Traducido del inglés para Rebelión por Carlos Riba García
Introducción de Tom Engelhardt
Mientras crece la histeria estadounidense por los sucesos en Oriente Medio, las noticias sobre el macabro vídeo que el Estado Islámico (EI) acaba de dar a conocer* centra la atención en los bombardeos realizados en Iraq y los posibles en Siria, y una interminable sucesión de declaraciones de Washigton -a cual más confusa- sobre cuál puede ser su estrategia. En estos días, ese tipo de cosas ocupan sin cesar la pantalla del radar estadounidense. Por otro lado, los militares llevan años moviéndose en África pero nadie parece darse cuenta de ello. El Comando África del Pentágono (AFRICOM) se involucra año tras año en cierto tipo de actividades en 49 de los 54 países de ese continente. Aun así, los estadounidenses no saben casi nada del «giro» africano de Washington, del cual partes significativas parecen ser un proceso de desestabilización en cámara lenta que quizás esté vinculado, al menos en parte, con los movimientos militares que allí se producen.
Prácticamente en toda la geografía de África, los militares de EEUU están en acción. Sin embargo, excepto situaciones muy poco frecuentes -como el reciente anuncio relacionado con la epidemia de ébola en Liberia- nadie se entera de nada. En este momento, por ejemplo, según Associated Press, el AFRICOM está «preparando el lanzamiento de un ‘importante’ programa de seguridad de fronteras para ayudar a que Nigeria y sus vecinos luchen contra el creciente número y alcance de los ataques realizados por extremistas islámicos». Por supuesto, hablamos del otro «califato», el que tiene su sede en la parte norte de Nigeria y fue anunciado por Boko Haram, un equipo que hace que el EI, a su lado, parezca moderado. Pero esta es un noticia que es muy improbable que se lea en este país, al menos hasta que, en algún momento por venir, las cosas empiecen a ir real, realmente mal, Del mismo modo, lentamente, en África continuamente están surgiendo nuevas bases estadounidenses de drones, pero hace falta tener un ojo de águila para percibir este crecimiento. En los primeros día de septiembre, el Washington Post informó de que el «Pentágono está preparando la apertura de una base de drones en uno de los lugares más remotos de la Tierra». Sigilosamente, resguardada de miradas indiscretas, en el centro del desierto del Sahara, EEUU podrá enviar drones a «la ciudad de Agadez, Niger, construida con adobe».
Fue una incisiva cobertura de los opacos movimientos del AFRICOM realizada por Craig Whitlock, el cronista que parece mantener una penetrante mirada sobre las acciones militares estadounidenses en esta región. Otros medios, que van desde Reuters al Air Force Times, continuaron con otras versiones de la misma historia pero todo fue como encender un fósforo en medio de la noche. Si acaso llamó vuestra atención, sería una sorpresa para mí.
Aun así, si sois lectores asiduos de TomDispatch, el giro de EEUU en África y el aumento de sus operaciones aéreas en este continente no son cosas que os sorprendan demasiado. Después de todo, en el pasado abril, Nick Turse, editor de este portal, que tiene el ojo puesto en la actividad de los militares estadounidenses en África informó de que durante un encuentro con contratistas en el rubro de la defensa, Rick Cook, portavoz del AFRICOM, habló de un futuro complejo estadounidense en Niger. Este país, dijo Cook, «es una atractiva localización estratégica que nos permite llegar a muchos otros lugares con razonable rapidez, por eso estamos trabajando intensamente con los nigerios para establecer -no deberíamos necesariamente hablar de una base- un lugar desde el cual podamos operar con cierta frecuencia». Cook no informó sobre la posible localización de la instalación, pero Turse informó de que los contratos que él había examinado indicaban que «la Fuerza Aérea de Estaos Unidos está comprando grandes cantidades de combustible para reactores que serán enviados al Aeropuerto Internacional de Mano Dayak. ¿Y dónde está situado Mano Dayak? Has adivinado: en Agadez, Niger.
De paso, en estos días no es cuestión solo de botas en el terreno ni de drones que vuelan en el continente. Para los militares estadounidenses, también es cuestión de barcos que navegan frente a las costas africanas. Pero dejemos que Nick Turse nos lo cuente.
