A poco más de una semana de que el gobierno central etíope informara la toma de la ciudad de Mekelle, la capital de la provincia separatista de Tigray y aparentemente terminara con la resistencia del Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF), que habría durado unos 24 días, el conflicto que comenzó el cuatro de noviembre, parece estar retirándose de los grandes medios, como los insurgentes del mismo conflicto.
Poco ha trascendido después de la anunciada y previsible victoria de Addis Abeba y fundamentalmente acerca del costo en vidas de esa victoria. La información continúa restringida y las comunicaciones con la ciudad de Mekelle, epicentro de los combates, siguen bloqueadas por lo menos para las civiles.
Se conoció este último domingo día 7 que la ayuda a los civiles atrapados en el conflicto de las diferentes organizaciones humanitarias que operan en la región, era cada vez más difícil de aportar dado la “volatilidad de la situación” de lo que se desprende que la “victoria” anunciada por el Primer Ministro Abiy Ahmed, no ha sido todo lo contundente que se dijo, o que quizás lo haya sido por demás y que el ejército etíope se encuentre escondiendo las pruebas de tan “aplastante” triunfo. Las mismas ONG que están trabajando en Tigray alertan de la falta de alimentos, medicamentos y “bolsas para cadáveres”. Los informes más confiables hablan de enfrentamientos constantes, saqueos y de un desorden social desbordado.
Más allá del acuerdo que Addis Abeba alcanzó con Naciones Unidas el miércoles día 2, para el acceso humanitario e irrestricto a la región, el que reclamaba desde apenas iniciada la escalada para permitir la asistencia sanitaria y alimenticia en las áreas de los combates, los convoyes con esa ayuda están sufriendo asaltos de manera constante sin que el ejército pueda o quiera contenerlos, por lo que el desabastecimiento de elementos tan básicos el agua, alimentos y combustible, está afectando incluso a los trabajadores humanitarios, según declaró Saviano Abreu, jefe regional de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU. Los equipos sanitarios denunciaron la falta de electricidad, combustible para abastecer los generadores, guantes y medicación tan básica como analgésicos, antibióticos, e incluso que habían sido despojados de sus ambulancias por los soldados.
Naciones Unidas desde antes del conflicto que ya asistía a unas 600 mil personas en la región, incluidos 96 mil eritreos que viven en cuatro campamentos, los que dependen completamente de la ayuda internacional alimentaria mientras que otro millón era beneficiado de la red de seguridad alimentaria, no pueden abastecerse por sus propios medios.
Las afirmaciones del Primer Ministro Abiy acerca de que no se habían producido bajas civiles durante la ofensiva, la semana pasada, fueron rebatidas por un médico que dijo que cerca de unas treinta personas había muerto en diferentes hechos en cercanías de Mekelle, cuando residentes interrumpieron el tránsito en una carretera para protestar contra los saqueos protagonizados por efectivos del ejército federal. Al tiempo que la ONU dice que al menos cinco trabajadores humanitarios han muerto y otros cien se encuentran desaparecidos. Una médica etíope ya refugiada en Sudán, informó que, en el hospital de la ciudad tigriña de Humera, de unos 22 mil habitantes, en los primeros días de combate habían recibido al menos quince muertos, y que solo eran los que se habían podido recoger en las calles.
La urgente declaración de victoria por parte del Primer Ministro, sin duda fue un intento de dar un cierto orden al país, por temor que otras regiones levantiscas intentarán seguir los pasos de Tigray. lo que podría desestabilizar el segundo país más poblado de África, la región más extensa del Cuerno de África y también, de algún modo, dar una imagen de gobernabilidad hacia el exterior, en momentos que Addis Abeba, se enfrentan a un conflicto, que recién empieza con Egipto, por el llenado de la gran represa del Renacimiento en fase final de llenado, lo que afectará el curso del río Nilo.
