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Trump, un gobierno aborrecible con su aguijón venenoso

Fuentes: Hispantv

En plena pandemia del COVID-19, con un panorama económico que hace enfrentar al mundo a una profunda recesión, la conducta de personajes como el presidente estadounidense y su administración, contra los pueblos de Venezuela, Cuba e Irán, principalmente, obligan a denunciar esta conducta criminal y repulsiva, que representa la naturaleza de los gobiernos de Estados Unidos.

Refiero esto de una administración delictiva y con una conducta inaceptable, que me hace recordar la fábula de la rana y el escorpión (1) que insiste en una política de “máxima presión” y hostilidad contra los mencionados países en un contexto internacional, que llama a la solidaridad, al fin de conflictos y enfrentar mancomunadamente la peor epidemia que enfrenta el mundo desde aquella del año 1918, denominada gripe española, que generó 50 millones de muertos. Pero, en lugar de ello el gobierno estadounidense ha intensificado las sanciones, prohibiciones y métodos coercitivos, para generar un ambiente de dificultades para Venezuela, Cuba e Irán.

Washington como victimario

Todo ello, en un contexto internacional, frente a una pandemia del Covid-19, que azota a gran parte de la humanidad y que en el caso de Irán, ha dado paso a una alerta sanitaria total, en un país que ocupa hoy el séptimo lugar en el mundo en materia de contagiados y número de muertes (30 mil contagiados y 3 mil muertos). En el marco de un planeta que contabiliza 725.000 mil afectados por el patógeno, con una cifra de fallecidos que supera las 34.000 personas al cierre de este artículo.

En el caso específico de la nación persa, tanto Trump como su secretario de Estado, Mike Pompeo, suelen emitir personalmente sus opiniones donde resaltan su encono y objetivos de presionar aún más a la república islámica. En ocasiones suele sumarse a esta andanada de miserias, algún personaje menor, tanto Trump como Pompeo, y en ocasiones algún personaje menor, suelen ocupar gran parte de sus diatribas para atacar a irán, para repetir que se van a intensificar las sanciones y que ellas no cesaran a pesar de los llamados de la organización de las Naciones Unidas (ONU) u otros organismos.

Así lo planteó, la portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Morgan Ortagus, en respuesta a la petición de Rusia, China, Irán, Siria, Cuba, Nicaragua, Venezuela y Corea del Norte de poner fin a las acciones punitivas impuestas unilateralmente por Estados Unidos contra algunas naciones por el impacto destructivo que dichas acciones tienen sobre los países agredidos y sobre todo en la lucha contra el coronavirus. Ortagus respondió “no hay cambio ni alivio de las sanciones impuestas por estados unidos contra Irán” añadiendo que se condiciona dicho levantamiento a que Irán se siente en la mesa de negociaciones con Washington para hablar del tema nuclear. Pero, bien lo sabe Irán, que Estados Unidos no es un interlocutor honesto. No se puede conversar con quien hace de los acuerdos internacionales letra muerta.

Es evidente que ese sentarse a la mesa con Estados Unidos, es someterse, aceptar incondicionalmente todos los planteamientos de la Casa Blanca, en materias que ya habían sido tratadas y acordadas en julio del año 2015 a través del llamado Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA por sus siglas en inglés) firmados bajo el gobierno del ex presidente Barack Obama y violados bajo la administración Trump. Estados Unidos no quiere dialogar, quiere imponer y para ello su política habitual y crónica es el sancionar, bloquear, amenazar, chantajear, so pena de recibir lo que ellos llaman castigos y que son, simplemente, crímenes de lesa humanidad.

El rechazo a esta conducta estadounidense ha venido desde múltiples países, incluyendo políticos de naciones aliadas, que ven en estas decisiones un signo de aprovechamiento político y económico. Tal es el caso del jefe del Comité de Economía y Energía del Parlamento alemán, el diputado Klaus Ernst quien sostuvo “En lugar de acordar compromisos mutuos y contribuir así a una comunidad mundial pacífica, Estados Unidos está tratando, a través de su política de sanciones, imponer unilateralmente su voluntad a otros y ponerlos en desventaja a favor de la economía de EE.UU.” Este tipo de ataques, según Ernst se ha intensificado desde que Donald Trump llegó a la presidencia y se dirigen, indistintamente a sus oponentes, rivales, como también a lo que se consideran como socios.

