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Los árabes preparan aviones para combatir y pañuelos para llorar

Fuentes: Ria Novosti

La participación de las tropas de los países árabes en la operación militar de las fuerzas de coalición occidental contra el régimen de Muamar Gadafi sorprendió a muchos. Los Emiratos Árabes destinaron al menos 24 aviones de caza, Qatar – 6. Según otras fuentes, Egipto entregará a los rebeldes libios varias partidas de armas ligeras, […]

La participación de las tropas de los países árabes en la operación militar de las fuerzas de coalición occidental contra el régimen de Muamar Gadafi sorprendió a muchos.

Los Emiratos Árabes destinaron al menos 24 aviones de caza, Qatar – 6. Según otras fuentes, Egipto entregará a los rebeldes libios varias partidas de armas ligeras, Jordania y Arabia Saudita brindarán a los aliados apoyo logístico y servicios de inteligencia especiales.

Hay información todavía no confirmada que en el oriente de Libia ya operan unidades de élite de varios países árabes ayudando a los rebeldes.

En caso de necesidad, es posible que Arabia Saudita participe más activamente en el conflicto. Al menos, su aviación tiene fama de ser la más poderosa en la región.

Ya en 1991 durante la operación «Tormenta del desierto» contra Iraq el príncipe saudita general Khaled bin Sultan explicaba que era fácil para su «fuerza aérea incorporarse a las acciones de las fuerzas de la coalición ya que su doctrina militar, métodos de entrenamiento, equipos eran compatibles con los estadounidenses y británicos».

Además, el príncipe quedó muy satisfecho de ver la «amplia nomenclatura de armamento y equipos aéreos de la coalición muchas de las cuales antes no se habían utilizado en el combate».

Por lo visto ahora también es el buen momento para que los aviones árabes adquiridos en el Occidente demuestren en el cielo libio sus posibilidades y los que lo deseen pongan a prueba sus nuevos armamentos.

Es curioso que no se haya producido un consenso tan amplio entre los estados del Occidente y del Oriente desde el año 1991 cuando unos 40 países, incluída una decena de los árabes y algunos africanos, se unieron contra el líder iraquí Saddam Hussein para liberar el Kuwait ocupado.

Sin embargo, cuando el 20 de marzo de 2003 EEUU desató la guerra con el fin de derrocar el régimen en Iraq a los árabes no les gustó esa intervención en los asuntos interiores y violación de soberanía.

Por cierto, no es casual, mencionar la fecha – esta vez, los bombardeos de Libia empezaron el 19 de marzo y el primer ataque de envergadura contra Iraq tuvo lugar en la noche de plenilunio del 20 de marzo.

Una coincidencia fatal pero con una gran diferencia: hace ocho años los estadounidenses y sus aliados actuaron sin el apoyo por parte de algunos gobiernos árabes. Ahora, de repente, como hace veinte años, en 1991, se crea una coalición tan amplia. ¿Cuál será la razón?
 
Enemigo de los monarcas

Muamar Gadafi siempre ha sido un marginado en Oriente Próximo. Sus vecinos colaboraban con él de vez en cuando pero desconfiaban de él. Su imprevisibilidad y actividad populista eran peligrosas.

Los monarcas ricos recordaban bien que Gadafi llegó al poder en 1969 derrocando a su «colega» libio, el Rey Idris. Desde entonces el coronel no disimuló su desprecio hacia el trono haciendo alarde de sus extravagancias para manifestarlo públicamente con respecto a los gobernantes vecinos.

Dicen que es por eso que el Rey saudita Abdalá no le aguanta. En una ocasión el coronel libio dijo durante una reunión de la Liga de Estados Árabes celebrada en Egipto que la dinastía real «se vendió» a Estados Unidos. Fue justamente a vísperas de la invasión estadounidense de Iraq, en la primavera de 2003 cuando Muamar Gadafi acusó a Arabia Saudí apoyar secretamente a Washington. Abdalá, que en aquel momento era príncipe sucesor, reaccionó con dignidad real tachándole al «hermano» (a Gadafi le gustaba que le llamasen así) libio de «embustero que está al borde de su propia tumba». Y toda esta bronca ante los jefes de estado, ministros y otros altos cargos.

