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Campaña electoral

Silencios sospechosos

Fuentes: La Jornada

En medio de incesante propaganda electoral en los medios y las redes sociales, debates presidenciales, actos de campaña, expertos que declaran lo que se les ocurre, comentaristas que comentan lo que todos están viendo, o sea, el ruido infernal conducido por estrategas y profesionales de la industria de relaciones públicas para manufacturar temor, ansiedad, esperanza […]

En medio de incesante propaganda electoral en los medios y las redes sociales, debates presidenciales, actos de campaña, expertos que declaran lo que se les ocurre, comentaristas que comentan lo que todos están viendo, o sea, el ruido infernal conducido por estrategas y profesionales de la industria de relaciones públicas para manufacturar temor, ansiedad, esperanza o lo que creen que funcione más para generar votos a sus patrones políticos, lo que más resalta no es el torrente de palabras e imágenes, sino lo que no se dice y lo que se oculta en este gran ejercicio democrático en Estados Unidos (no tan diferente al de otros países).

Por ejemplo, mientras se escribe esta columna, se anuncian evacuaciones, estados de emergencia en varios estados de la costa este, el despliegue de la Guardia Nacional y más ante la amenaza de una tormenta masiva. Aquí en el estado de Nueva York, el gobernador Andrew Cuomo anunció estado de emergencia y que la Guardia Nacional ya está en alerta, aunque agregó: no hay razón para el pánico. En Connecticut, el estado colindante, el gobernador Daniel Malloy declaró también estado de emergencia y advirtió: todos están en peligro. Los medios se excitan con el posible desastre de una combinación del huracán Sandy mezclado con un frente polar y un tipo de frente húmedo, en lo que llaman una tormenta híbrida poco común, que podría desatar graves daños por vientos, lluvia e inundaciones. Un medio lo llamó Frankenstorm (tormenta Frankenstein). De hecho, si uno se deja influenciar por todo lo que podría suceder, es posible que ésta sea la última columna de American Curios.

Se verá, pero esto es sólo un acto más en un año donde se ha padecido una sequía sin precedente en décadas que afecta casi la mitad del país en el verano, torbellinos devastadores, huracanes y otros fenómenos que acompañan noticias sobre el acelerado derretimiento de polos y glaciares, elevación de los niveles del mar que amenazan costas e islas, y científicos que documentan en numerosas investigaciones los desastres por venir debido al cambio climático.

Pero a pesar de todo esto, de los costos humanos y materiales de esta crisis ambiental, el tema ha estado absolutamente ausente en los grandes debates entre los candidatos presidenciales. Ni una sola palabra. No existe. Es como si los capitanes del Titanic siguieran bailando mientras su nave se hunde.

Otro tema que no se menciona casi nada (una sola vez en los debates entre candidatos presidenciales, y eso porque lo preguntó el conductor) es la nueva guerra a control remoto que se lleva a cabo en varios países, entre ellos Pakistán, Afganistán, Yemen, Somalia y, de otra manera, menos letal, en la zona fronteriza con México.

Es la guerra casi secreta, realizada desen bases casi clandestinas, así como en cuartos de control ubicados a miles de kilómetros de los campos de batalla (a veces en suburbios estadunidenses) desde donde se lanzan cientos de vuelos de aeronaves no tripuladas a control remoto (drones) que buscan y destruyen objetivos. Oficialmente a líderes terroristas. Hay una lista de muerte que el propio presidente revisa y gira órdenes para su ejecución. Lo que no se comenta para nada es que en aproximadamente 300 ataques de drones han muerto entre 500 y 800 civiles, incluidos 176 niños, según informes citados por Amnistía Internacional. Ni una sola palabra sobre este aspecto de las guerras, ni sobre las consecuencias en las poblaciones de países invadidos por Estados Unidos, se escucha en el gran debate político electoral entre los candidatos, ni por los medios que los cubren.

Otro rubro no comentado por candidatos o comentaristas es un factor que muchos fingen que no existe, pero que es omnipresente: el racismo. Con la elección del primer presidente afroestadunidense, muchos -incluido el presidente- proclamaron el amanecer de una sociedad posracial. Pero cuando todos se preguntan por qué las tendencias electorales están empatadas, casi nadie comenta que tal vez es en parte una manifestación de algo muy sencillo: el hombre que ocupa la Casa Blanca (por cierto, un edificio construido con mano de obra de esclavos negros) es un afroestadunidense (aunque sea nada más por el lado de su padre, pues su madre es estadunidense blanca).

Un sondeo de la agencia Ap difundido este fin de semana ofrece detalles brutales: la mayoría de los estadunidenses tiene prejuicios raciales. Según el sondeo, 51 por ciento expresa actitudes antinegras explícitas, comparado con 48 por ciento en 2008. Cuando se aplica un examen de actitudes implícitas, ese nivel se eleva a 56 por ciento. La actitudes antilatinas también son compartidas por la mayoría de estadunidenses: un sondeo de Ap en 2011 encontró que 52 por ciento de blancos expresa un prejuicio racial antilatino. Ap calcula que Barack Obama podría perder hasta 5 puntos del voto popular por este factor. La encuesta encontró que 79 por ciento de republicanos y 32 por ciento de demócratas expresan prejuicio racial, pero en el examen sobre actitudes implícitas no había gran diferencia con 64 por ciento de republicanos y 55 por ciento de demócratas, y más o menos la mitad de los no afiliados expresaron un grado de racismo.

Una vez más, ni una sola palabra sobre raza, la discriminación racial y el prejuicio en los debates entre los candidatos presidenciales.

La lista de asuntos claves no mencionados por los que batallan para ser líder de la última superpotencia es larga, incluido el peligro nuclear, la guerra antinarcóticos, la relación con América Latina, entre otras. Noam Chomsky comentó recientemente que cuando intentaba optar entre dos temas para una ponencia se tuvo que preguntar ¿cuáles son los asuntos más importantes que enfrentamos? y ¿cuáles son los asuntos que no se están tratando de manera seria o de ninguna manera en el frenesí cuadrianual que ocurre ahora y que llamamos elección?. Y concluyó: me di cuenta de que no había problema; no era una decisión difícil: son el mismo tema.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2012/10/29/opinion/025o1mun