«Es la hora de la cena en Estados Unidos. Pero uno de cada cuatro niños ni siquiera se entera». El anuncio lleva una sencilla imagen: un plato vacío. Está hecho para llamar la atención, especialmente si se ve en la edición de noviembre de una revista preferida y se encuentra entre los consejos prácticos para […]
«Es la hora de la cena en Estados Unidos. Pero uno de cada cuatro niños ni siquiera se entera». El anuncio lleva una sencilla imagen: un plato vacío. Está hecho para llamar la atención, especialmente si se ve en la edición de noviembre de una revista preferida y se encuentra entre los consejos prácticos para la preparación de la cena del Día de Acción de Gracias. Es parte de la campaña de Share Our Stregnth, una organización sin fines de lucro que lucha en contra del hambre infantil. Las palabras bajo la imagen dicen, «La cena es el momento en el que la familia se reúne y comparte las experiencias del día y forja recuerdos. Pero para casi 17 millones de niños, puede ser el más cruel momento del día. En EE.UU . casi uno de cada 4 niños no sabe cuando comerá.»
La temporada del Día de Acción de Gracia es un momento para celebrar la abundancia, para reunirse familias alrededor de una mesa repleta de platos predilectos y dar las gracias por todo lo que se tiene. Para mucha gente, es la cena más grande del año. Al consumir el último bocado de pastel, uno hasta puede sentirse demasiado lleno. Mas las campañas duran- te este mes de recolecta de comida enlatada y por otras donaciones nos recuerda discretamente que para demasiadas familias, la cena del Día de Acción de Gracias es como cualquiera otra: un momento no de abundancia, sino de carencia.
Share Our Strength puntualiza que unos 41,9 millones de norteamericanos no disponen de suficiente comida nutritiva en la mesa y que la inseguridad alimentaria afecta a un 14,6% de todos los hogares en EE.UU. La inseguridad alimentaria significa: «acabarse la comida sin haber dinero para comprar más, servirse porciones más pequeñas o saltar una comida, o no darle de comer a los niños por falta de dinero.» Casi el 68% de las familias que sufren de la inseguridad alimentaria viven por encima del nivel de la pobreza. Estas cifras no son meros datos. Reflejan la realidad que actualmente vivi- mos muchos de nosotros.
La inseguridad alimentaria es especialmente devastadora para los niños, cuyo desarrollo saludable requiere suficiente alimentación. Si se le asegura a todo niño alimentos saludables y nutritivos, a la larga todos disfrutarán de mejores resultados educativos, tasas de obesidad infantil más bajas y mejor salud mental y afectiva. La crisis del hambre infantil en Estados Unidos es vergonzosa e innecesaria, y sin demora tenemos que unir fuerzas para superarla, mediante esfuerzos individuales en nuestras propias comunidades hasta políticas a nivel nacional.
El Presidente Obama ha fijado la meta de ponerle fin al hambre infantil para el año 2015.
Hace unos años, Fallon Worldwide , el socio publicitario del Fondo para la Defensa de los Niños , que nos apoya desinteresadamente, nos montó una campaña que ponía al día los conmovedores versos del poema de Langston Hughes «Dios a los niños hambrientos»:
Niño hambriento,
no hice este mundo para ti.
No compraste acciones en mi empresa.
No invertiste en mi fondo de inversión.
¿Dónde estabas cuando mi empresa
empezó a cotizarse en la bolsa?
Hice el mundo para los ricos
y para los que se harán ricos
y para los que siempre han sido ricos.
No para ti,
niño hambriento.
Al darle las gracias a Dios por todas nuestras dichas en esta temporada, de verdad, ¿es éste el mensaje que queremos darles a los niños que pasan hambre en Estados Unidos?
Marian Wright Edelman es la presidenta del Fondo para la Defensa de los Niños