Frente al aumento de la inseguridad en el mar, el AFRICOM habla de éxitos y Obama abraza a un hombre fuerte
[Esta crónica se ha realizado junto con el Fondo para la Investigación del Nation Institute. Gracias a la generosidad de Adelaide Gomer se pudo contar con una financiación extra.]
«Las rutas marítimas que pasan por el golfo de Guinea son las más inseguras del mundo», dice Loic Moudouma. Y él debería saber lo que dice. Formado en el U.S. Naval War College, el principal experto en seguridad marítima de la Comunidad Económica de Países del Centro de África y comandante de la Armada de Gabón, su labor se ha centrado en la piratería y los delitos en el mar durante buena parte de la década.
Moudouma no es el único que opina así.
Entre 2012 y 2013, la Oficina de Inteligencia Naval de EEUU constató un súbito aumento -del 25 por ciento- de incidentes en el golfo de Guinea. Entre estos incidentes, hay barcos que han recibido disparos, que han sido abordados o secuestrados. El golfo de Guinea es una vasta zona marítima junto a la costa occidental de África que va desde Gabón hasta Liberia. El secuestro de personas también ha crecido. A principios de este año, Stephen Starr escribió una nota para el CTC Sentinel, publicación oficial del Centro de Combate contra el Terrorismo con sede en West Point, en la que afirmaba que en 2014 el número de ataques volvería a crecer.
Hoy día, es probable que lo que la mayoría de los estadounidenses sabe sobre piratería tiene que ver con las atracciones de Disneylandia y las películas de Johnny Deep. Si el golfo de Guinea ha hecho sonar alguna alarma, es posible que sea por la epidemia de ébola en Liberia y el anuncio de la implicación en ella de militares estadounidenses; Liberia es el país más septentrional de esta zona marítima. Pero para los que conocen la situación, el golfo de Guinea es un difícil punto caliente del vasto continente africano e incluso otra zona en la que los esfuerzos militares de EEUU han fracasado.
Una investigación reciente de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO, por sus siglas en inglés) de EEUU ha descubierto que «la piratería y el delito marítimo en el golfo de Guinea han crecido» y que «el robo a mano armada, la sustracción de petróleo y el secuestro de personas constituyen un problema persistente que contribuye a la inestabilidad» en la zona. No solo eso; como señaló recientemente Pottengal Mukundan, director de la Agencia Internacional del Mar, perteneciente a la Cámara de Internacional de Comercio, la piratería en el golfo de Guinea ha entrado en una fase particularmente violenta.
Lo que piensa Benjamin Benson, jefe de medios del AFRICOM no está tan claro. Según iba empeorando la situación en el golfo de Guinea, él la promocionaba pura y sencillamente como una historia de «éxito». Entonces dijo que él no había hecho eso, después de lo cual calló por completo. Qué piensa hoy es lo que se pregunta todo el mundo; pero él se niega a decir una sola palabra sobre ello.
Loic Moudouma, por su parte, dice que se ven progresos en la seguridad de una masa de agua del tamaño del golfo de México y crítica para la economía de una docena de países. Él también cree que Estados Unidos ayuda en los esfuerzos por lograr la seguridad en la zona, aunque paradójicamente estos esfuerzos se han producido al mismo tiempo que ha crecido tanto de la piratería como de la inseguridad. Los países de África Occidental, dice Moudouma, han dejado sin control las rutas marítimas, hasta convertirlas en terreno propicio para las actividades criminales. El problema, insiste, es el escaso liderazgo de las naciones del golfo de Guinea, «asociadas» de EEUU en el frente de batalla. Sus ambiciones de poder, según Moudouma, han puesto en situación de riesgo tanto la seguridad nacional de muchos países africanos como su economía de bienestar. Aun así, no ha sido hasta hace bastante poco que la administración Obama ha comenzado a festejar al más corrupto de los hombres fuertes de la zona; los militares de EEUU acompañan regularmente a las fuerzas armadas de este personaje.
El dulce aroma del éxito
«No ponga palabras en mi boca. Yo no dije que el golfo de Guinea fuera un éxito, Yo no dije que la seguridad marítima en el golfo de Guinea fuera un éxito.» Esta fue la respuesta del portavoz del AFRICOM Benson en noviembre del año pasado cuando le pregunté si quería rectificar sus primeras declaraciones sobre el golfo de Guinea poco después de que los piratas secuestraran a dos estadounidenses en un barco con bandera de Estados Unidos.
