El primer brote de infección por virus del ébola ocurre en 1976 a las orillas del rio Ébola, en la República Democrática del Congo. Aunque la enfermedad estuvo relativamente controlada, por afectar a poblaciones pequeñas y aisladas y porque su transmisión requiere de un contacto directo con el enfermo, su diseminación a otros países era […]
El primer brote de infección por virus del ébola ocurre en 1976 a las orillas del rio Ébola, en la República Democrática del Congo. Aunque la enfermedad estuvo relativamente controlada, por afectar a poblaciones pequeñas y aisladas y porque su transmisión requiere de un contacto directo con el enfermo, su diseminación a otros países era más que esperable, sobre todo teniendo en cuenta las deficientes condiciones sanitarias y la desinformación de la población, los factores que más influyen en el incremento de su incidencia y en las altas tasas de mortalidad que se describen.
En los cerca de 40 años transcurridos, los organismos sanitarios internacionales han tenido tiempo suficiente para estudiar el comportamiento de esta enfermedad, sin tratamiento específico, y de implantar medidas para la mejora del sistema sanitario en la región y de esta forma disminuir la enorme mortalidad evitable debido a este y a otros muchos procesos infecciosos que merman la población africana y afectan directamente a su desarrollo económico.
Sin embargo, parece que las cosas sólo se han acelerado tras la infección del «hombre blanco» personalizada en dos cooperantes estadounidenses y en el cooperante español Miguel Pajares, perteneciente a la orden religiosa de los hermanos hospitalarios de San Juan de Dios (OHSJD).
Los fármacos experimentales
En pocos días la directora general de la OMS, Margaret Chan, declara el estado de emergencia internacional y el director de vacunas, Okwo Bélé, informa de la existencia de dos productos farmacológicos experimentales para combatir la enfermedad: el suero ZMapp y la vacuna que desarrolla la farmacéutica británica Glaxo (GSK).
El suero ZMapp es un producto de efectos desconocidos, nunca probado en humanos, por lo que su administración debería tener las salvaguardas de un ensayo clínico. Debido a que la infección por virus ébola suele ser muy virulenta y su historia natural limitada en el tiempo (entre el contagio y el desenlace, por curación o muerte, solo trascurren unas pocas semanas) debería probarse su eficacia y seguridad en un pequeño número de personas con suficiente información y criterio para comprender los riesgos, no en una población amedrentada, con información sesgada y en manos de la misma industria farmacéutica que pretende comercializar el producto.
No podemos obviar que Miguel Pajares ha resistido la infección en Liberia y su traslado a España y según todas las informaciones se encontraba estable y afebril hasta que inesperadamente fallece, al día siguiente de la administración del suero ZMapp. El Ministerio de Sanidad y los medios de comunicación españoles no han considerado ni tan siquiera la remota posibilidad de que fuera el suero y no el virus la causa del desenlace de Pajares. Sin embargo, las acciones de la CF Canadiense Tekmira, que desarrolla el antídoto contra el virus TKM-Ebola y que se habían disparado en bolsa tras declararse el brote de la infección, se desploman un 12% el día en que fallece el cooperante español.
Por otra parte, la directora general de la OMS es la misma Margaret Chan, responsable del fiasco de la gripe A, que supuso el gasto innecesario de enormes cantidades de dinero público en el años 2009, en plena crisis económica, en España y en otros muchos países, debido a la compra masiva de Tamiflu (Roche) y Relenza (Glaxo), fármacos cuya eficacia, no demostrada, se basaba en ensayos clínicos sesgados y con baja calidad científica. A pesar de las nefastas consecuencias de su gestión en la pandemia de gripe A, Margaret Chan continua en su puesto de alta responsabilidad sanitaria en la OMS, y la historia puede volver a repetirse.
Y además, están los antecedentes de la compañía farmacéutica (CF) Glaxo, que actualmente desarrolla la vacuna contra el virus del ébola, que deberían alertar a la comunidad internacional. En EEUU Glaxo es multada con 3000 millones de euros por sobornar a los médicos a cambio de la prescripción de antidepresivos en indicaciones no autorizadas, por ocultar efectos adversos y por no tener en cuenta estudios que demostraban la ineficacia de alguno de sus fármacos. También fue condenada por fabricar medicamentos adulterados en su planta de Puerto Rico y declarada culpable en Argentina por las graves irregularidades ocurridas en el desarrollo de la investigación sobre una vacuna contra el neumococo. Esta CF incluyó en su ensayo y administró la vacuna experimental a niños menores de 3 años con un permiso de los padres falsificado, o con progenitores analfabetos, hechos enormemente graves, similares a los ocurridos en Kenia en 1996, descritos por John Le Carré en su conocida novela El jardinero fiel». La CF Glaxo acumula procesos judiciales en China, Reino Unido, Jordania, Líbano, Polonia, o Irak, por corrupción y malas prácticas.
En resumen, dados los antecedentes de los actores implicados y dado que los errores en la gestión de esta crisis pueden afectar gravemente a la salud y a la economía de los países afectados, debe imponerse la transparencia en todo el proceso, comenzando con la publicación de la identidad y los conflictos de interés de los expertos en ética médica que han respaldado la decisión de los directivos de la OMS de tratar con medicinas experimentales a la población africana, además de suspender el derecho al secreto empresarial de las compañías farmacéuticas involucradas. Toda la información sobre los ensayos clínicos en curso y sobre la eficacia y los efectos adversos de los fármacos experimentales debe estar disponible para los distintos Servicios de Salud a nivel mundial.
El continente Africano tiene graves problemas sanitarios que deben combatirse y a ello debe dedicarse de lleno la OMS, con el desarrollo de un sistema sanitario básico que incluya a toda la población, con el fin de controlar la infección por el virus del Ébola, de la hepatitis, del VIH o de la malaria, de controlar la mortalidad infantil y materna, y de mejorar las condiciones de vida y el desarrollo económico del continente Africano y de paso disminuir la presión migratoria sobre nuestras fronteras. Es posible que las acciones de algunas compañías farmacéuticas e incluso de seguridad transfronteriza se desplomen y los beneficios de algunos pocos se vean afectados, pero la salud pública y la calidad de vida de la mayoría de la población, a uno y otro lado del estrecho, se verá muy beneficiada.
Luisa Lores es miembro de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública
Fuente: http://www.lamarea.com/2014/08/20/el-ebola-y-las-empresas-farmaceuticas/