Recomiendo:
0

Gadafi sigue ahí

Fuentes: Il Manifesto

Traducido por Micòl Savia


El muerto habló y en la Plaza Verde de Trípoli volvió a repetir: «Lucharemos y los vamos a derrotar «. El Coronel Gadafi, dado por muerto en las primeras horas de la tarde de ayer [25 de febrero] por dos medios arabes de Dubai, Al Arabiya y MBC, horas después resucitó y apareció de forma inesperada en la histórica plaza de Trípoli para repetir a una multitud de partidarios (muy entusiasta pero en realidad no masiva) que la ocupaban desde horas antes gritando consignas y haciendo sonar las bocinas de sus coches, que no se rendirá, que liberará los arsenales para proporcionar «armas al pueblo» y aplastar la revuelta interna y las eventuales tentaciones de una intervención armada «de Europa y América», presentada atractivamente como «humanitaria», increiblemente «no excluida» a priori por el portavoz del presidente Obama.

A menos de que se produzcan giros inesperados en los acontecimientos, siempre posibles en una situación tan en erupción como ésta, la crisis de Libia está en riesgo de desembocar en escenarios todavía más dramáticos.

Ayer [25 de febrero] soblaba sobre Trípoli un viento gélido que agitaba el mar y retrasaba la salida de los refugiados hacia Italia. Tal vez se trate del mismo viento del Magreb que ya barrió al tunecino Ben Ali y al egipcio Mubarak después de épicas revueltas populares (por otro lado zanjadas por el ejército), y que probablemente barrerá también a Gadafi de Libia.

Porque Muammar Gaddafi, además de sus errores y antes de haber perdido la guerra en el terreno -que él dice ser inspirada por «Al Qaeda» y dirigida a hacer de Libia un «nuevo Afganistán» en las puertas de Europa- parece haber perdido la guerra de la información.

Aquí los libios, muchos libios, te paran en la calle para denunciar el papel jugado sobre todo por Al Jazeera y Al Arabiya (que además aqui no tienen ni siquiera una redacciòn) en la guerra de la información. O de la desinformación.

Al Jazeera, acusada y desautorizada por los occidentales como portavoz de Bin Laden cuando cubría la guerra estadounidense en Iraq, convertida en «héroe» de la sublevación popular en la plaza Tahir de El Cairo, en lo referente a Libia se manifestó con una serie de exclusivas en sentido único y muchas veces inventadas. Pero no por ello no tomadas como acertadas y relanzadas como oro en paño por los medios escritos y televisivos de Occidente (basta ver los principales periódicos italianos).

Unos ejemplos de estos días o de ayer, reveladores.

En las primeras horas de la tarde del 25 de febrero el anuncio de la muerte de Gaddafi, ya citado. A continuación la historia de los bombardeos que la aviación del Coronel habría repetido en varias ocasiones en los últimos días sobre los barrios rebeldes de Trípoli, provocando la comprensible indignación internacional. Las bombas hacen ruido, cuando esplotan se oyen. Y nadie, no sólo los libios partidarios de Gadafi, las escuchó explotar en la ciudad. Bargawi Badri, una ginecóloga libia que estudió italiano y ve las televisiónes italianas, dijo que aquel día la llamaron muy alarmados miembros de su familia que estaban escuchando la noticia de las bombas lanzadas en el barrio Fascilum de Trípoli, en el centro de la capital, precisamente mientras ella estaba sentada tomando un refresco en un café de… Fascilum.

La otra exclusiva fue la de las «fosas comunes», cuyas fotografías dieron la vuelta al mundo en las primeras páginas de (casi) todos los periódicos. Ayer [24 de febrero] nos fuimos, los periodistas italianos, a la escena del delito a Tadjoura, un suburbio de Trípoli, en el paseo marítimo. Las fosas comunes -al menos allí – simplemente no existen, se trata de un normal cementerio islámico donde se estàn efectuando obras sobre las tumbas habituales.

Tercera exclusiva, de ayer [25 de febrero]. Un cable de agencia, difundido con gran entusiasmo en las páginas web de los periódicos, afirmó que los rebeldes, en su avance hacia las puertas de la capital, tomaron el control «del aeropuerto militar de Mitinga», en el paseo marítimo . F uimos, los periodistas italianos, al aeropuerto militar de Mitiga, junto a la gran base de Wheelus, construida por Italia, controlada luego por los ingleses y después por los norteamericanos que tuvieron que dejarla tras la llegada de Gadafi al poder. El aeropuerto parece totalmente pacífico y custodiado en el exterior por militares de guardia, no hay rastro de los rebeldes.