Me quedé desconcertado.
Yo le recordaba bien promocionando triunfalmente la región cuando hablamos en la primavera de 2013, por lo tanto acudí a una grabación de la conversación. «Me pregunto qué piensa usted sobre qué es una historia de gran éxito», yo le había preguntado acerca del trabajo del AFRICOM en el continente africano. «Actualmente tenemos dos historias de éxito», respondió él, contándome primero los esfuerzos estadounidenses en Somalia. No hay dudas de que otra zona de éxito es el golfo de Guinea», agregó. «Hemos estado trabajando con varios estados diferentes en el desarrollo… de las capacidades necesarias para la seguridad marítima.»
Escuché varias veces este fragmento. Confirmado: él definía como un éxito la seguridad en el golfo de Guinea.
Durante casi un año desde entonces, Benson no corrigió, ni aclaró, ni ratificó, sus declaraciones. En cambio, ignoró repetidas peticiones mías de más información e incluso rechazó la posibilidad de responder con un formal «sin comentario». Él puede decir que jamás dijo esas palabras e incluso creer que la seguridad en el golfo de Guinea es un éxito de EEUU. Sin embargo, su jefe, el general David Rodríguez, comandante del AFRICOM, en su testimonio ante el Comité de los Servicios Armados a principios de este año, dijo: «Las actividades criminales marítimas en el golfo de Guinea continúan estando en niveles preocupantes».
La batalla de Estados Unidos contra los piratas
Estados Unidos ha combatido contra piratas africanos desde los primeros días de su historia, batallas tan formativas que, entre otras cosas, establecieron un ya antiguo patrón sobre la forma de resolver los problemas de política exterior mediante intervenciones militares; también inspiraron la icónica expresión «la costa de Trípoli» presente en el himno de la Infantería de Marina. En los primeros años de este siglo, una vez más barcos estadounidenses fueron atacados en aguas costeras de África, y militares de EEUU fueron enviados para que mataran piratas. Esta vez, el conflicto estuvo centrado en el Cuerno de África -no en África del Norte-, específicamente, frente a la costa de Somalia.
En los noventa del siglo pasado. Somalia se sumió en un maelstrón de violencia que, aunque se calmó un poco en años recientes, continúa acosando a ese país y desde entonces se expande más allá de sus fronteras. En 1993, en un episodio tristemente famoso, tropas estadounidenses llegaron a Mogadiscio, la capital somalí, en apoyo de una misión humanitaria de Naciones Unidas. El contingente militar sufrió 18 muertos, y dos helicópteros fueron tiroteados en lo que pasó a llamarse el «desastroso derribo de los Black Hawk». Después de esto, Somalia fue atacada repetidamente como consecuencia de la lucha de militantes islámicos contra las milicias respaldadas por EEUU y varias fuerzas armadas de países africanos. Durante aquellos años, países vecinos empezaron a pescar ilegalmente en aguas somalíes dando lugar a que los pescadores locales se armaran y exigieran el pago de un «impuesto» a los pesqueros extranjeros. Algunos de esos protopiratas empezaron pronto a apropiarse de cargamentos de ayuda alimentaria que llegaban por vía marítima; otros se dedicaron a atacar barcos mercantes y petroleros. Para 2008, se estimaba que el botín de estos aventureros somalíes llegaba a los 150 millones de dólares anuales.
Ese mismo año, el Consejo Nacional de Seguridad (NSC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos emitió un documento llamado Neutralizar la piratería en el Cuerno de África: posibles asociados y plan de actuación. El documento se centraba en la prevención y la forma de desbaratar el delito en el mar en las aguas costeras de Somalia. A pesar de esto, el número de ataques registrados casi se dobló entre 2008 y 2009, y al año siguiente la GAO se dirigió al NSC para recomendarle que «reexaminara y actualizara su Plan de Actuación; hiciera estimaciones; reexaminara los costos, los beneficios y la efectividad de las acciones contra los piratas; y pusiera en claro el papel y las responsabilidades de la Agencia. Sin embargo, durante los dos años siguientes, el NSC no respondió.
