Según informaciones recientes, en África hay alrededor de 1,3 millones de casos positivos de covid-19, lo que ha llevado a algunos responsables sanitarios a considerar que es posible que el continente haya escapado de lo peor de la pandemia.
En Zimbabue, el Ministerio de Salud refiere niveles bajos del virus, con informes de 7.400 casos positivos acumulados y 218 muertes a principios de septiembre. Sin embargo, fuentes locales creen que la tasa de infección es significativamente mayor y que está aumentando. El confinamiento y el toque de queda impuestos en el país han empeorado una economía ya débil, y Zimbabue se enfrenta a lo que la ONU llama “niveles desesperados de hambre”, exacerbados por una crisis de gobernanza que lleva mucho tiempo prolongándose.
Mientras tanto, Sudáfrica ha registrado más de 640.000 casos y ha acumulado más de 15.000 muertes. El gobierno sudafricano ha adoptado medidas agresivas, incluido el anuncio de un estado nacional de desastre, la promulgación de restricciones con confinamiento y la creación de un presupuesto especial para el coronavirus por valor de 26.000 millones de dólares, que proporciona ayudas en efectivo al menos al 37% de la población.
Sin embargo, los millones de trabajadores migrantes de Zimbabue en la economía informal de Sudáfrica no han podido optar a esos beneficios. Sin trabajo y sin capacidad para acceder a algún tipo de fondo, muchos migrantes han regresado a sus hogares, lo que ha llevado a algunos zimbabuenses a creer que la afluencia de residentes que regresan ha aumentado las infecciones, especialmente en las zonas rurales.
El gobierno de Zimbabue exige que los migrantes que regresan al país se pongan en cuarentena en instalaciones administradas por el Estado. Sin embargo, esos centros carecen de equipos para hacer tests, agua corriente y suministros de higiene, por lo que muchas personas en cuarentena han huido de estas condiciones antes de completarla. Un número indeterminado de migrantes también ha retornado al país a través de puntos de entrada no oficiales, sin pasar por las instalaciones de cuarentena y probablemente facilitando la propagación del virus a familias y comunidades rurales.
Las evidencias informales indican un alto nivel de propagación comunitaria de covid-19 y el temor de que se esté ofreciendo un recuento incorrecto a la baja. Las familias con síntomas no pueden acceder a las pruebas gratuitas y tampoco pueden pagar las pruebas en laboratorios privados, que pueden costar 60 dólares o más. En julio el parlamento de Zimbabue suspendió sus actividades después de que ocho de sus miembros dieran positivo. La aseguradora médica más grande del país, la Sociedad de Ayuda Médica Comercial e Industrial (CIMAS, por sus siglas en inglés), cerró después de que 27 empleados dieran positivo, y varias tiendas minoristas populares cerraron durante períodos cortos después de que los empleados resultaran asimismo diagnosticados como positivos.
Las turbulencias económicas y la pandemia amenazan la economía mundial, pero Zimbabue estaba en caída libre a nivel económico antes de que llegara el virus. El sector de la salud del país está destrozado, la inflación es del 319% y la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU informa que la sequía, las malas cosechas y la austeridad económica son un desafío diario. “Se ha reducido la prestación de servicios de salud, agua potable, saneamiento y educación, y millones de personas tienen que enfrentar grandes retos para poder acceder a servicios vitales”, advierte la ONU. Casi la mitad del país se enfrenta a una grave inseguridad alimentaria.
Desde el golpe militar de 2017 que destituyó de su cargo al presidente Robert Mugabe, todos los intentos para cambiar a un gobierno liderado por civiles han fracasado. En cambio, el sucesor de Mugabe, el presidente Emmerson Mnangagwe, ha consolidado y exaltado a una camarilla de líderes militares que han llevado al país al borde del precipicio.
Desde el derrocamiento de Mugabe, los partidos de oposición, los sindicatos y los movimientos sociales se han organizado, han desarrollado plataformas políticas (por ejemplo, el Manifiesto Ciudadano de 2019) y realizado numerosas protestas públicas, exigiendo justicia social y económica y el cumplimiento de la Constitución de Zimbabue.
Tras estas acciones masivas, los soldados y la policía han asaltado, acosado, detenido y torturado sistemáticamente a líderes conocidos o supuestos.
Los zimbabuenses se sienten frustrados con el liderazgo del país y abundan los rumores de un segundo golpe junto a llamamientos de la sociedad civil, la federación laboral y los líderes de opinión progresistas en favor de una autoridad de transición como única forma de impedir una violencia generalizada.
No existe una solución rápida para la terrible situación de Zimbabue. En Estados Unidos hay grupos progresistas que están debidamente comprometidos en la lucha contra las fuerzas autoritarias racistas y de derechas en Zimbabue. Pero, ¿pueden los progresistas, como dijo un líder solidario que vive en Washington, D.C., “hacer dos cosas a la vez”? La lucha por la igualdad económica, la prosperidad compartida y la dignidad es global y debe librarse en múltiples frentes. Zimbabue necesita ayuda material urgente y apoyo público visible.
Los programas de ayuda material pueden crear un salvavidas, y ZimAlliance, una ONG colaboradora, tiene un historial sólido a la hora de brindar apoyo financiero y humanitario a las organizaciones comunitarias en Zimbabue. ZimAlliance proporciona también fondos para la asistencia legal y fianzas de quienes se han convertido en blanco de la policía y del ejército, incluidos miembros de partidos de oposición, periodistas, activistas de derechos humanos y líderes sindicales.
TrustAfrica, una organización filantrópica 501 (c) (3) con sede en Dakar, actúa como administrador fiscal y de subvenciones para ZimAlliance. Pueden hacerse donaciones directas con tarjeta de crédito a ZimAlliance aquí.
Las redes sociales son también de utilidad. Según una fuente, las redes sociales de Zimbabue han informado de casos de personas desaparecidas y de secuestros en curso. La ausencia de atención inmediata en las redes sociales puede llevar a desapariciones totales o asesinatos brutales que el Estado simplemente puede negarse a reconocer.
En respuesta a la violencia policial de este verano, los zimbabuenses lanzaron #Zimbabweanlivesmatter y #Zimbabwelivesmatter, que recogieron los tuits de artistas nacionales de toda África, de la diáspora de Zimbabue y de personalidades mundiales, incluido el presidente Barack Obama. Utilicen sus plataformas de redes sociales para mantener una mirada alerta sobre la situación de Zimbabue. En Facebook y Twitter, compartan, tuiteen y retuiteen: #Zimbabwelivesmatter y #Zimbabweanlivesmatter.
Imani Countess es miembro de Open Society, una fundación que lucha contra las desigualdades económicas.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.