El trumpismo surgió como nueva forma de liderazgo político, que buscaba representar las críticas vertidas contra la democracia liberal, el poder legislativo, el poder judicial y los medios de comunicación, desde una perspectiva de extrema derecha.
La derrota de Donald Trump no es sólo electoral. Expresa el fracaso de un estilo de gobierno que, en la medida en que se reprodujo en otros países, empezando por Brasil, puede denominarse trumpismo. Trump y Jair Bolsonaro representan modelos alternativos de gobiernos de derecha dentro de la derecha. La derecha, como consecuencia de haber adoptado el modelo neoliberal, estaba en crisis, ya que ese modelo concentra la riqueza en pocas manos, promoviendo sólo los intereses del capital financiero y la desigualdad, sin la capacidad de obtener bases de apoyo social que permitan gobiernos con estabilidad política. La derecha tradicional estaba perdiendo sucesivas elecciones, mostrando una incapacidad para combinar el modelo neoliberal con la fuerza política.
El trumpismo surgió como nueva forma de liderazgo político, que buscaba recoger las críticas vertidas contra la democracia liberal, el parlamento, el poder judicial y los medios de comunicación con una perspectiva de extrema derecha. Tenía la intención de capitalizar la erosión de la política, proponiendo una nueva forma de hacer política, supuestamente sin corrupción. De ese modo, logró reconstruir el campo del debate político, al dotarse de una base de apoyo específica, y puso a la defensiva las demás interpretaciones. Asimismo, polarizó la vida política en torno a los líderes políticos y sus gobiernos mediante un discurso muy agresivo y a través de declaraciones contra los consensos existentes hasta ese momento, escandalizando a la opinión pública.
Pretendía expresar la voz de la mayoría silenciosa mencionada por Richard Nixon, que habría estado callada, pero se rebeló contra la liberalización de las costumbres, contra los derechos humanos, contra la democratización política, contra la protección del medio ambiente, contra los movimientos de defensa de derechos de las mujeres, negros, jóvenes y LGBT. Hubo sectores que se sintieron agredidos en las declaraciones extremadamente conservadoras de estos nuevos líderes.
Trump fue el candidato que promovió la derecha estadounidense, en contra la voluntad de la dirección del partido Republicano, a la que se impuso como un outsider gracias al papel de los medios de comunicación. Se impuso en el Partido Republicano y ganó las elecciones en el Colegio Electoral, impidiendo la continuación de la administración Obama con Hillary Clinton.
Promovió un estilo basado en el conflicto, sobre todo con los medios de comunicación, a los que consideraba enemigos, constituyendo una base de apoyo radicalizada a la que se sumaron sectores de la población que se sentían huérfanos de un sistema político y un modelo económico que no les daba protección. Con su discurso reunió a una importante base electoral, pero profundizó la división en el conjunto de la sociedad.
Fue un estilo político de gran éxito inicial, mientras dirigía sus críticas dirigidas a los demás, como un francotirador. Funcionó hasta que llegó al gobierno, cuándo sus palabras pudieron ser contrastadas con sus actos.
La campaña electoral de este año fue el momento de la verdad para Trump. Terminó derrotado, aunque obtuvo un gran número de votos, porque fue juzgado por sus actos en el gobierno, por su incapacidad para combatir la pandemia, por el negacionismo que caracteriza a estos gobernantes, así como por la negación de los derechos humanos, el racismo y la discriminación. Su derrota muestra el fracaso del trumpismo y apunta a un futuro similar para Bolsonaro. El Partido Republicano se condenará a sí mismo al suicidio si pretende mantener a Trump como líder: un político que se desgasta aún más debido a la actitud que mantiene ante su derrota electoral. Además, el trumpismo puede servir como estilo de gobierno, pero no sirve para ser oposición.
Algo distinto es que la extrema derecha haya llegado para quedarse en el campo político, tanto en Estados Unidos como en Brasil, como corriente política e ideológica. Pero perderá gran parte de su atractivo por haber fracasado como gobierno. La derecha tendrá que volver a apelar a sus partidos y candidatos tradicionales. Puede ser que la extrema derecha siga polarizándose contra la izquierda, pero sin el atractivo que tenía cuando eran francotiradores.
Los votos que tuvo Trump no son suficientes para definir su continuidad como líder de la derecha estadounidense. Su imagen se desgasta cada día que transcurre sin aceptar su derrota. Los principales líderes del Partido Republicano ya mostraron públicamente sus diferencias con respecto a la actitud que está manteniendo, porque saben que no es una posición asumible para el partido. El partido tiene la mitad de los gobernadores de Estados Unidos, que no pueden gobernar del mismo modo que lo hizo Trump.
La derecha se valió de la alternativa del trumpismo para gobernar, pero su gobierno no tuvo éxito, siendo esa la herencia que le queda a cualquier tendencia política. Como fuerza de oposición, el trumpismo funcionó, pero no pasó la prueba de ser un buen gobierno, por lo que tenderá a perder protagonismo como alternativa política.