Traducido por Mariola y Jesús María García Pedrajas
Durante más de cinco años la coalición Save Darfur ha usado una hábil campaña multimillonaria de anuncios repleta de estrellas del espectáculo para pintar una visión espantosa de 400.000 muertos en una guerra de exterminio de árabes contra negros. No se ofrecen causas de ninguna clase, políticas o históricas, para este escenario; se trata de un genocidio, un caso del bien contra el mal que requiere nuestra atención y acción. Pero las grandes mentiras que apuntalan la campaña Save Darfur se están desmoronando. Reporteros, académicos e incluso enviados de EEUU vuelven de la región afirmando que si hubo alguna vez un genocidio en Darfur, y puede que no lo haya habido, ahora no lo hay. El gobierno británico incluso ha resuelto que Save Darfur no puede, en ese país, usar la cifra de 400.000 muertos que usa continuamente en todos sus anuncios en EEUU, por el simple hecho de que no es verdad.
Hace cien años, en Souls of Black Folk., W.E.B. DuBois observó que «…el apetito del país por los hechos relacionado con el tema de los negros ha sido echado a perder por los dulces.» Si estuviera vivo hoy en día, DuBois podría decir lo mismo del apetito de EEUU por hechos sobre Darfur, Sudán, el resto de África, Irak, y la mayor parte del mundo. Los hechos son cosas complicadas. Los hechos vienen con contextos históricos y consecuencias inciertas. Las verdades eternas, como el bien contra el mal son dulces como los caramelos, simples y reconfortantes.
Desde que se fundó en 2004, la coalición Save Darfur ha gastado decenas de millones en las últimas técnicas de campañas publicitarias para pintar un cuadro que es exactamente eso. Dulce y simple, fácil de entender, y sobre todo, en el que somos los buenos. Darfur es, usando la frase de Samantha Power, «un problema salido del infierno,» un caso de pura maldad sin ambigüedades en el que el poder global de EEUU puede ser usado de forma constructiva, porque parar un genocidio llama a la acción, no a hacer política. Parar un genocidio, nos dicen, está por encima de la política. La lección de un genocidio es que las grandes potencias deben actuar, la gente de conciencia y buena voluntad tiene que intervenir.
Hay varios problemas con esto, tanto como proposición general como en su aplicación específica a Darfur. En primer lugar, genocidio se define como un intento de borrar del mapa una nación o un pueblo. Hay tan pocas pruebas de que asesinatos en masa a una escala necesaria para llamarlo genocidio ha ocurrido en Darfur que en 2007, a la campaña en Reino Unido de Save Darfur se le prohibió que usara la cifra de 400.000 muertos que de forma rutinaria aparece en sus anuncios en EEUU. Gran Bretaña tiene un organismo público que vela por la veracidad en la publicidad llamado Autoridad para los Estándares en Publicidad. Este organismo revisó las cifras de muertes masivas de Save Darfur. Tuvieron en cuenta un informe de 2006 de la GAO (Organismo de investigación dependiente del Congreso que controla asuntos de pago y recepción de fondos públicos) de los EEUU.
El estudio de la GAO encontró que las estimaciones a la baja de 50.000 a 70.000 muertes por una variedad de causas que incluían enfermedad y hambre debido a la desertificación, y que afectaban a todas las partes en conflicto eran más exactas que las estimaciones al alza de 200.000 a 400.000 muertes debidas a violencia armada directa todas en el mismo lado como reclamaba Save Darfur. El informe de la GAO mantenía que el pico en el número de muertes se produjo en 2004 y principios de 2005 y esta cifra se había estado reduciendo desde entonces. Estas pruebas fueron suficientemente convincentes para que Gran Bretaña prohibiera las afirmaciones sobredimensionadas que Save Darfur aún hace con impunidad en EEUU, país que no tiene leyes sobre veracidad en la publicidad.
