Traducido del árabe para Rebelión por J. Sadaka
Debo reconocer que me embarga un gran sentimiento de depresión cada vez que me dispongo a escribir sobre el desarrollo de los acontecimientos en Libia; la causa no solo es la radicalización de las posturas, sino la campaña de intoxicación a cargo de una gigantesca máquina de manipulación con muchos medios detrás, que ha podido someter la opinión pública árabe de forma total.
En los primeros momentos del estallido de la revuelta en Libia había verdaderos revolucionarios con demandas justificadas de justicia social y legítima gobernabilidad frente a una dictadura opresora que había convertido al país en un latifundio familiar. Un régimen que era capaz de declarar la Yihad a Suiza por haberse atrevido a detener a uno de los hijos del dictador, incluso utilizó el arma del petróleo en contra de este país, y propuso su partición entre Alemania, Italia, y Francia.
La revolución era legítima y adquirió mayor legitimidad cuando el coronel Muamar el Gadafi, amenazó con liquidar y perseguir a los revolucionarios casa por casa y usar todo su arsenal para esta misión, incluso su hijo anunció que la misión se cumpliría en un plazo de 48 horas.
De repente la revolución pacífica se convirtió en una insurrección armada, los revolucionarios se montaban en tanques, portaban armas pesadas haciendo señales de victoria cada vez que liberaban una localidad, mostraban su júbilo sobre los cadáveres de los soldados que hasta hace muy poco eran símbolo del orgullo de todos los libios.
Cuando los rebeldes eran revolucionarios se manifestaban contrarios a cualquier intervención extranjera, solo pedían una zona de exclusión aérea que les protegiera de los aviones del déspota y de su sed de venganza. Ante la incapacidad árabe de intervenir, hemos apoyado la aprobación de la resolución del Consejo de Seguridad como única opción para evitar una masacre en Bengasi.
Hasta aquellos momentos la escena era nítida, unos revolucionarios mal armados y equipados frente a un ejército poderoso bien armado con tanques y aviones, apoyado por mercenarios procedentes de países de África y del mundo árabe. El verdadero vuelco se produjo cuando los países de la OTAN decidieron dar un giro a sus operaciones militares y los medios empleados, traspasando los límites marcados por el Consejo de Seguridad al procediendo al bombardeo masivo con más de 150 misiles cruceros y miles de toneladas de bombas de uno de los contendientes en litigio, a pesar de haber reconocido la destrucción de más del 40% de la capacidad defensiva de régimen, según el general Molen, comandante en jefe del ejército estadounidense.
La situación real se ha invertido, las brigadas de un sátrapa apoyadas por unos mercenarios desarrapados, frente a un ejército de oposición armada apoyado por unos mercenarios armados con misiles y aviones sofisticados bajo la marca de OTAN, con 40 países liderados por EE.UU.
Es más, podemos afirmar que el régimen libio lucha contra sí mismo, todos los líderes de la oposición entre militares y políticos eran servidores de este régimen, empezando por el coronel Haftar, que fue entrenado por la CIA en Virginia, pasando por el teniente coronel Abdel Fatah Yunes , ex ministro del Interior y terminando por Mustafa Abdel Jalil, presidente del Consejo de Transición libio y ex ministro de Justicia.
La lucha por el poder, a esta alturas se desarrolla entre dos sectores del régimen dictatorial represivo; no se lucha por la democracia, los derechos humanos, ni el progreso de los libios, si no ¿cómo se explica que el teniente coronel Yunes sirviera bajo las órdenes de Gadafi durante cuarenta años, compartiendo la responsabilidad de todos sus crímenes contra el pueblo libio? ¿Cómo se explica que Abdel Jalil, ministro de Justicia en el pasado, se presente como un personaje aséptico, libre de culpa, cuando ha servido a un régimen opresor y no tuvo dudas a la hora de mandar a los opositores al paredón, torturando a todos los se atrevían a oponerse al régimen?
Estos personajes han cambiado de chaqueta, han pasado de servir a un régimen dictatorial represivo a luchar bajo el estandarte de la OTAN, sin importarles para nada las consecuencias de este cambio en la dirección de su tiro, ni el número o identidad de las víctimas que ello puede acarrear.
En estos momentos los asesores militares de Inglaterra, Francia e Italia entran y dirigen a las fuerzas de los rebeldes, al tiempo que aviones sin tripulación bombardean, sin cesar, objetivos del otro contendiente en Trípoli, Sirte, Sebha. El último de estos bombardeos ha tenido como objetivo las oficinas del coronel Muamar el Gadafi y ha causado decenas víctimas entre muertos y heridos.
En las circunstancias actuales nos encontramos ante una ecuación absurda, la sangre derramada por las tropas del régimen es de primera categoría, y los muertos debidos a los bombardeos de los aviones y los misiles de la OTAN no son mártires ni dignos de lástima aunque puedan ser inocentes que les ha tocado estar en el sitio inadecuado en el momento inoportuno.
