El Gobierno de transición de Sudán y la mayor parte de los grupos armados rebeldes han firmado este lunes un acuerdo de paz para poner fin a 17 años de guerra, que incluye cuestiones de seguridad, sociales y económicas, y en el que el principal desafío será su puesta en práctica después de varios intentos fracasados.
El hombre fuerte en el poder en Sudán, Mohamed Ahmad Dagalo, levanta el bolígrafo antes de la firma. (Akuot CHOL/AFP)
Los dirigentes sudaneses en el poder en
Jartum desde hace un año y cuatro movimientos rebeldes han firmado este lunes
en Juba, Sudán del Sur, un acuerdo de paz que pondría fin a 17 años de guerra.
El acuerdo ha sido rubricado en dos etapas. Primero, por los grupos rebeldes en
Darfur, donde la guerra que comenzó en 2003 dejó según la ONU unos 300.000
muertos y 2,5 millones de desplazados. Luego, por el movimiento rebelde de
Kordofán del Sur y del Nilo Azul, cuyo conflicto afecta a un millón de
personas.
El desafío de cumplir el acuerdo
Por parte de las autoridades sudanesas,
el acuerdo ha sido firmado por Mohamed Hamdan Daglo, vicepresidente del Consejo
Soberano que dirige al país y acusado de haber cometido atrocidades en Darfur
durante la guerra civil al frente de los grupos paramilitares janjaweed.
En un momento muy simbólico, Daglo ha estrechado la mano de los que han sido
sus enemigos, los jefes de movimientos rebeldes agrupados en el Frente
Revolucionario Sudanés (FRS). Éste, integrado por cuatro grupos, combatió en
Darfur (oeste), y en los estados de Kordofán del Sur y Nilo Azul (sur).
«Esta es una ocasión para la reconciliación. Tenemos que reconocer que hemos
cometido errores, pero es momento de iniciar una nueva página», ha señalado
Daglo.
Por su lado, el líder rebelde Gibril Ibrahim, del Movimiento por la Justicia y
la Igualdad, ha destacado que «el principal desafío será implementar el acuerdo
y lograr financiarlo».
Malik Agar, a su vez, líder del Movimiento Popular para la Liberación de Sudán
del Norte (SPLA-N), espera que «este histórico acuerdo de paz ayude a la
construcción de un nuevo Sudán».
El acuerdo también fue firmado, en calidad de testigo, por el presidente de
Sudán del Sur, Salva Kiir.
Numerosos dirigentes sudaneses se han desplazado hasta Juba para celebrar este
primer éxito desde la caída de Omar Al Bashir a principios de 2019.
«El sueño se ha convertido en realidad tras los considerables esfuerzos que
permitieron llegar a un acuerdo de paz entre el gobierno y el Frente
Revolucionario Sudanés», había dicho el domingo Tutkew Gatluak, jefe de los
mediadores y consejero del presidente de Sudán del Sur para asuntos de
seguridad.
Modelo federal
Antes de la ceremonia oficial de este lunes, los representantes de las distintas partes firmaron el fin de semana los ocho protocolos que constituyen el acuerdo de paz: seguridad, propiedad territorial, justicia de transición, indemnizaciones y compensaciones, desarrollo del sector nómada y pastoral, reparto de riqueza, reparto de poder y regreso de refugiados y desplazados.
Los acuerdos contemplan el reconocimiento de los derechos ancestrales de las tribus y la anulación de los derechos de propiedad otorgados mediante usurpación o arrebatados por el anterior régimen de Al Bashir, depuesto en abril del año pasado.
Además, prevé una vuelta al modelo
federal y el reconocimiento de capacidades fiscales para las regiones,
especialmente Darfur.
El acuerdo estipula que los movimientos armados tendrán que ser desmantelados y
que sus combatientes tendrán que unirse al ejército regular, que se
reorganizará para ser representativo de todos los componentes del pueblo
sudanés.
Todavía quedan grupos armados sin firmar
Estas negociaciones de paz eran la
prioridad del nuevo gobierno de Jartum.
«Todos los programas del gobierno se basan en la paz y si la paz no se logra,
no se llevará a cabo ninguno de los programas de transición», ha indicado
Fayçal Mohamed Saleh, portavoz del gobierno.
«Examinaremos muy pronto la puesta en práctica de la paz para ayudar al regreso
de los refugiados y de las personas desplazadas a sus pueblos y somos
optimistas en cuanto al hecho de que Sudán tendrá un futuro mejor», ha añadido.
Sin embargo queda mucho por hacer todavía, puesto que dos grupos no han
participado en las ceremonias del lunes: el Movimiento de Liberación de Sudán
(MLS) de Abdelwahid Nur y el Movimiento Popular de Liberación de Sudán del
Norte (SPLA-N) de Abdelaziz Al Hilu.
«Los estamos esperando, la mayoría de las cuestiones fueron abordadas y deberían unirse a esta paz, para eso trabajamos con todo el esfuerzo para negociar con ellos para llegar un acuerdo de paz global», ha asegurado el primer ministro del Gobierno de Transición sudanés, Abdalla Hamdok.
Un año de
negociaciones
Para llegar a este acuerdo ha sido necesario un año de negociaciones por la
enorme desconfianza entre las partes y la complejidad del conflicto.
«Cuando tuvo lugar la declaración de Juba en setiembre (2019) todo el mundo
esperaba que la paz se firmaría en dos o tres meses (…) pero nos dimos cuenta
de que los temas eran de una complejidad excepcional», explicó Hamdok el
domingo.
Tras el fracaso de varios acuerdos de paz, como el de 2006 en Abuya (Nigeria) y
el de 2010 en Qatar, los antiguos adversarios sumaron a los acuerdos sobre
seguridad algunas de las cuestiones de fondo que envenenan el país desde su
independencia, en 1956.