«En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos» (Gandhi) I – Sorprende leer nuevamente el libro «El Imperialismo, Fase Superior del Capitalismo» de Lenin. Si bien los datos son de casi un siglo atrás la esencia de las relaciones internacionales no ha […]
«En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos» (Gandhi)
I – Sorprende leer nuevamente el libro «El Imperialismo, Fase Superior del Capitalismo» de Lenin. Si bien los datos son de casi un siglo atrás la esencia de las relaciones internacionales no ha cambiado mucho. Las guerras de tipo imperialista, invariablemente, siguen siendo de «bandidaje y robo» contra otras naciones más débiles. Cuando hay una guerra de un país a otro hay que preguntarse entonces qué intereses se juegan en ella.
Ya, casi cien años atrás, Lenin decía que el capitalismo «al arruinar a la pequeña producción, acrecienta la productividad del trabajo y da lugar a una situación de monopolio para los consorcios de magnates capitalistas» y mientras millones de obreros producen a gran escala «un puñado de capitalistas se apropian del producto del trabajo común».
El capitalismo entonces «aumenta la anarquía de la producción, las crisis, la desenfrenada carrera en busca de mercados, la escasez de medios de subsistencia para masas de población» generando entonces las condiciones para la guerra de subsistencia del más fuerte.
Por otro lado, «a medida que disminuye constantemente el número de magnates del capital, que usurpan y monopolizan todas las ventajas de este proceso de transformación, aumenta en su conjunto la miseria, la opresión, la esclavitud, la degeneración, la explotación, pero también aumenta, al mismo tiempo, la rebeldía de la clase obrera», sostiene Lenin.
En pocas palabras, siempre hay intereses económicos detrás de las guerras imperialistas. Detrás del golpe de estado en Chile, y vamos más cerca, el de Honduras y Paraguay en los últimos años, detrás de la invasión a Panamá en 1989, del apoyo a la Contra en Nicaragua, y de tantos otros hechos, silenciosos, desconocidos, están los grandes intereses de las oligarquías locales y de las grandes corporaciones capitalistas, donde EEUU es su brazo armado, que quieren seguir aprovechando las ventajas del hipócrita «libre mercado» despiadado y depredador.
II – Recuerda la historia que en el año 1823 nació la Doctrina Monroe, sintetizada en la frase «América para los americanos», frase atribuida a James Monroe el quinto presidente de los Estados Unidos.
Posteriormente, dice Telma Luzzani que fue John O Sullivan, en 1845, quien acuñó el concepto de «destino manifiesto» al sostener la necesidad de anexar a Texas a EEUU. «El argumento del periodista se basaba en una convicción que llega hasta nuestros días que Dios había elegido, no simplemente a un grupo de hombre y mujeres anglosajones, racialmente superiores, sino a un pueblo en su conjunto, EEUU, para llevar a cabo su proyecto divino en este planeta».
Luzzani es autora de «Territorios Vigilados» donde documenta, a modo de reportaje de investigación, que en América Latina EEUU tiene, actualmente, 72 bases militares de distinto tipo, tamaño, justificación, desplegadas por todo nuestro continente.
En el capitulo uno «Sin bases, no hay imperio», Luzzani trae a la memoria un dicho de Norman Mailer: «La enfermedad política mas seria de los EEUU es ser una nación que se cree superior».
Y es tanto así, que el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, dijo que América Latina sigue siendo el «patio trasero de Estados Unidos».
III – En la política internacional pocas veces se habla claro sobre las verdaderas «ganancias» de los acuerdos comerciales que se firman especialmente con la súper potencia «Made In USA».
En general, la diplomacia es la forma de adornar la realidad y que todo parezca bueno, normal, y ojala bello. Con frases para el bronce se dice «aquí ganamos todos», «la cooperación bilateral es vital», «con este acuerdo se fortalece nuestra economía», etc.
En los años cincuenta, por ejemplo, la embajada de EEUU en Costa Rica recomendaba que la United Fruit Company introdujera «un relativamente simple y superficial interés humano por las condiciones de los trabajadores» ya que esto «podría tener un gran efecto psicológico».
El secretario de Estado de entonces, John Foster, estaba de acuerdo con esa política, y le comentó al presidente Eisenhower que para mantener tranquilos a los latinoamericanos «es preciso darles una palmadita de vez en cuando, y hacerles creer que te gustan».
