En 2017 el presidente nigeriano, Muhammadu Buhari, había declarado que: “Boko Haram, estaba técnicamente derrotado”, a tres años vista, la organización terrorista más poderosa del oeste africano, sigue demostrando, que no está de acuerdo con las declaraciones del presidente.
La organización fundada en 2009, que ya se le computan entre 40 y 50 mil asesinatos, al tiempo de ser responsable de haber obligado al desplazamiento de millones de campesinos, no sólo del Nigeria, sino también del Chad, Camerún y Níger, donde opera regularmente, hay sumido a diez millones de personas de los estados de Borno, Adamawa y Yobe, a depender de asistencia humanitaria para sobrevivir. Además, esta guerra ha colocado a Nigeria entre las cinco naciones del mundo con más víctimas por el estallido de minas antipersonales. Ese número es provocado por los millones de desplazados internos que transitan sin controles, ni guías por áreas de combate, a los que se le suman aldeanos que en búsqueda de leña para combustible o trabajando en sus tierras se encuentran con algún tipo de estos dispositivos. Las minas colocadas particularmente en el nordestino estado de Borno, entre enero de 2016 y agosto de 2020, oficialmente dejaron 408 muertos y 644 heridos, aunque las cifras podrían ser significativamente mayores por dos razones: o no llegan a ser denunciadas por la distancia, el temor o la ignorancia de las víctimas o acaso es el gobierno que prefiere “adelgazar” los números intentando maquillar su fracaso, en la lucha tanto contra Boko Haram como contra la Willat de África Occidental del Daesh, o ISWAP, por sus siglas en inglés, escindida del primero en 2016, siguen realizando operaciones de gran magnitud.
El pasado sábado 28 de noviembre, a unos diez kilómetros de la ciudad de Maiduguri, la capital del Estado de Borno, al menos 200 agricultores, que trabajaban sus sembradíos de arroz, fueron asesinados, tras ser sorprendidos por varios cientos de muyahidines que se movilizaban en motocicletas. Hasta la fecha, ni Boko Haram, ni la ISWAP se ha adjudicado la masacre. Al tiempo que los hechos se han producido en un sector colindante de los “territorios” de ambas khatibas. Las autoridades tampoco han podido discernir de quien ha sido la responsabilidad, aunque según los expertos, cree que se debió a una acción de Boko Haram, ya que el cisma se produjo porque el líder del ISWAP, Abu Musab al-Barnawi, hijo del fundador de la organización, Mohammed Yusuf, muerto en 2009, pretendió distanciarse de las tácticas del actual emir, Abukar Shekau, que plantea atacar cualquier tipo de objetivo posible sea tanto un mercado como una unidad militar. La organización de al-Barnawi, desde su fundación anunció que solo atacaría objetivos militares. Aunque en estos últimos meses ISWAP, produjo acciones contra algunas comunidades civiles, cuando se negaron a pagar impuestos o crearon fuerzas de autodefensa para resistir las incursiones de los integristas.
Entre tanto los altos mandos de la operación del ejército nigeriano Bien Hecho o Lafiya Dole en hausa; el pasado sábado doce anunciaron la muerte de al menos veinte muyahidines de Boko Haram y la captura de parte de sus equipos de comunicación, cuatro camiones, tres motocicletas boxer, tres cañones antiaéreos, dos ametralladoras PKT, 10 rifles AK 47 y 13 granadas propulsadas por cohetes (RPG), junto a una gran cantidad de municiones y otras armas, cuando se preparaban para atacar la localidad de Askira Uba en el estado de Borno.
Prácticamente a la misma hora, pero en el sureste de Níger, en la aldea de Toumour en la región de Diffa, los takfiristas asesinaban a una treintena de personas, mientras se reportaba un número importante de heridos y desaparecidos tras una incursión nocturna, de tres horas, poco antes de que se iniciaran las elecciones municipales y regionales en todo el país.