Los monarcas árabes tampoco pueden perdonar al régimen libio que en 1991 no se hubiese unido a la operación «Tormenta del desierto» para ayudar al emir de Kuwait sino, todo lo contrario, continuó apoyando a Saddam Hussein y, encima, suministró a los iraquíes ayuda humanitaria. No obstante, el desprecio hacia los monarcas no impidió a Gadafi proclamarse una vez «el rey de los reyes de África», cuando, desesperado de reeducar a los árabes, se volvió hacia el «continente negro»
 
Peligroso instigador

Gadafi no sólo atacó a reyes y experimentó con su pueblo despojándolo primero de la propiedad privada y luego devolviéndosela.

El líder libio trató de arrastrar con sus estrafalarias ideas a los vecinos. A principios de los 1970 intentó unir Libia con Egipto y Sudán en una especie de federación. Como respuesta a la negativa de las autoridades egipcias, Gadafi organizó la «marcha de miles de libios» cuyos participantes traspasaron impulsivamente la frontera de Egipto y avanzaron varios centenares de kilómetros por su territorio. Las relaciones entre los dos países sufrieron un brusco empeoramiento.

Gadafi amenazó en varias ocasiones con salir de la Liga Árabe poniéndo nervioso con sus declaraciones al Secretario General de esta organización Amr Musa. El líder libio animó con frecuencia a sus hermanos árabes a no tener miedo a Irán sino colaborar con él a base de las ideas de la «hermandad musulmana».

En la cumbre de la Liga en marzo de 2008 celebrada en Damasco el coronel vaticinó durante un apasionado discurso: «Si no se unen les espera a cada uno el futuro del Saddam Hussein ahorcado o Yasir Arafat envenenado (entré los árabes existe la versión según la cual la grave enfermedad del líder palestino fue resultado del envenenamiento). Gadafi añadió entonces: «Los árabes no tenemos nada, ni moneda única ni mercado común, sólo discusiones interminables. ¿Qué será lo que nos espera?

Recordemos que la operación militar de las fuerzas de coalición en Libia arrancó a petición de la Liga Árabe de defender a los rebeldes libios. La organización se dirigió al Consejo de Seguridad de la ONU con la propuesta de aplicar zonas de exclusión aérea para los vuelos de la aviación militar libia.

Es verdad que en el documento los árabes mencionaron la «inadmisibilidad de la intervención militar» pero, de hecho, la autorizaron. Políticos experimentados, los árabes lo hicieron no sólo para vengarse de Gadafi por los insultos y ofensas del pasado, es que sintieron muy bien el estado de ánimo de la «calle árabe».
 
Se pasaron otra vez

En el agitado Oriente Árabe de hoy están de moda protestas antigubernamentales y cualquier tipo de revueltas. Es por eso que los rebeldes libios despiertan simpatías y solidaridad a muchos en la región. Entre ellos, a los islamistas cuya persecusión por Gadafi provoca más odio hacia él por parte de los creyentes árabes. A los gobiernos también les viene bien la operación en Libia para meter a la oposición en un puño como está pasando en Yemen y Bahrein.

Sin embargo, los árabes pidiendo ayuda militar pensaban sólo en los ataques puntuales en  los aeródromos gubernamentales, aviones y sistemas de defensa antiaérea de Libia. Se suponía que tales ataques no causarán muchas víctimas entre la población civil y servirán de garantía para mantener controladas las zonas de exclusión y proteger a los rebeldes.

«Cuanto más bruscas sean las acciones de la coalición y cuanto más dure la operación, más rechazo provocará en la gran parte de la comunidad árabe, incluso entre los que en un principio estaban a favor de la misma. Y será más cierto aún si llega a producirse la operación en tierra», – dijo el politólogo egipcio Mazen Abbas del «Club de prensa árabe en Rusia».

Este cambio lo percibió en seguida el Secretario General de la Liga Árabe Azr Musa. «Pedimos proteger a la población civil, no bombardearla», – declaró recientemente. Según él, la operación militar de la coalición en Libia «difiere de los objetivos planteados».

El popular diario árabe «Al Hayat» escribe que «la alegría por la caída del régimen de Gadafi puede volverse lágrimas». El autor del artículo, politólogo Hassan Shamí explica que «la primavera de los pueblos árabes podrá acabar allí»:
«No es esa la democracia deseada por los árabes. No querían una intervención extranjera o que el petróleo árabe fuera trofeo de los forasteros». Y concluye así: «Preparen los pañuelos para secarse las lágrimas. Las noticias tristes pueden llegar muy pronto»

Fuente: http://sp.rian.ru/opinion_analysis/20110324/148580646.html