La mayoría republicana en el Congreso de Wisconsin aprobó la legislación que coarta el derecho de los trabajadores a negociar colectivamente sus condiciones laborales. Ante la renuencia de legisladores demócratas a validar con su presencia esa disposición, los republicanos eludieron la obligación de reunir el quórum mediante una artimaña y de esa forma consumaron el […]
Todo parece una acción coordinada del partido conservador para continuar con la tarea de zapa contra el sindicalismo en EU. No es ajena a ello la sistemática campaña del sector privado, que mediante organismos como la Cámara de Comercio también culpa a los trabajadores del desfalco presupuestal que padecen la mayoría de los estados. Es claro que uno de los efectos de la limitación en los derechos de quienes trabajan en el sector público se traducirá en la reducción de los ya de por sí limitados derechos de quienes laboran en el sector privado.
En poco tiempo se cumplirá la meta que los sectores más conservadores se trazaron desde el momento en que el presidente Obama ganó las elecciones en 2008: la reducción paulatina de la intervención del Estado como regulador de la actividad económica y la derrota definitiva del mandatario y lo que queda de su menguada agenda del cambio. Las piezas del rompecabezas se unen y los republicanos, a meses de haber ganado las elecciones intermedias, han sentado ya las bases para el retorno del neoliberalismo que Ronald Reagan y Margaret Thatcher inauguraron hace más de 50 años.
Es de esperarse una fuerte reacción del sindicalismo, que seguramente responderá a las agresiones. En opinión de los observadores políticos, hay consenso en que gobernadores y legisladores republicanos, con su actitud, han logrado el repudio unánime no sólo de quienes pertenecen al Partido Demócrata y a los sindicatos, sino también de buena parte de quienes se declaran independientes.
Los republicanos que lograron recientemente la mayoría en la Cámara de Representantes y en diversas legislaturas locales están cometiendo el mismo error que sus antecesores en 1994. En ese año, encabezados por Newt Gingrich, pretendieron cambiar de tajo la historia, olvidando que a los estadunidenses no sólo desagradan, sino que son muy reacios para admitir cambios radicales a sus leyes y gobierno. No sería extraño que en dos años sean relegados nuevamente si continúan en su propósito de reditar los peores momentos de la era Reagan.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2011/03/14/index.php?section=opinion&article=020o1pol