Esa ha sido la política engañosa del imperio hasta nuestros días. Pero el saqueo ha contado con la complicidad de nuestros políticos nacionales y de nuestras fuerzas armadas, cada uno a cambio de su respectiva «comisión», han minado y entregado la soberanía y los recursos de nuestros pueblos «a precio de huevo» al gran capital extranjero.
Es triste decirlo, en general los acuerdos comerciales con una súper potencia se ven como una buena oportunidad para los países pobres y mucho mejor si son con los mismos EEUU «la cuna de la democracia, los derechos humanos y la libertad», relato largamente inoculado por toda la producción de Hollywood. No importa si se llevan el cobre, por ejemplo, que puede financiar la educación de millones de estudiantes en Chile, «ser aliados de EEUU es un honor».
IV – Noam Chomsky, en el libro «Lo que realmente quiere el Tío Sam», recuerda a George Kennan, considerado uno de los arquitectos de la política exterior estadounidense.
Kennan, dijo, en 1948, que «tenemos que dejar de hablar de objetivos vagos, e irreales, como los derechos humanos, la elevación del nivel de la vida y la democratización. No esta lejano el día que tendremos que lidiar con los conceptos de poder directo» y siendo mas sincero agregó que «nosotros los Estados Unidos, representamos solo el 6,6% de la población mundial, pero controlamos del 50 al 60% de los recursos mundiales y nuestra responsabilidad es, en esta nueva era, mantener esa desigualdad».
También Chomsky trae a nuestra memoria, en este libro, a otro «grande», al famoso Henry Kissinger, quien, con el triunfo de Allende, se dio cuenta inmediatamente que los «intereses» de EEUU estaban en peligro con la llegada al poder de la Unidad Popular en Chile.
«¿Por qué estábamos tan preocupados por este país?» Según Kissinger, Chile se podía convertir en un «virus» y podía »infectar a la región». La teoría de la manzana podrida. Ya sabemos que pasó en nuestro país y sabemos que además fue el laboratorio del neoliberalismo.
Por otro lado, Chomsky entrega datos estremecedores. Un estudio realizado por Lars Schoultz y otro por Edward Herman señalan que EEUU ha distribuido su principal ayuda en los gobiernos latinoamericanos que «torturan a sus ciudadanos» y que se «revela una estrecha correlación mundial entre la tortura y la ayuda de EEUU» y que esto «se correlacionan con la mejora de las operaciones comerciales». Vale decir a mayor número de torturados, detenidos, ejecutados, los negocios funcionan mejor.
En ese mismo sentido, la Escuela de las Américas -hoy llamada Instituto de Cooperación y Seguridad del Hemisferio Occidental- sigue siendo la puerta de entrada, el campo de entrenamiento, para futuros golpistas y asesinos en nuestro continente. Chile y muchos países de America Latina siguen enviando a sus soldados a esta academia militar en EEUU.
Chomsky, afirma, que efectivamente EEUU quiere «estabilidad». «Es decir, la seguridad de las clases dominantes y de la libertad para las empresas extranjeras». Si esto se puede conseguir con una democracia, como la chilena por ejemplo, tan bondadosa con las trasnacionales, bien. Pero si «los derechos de los inversionistas se ven amenazados, la democracia tiene que desaparecer» y «los asesinos y torturadores son bienvenidos».
Todos los presidentes de Estados Unidos, desde la Segunda Guerra Mundial, hasta hoy «Todos ellos han sido verdaderos criminales de guerra o han estado implicados en crímenes de guerra», concluye Chomsky.
V – En un discurso en solidaridad con Vietnam pronunciado por Ernesto «Che» Guevara, en 1963, en plena guerra, señaló la importancia de la solidaridad entre los pueblos ya que en la suerte de otros esta nuestra propia suerte.
«Cuando nosotros levantamos hoy, con todo entusiasmo, la bandera de Vietnam del Sur -dijo el Che- no lo hacemos sólo por el internacionalismo proletario por el afán de justicia que la revolución ha inculcado en todos nosotros. Lo hacemos también porque aquel frente de lucha es importantísimo para todo el futuro de América. Allí, en Vietnam, se están entrenando las fuerzas que un día podrán reprimir a nuestros pueblos. Allí se están probando todas las nuevas armas de exterminio y las técnicas más modernas para luchar contra la libertad». Y, a modo de presagio, dijo que «En este momento Vietnam del Sur es el gran laboratorio del imperialismo yanqui para preparar todos sus equipos con vistas a una contienda, más impresionante si cabe, acaso más importante, que tendrá que darse en el traspatio de su posesión colonial en todo el continente americano».