En esos años, Naciones Unidas aprobó numerosas resoluciones relacionadas con el delito en las rutas marítimas del Cuerno de África y autorizó la formación de una fuerza militar internacional para que actuara contra la piratería. La presencia en la zona de patrullas navales y otras misiones asumidas por la OTAN y la Unión Europea, con el concurso de Australia, Bahrein, Canadá, Francia, Jordania, Corea del Sur, Holanda, Pakistán, Arabia Saudita, Singapur, España, Tailandia, Turquía, China, Rusia, Japón, India y Estados Unidos -además del empleo de mercenarios armados embarcados para proteger los buques y una cantidad de nuevas políticas diseñadas para frustrar ataques- han tenido un efecto cuantificable. Según el International Maritime Bureau los episodios de piratería en el Cuerno de África, que en 2010 fueron 219, bajaron a apenas 15 en 2013.
«En el momento más intenso de las operaciones, 30 barcos de 22 países estuvieron involucrados en procedimientos contra los piratas que actuaban en la región» declaró el contralmirante Joseph Kuzmick ante el Congreso el año pasado. «La fuerza naval internacional frustró ataques piratas en curso, confiscó embarcaciones piratas y liberó barcos apresados en abordajes.» Gracias a un esfuerzo realmente internacional, la batalla contra los piratas somalíes se ha convertido en uno de los pocos hechos de verdad brillantes de la presencia de EEUU en África.
En esos mismos años, Estados Unidos ha estado derramando dinero y esfuerzos en actividades ligadas a la seguridad marítima en el otro lado del continente con resultados radicalmente opuestos.
Entre 2007 y 2011, EEUU proporcionó 35 millones de dólares a países del oeste y centro de África en forma de radares costeros, embarcaciones, equipo y entrenamiento en seguridad marítima. Estos esfuerzos incluyeron la Estación Africana Asociada (APS, por sus siglas en inglés) -una campaña diseñada para «proporcionar entrenamiento militar de calidad a marineros y jefes provenientes de los países asociados»; el entrenamiento se realiza a bordo de embarcaciones estadounidenses. Con el auspicio de la APS, cada año se hace cargo de cuatro ejercicios de seguridad regional en todo el continente africano: Cutlass Express, Phoenix Express, Saharan Express y Obangame Express, este último se realiza frente a las costas de África occidental.
Para 2012, cinco años después de su puesta en marcha, en las actividades APS participaban más de 30 países de África, Europa, América del Norte y Suramérica. En la repetición de Obangame Express llevada a cabo el año pasado, fueron 16 los países que participaron en ejercicios en el golfo de Guinea, entre ellos Benín, Camerún, Costa de Marfil, Guinea Ecuatorial, Francia, Gabón, Nigeria, Congo, Santo Tomé y Príncipe, Togo y Estados Unidos. Este año, se involucraron 20 países, entre los cuales 11 participaron el ejercicios de abordaje con al utilización de 36 barcos del golfo de Guinea.
El AFRICOM y al Servicio de Guardacostas de EEUU aportaron entrenamiento en la lucha contra la piratería como también instrucción en búsqueda y captura de piratas en el marco del Programa de Asociación para el Cumplimiento de la Legislación Marítima de África. Además, Estados Unidos realizó seminarios, simposios y conferencias dedicados a la seguridad marítima; donó repuestos e incluso embarcaciones a sus aliados del oeste de África; aportó instrucción en trabajos de mantenimiento; asesoró a personal de las Marinas y servicios de guardacostas locales; y ofreció ayuda para proyectos contra el narcotráfico marítimo y de cumplimiento de la ley.
A pesar de todos estos esfuerzos, la inseguridad ha aumentado notablemente en las rutas marítimas del oeste de África. Cuando el año pasado conversé con el portavoz del AFRICOM, Benson, sobre señales del «éxito» de Estados Unidos en el golfo de Guinea, él mencionó los esfuerzos estadounidenses que culminarían en una conferencia en la que los líderes de África occidental y central negociarían una estrategia general para mejorar la seguridad marítima e incluso un código deontológico al que todos los países de la región debían obedecer. Sin embargo, la conferencia -organizada por la Comunidad Económica de los Países Centroafricanos, la Comunidad Económica de los Países de África Occidental y la Comisión del golfo de Guinea- aún está por realizarse.
