Como destacamos en dos intervenciones realizadas en el CEAMO, primero en pleno desenlace de la campaña electoral y, con posterioridad, tras la victoria del primer Presidente afronorteamericano de la historia de Estados Unidos, la política hacia la región no iba a sufrir variaciones de esencia, sin perder de vista las readecuaciones que contemplará el desempeño […]
Como destacamos en dos intervenciones realizadas en el CEAMO, primero en pleno desenlace de la campaña electoral y, con posterioridad, tras la victoria del primer Presidente afronorteamericano de la historia de Estados Unidos, la política hacia la región no iba a sufrir variaciones de esencia, sin perder de vista las readecuaciones que contemplará el desempeño de la nueva Administración. Apoyados en esa perspectiva de análisis, tomamos como punto de partida que la política exterior de los Estados Unidos para África ha sido el resultado de una acumulación de líneas directrices que se transmiten de una administración a otra.
Obama heredó un diseño sistémico de política que tiene fundamentalmente su punto de partida en la administración Clinton, aunque bajo el gobierno de George W. Bush alcanzó una nueva dimensión al incorporar a la agenda estadounidense la cuestión energética como asunto de seguridad nacional y la lucha contra el terrorismo.
No obstante, debemos destacar que durante el período de Bush padre encontramos el esbozo de lo que sería la lógica de la participación estadounidense en las Operaciones de Mantenimiento de la Paz en la región. Esa estrategia que tuvo su inicio, así como su fracaso en Somalia fue rectificada durante la administración Clinton, y mantiene su vigencia como diseño.
El 2009 se caracterizó por las visitas de alto nivel a la región. El viaje del presidente Obama a Ghana (1) y el posterior periplo de la secretaria de Estado Hillary Clinton, quien visitó Kenya, Sudáfrica, Angola, República Democrática del Congo, Nigeria, Liberia y Cabo Verde son demostrativos del mensaje hacia el concierto africano, que descansó en la definición enfática de la necesidad del «Buen Gobierno» y de la voluntad de Washington de «contribuir al desarrollo» de la región.(2) Precisamente, el hecho de que el presidente Obama haya escogido a Ghana como escenario de su primera visita oficial a África subsahariana resultó un mensaje emblemático del papel que Accra desempeña para Washington, tomando como referente de valor la estabilidad política y social alcanzados por ese país de África occidental, en los últimos casi tres decenios, a lo que se suma además el crecimiento mostrado en su economía, que podría verse beneficiada a mediano plazo por la aparición de hidrocarburos, en momentos en que todos los pronósticos coinciden en apuntar que el continente, en su conjunto, desempeñará un papel clave en la política energética de Estados Unidos. De lo anterior se desprende que para la actual Administración, los hidrocarburos continúan siendo el eje de su política africana, lo cual está refrendado en la Estrategia de Seguridad Nacional, reformulada en el 2006 y con plena vigencia. No obstante, otros temas como la democracia, la agricultura, la solución de las crisis y de los conflictos de diverso signo, así como la concertación con un grupo de Estados calificados de claves por los estrategas estadounidenses, varios de ellos visitados por Hillary Clinton, constituyen elementos que permiten evaluar la continuidad de la política hacia la región.
En esa misma perspectiva se focaliza la agenda de seguridad que tiene en el AFRICOM su eje articulador.(3) Ese comando regional, supuestamente creado para luchar contra el terrorismo, ha devenido instrumento clave para impulsar no solo el tema apuntado, sino también para «respaldar» los compromisos en materia de seguridad, los programas de entrenamiento militar, las ventas de armas, así como otras operaciones dirigidas a promover, en el decir de los estrategas políticos y militares estadounidenses, «un medio ambiente africano de seguridad y estabilidad», en otras palabras, la subordinación en los países del continente de los aparatos militares a los gobiernos civiles, así como la creación de las condiciones favorables para los inversionistas estadounidenses, interesados en los hidrocarburos y en otras materias primas y en los recursos de biodiversidad que atesoran los subsuelos, las costas y los mares africanos.(4)
Recordemos que AFRICOM es un comando regional atípico. Mantiene su sede en Stuttgart, Alemania, cuenta con un staff de 1 300 efectivos, con un componente de 300 miembros de las Fuerzas de Operaciones Especiales, 250 especialistas en inteligencia y un número indeterminado de personal civil de apoyo.(5) Todavía se mantiene en vilo la posibilidad de que Monrovia pudiera asumir la sede en territorio africano del comando, sin perder de vista que Camp Lemonier, en Djibuti, cuenta con un contingente, entre civiles y militares, de 1 500 efectivos dedicado a la ejecución de programas de entrenamiento regional, contraterrorismo, operaciones de inteligencia y asistencia humanitaria. (6)
Un balance preliminar del desempeño de AFRICOM en el primer año de mandato de la administración Obama permitiría apuntar el destaque que ha estado teniendo la actividad antiterrorista y la intensidad asumida en la capacitación de las tropas de Mali, Chad y Níger, países que confrontan situaciones de riesgo en áreas ricas en recursos naturales como uranio y petróleo, entre otros.(7)
Para los casos del conflicto del delta del Níger y de Somalia, este último bajo una compleja situación de seguridad, los expertos del Pentágono trabajan en planes de contingencia. Por ello, no debe descartarse la posibilidad de una acción militar estadounidense en esos países, si se produjera una grave afectación al suministro de hidrocarburos o al comercio en el estratégico Golfo de Adén.(8) Es de destacar, que en ambas acciones la superpotencia buscaría el apoyo regional y de sus aliados europeos. Ejemplo de ello lo encontramos ya en el Golfo de Adén, donde bajo el pretexto del enfrentamiento a la piratería, se ha desplegado una poderosa fuerza naval internacional que cuenta con la presencia de buques estadounidenses.