VI – «Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses», afirmó John Foster. Y en América Latina EEUU tiene muchos intereses. De acuerdo a Heinz Dieterich, doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de Bremen de la República Federal de Alemania, en América Latina, «en la Amazonía, se produce el 40% del oxígeno del mundo. En segundo lugar, tenemos una rica biodiversidad, y la mayor parte de ella está en la Amazonía. En tercer lugar, el agua dulce. Casi el 30% del agua dulce renovable está en América Latina y la mayor parte en la Amazonía. Y, por supuesto, el petróleo».
Por todo lo anterior, Venezuela y Brasil están en la mira y apetito del imperio. Todas las bases militares de EEUU instaladas en el continente conforman un anillo casi perfecto para atacar eventualmente. Las bases son una suerte de nodo, para saltar de una a otra con sus aviones de combate y ganar.
VII – En Brasil, en agosto del 2011, en el Encuentro Nacional de la Asociación Brasileña de Estudios de Defensa, Rina Bertaccini presentó su ponencia «Militarización imperialista: Máscaras nuevas para proyectos viejos».
Dijo que la «La militarización imperialista en América Latina se ha expresado históricamente de maneras diversas, pero su esencia no ha variado. Tanto en las nuevas como en las viejas formas el objetivo ha sido y sigue siendo el mismo: lograr la dominación y la explotación de nuestros pueblos».
En el plano militar, Bertaccini, comentó el documento «Joint Visión 2020» (Visión conjunta 2020) del Ejército de EEUU donde se señala que hoy la dominación es concebida de «espectro completo».
«Con toda crudeza nos están advirtiendo qué podemos esperar de las guerras imperialistas del siglo XXI: una acción global desplegada en todos los dominios: el específicamente militar con su poder letal, pero también en el plano político, económico, ideológico y cultural, sin limitación o condicionamiento jurídico o moral de ninguna clase».
A modo de mensaje, Rina, nos dice que «Las fuerzas políticas populares, los movimientos sociales, los militantes de la paz y en particular los docentes y alumnos de las universidades tenemos que conocer sus planes para denunciarlos y enfrentar con éxito la actual ofensiva de militarización imperialista en nuestro continente». De otra forma, y parafraseando al Che, «No se puede confiar en el imperialismo ni un tantito así, nada».
VIII – El escenario esta complicado. La política internacional es un completo ajedrez donde se mueven las piezas con mucho cuidado. No le será fácil al imperio atacar directamente y a mansalva sin encontrar la resistencia de muchos pueblos del mundo.
Dos conceptos, dos escenarios, dos disputas, se juegan hoy en la escena internacional: un mundo unipolar, donde el sheriff seguirá siendo Estados Unidos y todo lo que se haga y diga debe contar con el beneplácito de este país o la construcción de un mundo multipolar, donde todas las naciones se respeten entre si y mantengan relaciones de solidaridad e intercambio justo.
En Brasil por ejemplo, en su Estrategia Nacional de Defensa, se sostiene que incluso se esta dispuesto a usar guerra de guerrillas si es atacada su soberanía sobre la Amazonía «con pretextos de supuestos intereses para la humanidad». El 2004, su Estado Mayor envió a un grupo de oficiales a Vietnam para aprender las técnicas de guerra de guerrillas con las que el Vietcong había derrotado a las tropas estadounidenses. Al mismo tiempo, Brasil desarrolla su industria militar para tener completa autonomía. En Venezuela, miles de fusiles AKA han sido repartidos en la población para resistir una posible invasión. Más lejos, Rusia y China, enemigos de los EEUU, siguen con la diplomacia al mismo tiempo que renuevan y avanzan en la consolidación de sus sistemas de defensa.
Vivimos en un escenario complejo que incluso puede arrojarnos a una nueva guerra mundial con consecuencias inimaginables para toda la humanidad y donde los afectados serán los pueblos del mundo porque, seguramente, los multimillonarios estarán en lugar seguro.
Albert Einstein, dijo: «No sé como será la tercera guerra mundial, sólo se que la cuarta será con piedras y lanzas». Que así no sea, dependerá de nuestros pueblos.
* Pablo Ruiz, periodista, es parte del Observatorio por el Cierre de la Escuela de las Américas. Estas notas contaron con la colaboración de Olga Benário de Brasil.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.