¿Cómo podía hablarse de éxito, yo me preguntaba, cuando las señales de fracaso de los países involucrados eran tan evidentes? Según la Inteligencia Naval de Estados Unidos, entre 2010 y 2013 los incidentes de piratería y delito en el mar en el golfo de Guinea crecieron en un 80 por ciento. En año pasado, según Oceans Beyon Piracy, un grupo de abogados que trabajan en cuestiones de seguridad marítima, los piratas de África occidental atacaron por lo menos a 1.871 marinos; se sabe que 279 de ellos fueron tomados como rehenes. Además, 1.209 buques fueron abordados por piratas. Expertos en la materia estiman que las pérdidas en ingresos portuarios, seguros especiales y costos por seguridad derivados del delito marítimo en el golfo de Guinea ascienden a 2.000 millones de dólares.
Amistad íntima con el más corrupto de los hombres fuertes de África
Fue en una conferencia realizada en el Centro Africano de Estudios Estratégicos del Departamento de Defensa, que tuvo lugar en agosto pasado cerca de la Casa Blanca durante la Cumbre de Jefes de Estado de EEUU y África, que Loic Moudouma habló positivamente sobre la ayuda en la región al mismo tiempo que afirmaba que el golfo de Guinea era el espacio marítimo más inseguro y violento del planeta. Cuando le mencioné esta aparente paradoja -preguntándole por qué había crecido la inseguridad marítima durante los años del incremento de la asistencia estadounidense- él señaló la lentitud con que se implementaban los planes y lo despiadados que eran los piratas de la región. «El Estado todavía está ausente en el mar», dijo, llamando la atención sobre la incapacidad de los países para patrullar sus propias aguas territoriales. Moudouma también se ocupó de los jefes de estado de la región. «En la última década, nuestros líderes políticos han estado invirtiendo [dinero y recursos] para mantenerse en el poder tanto tiempo como les sea posible», dijo.
Moudouma ve problemas sistémicos tanto en el nivel ministerial como el presidencial de los gobiernos africanos y pide más acción que apunte a los jefes de estado. Sin embargo, este tipo de presión no parece estar en la agenda de la reciente Cumbre de la Casa Blanca, cuando el presidente Obama presentó al presidente de Guinea Ecuatorial Teodoro Obiang y posó junto a él para una sonriente foto.
Desde que, hace 35 años Obiang se hizo con el poder mediante un golpe de Estado -justo cuando Obama empezaba su primer año de College-, ha gobernado con mano de hierro ese pequeño -pero rico en petróleo- país del golfo de Guinea. Eterno país paria, destaca por su absoluta falta de libertad de prensa y de oposición política; en cambio abundan la corrupción, la represión y la violación de los derechos humanos, incluyendo los asesinatos extrajudiciales, la prisión y la tortura de los opositores. Mientras la mayor parte de los ecuatoguineanos viven con menos de dos dólares por día, la familia de Obiang vive en la opulencia y utiliza una flota de ostentosos coches -Ferraris, Rolls Royces y Lamborghinis-, sin mencionar los jets privados.
Este país parece ser el arquetipo de país corrupto que Moudouma denuncia. En 2013, estaba en el puesto 162 de la lista -de 175 países- del Índice de Percepción de la Corrupción de Transparency International. Sin embargo, año tras año las fuerzas armadas estadounidenses continúan trabajando junto con las de Guinea Ecuatorial en ejercicios militares, misiones de entrenamiento e incluso, según una publicación de la Armada de EEUU de 2009, «[hizo] una recepción en la cubierta de vuelo [de un portaviones] para distinguidos visitantes ecuatoguineanos para ampliar las relaciones y promover la cooperación regional entre Guinea Ecuatorial y Estados Unidos».
Éxito en el fracaso
El 19 de junio, la GAO publicó un nuevo informe llamado Los esfuerzos estadounidenses en curso contra la piratería se beneficiarían de las evaluaciones de Agencias. Este informe mostraba el contraste de la muy mejorada situación en las costas de Somalia con el «persistente problema» de la piratería y el delito en el mar en el golfo de Guinea. Además llamaba la atención en relación con las recomendaciones -como la de que la patrulla sistemática de las costas y la identificación con distintas agencias contribuirían a ayudar en los esfuerzos contra la piratería- que, después de cuatro años están aún por implementarse.