Lo que sí ha sido confirmado la matanza del 9 de noviembre, en la aldea de Maïkadra, que dejó más de 600 muertos de la etnia amhara, la segunda más numerosa del país con cerca del 25 por ciento de la población total del país unos de 110 millones. Las víctimas de dicha matanza lo fueron en manos del Movimiento Juvenil Samri, vinculado al TPLF, quienes atacaron la aldea y asesinaron con armas blancas, golpes y ahorcamientos a los civiles, incluyendo niños, mujeres y ancianos.
Los detalles más espeluznantes de la matanza fueron dados por un sobreviviente encontrado en el campamento de refugiados de al-Hashaba (Sudán), un profesor de inglés de 29 años, que habría explicado que las muertes se produjeron tras las primeras trifulcas en el pueblo iniciadas por los Fannos una milicia armada perteneciente a los amhara.
El miedo al fin de la guerra.
El Frente de Liberación Popular de Tigray advirtió que su retirada de la ciudad capital, solo había respondido a cuestiones tácticas, ya que quería evitar darle excusas a los invasores para que continúen con la destrucción, por lo que dejó en claro que mantendría su lucha. Se denuncia que son miles de combatientes muertos en el asalto final a Mekelle al tiempo que se estima entre 50 y 60 mil los refugiados que han escapado a Sudán, viajando durante días a través de bosques y tras cruzar el río Sittet.
según Naciones Unidas, el número podría alcanzar a los 200 mil, poco tiempo más, dependiendo del desarrollo de la guerra; Los nuevos refugiados denuncian que han dejado atrás cadáveres abandonados en las calles, ejecuciones selectivas, que el hedor que se alcanza a oler desde los caminos es insoportable, además de saqueos, violaciones y torturas, los que han hecho rebasar los campamentos de al-Hashaba, el de Hamdayet, y el último hasta ahora el de Um Raquba, abiertos con premura, por el gobierno de transición establecido la destitución de Omar al-Bashir, en abril de 2019, que a la vez está librando una guerra propia política con el descontento general por el empeoramiento de la economía y la escasez de productos esenciales.
Mientras cerca de un millón de personas son consideradas desplazados internos en Etiopía, en su mayoría tigriños, lo que pudiera dar origen a la conformación de un importante núcleo guerrillero que no daría descanso al gobierno federal.
También existe la posibilidad de que se abriese un nuevo frente de combate mucho más inestable e inhallable para el gobierno, el que podría surgir a 800 kilómetros al sur de Mekelle, y son las propias calles de Addis Abeba, la capital de etíope, de unos cinco millones de habitantes entre los que se calcula unos 350 mil tigriños, que hasta ahora han resistido dócilmente a los abusos policiales, que de manera permanente los están hostigando no solo en las calles sino en sus ámbitos laborales y también en sus domicilios particulares, por las que ya son numerosas las denuncias entorno a esos abusos. Cada atardecer, móviles policiales, transitan por la ciudad haciendo meticulosos controles vehiculares no solo en los automóviles privados, sino también taxis ómnibus y el transporte ferroviario ligero, donde los pasajeros son registrados al igual que todas las pertenencias que lleven. Las autoridades, con estas intimidaciones intentan evitar que los militantes del Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF), puedan comenzar a operar en la capital, realizando algún tipo de atentado, que sin duda en algún momento se producirán.
Apoyando en estado de inseguridad que vive la provincia separatista, el que podría expandirse al resto del país el líder tigriño Debretsion Gebremichael, declaró que: “la región norte continuaría luchando mientras los invasores federales estuvieran en suelo de Tigray.”
La margen del conflicto interno etíope, se conoció en domingo que fuerzas sudanesas han avanzado sobre parte del triángulo de el-Fashaga, un sector de 250 kilómetros cuadrados, un área que su demarcación, se ha mantenido en discusión entre las dos naciones desde hace décadas. Por lo que el ejército sudanés tomó posesión de parte de este territorio rico en tierras cultivables, ubicado en la parte sur-oriental del estado oriental sudanés de Gedaref, lo que sin duda traerá más novedades al frente.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.