El reducido grupo de países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU acaba de aprobar una resolución que autoriza la imposición de una zona de exclusión aérea contra Libia e incluye «todas las medidas que sean necesarias» para, evidentemente, atacar a ese país. Este hecho no debe sorprendernos, pues Fidel Castro lo había alertado […]
El reducido grupo de países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU acaba de aprobar una resolución que autoriza la imposición de una zona de exclusión aérea contra Libia e incluye «todas las medidas que sean necesarias» para, evidentemente, atacar a ese país.
Este hecho no debe sorprendernos, pues Fidel Castro lo había alertado en una de sus reflexiones: «La guerra inevitable de la OTAN», cuyo contenido adquiere ahora mayor trascendencia para quienes ejercen u observan la política internacional actual. Sin embargo, los franceses y británicos continuaron y lideraron la arremetida contra Libia, en una puja sin límites para que el Consejo de Seguridad de la ONU se pronunciara antes de que las autoridades libias resolvieran la compleja situación interna, que sabemos ha contado desde el inicio con el apoyo incondicional de algunas potencias occidentales decididas a derrotar al presidente Muammar Gaddafi.
El documento -que recibió la aprobación de diez países (Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos, Líbano, Colombia, Nigeria, Portugal, Bosnia y Herzegovina, Sudáfrica y Gabón), ningún voto en contra y cinco abstenciones (Rusia, China, India, Brasil y Alemania) – establece que los estados miembros de la ONU pueden adoptar «todas las medidas necesarias» contra Libia, en abierta lógica de guerra y, al parecer, sin detenerse en el cálculo de las imprevisibles consecuencias de un conflicto en esa convulsa región.
Algunos sectores árabes plantean, desde ahora, que de desatarse una agresión contra Libia, podría desencadenarse un movimiento de resistencia por todo el mundo Árabe que haga realidad el apotegma de «sobreviviré a mis verdugos», muy conocido en los sectores populares de esas sociedades.
Quedó bien evidenciado el fuerte acoplamiento de tres países occidentales para lograr el objetivo de luz verde del Consejo de Seguridad contra Libia, porque, según afirma la agencia AFP, tras el logro de la favorable votación, el presidente estadounidense, Barack Obama habló con el presidente francés, Nicolás Sarkozy, y el primer ministro británico, David Cameron, para coordinar la estrategia militar y de sanciones diplomáticas contra Libia, como si las ya aplicadas hasta ahora fueran pocas.
El mismo despacho de la AFP refiere que «los mandatarios acordaron imponer a Libia de inmediato todos los términos de la resolución» y que «la OTAN convocó a los representantes de los 28 países miembros para examinar su actuación, lo cual había sido advertido por Fidel, pero lo hicieron con el beneplácito del Consejo de Seguridad de la ONU en el interés de un viso de legalidad a lo que resulta un acto contra la diplomacia internacional y un atentado a la capacidad de los Estados para buscar solución a los conflictos por la vía pacífica y la negociación.
La impaciencia por aprobar un acto de guerra en el Consejo de Seguridad soslayó las opiniones de los Estados miembros de la Asamblea General de la ONU que se oponen a un conflicto bélico de la OTAN contra Libia.
La conocida socióloga francesa Danielle Bleitrach en un artículo publicado en su página de Facebook ha planteado que «el activismo de Francia obedeció a las órdenes de los Estados Unidos, y constituye «un triunfo» para la diplomacia francesa», que no podría analizarse aislado del complicado panorama electoral para la élite política gala en vísperas de las elecciones cantonales del 20 y 27 de marzo, y la campaña electoral en marcha hacia las presidenciales de 2012, porque la acción internacional, en el contexto de esos dos escenarios, resulta útil y necesaria para algunos actores de la política francesa.
Bleitrach también considera que un ataque militar contra Libia no solo es un golpe contra la rebelión de los pueblos árabes, sino una senda peligrosa que señala el camino hacia la continuación de aventuras militares de la OTAN contra otros países y gobiernos, que no son aceptables por el bloque de potencias imperialistas, y menciona el caso de Irán.
La investigadora afirma que el protagonismo belicoso de Francia en el Consejo de Seguridad de la ONU, es igualmente una responsabilidad de los partidos de izquierda y las fuerzas comunistas que no alertaron o movilizaron al pueblo francés contra la demente espiral guerrerista en que se le intenta involucrar, en un momento de fracasos en Afganistán; y en que los medios de prensa enfatizan el ascenso electoralista de la extrema derecha representada por el Frente Nacional.
Esta lamentable historia demuestra que todavía vivimos la época de la política de «cambio de régimen» entronizada por George W. Bush, y que persiste en los sectores de poder de los Estados Unidos, y de sus incondicionales aliados europeos, la concepción esbozada por el comandante supremo de la OTAN, Wesley Clark, quien había señalado hace un par de años que «Libia estaba en la lista oficial del Pentágono para ser dominada después de Irak, junto con Siria y la joya de la corona: Irán».
Mientras todo esto se perfila, casi como una certeza, sigo con atención el contenido de la reflexión de Fidel Castro «La guerra inevitable de la OTAN», para atinar las motivaciones y las causas reales de un nuevo conflicto imperialista en el siglo XXI.
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