Traducido para Rebelión por Caty R.
Después del que elaboró Human Rights Watch («Well Oliled, Oil and Human Rights in Equatorial Guinea«, 9 de julio de 2009), es el turno de un informe de la ONG inglesa Global Witness de poner en la picota a los círculos dirigentes de Guinea Ecuatorial, la «petrodictadura» del golfo de Guinea productora de 400.000 barriles diarios de crudo, mayoritariamente para el mercado estadounidense. Dicho informe se ha publicado unos días antes de las elecciones presidenciales en las que el jefe del Estado saliente, Teodoro Obiang Nguema, en el poder desde hace treinta años, se presentará, el 29 de noviembre, para un nuevo mandato de siete años que deberá ser el último para él («Présidentielle Guinée équatoriale: polémique sur l’argent de la campagne«, 23 de noviembre de 2007).
La investigación de Global Witness («The Secret Life of a Shopaholic: How an African dictator’s playboy son went on a multi-million dollar shopping spree in the U.S«, 17 de noviembre de 2009), confirma sobre todo la presencia de un eslabón débil entre las personalidades africanas denunciadas en el caso de los «bienes mal adquiridos»: Teodoro Nguema Obiang Mangue, alias Teodorín, alias TNO, hijo del presidente de un país que es «la caricatura de la ‘cleptocracia’ petrolera», parafraseando al periodista estadounidense Peter Maas, autor del libro Crude World, the violent Twilight of oil (Randomhouse). Con la malversación de los beneficios de la explotación de maderas preciosas y después, a partir de los años 2000, de las rentas de la extracción del petróleo, el círculo familiar de los Obiang habría amasado una fortuna estimada entre 500 y 700 millones de dólares. El 76% de la población, a pesar de un PIB oficial por habitante de 29.882 dólares, sigue viviendo por debajo del umbral de la pobreza.
El caso de los «bienes mal adquiridos» lo lanzaron en Francia, en 2007, tres asociaciones especializadas en la defensa de los derechos humanos: Survie, Sherpa y la Federación de de los Congoleños de la Diáspora, con la denuncia de que las familias dirigentes de algunos Estados petroleros del África ecuatorial -de Gabón a Guinea Ecuatorial, pasando por Congo Brazzaville- habían adquirido bienes en territorio francés, por valor de varios millones de euros, gracias a transferencias ilegales de dinero público entre las cuentas del Estado y sus cuentas personales, todo sobre un fondo de sospechas de corrupción y de concesión de «retrocomisiones». En 2007, recuerda Global Witness, «una investigación de la policía francesa demostró que TNO poseía múltiples cuentas en bancos franceses como Barclays, BNP, Paribas y HSBC, cuentas utilizadas para comprar un Ferrari 550 Maranello, así como un Ferrari 512M. Los otros coches comprados en Francia incluían dos Maseratis, un Rolls Royce y varios Bugattis que cuestan, cada uno, más de 1,5 millones de dólares. Según «Tracfin», la célula francesa de lucha contra el blanqueo, esos flujos que han salido a la luz pueden indicar el blanqueo del producto de una malversación de fondos públicos». La denuncia de las ONG francesas fue cerrada en dos ocasiones por los tribunales de París, que juzgó las infracciones «insuficientemente especificadas».
Un año después, fue el turno de la ONG contra la corrupción Transparency International, que se presentó como parte civil por «encubrimiento de desvíos de fondos públicos». Finalmente fue desestimada a finales de octubre de 2009 por el tribunal de apelación de París, que rechazó abrir una investigación solicitada por Françoise Desset, decano de los jueces del polo financiero de París («La justice refuse d’ouvrir une enquête dans l’affaire des biens mal acquis«, Le Monde, 29 de octubre de 2009).