Según se conoció algunas de las víctimas murieron tras recibir disparos, al tiempo que otras fueron quemadas dentro de sus casas, por los incendios provocados por los atacantes, que destruyendo el sesenta por ciento de la aldea. Unas mil casas, junto al mercado central y una importante cantidad de vehículos fueron alcanzados por el fuego intencional de la khatiba atacante, formada por unos setenta hombres que se desplazaban a pie y habían llegado a las proximidades del pueblo al atardecer, tras haber cruzado el lago Chad a nado.
Un déjà vu de Chibok
El viernes once, se conoció que el ataque a una escuela secundaria de la ciudad de Kankara, en del estado de Katsina, en el norte del país. Tras el que 330 alumnos de entre 11 y 20 años, de los 839 que allí estudian, fueron secuestrados, aunque fuentes locales hablan de que serían más de 500. Lo que de inmediato hizo recordar lo sucedido en Chibok un departamento del Estado de Borno, donde en abril de 2014, 276 niñas fueron secuestradas de un internado católico, por elementos de Boko Haram, muchas de aquellas muchachas fueron obligadas a casarse con los terroristas, aunque más de un centenar en el transcurso de estos años consiguieron ser rescatadas. Ese suceso catapultó a la fama mundial a esa banda terrorista y más allá de las intensas campañas internacionales que incluso encabeza Michelle Obama, la mujer del entonces presidente norteamericano Barak Obama, nada se consiguió.
Tener como objetivo centros educacionales va en concordancia con el nombre de la organización terrorista ya que, en hausa, la lengua nativa, más hablada entre los doscientos millones de nigerianos, Boko Haram significa: “la pretenciosidad es anatema”, también muchas veces interpretado como “la educación occidental es pecado”.
El Presidente Buhari, rápidamente además de condenar el hecho, y ordenar el cierre de todas las escuelas secundarias del estado, responsabilizó del hecho a bandas locales de delincuentes comunes que se dedican al secuestro extorsivo. En agosto pasado una maestra y un grupo de alumnos también habían sido secuestrado en el vecino estado de Kaduna, los que fueron liberados tras el pago de rescate.
Según los testigos los delincuentes habrían llegado el viernes por la noche, en decenas de motocicletas, haciendo disparos intermitentes, tras lo que intentaron copar la escuela, dependiente del gobierno estatal. Lo que la policía, junto al ejército impidieron, aunque muchos de los alumnos al verse cercado por los disparos buscaron refugio en los bosques cercanos, de donde finalmente fueron sorprendidos por los secuestrados.
Abubakar Shekau, el emir takfrirista, atribuyó a su organización la responsabilidad del secuestro masivo que tuvo lugar a más de 800 kilómetros al oeste de la zona donde opera, lo que marca la intensión de expandirse a “nuevos territorios”. Aunque más tarde se conocería que los secuestros habían sido realizados por bandas de delincuentes comunes, que hace más de diez años que asola la región, lideradas por Awwalun Daudawa, Idi Minoriti y Dankarami, y que en este caso operaron por orden de Shekau. Lo que da lugar a temer que la alianza entre el crimen común y el terrorismo, tantas veces denunciada desde Abuya, se convierta en una profecía auto cumplida.
Los jóvenes secuestrados, habrían sido trasladados al Estado vecino de Zamfara, donde los delincuentes tienen un acuerdo con el gobierno estadual, por lo que se cree podría llegarse a negociar su liberación. En Zamfara los muchachos habían sido divididos en varios grupos, tras los que una veintena de ellos consiguieron escapar. Si los jóvenes estudiantes llegaran a manos del alucinado Abukar Shekau, correr el riesgo de ser radicalizados y bien incorporados como combatientes los mayores y los más pequeños utilizados para convertirse en shahid (mártires), cómo muchas veces ha sucedido, disimular entre sus ropas chalecos explosivos, dejarlos perder entre los asistentes a un mercado, estación de buses o algún centro religioso y detonarlos a control remoto, para demostrarles al mundo y al presidente Muhammadu Buhari, que Boko Haram, sigue técnicamente muy vivo.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.