Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
La simiente de la demagógica conferencia de prensa del jueves del presidente Obama se plantaron el pasado verano cuando encargó a su comité derechista de 13 el papel de resolver el obvio e inevitable impasse presupuestario forjando una política contra los trabajadores que recorta
El problema que enfrenta Obama es bastante obvio: ¿Cómo puede mantener el apoyo de moderados e independientes (o como los califica Fox News, socialistas y anticapitalistas), estudiantes y trabajadores, minorías y otros que hicieron campaña a su favor con tanto fervor en 2008? Los ha traicionado, como una seda, con una sonrisa amable y un parloteo condescendiente, pero con una determinación férrea de entregar la política monetaria y tributaria federal a sus principales donantes para la campaña electoral: Wall Street e intereses especiales surtidos, los operadores «rubinómicos» y «clintonómicos», aparte de refinados residuos del gobierno de Bush como Tim Geithner, para no mencionar a factótums casi iguales a Cheney en el Departamento de Justicia.
La solución de Obama es hacer lo que hace cualquier demagogo político: Usar sonoros discursos electorales populistas que no tienen la menor probabilidad de convertirse en ley del país, mientras entrega silenciosamente a los donantes de su campaña lo que le pagaron por sus donaciones: regalos a Wall Street, recortes de impuestos a los ricos (eufemísticamente descritos como «exenciones» de impuestos y contabilidad de valoración teórica, más un acuerdo de valorar sus ingresos como «ganancias de capital», gravadas a una tasa mucho más baja).
El acuerdo que la dirigencia ha hecho con los republicanos es el siguiente: Los republicanos presentarán a alguien de su actual gama de perdedores seguros, posibilitando que el señor Obama se presente como la «voz de la razón», como si esto fuera de alguna manera Centroamérica. Así la elección en 2012 le será favorable para un segundo período si adopta su programa, un conjunto de reglas pagado por los principales donantes a la campaña de ambos partidos.
Las políticas del presidente Obama no han sido la voz de la razón. Están aún más a la derecha que las que George W. Bush podría haber logrado. Un presidente republicano al menos se habría enfrentado a un Congreso demócrata que habría bloqueado el tipo de programa impuesto por Obama. Pero los demócratas parecen bloqueados cuando se trata de enfrentar a un presidente que se presentó como candidato demócrata en lugar de ser del Tea Party que parece estar tan cerca de su ideología.
Y así entra en juego el Comité de 13. En vista (1) del consenso en que si republicanos y demócratas NO se ponen de acuerdo con la estratagema condenada de antemano del señor Obama de «crear empleos». (2): la declaración del jefe republicano en
El presidente Obama lo anunció muy temprano, al iniciar su gobierno, cuando nombró su Comisión de Reducción del Déficit, encabezada por el ex senador republicano Simpson y el consejero «rubinómico» Bowles del gobierno Clinton. Su tarea: recomendar cómo recortar los gastos sociales federales mientras entregaba aún más dinero a Wall Street. Confirmó las sospechas de una traición al nombrar al lobista bancario Tim Geithner en el Tesoro, y limitó su elección a Ben Bernanke como jefe del Consejo de
No obstante, el viernes 4 de octubre, el presidente trató de presentar al movimiento Ocupad Wall Street como un apoyo de sus esfuerzos. Pretendió endosar una regulación favorable a los consumidores y limitar el fraude bancario, como si no hubiera abandonado el nombramiento de Elizabeth Warren por consejo del señor Geithner, quien parece estarse estableciendo en el papel de correo cobrador de donantes de Wall Street para la campaña electoral.
¿Se puede salir con la suya Obama? ¿Puede colocarse a la cabeza del desfile y presentarse como amigo de los trabajadores y de los consumidores, mientras sus encargados apoyan a Wall Street y su Comité de 13 espera su oportunidad para realizar su función designada de guillotinar
Cuando visité el lugar de Ocupad Wall Street el miércoles, fue obvio que el disgusto con el sistema político es tan profundo que no existe un solo conjunto de demandas que pueda arreglar un sistema tan fundamentalmente roto y disfuncional. No se puede remendar un régimen que empobrece la economía, acelera los embargos, lleva los presupuestos de los Estados y de las ciudades aún más hacia el déficit, e impone recortes en los gastos sociales.
La situación se parece mucho a la que existe de Islandia a Grecia: los gobiernos ya no representan al pueblo. Representan intereses financieros depredadores que empobrecen la economía. Esto no es democracia. Es oligarquía financiera. Y las oligarquías no otorgan una voz a sus víctimas.
Por lo tanto, la gran pregunta es: ¿a dónde vamos? No existe un camino de solución tal como están estructurados actualmente la economía y el sistema político. Todo intento de presentar un claro plan de arreglo solo puede sugerir vendas para lo que parece una herida política-económica fatal.
Los demócratas forman parte de la septicemia tanto como los republicanos. Otros países enfrentan un problema parecido. El régimen socialdemócrata en Islandia actúa como partido de los banqueros, y su nivel de aprobación ha caído a un 12%. Pero se niega a renunciar. Por lo tanto, antes esta semana, los votantes llevaron tambores metálicos a su propia Ocupación frente al Althing [Parlamento] y los golpearon cuando la primer ministro comenzó a hablar, para acallar su defensa de los banqueros (¡y además banqueros-buitres extranjeros!).
De la misma manera, en Grecia, los manifestantes muestran a los intereses bancarios extranjeros que cualquier acuerdo que el Banco Central Europeo haga para rescatar a los dueños de bonos franceses y alemanes, al precio de aumentar los impuestos a los trabajadores griegos (no a la propiedad y a la riqueza griega) no puede verse como algo democrático. Por lo tanto, cualesquiera deudas que se cobren, y cualesquiera empresas estatales o públicas vendidas a poderes acreedores bajo condiciones de suma necesidad, pueden revertirse una vez que los votantes tengan una voz democrática sobre si imponer una década de pobreza al país y forzarlos a la emigración.
Es el espíritu de la desobediencia civil que crece en este país. Es un dilema, es decir, es un problema sin solución. Todo lo que se puede hacer bajo condiciones semejantes es describir la enfermedad y sus síntomas. La cura resultará lógicamente del diagnóstico. El papel de Ocupad Wall Street es hacer un diagnóstico de la polarización financiera y la corrupción del proceso político que se extiende directamente hasta
Michael Hudson es ex economista de Wall Street, distinguido profesor investigador de
Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article29335.htm
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