El informe de Global Witness dedicado a los gastos en territorio estadounidense de TNO, ministro de Agricultura y Bosques remunerado oficialmente con 4.000 dólares mensuales, esta vez pone a la justicia de EE.UU. frente a sus obligaciones. El informe no sólo revela «una espectacular falta de ética de ciertos bancos», sino también y sobre todo «una inquietante cadena de lagunas en el marco de aplicación (por Estados Unidos) de las leyes contra el blanqueo». A pesar de los puñados de señales sobre el origen delictivo de más de 73 millones de dólares de transferencias efectuadas hacia las cuentas abiertas en los bancos estadounidenses, Teodorín Obiang siguió viajando regularmente a Estados Unidos. Así, estuvo presente en la inauguración, a finales de septiembre, del consulado de Guinea Ecuatorial en Houston, centro de las compañías petroleras, grandes e independientes, que trabajan con la dictadura del golfo de Guinea. Convertido en un personaje de la prensa popular estadounidense desde su tumultuosa relación con la «rapera» Eve y sus extravagancias «bling-bling» en boutiques de Beberly Hills, TNO viajaba también asiduamente a su residencia de Malibú, adquirida por 35 millones de dólares. Sin embargo, señala Global Witness, según una ley federal y una ordenanza presidencial de enero de 2004, la 7750, Estados Unidos puede suspender caso por caso concediendo un visado a cualquier funcionario extranjero y a su círculo familiar cuando existen sospechas verosímiles de corrupción.
Es el caso de TNO: un memorándum del Departamento de Justicia estadounidense de septiembre de 2007 obtenido por el New York Times («Taint of Corruption Is No Barrier to U.S. Visa«, Ian Urbina, 16 de noviembre de 2009), demuestra que Washington pensaba entonces que las rentas de Obiang procedían de «extorsiones, robos de fondos públicos y otras prácticas corruptas». Otra investigación iniciada por la oficina de Miami de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), dependiente del departamento de la Seguridad Nacional del ministerio de la Seguridad Interior, precisa que TNO habría viajado varias veces a territorio estadounidense con más de un millón de dólares en efectivo, infracción por la cual podría caerle una condena de cinco años de prisión. En 2007, mientras arrancaba el caso de los «bienes mal adquiridos», el ICE habría transmitido esas informaciones a la justicia francesa en el marco de una comisión rogatoria internacional destinada a investigar el origen de las transferencia internacionales hechas a las cuentas de TNO y de sus familiares.
Tras el informe de Global Witness se encuentra el periodista estadounidense de investigación Ken Silverstein, ya en el origen de varias revelaciones espectaculares. Cuando todavía escribía para Los Angeles Times, el periodista de Harper’s sacó a la luz, junto con su colega T. Christian Miller, las relaciones «especiales» entre la presidencia de la ex colonia española, el departamento de Estado estadounidense, las compañías petroleras de Estados Unidos y ciertos bancos estadounidenses. Esas informaciones, que condujeron al Senado a iniciar una comisión de investigación para rastrear el origen de 35 millones de dólares de movimientos de capitales sospechosos transferidos a una cuenta del banco Riggs abierta a nombre del jefe del Estado de Guinea Ecuatorial, detallaban cómo el presidente Obiang había desviado la riqueza petrolera del país para financiar numerosas transacciones personales a Estados Unidos («Riggs Bank, blanchisseuse des dictateurs«, Alain Astaud, Le Monde diplomatique, agosto de 2005). Entonces se cerró el banco Riggs, después de que le condenaran a pagar una multa de 25 millones de dólares por haber violado la ley de forma «deliberada y sistemática».
A continuación, sin embargo, el clan Obiang siguió con sus turbios negocios. Así, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), Guinea Ecuatorial guardaría 2.000 millones de dólares de las rentas del gobierno en bancos comerciales del extranjero. «Parece que no se han aprendido las lecciones de Riggs» señalaba un informe anterior de Global Witness («Guinée-Equatoriale: des élites amassent les recettes de pétrole, selon un rapport«, Marina Litvinsky, agencia IPS, 10 de julio de 2009). Teodorín, en particular, habría ordenado, entre abril de 2005 y 2006, a través del Banco de Francia, la transferencia de unos 73 millones de dólares a sus cuentas estadounidenses (abiertas en sucursales de Wachovia, Bank of America y UBS). Una fortuna que los documentos judiciales estadounidenses estiman que se desvió a partir de «tasas» revolucionarias establecidas sobre la explotación de madera de Guinea Ecuatorial por la Somagui Forestal, empresa perteneciente a TNO.