Desde Estados Unidos, una serie de congresistas demócratas, han exigido a la administración Trump que suspenda en forma temporal las sanciones y apremios, tanto contra Venezuela como Irán, tomando en cuenta la pandemia del covid-19. Una petición que viene además de uno de los países donde la pandemia está atacando fuertemente, convirtiendo a ese país en el principal referente de contagios y con un ascenso exponencial en el número de muertos, que ha obligado a Trump a modificar en 180 grados lo que pensaba sobre este virus. Chris Murphy, senador demócrata por Connecticut, junto a otros 10 congresistas del mismo partido, enviaron una carta al secretario de Estado Mike Pompeo y al secretario del tesoro, Steven Mnuchin, para exigirles la suspensión, durante tres meses, de la política de sanciones contra la República Islámica de Irán y Venezuela, de tal forma de permitirles combatir la pandemia y no afectar el flujo de medicamentos, equipamiento sanitario e incluso financiamiento a través de organismos internacionales como es el caso del FMI.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) a través de su Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, también emitió su opinión, tibia, claramente timorata, cuando se trata de Estados Unidos, solicitando “flexibilizar”, “reevaluar” las medidas sancionatorias contra Irán y Venezuela, Cuba y Corea del Norte, especialmente “En este período crucial de pandemia debido al coronavirus. Es necesario aplicar derogaciones amplias y pragmáticas por razones humanitarias (…) y acordar autorizaciones rápidas y flexibles para obtener bienes y equipos médicos esenciales. Tanto por razones de salud pública mundial como para apoyar los derechos y la vida de millones de personas en estos países, las sanciones sectoriales tienen que flexibilizarse o suspenderse…dificultar los esfuerzos médicos en un país aumenta los riesgos para todos nosotros”

La alta funcionaria internacional insistió respecto de Irán, uno de los países más afectados por el Covid-19, que se trabajara por flexibilizar las sanciones, por el impacto que ha tenido sobre la nación persa, en el área de acceder a los medicamentos y a los equipos médicos esenciales, como respiradores y trajes de protección para trabajadores sanitarios, que se han cobrado la vida de decenas de miembros del personal médico iraní. Lo afirmado por Bachelet se queda en la constatación, pero no hace un llamado a exigir, a exponer el tema en el seno de la ONU, para que se terminen con esta política de apremios, sobre todo contra aquellos países a los cuales Washington ataca sin pudor. Falta una declaración clara, fuerte que evidencie la violación de los derechos humanos de millones de personas sometidos a apremios, sanciones, bloqueos, embargos por parte de una potencia internacional que actúa impunemente. No se puede exigir sólo flexibilización, cuando el resultado de las acciones criminales de Estados Unidos son la muerte de miles de personas. Eso es un actuar cómplice.

Todo se devuelve

Frente a las críticas contra su proceder, la administración estadounidense desvía el foco del problema, al sostener que las sanciones contra Irán no apuntan el sector de la salud iraní. Afirmación cínica y absolutamente falsa, pues claro que va dirigido al ámbito sanitario, por la exigencia de Washington de no permitir la venta a la nación persa de medicamentos, equipamiento médicos y kits de pruebas del coronavirus. El día 21 de marzo pasado, bajo la presión de Trump, el llamado Grupo de Acción Financiera Internacional (FATF, por sus siglas en inglés) con sede en la ciudad de París, determinó que Irán pasaba a formar parte de los países que no pueden efectuar pagos con sus contrapartes extranjeras. Por tanto, ¿cómo paga Irán sus compras para combatir la pandemia? “Varias compañías internacionales están listas para suministrar a Irán kits de prueba de coronavirus, pero no podemos enviarles el dinero” sostuvo Ramin Falah, un miembro de la junta de la Asociación de Importadores de Equipos Médicos de Irán.