Musa Cusa, ex jefe de los servicios de inteligencia del Líder libio durante veinte años, ex ministro de Asuntos Exteriores durante más de tres y ex embajador en varios países de mundo, ha facilitado a los servicios de inteligencia de Inglaterra y Francia toda la información de la que dispone sobre su ex jefe, del cual cantaba, hace muy poco, su alabanzas a los cuatro vientos, y es probable que esta información pueda servir para guiar a los aviones de la OTAN en su afán de asesinar o secuestrar a su ex ídolo.
A Musa Cusa no se le ha preguntado por su responsabilidad en la muerte de 1.200 internos del penal de Abu Slim y otras masacres. Ahora que se ha cambiado de bando se convierte en un ser inocente sin haber sido juzgado, este es solo un ejemplo que se puede aplicar a muchos otros que han seguido su camino.
Esta nueva agresión trilateral contra Libia, tiene precedente en la historia reciente, concretamente en 1943. Libia siendo colonia italiana, recién acabada la Segunda Guerra Mundial, se dividió en tres estados federados, Tripolitania, donde Estados Unidos estableció una de las mayores bases militares fuera de su territorio, Cirene, bajo dominio inglés y Fizan, controlada por Francia.
No vamos a discutir sobre los deseos de los libios en relación con la marcha de Gadafi, su familia y sus colaboradores cuestionados, pero la pregunta ineludible es el precio que están dispuestos a pagar a cambio a la OTAN por hacer este trabajo, la otra pregunta importante es ¿En qué situación quedará el país, a la luz de la experiencia de Iraq y Afghanistan?
No nos está permitido hacer este tipo de preguntas, dado que las acusaciones se plantearán de antemano contra nosotros, nos acusarán de haber cobrado dinero de Gadafi, de ser agentes a su servicio, en cambio nadie plantea la cuestión a la inversa, sobre los verdaderos objetivos de la OTAN o de los Estados aliados, puesto que éstos son ángeles dedicados a hacer obras caritativas, humanitarias altruistas; cualquiera que plantee estas dudas razonables será tachado de loco, estúpido, partidario de las dictaduras y contrario a las libertades.
Amro Musa, Secretario General de la Liga de los Estados Árabes, tuvo que tragar saliva y desaparecer de la escena después de haber declarado que la petición de la Liga de la intervención extranjera no tenía por objetivo salvar a libios matando otros libios. A raíz de estas declaraciones se le abrieron las puertas del infierno, tal y como sospechamos que se van a abrir contra nosotros, por el simple hecho de pronunciar una palabra justa. Recordemos que Amro Musa estaba convocado para firmar el famoso artículo junto a Obama, Sarkozy y Cameron, en el que solicitaron la salida de Gadafi no solo de Trípoli sino, de todo el país, aunque no especificaron adónde tenía que marchar, sospechamos que insinuaban que su destino debería ser el otro mundo, al final no firmó esta petición mostrando su arrepentimiento por apoyar la intervención extranjera en Libia.
Nos duele el corazón al ver que nuestros hermanos libios se matan unos a otros en una vorágine de guerra civil cruenta. Nosotros hemos manifestado y seguiremos manifestando nuestro apoyo a las revoluciones árabes, vemos que este conato de revolución libia ha sido secuestrado, por oficiales y políticos nacidos del útero del régimen, sedientos de poder y de venganza, por motivos mayoritariamente personales, cubiertos por un velo transparente de servir al pueblo.
Quisiera acabar respondiendo de antemano a aquellos que esgrimen la espada de la acusación de alineamiento con el coronel, sus fechorías y sus execrables actos. Recordando que cuando nosotros criticamos a este régimen, la gran mayoría de la oposición actual trabajaba a su servicio, gozando de su favores y de su fabulosas sumas, o esperaban a las puertas del despacho de Saif el Islam en Londres, con los artículos preparados para elogiar el afán reformista de este vástago, preparando el camino para que un día pudiera heredar el poder, estos artículos están en el archivo de nuestro periódico Al-Quds Al-Arabí.
Abdel Rahman Shagam, ex ministro de Asuntos Exteriores de Libia y uno de los líderes de la oposición actual, sabe muy bien qué posición teníamos en relación con el régimen cuando estaba en la cumbre, sabe muy bien si hemos sido beneficiados de sus millones en sobornos, o no; acepto su testimonio, puesto que le considero un hombre de honor y ética.
Solo apoyaremos a aquellos que trabajan para poner fin al derramamiento de sangre de nuestros hermanos en Libia. El futuro de este país debería dilucidarse conforme al antecedente histórico, de la primera fitna del Islam, cuando un dignatario musulmán llamado Abu Musa al Ashaari, dictaminó, en la batalla de los Coranes entre Muawiya y Ali, apartar a ambos contendientes. Aquí rememorar aquel ejemplo de petición de la abdicación del sátrapa y de los que luchan bajo estandarte de la OTAN.
rCR