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Posición comunista

Lo que podemos y debemos hacer ante el 29 de septiembre

Fuentes: Rebelión

La crisis que estremece desde los pies hasta la cabeza el sistema capitalista sorprendió al movimiento obrero, y al campo progresista europeo en su conjunto -sin perjuicio de las de las excepciones- profundamente desarmado, lamiéndose las heridas abiertas por los golpes demoledores sufridos en las postrimerías del siglo XX. En aquella ocasión se rompió algo […]

La crisis que estremece desde los pies hasta la cabeza el sistema capitalista sorprendió al movimiento obrero, y al campo progresista europeo en su conjunto -sin perjuicio de las de las excepciones- profundamente desarmado, lamiéndose las heridas abiertas por los golpes demoledores sufridos en las postrimerías del siglo XX. En aquella ocasión se rompió algo determinante para sostener la tensión en el ánimo de lucha democrática: el socialismo como ideal realizable. Se ha pagado un alto precio por ello. Pero pasó el tiempo en que las campanas doblaban por el socialismo. Lo que está viniendo, para no marcharse, es la convicción del socialismo como ideal necesario. Entre el repique por difuntos y el sepelio se cruzó un gato negro La crisis ha quebrado, sin remedio, el ideal capitalista y la hegemonía de sus códigos. La contradicción capital-trabajo ha recuperado la centralidad que objetivamente le corresponde.

Es la agudización brutal de las contradicciones lo que permite a las masas obreras y populares aprender en días, semanas, o meses, lo que en circunstancias «normales» tardarían años o decenios. No en vano se derrumban logros sociales y democráticos, los más sentidos, que hasta hace muy poco se consideraban intangibles.

Se apodera del sentir popular un estado de angustiosa incertidumbre en el presente y en el porvenir inmediato. Pero a la vez, como el anverso y el reverso de la misma cosa, se rompen tanbién las cadenas paralizantes. La crisis exhibe al rey desnudo, el sistema pierde todo su poder de seducción. Amplios sectores de la población se abren ahora decididamente a la política.

No existe esfera de la vida social donde no se reproduzcan los conflictos, con la singularidad que estos -movimiento obrero y sindical, movimientos sociales, luchas reivindicativas sectoriales…- se libran en un escenario que los eleva de su esfera particular y los asocia rápidamente a valores políticos esenciales: la contradicción entre el interés social y el de las minorías enriquecidas, entre lo público y lo privado, en la asistencia médica, en la educación, en los servicios sociales, en la fiscalidad, en el crédito, en la vivienda, en la inversión y en las privatizaciones… entre los valores del capitalismo y los del socialismo, entre el liberalismo y la democracia avanzada, entre el gran capital y las políticas contra el poder de la oligarquía financiera y su tejido especulativo, contra el gran capital monopolista y el imperialismo .

Campos, hasta hace bien poco desertizados se ofrecen en nuestro días fecundos a la resistencia y a las alternativas progresistas.

La crisis del capitalismo está desplomando a las formaciones políticas, y a las concepciones, que le abrigaban por su izquierda. La socialdemocracia de derecha al tiempo que corta la rama sobre la que está sentada, se anda tomando partido entre fracciones del bloque dominante, como quien pide a Lucifer que le eche una mano contra las andanzas de Satanás. Entra en barrena el sindicalismo que había rendido sus armas y se reactivan las posiciones de clase. Retrocede igualmente ese apoliticismo que a menudo se expresaba confrontándose con el filo político de los movimientos progresistas.

Lo que en verdad importa es que las grandes fuerzas que todo ello libera tengan la correspondiente recepción, puedan identificarse con una concreta referencia que las encause y las transforme en fuerza política. O sucede eso, o la caldera aliviara la presión ya sea por pistones de rebeldías estériles que se limitan a la negación; ya sea enfriando la tensión en una atmósfera de impotencia, desorientación y fatalismo. Y eso es agua para el molino de la derecha. No puede ocurrir de otra manera. la dialéctica de las contradicciones que mueven la historia social no resuelve las transiciones con el determinismo que lo hace el movimiento dialéctico en la naturaleza, aquellas se dilucidan, en último término, en el ámbito político.

Lo decisivo entonces es la construcción del bloque progresista para el que las condiciones económico-sociales e ideológicas han madurado como nunca antes. La realidad política, sin embargo, no se ha puesto a su altura, en gran medida es por esto por lo que una hegemonía se va y la otra no termina de imponerse

En la articulación de las tendencias de la democracia avanzada, ninguno de sus segmentos debe pasar por alto que ese bloque de progreso va mucho más lejos del radio de influencia de cada una de sus partes por separado. Pensar de otra manera es desvariar y actuar de otro modo, aparte de una irresponsabilidad, es sencillamente grotesco. No es solo que cualquiera debe trabajar considerando esa amplitud, sino que, de no hacerlo así, se expone a que la propia amplitud, justamente por eso, prescinda de él.