El profesor africano Mahmood Mamdani ha viajado por todas partes durante semanas en Sudán y Darfur como parte del proyecto Diálogo para Darfur de la Unión Africana, entrevistando a funcionarios, activistas y población local de todas las partes en conflicto. En una charla en la Howard University el 20 de marzo de 2009 informó que solo unos días antes, el general al mando de las fuerzas de paz de la Unión Africana en Darfur fijó la cifra de muertos para todo el año, en los campos de refugiados y sus alrededores, en meramente 1500. Aunque las cifras de 50.000 a 70.000 muertos de hace varios años en total para todas las partes en un conflicto armado es un hecho de extrema gravedad, que no se puede minimizar u olvidar de un plumazo, no se pueden considerar como un genocidio en marcha de civiles indefensos.
Más o menos al mismo tiempo que varios miembros del congreso se hicieron arrestar en la embajada sudanesa en Washington, Afhin Rattansi, un reportero y presentador de Al Jazzera, CNN, The Guardian, Bloomberg News y otros medios de comunicación recorría Sudán, hablando tanto con africanos como con representantes de organizaciones occidentales de mujeres en el país que atestiguaron que eran capaces de viajar y hablar libremente y no habían visto ninguna prueba de genocidio.
Incluso el general Scott Gration de la USAF (Fuerza Aérea de los Estados Unidos, por sus siglas en inglés) que viajó a la región como enviado especial de EEUU volvió la semana pasada a Washington diciendo que la situación en Darfur era, en el peor de los casos, «los vestigios de un genocidio,» claramente dando a entender que lo peor de la violencia se había terminado hace tiempo. Las afirmaciones del general Gration puede que hayan sacado a la luz las diferencias en la administración estadounidense, puesto que la embajadora para las Naciones Unidas Susan Rice mantenía resueltamente sólo dos días antes que había un genocidio en curso en Darfur. Claramente la historia del genocidio se está volviendo cada vez menos defendible.
Pero Save Darfur va, en realidad, sobre la publicidad y, en EEUU, la publicidad no tiene ninguna obligación de decir la verdad. Save Darfur es de hecho, no un movimiento de base, sino una campaña publicitaria, liderada por el alto ejecutivo de una empresa de relaciones públicas que presume de clientes tales como Dupont, la empresa responsable del asesinato de decenas de miles de personas, cuando una de sus plantas químicas explotó en Bhopal, India, enviando una nube de gas venenoso colina abajo hacia la ciudad.
Como BAR (1) reveló, en una historia de 2007, Diez rezones por las que Save Darfur es una campaña publicitaria engañosa para justificar las guerras por el petróleo y los recursos en África:
Según una historia propiedad del Wasthington Post este verano (en 2007):
«La (coalición) Save Darfur fue creada en 2005 por dos grupos preocupados sobe genocidio en el país africano – el «Servicio Mundial Judio Americano» y el «Museo de EEUU para la Memoria del Holocausto«…
«La coalición tiene una plantilla de 30 personas con experiencia en política y relaciones públicas. Su presupuesto era de aproximadamente 15 millones de dólares en el año fiscal más reciente….
«Save Darfur se niega a revelar cuanto exactamente ha gastado en sus anuncios, los cuales está semana han intentado avergonzar a China, sede de las Olimpiadas de 2008, para que merme su apoyo a Sudán. Pero un portavoz de la coalición dijo que la cantidad es del orden de millones de dólares.»
Aunque la campaña de relaciones públicas de «Save Darfur» emplea técnicas de marketing viral (2), que se extienden a estudiantes universitarios, incluso blogueros afroamericanos, no es un movimiento de base, como lo fueron los movimientos contra el apartheid o de apoyo a los movimientos de liberación africanos en Sudáfrica, Namibia, Angola y Mozambique hace una generación. Lleno de cristianos evangélicos que predican la guerra del fin del mundo que viene , y con elementos conocidos por su apoyo incondicional de las políticas israelíes negativas y de rechazo en Oriente Medio, el movimiento Save Darfur es claramente un asunto del establishment, una campaña de propaganda que gasta millones de dólares para crear consenso a favor de una intervención militar de EEUU en África con la tapadera de parar o prevenir un genocidio.