Un día más tarde, el Consejo Nacional de Seguridad dio a conocer su Plan 2014 de acción para la seguridad marítima y la lucha contra la piratería de Estados Unidos. Según una comunicación oficial hecha llegar a TomDispatch por el portavoz de la NSC Ned Price, el plan «proporciona al gobierno federal una guía centrada en tres áreas cruciales: prevención de los ataques, respuesta a los actos delictivos en el mar y la mejora en la seguridad marítima y la gobernabilidad».
El nuevo plan contiene un anexo dedicado explícitamente al golfo de Guinea (que no había sido mencionado en el informe de 2008) que, de acuerdo con la NSC, «se refiere expresamente a las recomendaciones formuladas en el informe [GAO, de junio de 2014]». «Esto no es del todo así, dice Stephen Caldwell, uno de los redactores del informe: «Nuestras recomendaciones sobre el informe anterior fueron tenidas en cuenta solo en parte», me dijo Caldwell. «Algunas de las más específicas no fueron encaradas.»
Si bien Caldwell reconoce que al Consejo Nacional de Seguridad todavía le queda mucho por hacer en la cuestión de la piratería, al mismo tiempo llama la atención sobre la forma en que el continuo fracaso en la patrulla de las costas, en la identificación de las limitaciones en cuanto a recursos y en la definición de los roles específicos de las agencias implicadas en los esfuerzos en el sector de la seguridad marítima pueden llevar a la irresponsabilidad y a la incapacidad para reparar los esfuerzos ineficaces. «A pesar de que Estados Unidos está realizando esfuerzos en todos los niveles con los estados africanos a fin de reforzar la seguridad marítima, no ha evaluado lo hecho ni la necesidad de un plan colectivo para encarar la evolución del problema en la región», dice el informe del la GAO. «El papel de Estados Unidos en la solución del problema de la piratería en el golfo de Guinea se ha centrado en la prevención, las acciones armadas y la persecución legal, por medio del entrenamiento y la asistencia a los países africanos con litoral en el golfo. Sin embargo, según las agencias estadounidenses que están trabajando en la región, la jefatura de la NSC no les ha dado directivas para evaluar colectivamente los trabajos destinados a encarar la piratería y el delito en el mar.»
Los fracasos de EEUU en el golfo de Guinea son muchos y en distintos planos: en el encare de las viejas preocupaciones de una agencia de control gubernamental, en la efectividad del combate contra la piratería a pesar de haberse gastado decenas de millones de dólares del contribuyente, y en la confrontación con los corruptos líderes africanos, quienes son los primeros en permitir la piratería. El hecho de que Washington pusiera la alfombra roja para recibir a un corrupto hombre fuerte africano como Teodoro Obiang, precisamente el tipo de líder que incluso fue citado por un analista aprobado por el Pentágono como el origen de la inestabilidad de la región, recuerda a otras acciones realizadas en África -desde Libia a Malí- que terminaron en desastres.
Durante la mayor parte de año después de su arranque -por e-mail-, Benjamin Benson, portavoz del AFRICOM, ignoró mis repetidas peticiones para que comentara o aclarara lo relacionado con el golfo de Guinea. Esto no debe extrañar. Después de todo, los militares estadounidenses han mostrado varias veces en su «giro» africano de estos últimos años que es mucho más fácil pregonar éxitos que conseguirlos.
Nota:
* El artículo original de esta nota fue publicado el 25 de septiembre de 2014. (N. del T.)
Nick Turse es editor gerente de TomDispath y miembro del Instituto Nation. En 2014 ganó el premio Izzy. Ha hecho crónicas en Oriente Medio, en el Sureste de Asia y en África, y sus notas han sido publicadas con regularidad en NewYork Times, Los Angeles Times, Nation y en TomDispatch. Su éxito editorial Kill Anything That Moves: The Real American War in Vietnam, publicado por New York Times acaba de recibir un premio en EEUU. Este libro se realizó gracias a la financiación del Nation Institute. También tuvo financiación extra gracias a la generosidad de Adelaide Gomer.