Ahora bien, es evidente que nosotros estamos de alguna forma empotrados y vemos lo que los libios quieren que veamos (no es aconsejable movernos por nuestra propia cuenta), pero estas son cosas dificiles de no ver e imposibles de refutar. Esto no significa que mañana no se encuentren f osas comunes, o que la Fuerza Aérea de Gadafi no bombarde barrios de la capital, o que aquel aeropuerto caiga tarde o temprano en las manos de los r ebeldes. Pero, por el momento, las fosas comunes de Tadjoura no son fosas comunes, el distrito de Fascilum u otros distritos de la capital no han sido bombardeados, el aeropuerto de Mitiga no ha sido tomado por los rebeldes. Lo confirman también, como suele decirse en estos casos, «altas fuentes diplomáticas» italianas aquí en Trípoli (ocupadísimas en la evacuación de nuestros compatriotas), ellos también están interrogándose sobre el por qué y el para qué de esta campaña de desinformación.

Por todas esas razones los libios partidarios de Gadafi se preguntan qué hay detrás de esa campaña mediatica y quizás con una excesiva simplificación responden: el petróleo y Al Qaeda, o sea los fundamentalistas islámicos que estarían detrás de la revuelta de Bengasi, además del odio inveterado que Gadafi se «ganó» en muchos, demasiados años, de poder heterodoxo, odio que había sido silenciado a causa de su «vuelta a la cordura» en la última década cuándo ha sido readmitido por la comunidad internacional, y que ahora volvió a explotar en toda su violencia.

Esto conduce al extraño resultado de que Italia no gusta a ninguna de las dos partes libias en guerra. A los rebeldes porque los italianos fueron antes «cómplices» y ahora «espectadores»; a los gobernamentales porque antes éramos buenos amigos y ahora que Gadafi está en la cuerda floja lo cubrimos de insultos y maldiciones (beduino, payaso, bufón, asesino…) en todos los aspectos: político («superò todas los estándar de la decencia humana «, dijo Obama) y humanitario (debido al tratamiento a los potenciales migrantes impuesto por nuestros gobiernos), hasta el racismo más vulgar.

La situación, como decíamos, es estremamente explosiva. Aquí, en Trípoli, dicen que en el país hay «algunos problemas», pero el país no está al borde del precipio como se pinta y el líder al final volverá a tomar el completo control político y militar. Después de todo se trata sólo de cuatros gatos secuaces de Bin Laden, cuatro nostálgicos que desempolvan incluso la bandera del rey Idris, el bufón de los británicos, de cuatro adolescentes «drogados» por Facebook y por pidoras alucinógenas en el Nescafé.

Sinceramente, no parece que eso sea así. Pero es difícil saber con un mínimo de fundamento cómo están realmente las cosas, si hay límite o todo pueda hundirse más aún en el infierno.

Ayer [24 de febrero] nos trajeron, a los periodistas italianos, a la gran mezquita de la Predicación islamica, una ex iglesia católica en la Plaza Argelia a poca distancia de la Plaza Verde. Era el día y la hora de la oración, un día difícil en el cual podía suceder de todo y se rumoreaba sobre posibles «avances» de los rebeldes incluso aquí en la capital. Fuimos a la mezquita de la Plaza Argel, que estaba llena de fieles y se oían las palabras de un predicador que, nos dijeron, era bastante neutral y llamaba a la paz entre libios. Ningun problema. Pero a la salida, unos 100 o 150 fieles se agruparon en las escaleras entre la mezquita y la plaza y empezaron a gritar desaforadamente consignas que nosotros no entendíamos y que nuestros acompañantes oficiales no mostraban interés en traducir: «¿En contra de Gadafi?», preguntamos. «No, invocaciones a Alá Akbar», contestan. Tal vez sea así. Pero cuando aquellos 100, 150 se dirigieron hacia la cercana Plaza Verde, donde se encontraban los militantes de Gadafi, se oyeron disparos de Kalashnikov. Salimos corriendo en el autobús, nuestros acompañantes nos llevaron de inmediato al hotel. Dispararon en el aire para evitar que los dos grupos se encontraran, esa la explicación oficial (pero hay también quien dice que hubo uno o tres muertos).

Mañana será seguramente otro día de exclusivas informativas. Una campaña de desinformación de este tipo, burda y estudiada al mismo tiempo, «sólo la había visto con Saddam Hussein y sus armas de destrucción masiva» dice la ginecóloga Badri Bargawi, desconsolada y indignada.

Y hemos visto cómo terminó en Iraq.