La construcción de genocidios, «problemas salidos del infierno» surgiendo alrededor del mundo en los cuales EEUU está obligado a intervenir es muy útil. Parecen ser los sucesores de la llamada «guerra contra el terror» como justificación para las aventuras del ejercito estadounidense alrededor del mundo. Escúchelo de los propios labios de la embajadora estadounidense para las Naciones Unidas, Susan Rice:
La Responsabilidad de Proteger o, como se ha venido a llamar, R2P (por el acronismo de la expresión en inglés, Right To Protect), representa un importante paso adelante en la larga lucha histórica para salvar vidas y guardar el bienestar de pueblos puestos en peligro por conflictos. Mantiene que los estados tienen responsabilidades a la vez que intereses y que los estados tienen en particular obligaciones vitales de proteger a sus propias poblaciones de los depravados y los asesinos. Este enfoque es audaz. Es importante. Y EEUU le da la bienvenida…
La Responsabilidad de Proteger está enraizada en el principio de que los estados tienen la responsabilidad fundamental de proteger sus poblaciones de tales atrocidades como genocidio, crímenes de guerra, crímenes en contra de la humanidad, y limpieza étnica. Mantiene que otros estados, a su vez, tienen la responsabilidad adicional de asistir, si un estado no puede cumplir con su responsabilidad fundamental hacia sus ciudadanos, o tomar una acción colectiva, si un estado no cumple su responsabilidad fundamental….
Lo mismo que en la guerra contra el terror, parar genocidios reales o imaginarios está por encima de la política. Es una causa que absuelve a los estadounidenses de ninguna responsabilidad de entender su propia historia o la historia de aquellos países en los que intervienen.
El verdadero Darfur es un lugar complicado con una política complicada que Save Darfur no ayuda a entender. Lo que Save Darfur no nos dice es que hay un conflicto civil con muchos bandos de insurgencia y contrainsurgencia, no una masacre sólo contra un bando. Save Darfur nunca menciona como el área fue inundada con armas por EEUU, Francia e Israel de un lado, y por Libia y la Unión Soviética durante la guerra civil de una década del Chad. Y en cantidades ingentes de sesiones informativas y publicidad, Save Darfur, siempre olvida decirnos que la línea que separa quienes son «negros» y quienes son «árabes» en Darfur ha sido fluida durante siglos, y como explica Mahmood Mamdani en su libro Saviors and Survivors (Salvadores y Supervivientes), tiene más que ver con cultura y estatus que con «raza» en términos occidentales.
La descarnada y horrible imagen pintada por la coalición Save Darfur de hecho prolonga el conflicto civil en ese desgraciado país, animando a una u otra facción a evitar negociaciones para un acuerdo con la esperanza de que la intervención occidental los llevará al poder. La doctrina de la «responsabilidad de proteger» promovida por la embajadora Rice asegura que a pesar de los hechos, Save Darfur tendrá la atención de los legisladores por algún tiempo, con miras a endulzar las excusas públicas para intervenir en otros países, y echar a perder el apetito de EEUU por verdades desagradables en las que no son siempre los buenos.
Jesus Maria y Mariola Garcia Pedrajas son colaboradores de Rebelión. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a los traductores y la fuente.
Notas
- Black Agenda Report, radio estadounidense que mantiene también una versión en Internet (blackagendarport.com)
- El marketing viral o la publicidad viral son términos empleados para referirse a las técnicas de marketing que intentan explotar redes sociales y otros medios electrónicos para producir incrementos exponenciales en su impacto mediante procesos de autorreplicación viral análogos a la expansión de un virus informático.
Artículo original