El cuerno de África enfrenta la peor sequía de los últimos 60 años: 12.4 millones de personas, entre Somalia, Kenia, Etiopía y Yibuti son víctimas de la hambruna. A los caprichos del clima se le suman los de las potencias mundiales, asombradas por la muerte, en los últimos tres meses, de 29.000 niños desnutridos en […]
El cuerno de África enfrenta la peor sequía de los últimos 60 años: 12.4 millones de personas, entre Somalia, Kenia, Etiopía y Yibuti son víctimas de la hambruna.
A los caprichos del clima se le suman los de las potencias mundiales, asombradas por la muerte, en los últimos tres meses, de 29.000 niños desnutridos en las puertas de Europa, sin embargo, estas potencias son incapaces de articular una política de seguridad alimentaria efectiva.
¿Acaso hay otra política posible que la cruzada de caridad que pretende impulsar a ratos la Organización de las Naciones Unidas? ¿Acaso hay un paréntesis en la agenda mundial, más allá de la «cruzada humanitaria» que protagonizan la Unión Europea y Estados Unidos para tratar de «implantar la democracia» en el norte de África?
Las posibilidades de una agenda mundial alterna a la impuesta por el Fondo monetario Internacional son más que buenos deseos; ya en 2002, durante un discurso pronunciado en Johannesburgo, en el este de Suráfrica, el presidente venezolano, Hugo Chávez, interpeló al mundo por el modelo de desarrollo que el neoliberalismo había promovido.
«¿Es que pretendemos seguir hablando del modelo desarrollista, del modelo neoliberal, ese que ha producido entre otras cosas estadísticas horrorosas, como aquella de que cada minuto mueren 17 personas de hambre en el mundo?», preguntó el líder venezolano a los asistentes de la II Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sustentable.
Invocando una nueva ética, Chávez marcó una distinción que hoy, en un momento en que el mundo mira con asombro la hambruna que recorre el Cuerno de África, es crucial: el desarrollo sustentable marcha por la senda opuesta al desarrollismo promovido por el Fondo Monetario Internacional.
El modelo desarrollista fue descrito en aquella ocasión como un «modelo neoliberal, que coloca la pobreza como causa del subdesarrollo, (como) obstáculo para el desarrollo; en vez de reconocer, definitivamente, que la pobreza es una consecuencia de los modelos de desarrollo impuestos en el mundo por los poderosos.»
El llamado del mandatario venezolano a renovar las nociones de desarrollo que se manejaba en la economía mundial estuvo acompañado de una propuesta: la creación de un Fondo Humanitario Mundial.
Una entidad que recoja 10% del presupuesto de las potencias destinado al gasto militar y 10% de la deuda externa «que los países pobres le pagan al mundo desarrollado».
«Un Fondo Humanitario Internacional al que se dirija un porcentaje de los grandes capitales del narcotráfico, de los grandes capitales de la corrupción, sólo así pudiéramos comenzar de verdad a revertir el camino».
Nueve años después, aquella propuesta cobra vigor luego de cuatro días de que la conferencia de donantes organizada por la Unión Africana (UA) para mitigar la hambruna en el Cuerno Africano se convirtiera en un fracaso.
A esta reunión, en la que se recogió menos de un tercio del dinero necesario, sólo asistieron los mandatarios del país anfitrión, de Guinea Ecuatorial, Somalia y Yibuti.
Algunos números
De acuerdo al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Somalia es tercer país más pobre del mundo, luego de Niger y Sierra Leona; la esperanza de vida de sus habitantes es de 47 años.
De cada 10 niños, uno muere al nacer y 25% de los que sobreviven, mueren antes de los 5 años. El país no cuenta con Ministerio de Sanidad y los 45 hospitales existentes están en manos privadas.
Cerca del 43% de la población vive con menos de 1 euro al día y los billetes locales no son emitidos por un Banco Central, pues no existe ninguno desde 1991, sino por una empresa desde Canadá.
Hubo que esperar hasta 1997 para que apareciera una entidad financiera en el país africano, pero en 2001, el ex presidente George Bush decidió que el banco era «amigo de Bin Laden» y congela los bienes del pueblo somalí dispuestos en Estados Unidos.
La Unión Africana había estimado que 1.400 millones de dólares serían necesarios para paliar transitoriamente la crisis por la hambruna, pero sólo pudieron recaudar 351,7 millones de dólares.
29.000 niños han muerto en los últimos tres meses por la hambruna en Somalia ¿Hacia donde está dirigido el presupuesto de las potencias económicas del mundo? Tan sólo en 2010, el gasto de guerra del gobierno de Estados Unidos constituía 43% del presupuesto militar del resto del planeta.
Con 1.531 millones de dólares al año y más de 820 bases militares fuera de sus fronteras, Estados Unidos invierte en el sector castrense seis veces más que China, la segunda nación en la lista.
Ante estos números, la tarea de un Fondo Humanitario Internacional se erige como la salida a una crisis que no solamente reclama el cese de la sequía en el continente africano, sino una redistribución justa de los capitales internacionales y la reconstrucción de un modelo de desarrollo que se fundamente en las necesidades reales de los pueblos.