El 11 de enero, el presidente de Francia, François Hollande, envió tropas a Malí. En lo inmediato unas cuantas, pero después unas 3 mil 500, número considerable. El objetivo expresado era luchar contra los varios fundamentalistas islámicos que han tomado el control del norte de Malí. Fue lo que los franceses podrían llamar una gageure […]
El 11 de enero, el presidente de Francia, François Hollande, envió tropas a Malí. En lo inmediato unas cuantas, pero después unas 3 mil 500, número considerable. El objetivo expresado era luchar contra los varios fundamentalistas islámicos que han tomado el control del norte de Malí. Fue lo que los franceses podrían llamar una gageure -término que deriva de gage, en el sentido de apuesta. Básicamente significa emprender algo muy difícil de lograr. Pienso que la mejor forma de traducirlo es como apuesta riesgosa
, y en este caso diría que se trata de una apuesta muy riesgosa.
¿Qué fue lo que apostó Hollande y por qué lo hizo? Es fácil ver por qué razonó que era buena idea. El presidente de Malí le envió una petición formal de que enviara tropas de inmediato. La justificación ofrecida por ambos presidentes fue que el ejército maliense estaba más o menos en plena retirada y parecía posible que, en un lapso corto de tiempo, los fundamentalistas islámicos pudieran lograr el control de Bamako, la capital de Malí, y gobernar todo el país. Parecía cuestión de ahora o nunca.
Es más, Hollande sintió que tenía un respaldo considerable en todo el mundo para emprender algo así. Naciones Unidas había aprobado una resolución por unanimidad, ofreciendo apoyo político al gobierno maliense y autorizando la entrada de tropas africanas de los países vecinos para ayudar. Sin embargo, no se consideraba que estas tropas estuvieran listas
todavía y requerían de un urgente entrenamiento. Se había anticipado que podrían estar listas a mediados de 2013.
Hollande sintió que Francia no podía esperar tanto.
Además, Francia obtuvo el virtual apoyo de Argelia, que antes ya había opuesto acción militar, aun con tropas africanas, pero ahora autorizaba sobrevuelos. Este respaldo fue secundado por Túnez, que dijo que entendía
lo que Francia estaba haciendo. Todos los aliados de Francia en la OTAN -en particular Reino Unido, Alemania, Italia y España, y con un poquito menos entusiasmo Estados Unidos- dijeron que Francia estaba haciendo lo correcto y que respaldarían la acción sin enviar tropas, pero ofreciendo transporte aéreo y entrenamiento para los varios ejércitos africanos.
Finalmente, para Hollande había otras ventajas adicionales. La jugada fortalecía la mano del presidente civil de Malí vis-à-vis el líder golpista del ejército maliense, algo que Francia y todos sus aliados querían. Y la jugada parecía transformar la imagen de Hollande al interior de Francia: de ser visto como un presidente débil e indeciso, de la noche a la mañana se volvía un resuelto dirigente en guerra.
Entonces, ¿cuál es el riesgo de la apuesta? Hollande le apostó a poder enviar un número limitado de tropas y aviones, arreglar que el norte de Malí fuera reconquistado por el gobierno maliense, quizá con la ayuda de otras tropas africanas y, más o menos permanentemente, desalojar a los fundamentalistas islámicos. Y esperaba lograr todo esto en un muy breve lapso -un mes o algo así.
En menos de un mes quedó claro que tal vez ya perdió la riesgosa apuesta y que Francia está en otro de esos empantanamientos de largo plazo en los que el mundo occidental parece especializarse en esta época. Antes de que Francia enviara tropas, hubo mucha discusión de por qué no deberían crear otro Afganistán
ni Francia ni el mundo occidental en general -algo que mucha gente pensó que pasaría si se enviaban tropas. Y aunque cada situación es un tanto diferente, lo que está en proceso de ocurrir parece ser otro Afganistán. Ya está ocurriendo que algunos políticos franceses opuestos a Hollande, y que al principio respaldaron su decisión sin dudarlo, buscan tomar su distancia
. Y ninguno de los aliados de la OTAN parece demasiado ansioso por ofrecer una asistencia en verdad sustancial, por lo que el gobierno francés gruñe en privado pese a que en público aplauda la maravillosa asistencia que le brindan.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2013/02/09/index.php?section=opinion&article=024a1mun