Una práctica corriente en Guinea Ecuatorial, si creemos el propio testimonio de TNO ante el Tribunal Superior de la República sudafricana. En 2008, «una empresa de construcción de Sudáfrica, en efecto, intentó quedarse con dos mansiones (pertenecientes a TNO) en El Cabo para conseguir el reembolso de 5 millones de libras esterlinas que le debía Guinea Ecuatorial», recuerda una investigación del diario económico La Tribune («Argent public à usage privé«, 4 de diciembre de 2008). «La denuncia argüía que las dos mansiones eran por fuerza propiedades del Estado de Guinea Ecuatorial, ya que los emolumentos oficiales del hijo del presidente no son suficientes para comprarse dos mansiones evaluadas en más de 3 millones de dólares cada una. En una declaración escrita, Teodoro Obiang Nguema ha explicado que, en su país, los ministros crean sociedades conjuntas con las empresas a las que se conceden los contratos públicos. En consecuencia, añadió, «un ministro acaba con una parte importante del contrato en su cuenta bancaria».
«Es casi seguro que el gobierno francés, igual que el gobierno estadounidense, no tiene ninguna gana de tratar el embarazoso caso de Teodorín», nos explica Ken Silverstein. «Parece que ambos toleran sus bufonadas y sus prácticas corruptas a pesar de la acumulación de pruebas que demuestran su falta de honradez. No hay que ser un genio en geopolítica para entender que todo eso huele a petróleo». Durante su discurso en Accra del 11 de julio de 2009, el presidente estadounidense Barack Obama señaló que «ningún país puede crear riqueza si sus dirigentes explotan la economía para enriquecerse personalmente (…) Nadie quiere vivir en una sociedad donde el derecho se sustituye por la ley del más fuerte y la corrupción. Eso no es democrático, es una tiranía aunque de vez en cuando se organicen elecciones aquí o allá. Ya es hora de que ese estilo de gobierno desaparezca»
Porque aunque parece que la ordenanza 7750 se ha aplicado docenas de veces desde que se promulgó en 2004, extrañamente, el hijo del dictador de Guinea Ecuatorial parece que se ha librado por cuestiones que claramente se relacionan con el petróleo. En un artículo que siguió a la publicación del informe de Global Witnes, el New York Times cita las palabras de John Bennet, ex embajador de Estados Unidos en Malabo de 1991 a 1994. Comparando la benevolencia de la administración estadounidense con respecto a TNO con la prohibición de viajar a Estados Unidos que pesa sobre varias figuras del gobierno de coalición de Zimbabue, Bennett señala que si los funcionarios de este último país «tuvieran tanto petróleo como Guinea Ecuatorial, no estarían bloqueados por Estados Unidos»
«Tendrían que aparecer las víctimas directas para proseguir nuestra acción, pero se sienten amenazadas», explica Odile Tobner, presidenta de la asociación Survie. A la espera de que las ONG denunciantes consigan las financiaciones que les permitan continuar su lucha, ¿Veremos a Francia y Estados Unidos levantar la voz por el resultado de unas elecciones sometidas de antemano y que Teodoro Obiang ha prometido ganar con una puntuación del… 97%? El diluvio de informes acusadores contra el régimen de Guinea Ecuatorial podría dar lugar a un tono menos conciliador que de costumbre… pero lo dudamos. A la manera de Ali Bongo en Gabón, se presiente que TNO podría sustituir a su padre a la cabeza del país. Porque si el mundo de los negocios en Estados Unidos tiene el control de dos tercios de las reservas petroleras de Guinea, Francia no se queda atrás. A pesar de un «nivel de corrupción que bate marcas», los inversores franceses se aferran. «Las empresas que quedan, independientemente de su reputación o su peso financiero, Bouvgues u otras, deben aceptar siempre condiciones leoninas. Plazos de pagos extraordinariamente largos y ‘paso obligado’ cada mes ante una ‘comisión de pagos’ para descongestionar exorbitantes ‘gastos de asistencia'», señala el semanal Les Afriques («Le chassé-croisé des compagnies«, febrero de 2009). París también sirve de intermediario oficial entre Libreville y Malabo en lo que concierne a las diferencias territoriales que enfrentan a los dos países a propósito de los islotes de Mbanié y Corisco. Es a bordo de un Falcon 900 pilotado por un equipo francés como el presidente de Guinea Ecuatorial viajará al extranjero. Y, según la Lettre du Continent: «Aunque prefiere a los marroquíes e israelíes para garantizar su seguridad, el presidente Teodoro Obiang Nguema escucha más a los asesores franceses que a los españoles para los asuntos económicos y financieros».
Fuente: http://blog.mondediplo.net/