazados, las mujeres violadas, los niños soldados y mucho menos sobre la responsabilidad de las multinacionales estadounidenses en la infernal guerra. Obama ha considerado más propio de la santidad animar a las empresas de su país a invertir en África.

Aunque ahora mismo algunos africanos miran arrobados al nuevo santo, muchos otros africanos mueren para aumentar el beneficio de las multinacionales estadounidenses que se llevan las materias primas: Cabot Corporation, Eagle Wings Resources International (subsidiaria de Trinitech International), Kemet Electronics Corporation, OM Group y Vishay Sprague, que han sido identificadas por Naciones Unidas entre otras por su papel en la guerra de la RDC.

Pero cinco millones de muertos más o menos no pueden empañar el segundo milagro, que consiste en que no solamente los afroamericanos en Estados Unidos y los negros de otros lugares rezan por Obama, sino que hasta algunos de los que viven bajo una dictadura en África, apoyada al cien por cien por Estados Unidos, glorifican a este país y a su presidente electo no por sus obras, sino por el color de su piel.

Los líderes de Convergencia Para la Democracia Social (CPDS), partido de oposición en Guinea Ecuatorial, felicitan en su nombre, en el de «los «militantes y simpatizantes de CPDS, así como la población de Guinea Ecuatorial en general», a Obama por su «victoria de alcance planetario».

El tercer milagro consiste en unir espiritualmente a los africanos en una nueva negritud, esta vez política, que no distingue entre opresores y oprimidos. El presidente de Guinea Ecuatorial y represor de CPDS, Teodoro Obiang, envió el 5 de noviembre envió este mensaje a Obama: «El pueblo entero de Guinea Ecuatorial, mi Gobierno en general y yo personalmente (…) le expresamos nuestra más sinceras, calurosas y efusivas felicitaciones por tan singular e histórico logro. (…) Una esperanza de cambio total, de renovación política, económica y social para todos. Así pues, le deseamos a V.E. los mejores logros, éxitos y votos de salud personal y para toda su augusta familia».

http://www.asodegue.org/noviembre11082.htm

No se conoce que el senador Obama haya criticado al menos la política habitual de Estados Unidos en Guinea Ecuatorial, ni tampoco que el candidato Obama haya anunciado medidas en Guinea Ecuatorial como las que va a emplear en Darfur para terminar con la dictadura de Teodoro Obiang.

He aquí, pues, el tercer milagro: Plácido Micó, líder de CPDS, con mucha más fe que el Apóstol Santo Tomás, se dirige a Obama por escrito y le asegura que «su elección como Presidente de los Estados Unidos supone un acontecimiento trascendental no solo para los ciudadanos americanos, sino para todos los hombres y mujeres de todo el mundo, amantes de la libertad y la democracia. También constituye una esperanza de libertad para los países del continente africano».

http://www.asodegue.org/noviembre05083.htm

Seguramente arrebatado por el éxtasis celestial que le produce la comunicación de dos almas negras dedicadas a la política internacional bajo la mirada del Altísimo, Micó expresa su «profunda complacencia» y añade que «pedimos a Dios Todopoderoso que inspire y guíe su acción de gobierno al frente de los Estados Unidos de América y les proteja durante mucho tiempo».

http://www.asodegue.org/noviembre05083.htm

Se trata de un caso extraordinario en la historia sagrada contemporánea: un milagro que se multiplica como el pan y los peces, ya que junto a San Obama aparecen al mismo tiempo miles de Santos Inocentes. Éstos han seguido la línea marcada por el gran capital y sus medios de propaganda, que han elegido proponerles el «cambio» de un rostro blanco por uno negro sencillamente por agotamiento de la figura de Bush.

Obama ha recaudado unos 640 millones de dólares en su campaña ¿dinero de mujeres y niños afectados por el SIDA en Uganda, de mutilados de guerra en Angola, de pobres agricultores del Chad y del Níger, de personas sin techo de Nueva Orleáns, de presos negros en cárceles estadounidenses, proporcionalmente seis veces más numerosos que los presos blancos?

http://www.medicalnewstoday.com/articles/117049.php

No, es dinero de Wall Street, de grandes bancos y empresas multinacionales, por ejemplo Goldman Sach, JPMorgan Chase, Citigroup, IBM, Microsoft y Google. ExxonMobil, la petrolera más fuerte en Guinea Ecuatorial, una de las empresas más poderosas del mundo y cuyas relaciones con el régimen de Teodoro Obiang constituyen un interminable martirio para los ecuato-guineanos, también ha contribuido a la campaña electoral de Obama.

Ya ha habido otros negros en los cargos más altos: Colin Powell, antes republicano y ahora demócrata, pero siempre fiel al imperio y a la Iglesia Episcopaliana/Anglicana, Condoleezza Rice, afín a la Iglesia Presbiteriana, que se autodefine como «republicana moderada». Obama no renuncia a sus predecesores, ni a sus obras, ni a sus seducciones, sólo las reformula ¿Qué les diferencia a todos de Bush sino el color de su piel?

Con esto, el único cambio que cabe esperar es que aquellos en Estados Unidos y Obiang y sus secuaces en Guinea Ecuatorial sean promovidos a los altares para que al menos haya tantos santos negros como blancos.