Mientras ataca a diversos países, Estados Unidos sufre en carne propia los efectos de la pandemia. Encabeza hoy el número de contagiados, según datos entregados por autoridades de salud de ese país, al domingo 29 de marzo ese número era de 142,178 contagiados con 2,503 fallecidos (el 40% de esos casos, en ambas categorías, se dan en la ciudad de Nueva York). Los hospitales de la ciudad de Nueva York, así como los de Nueva Orleans, Detroit y otros lugares donde la propagación del virus aumenta con gran rapidez, también han dado la alarma por la escasez de medicamentos, suministros médicos y personal sanitario capacitado. Los médicos de EE.UU. han exigido contar con ventiladores mecánicos adicionales con carácter de extrema urgencia. Incluso en materia de seguridad, la sociedad estadounidense dotada de millones de armas y con ello tan proclive a matanzas colectivas debe estar alertas a noticias como aquella que informó el FBI al detener a Timothy Wilson de 36 años. Abatido por la agencia federal acusado de planear la colocación de una bomba, en un hospital de la ciudad de Kansas, ocupado mayoritariamente contagiados por el Covid-19.

Esa porfiada realidad está modificando la política de la administración Trump, que había inicialmente despreciado el alcance de esta pandemia, sosteniendo que estaba todo bajo control y que su país no sería afectado por lo que en un momento calificó despectivamente como “virus chino”. Incluso, el epidemiólogo de la Casa Blanca, Anthony Fauci, calcula que USA podría llegar un millón de personas contagiadas y 200 mil muertes. Trump, No sólo ha tenido que ceder en temas de lucha contra la enfermedad, sino que sumarse a la idea de establecer una cuarentena total, que obligue a la población a cumplir estrictas reglas sanitarias, a colaborar con otros países incluyendo a China y sobre todo tratar de disminuir la enorme cifra de contagiados y muertos que se incrementarán hasta cifras inconmensurables. Ello, junto a una política de seguridad que está militarizando al país.

Frente al panorama desolador a nivel mundial que ofrece la pandemia del Covid-19, en el caso específico de Estados Unidos, éste sufrirá consecuencias aún más catastróficas. Una realidad que se da a pesar de su enorme riqueza, con sufrimiento de los sectores más pobres de su sociedad, caídas bursátiles como no se veían desde la crisis del subprime y una recesión ad portas como ha declarado la reserva federal. A pesar de esa realidad el gobierno de Trump no cesa en su conducta miserable y sigue presionando y atacando a los países que no ceden ante sus exigencias imperiales. Como el viejo cuento de la rana y el escorpión, el gobierno estadounidense y su naturaleza hostil y abominable, prefiere inocular el veneno que posee y ahogarse en lugar de optar por la colaboración y relaciones cordiales con el mundo.

https://www.hispantv.com/noticias/opinion/462698/eeuu-sanciones-coronavirus-venezuela-iran

  1. El cuento del escorpión y la rana: Había una vez una rana sentada en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión que le dijo: Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? Puedes llevarme a tu espalda…¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. Lo siento, pero no puede ser. No seas tonta — respondió el escorpión—. ¿No ves que si te pincho con mi aguijón te hundirás en el agua y yo que no se nadar, también me ahogaré? Y la rana, después de pensárselo mucho se dijo” a sí misma: Si este escorpión me pica a la mitad del río, nos ahogamos los dos”. Entonces, la rana se dirigió al escorpión y le dijo: Lo he estado pensando y te voy a ayudar a cruzar el río. El escorpión se colocó sobre la resbaladiza espalda de la rana y empezaron juntos a cruzar el río. Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, en una zona del río donde había remolinos, el escorpión picó con su aguijón a la rana. La pequeña rana sintió que el veneno mortal se extendía por su cuerpo. Y mientras se ahogaba, veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión. No entiendo nada, dijo la rana ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir. El escorpión la miró y le respondió: Lo siento ranita. No he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme. Y poco después de decir esto, desaparecieron bajo el agua del rio.