Otro tema presente en la agenda estadounidense lo constituye la exacerbación del fenómeno del narcotráfico en África occidental. Por esa razón, se ha reforzado la cooperación del AFRICOM con agencias federales, como el FBI y la DEA. A este enfrentamiento ha contribuido el interés creciente de la Unión Europea por alcanzar mayor cooperación bilateral con África en la lucha antiterrorista y contra los tráficos de estupefacientes y de personas.(9)
Desde el punto de vista político-diplomático se ha incrementado el intercambio, con dos personalidades afronorteamericanas: el subsecretario de Estado para Asuntos Africanos, Johnny Carson -muy activo en sus relaciones con un gran número de Estados- y el general William «Kip» Ward, jefe del AFRICOM. Ambos han enfatizado en sus discursos que su país está interesado en ser para África un «socio» y no un «nuevo patrón».(10).
El conjunto de acciones hacia la región demuestra que la administración Obama está combinando en su agenda la denominada «diplomacia inteligente» (smart power), que en su ejecución articula el diálogo y el intercambio intenso.
La aplicación de la «diplomacia inteligente», en el diseño de política exterior africana, ha tenido varios ejemplos de expresión concreta, con destaque particular para la situación en Sudán, en la cual se presenta un aparente reemplazo de la situación de aislamiento y cambio de régimen por el «diálogo crítico», que en resumen toma en consideración intereses africanos y foráneos.(11) Situación análoga ha venido observándose hacia Harare, cuya dinámica pone de relieve mayor interés por el funcionamiento del power sharing, que avanzar propiamente hacia una agenda de cambio de régimen. En esta evaluación ha influido la negativa de la Comunidad de Desarrollo del Sur de África (SADC) y la Unión Africana de impulsar una salida violenta de la crisis en Zimbabwe.
En resumen, la agenda estadounidense para África subsahariana se ha reajustado a los requerimientos de prioridad geoestratégica, que toma en consideración las problemáticas regionales y las posibilidades de cooperación recíproca, desde las perspectivas de interés de Washington.
Referencias:
(1) AFP: «Obama parle démocratie et bonne gouvernance devant le parlement», 11-07-09.
(2) The White House: «Barack Obama’s Address to Ghanaian Parliament», 11-07-09.
(3) U.S. AFRICOM Public Affairs: «Obama says Africa Command Focused on Partnership to Address Common Challenges», 11-07-09
(4) Volman, D. y Minter, W: «AFRICOM: Making peace or fuelling war», Pambazuka News, 22-04-09
(5) Dickinson, E.: «Think Again: AFRICOM», Foreign Policy, 17-11-09.
(6) Ibíd.
(7) Echeverría Jesús, C.: «Riesgos y amenazas en el Sahel», Grupo de Estudios Estratégicos, 19-05-09; Volman, D.: «AFRICOM to Continue Under Obama», Global Research, 27-06, 09.
(8) Volman, D.: «Africa: U.S. Military Holds War Games on Nigeria, Somalia», Global Research, 15-08-09.
(9) Pirozzi, N: «EU support to African security architecture funding and training components», European Institute for Security Studies, 02-09.
(10) allAfrica.com: «Obama Administration Tackling Wide Range of African Issues-Johnnie Carson», 12-07-09.
(11) Pham, P.J.: «The New U.S. Sudan Policy: A Preliminary Review», World Defense Review, 22-10-09.
Julio C. Sánchez y Rodobaldo Isasi son investigadores del Centro de Estudios sobre África y Medio Oriente de La Habana (Cuba).