Para avanzar en la línea unitaria de masas, por arriba y por abajo, hay que erradicar definitivamente ese espíritu de grupo, secuela de los periodos de retirada y estancamiento, que reduce la realidad, sus contradicciones y prioridades a la escala de la insignificancia del grupo; nadie puede confundir lo que se crea de si mismo con la consideración que de el tengan los demás. Para entrar decididamente en la línea de masas debemos rehuir el debate frívolo cuando no morboso a nivel de círculos, el afán gratuito por distinguirse,

Es tarea de todo ese bloque de progreso, que existe fraccionado en la realidad socio-política, buscar con audacia el enlace, hacerlo sin tomar como determinante donde se estuvo ayer, ni las vacilaciones de hoy. Lo esencial -aunque no lo único- es la tendencia, el momento histórico que remueve todo De no proceder así, de no actuar históricamente, sólo cabe esperar el aislamiento, la esterilidad y el sectarismo.

En el actual escenario los tiempos ni los decidimos nosotros ni se establecen necesariamente conforme a nuestros deseos. Hay calendarios para la movilización que pese a esta o aquella reserva , ya venga dada por algunos de sus contenidos, ya sea por las justificadas desconfianzas que inspiren sus promotores mas señalados, no podemos ignorar. Su trascendencia político-social, lo determina la objetividad y no disminuirá su significado por la indiferencia de unos. Mas bien la indiferencia diminuirá a los indiferentes. Colocarse al margen es apartarse del movimiento en su conjunto.

Es el caso de la convocatoria europea de movilizaciones para el próximo día veintinueve de septiembre, animada por el grueso del movimiento sindical del Continente: contra la Europa de la austeridad, la liquidación de derechos y la exclusión social. La importancia de está movilización , a nuestro juicio, no reside tanto en que pueda ser un paso adelante en la necesaria articulación sindical y de la clase en el marco de poder europeo, lo que por sí sería de inestimable valor, sino en que el contexto histórico que la enmarca y la impregna desborda inevitablemente las fronteras de la lucha puramente económica de la clase, para concernir a capas muy amplias de la población y entrar de lleno en el corazón de la contradicción del sistema.

En la jornada del veintinueve de septiembre se condensa el punto de ruptura que hoy está en primer plano: o avances decisivos en el estado democrático y social de derecho, o retrocesos reaccionarios y barbarie «liberal». Será, obligatoriamente, un episodio, fracasado o triunfante, en este antagonismo, el central del momento. Algunos se pueden desentender de ello, de suyo que la reacción derechista no.

La barbarie «liberal» no afecta sólo a los derechos laborales y de protección social por mucho que éstos, amenazados en todas sus vertientes -cuando no ya derogados- se encuentren en el eje del conflicto. La amenaza se aprecia como global porque es global, y de ello ya se ha hablado mucho: es también la catástrofe medioambiental que pone en riesgo la vida en el planeta, el poder de los oligopolios del petróleo y el secuestro de las energías limpias, es la crisis alimentaria y la dependencia agrícola, es la agudización brusca de las desigualdades, la concentración de la riqueza, la generalización de la marginalidad, son millones de jóvenes, trabajadores, estudiantes, desempleados, que apenas comienzan la vida y ya les han quebrado las esperanzas, son los trabajadores autónomos asalariados de hecho sin derechos, empobrecidos o arruinados…

La fusta de la sinrazón capitalista no se va a detener en reparos ante las libertades políticas y civiles, ante los avances en la igualdad de géneros ni ante cualquier otro progreso emancipatorio.

No hay factor, a escala mundial que cause mas infelicidad, calamidades y muerte que el despotismo del capital y su mercado.

La desesperación ante una crisis que ahoga el sistema y para la que no se encuentra solución, ha destapado la Caja de Pandora y haciendo que remonten el vuelo las fuerzas más tenebrosas del capitalismo. Están cobrando inusitada fuerza las tendencias ultra reaccionarias del mundo del capital que, como tantas veces en la historia, no encuentran otra salida que la guerra. Se espesan en los horizontes nubes grises que barruntan descargar con nuevas y más violentas lluvias de fuego, sin descartar la agresión termonuclear.

El 29 de septiembre tenemos una cita particularmente relevante de la contradicción que preside un momento histórico. Si logramos que se adhiera el gran campo de contestación al sistema que crece en los más variados ambientes de la vida social habremos dado un paso notable para la definitiva articulación del bloque de progreso que demanda la encrucijada histórica que nos toca enfrentar. Es, en todo caso, una cita a la que no se puede faltar.

No se trata de voluntarismo gratuito. La propia lógica del capital ha llevado al sistema a una metástasis que, de manera creciente, se refleja en las conciencias unificando las contradicciones en el rechazo al sistema mismo y, por añadidura, propiciando la convergencia y la sincronización de los diferentes conflictos y sus movimientos de respuesta democrática.

Eso es lo que debemos y podemos hacer, con mayor razón desde Canarias donde gobiernos engangrenados, entregados a lo más descompuesto y corrupto de la sociedad, con lo que está fundidos, nos han arrastrado al extremo de la devastación social, la decadencia y la degradación política.

Por Encuentro Comunista de Canarias: Joaquín Sagaseta , Miguel Angel Perez, Jose Montenegro,Javier Doreste, Pedro Diaz, Mª Del Carmen Pita, Arturo Borges, Concepcion Marrero, Miguel Angel Redondo, Tomas Fleitas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.