La teoría del caos, aplicada a las ciencias sociales ha sido de gran utilidad a los gestores imperialistas e ideólogos prácticos de la guerra de cuarta generación, que incluye las guerras híbridas en desarrollo, para reconfigurar el nuevo orden global bajo la hegemonía y tutela del poder de los EE.UU., acto seguido a la destrucción en 1991 de la Unión Soviética.
Uno de los mejores exponentes de la aplicación de tal concepción fue el consejero de Seguridad Nacional estadounidense de origen polaco Zbigniew Brzezinski, con su muy conocida obra “El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos” (existe traducción al castellano: Paidós. Buenos Aires. 1998) en donde ya se diseñan los conceptos de centro Imperialista con su periferia, que fueran desarrollados posteriormente por sus alumnos con los términos geopolíticos de “Heartland” o corazón de la Tierra, y el “Rimland” o tierras de la frontera para controlar.
¿Cómo controlar esas tierras de la frontera? Fácil. Con las guerras postmodernas o de cuarta generación que superarán históricamente.
-Las guerras de 1° generación o guerras de líneas y columnas tácticas, armas de fuego y ejércitos Estatales profesionales.
-Las guerras de 2° generación o de trincheras, basada en la capacidad industrial y de transporte, ejemplo la guerra de secesión americana y primera guerra mundial.
–Las guerras de tercera generación o guerra total y relámpago, con ataques fulminantes y sorpresivos a la infraestructura tecnológica y productiva del enemigo que desmoralizan la población, alta movilidad, mecanizados, aviones y submarinos, por ejemplo la Segunda Guerra Mundial,
-Y por último, la guerra de 4° generación o postmoderna, diluida, descentralizada donde predominan las tecnología informática y cibernética, combinada con métodos “irregulares” como el uso de paramilitares y “combatientes por la libertad y la democracia” financiados desde el centro con dineros “lavados” en el sistema financiero, y cuyo primer ensayo de dio en la guerra de Vietnam y se ha venido perfeccionando en las demás guerras en Asia Central y el Oriente Medio, el patio trasero estadounidense y el África.
Varias premisas esenciales de la teoría del caos fueron tomadas para el desarrollo de tan novedosa práctica bélica de dominación social , pero que en realidad se remiten a la un poco más antigua concepción emancipadora de la dialéctica materialista de la Historia y de la realidad objetiva y material enunciadas por los maestros Marx y Engels a mediados del siglo XIX: 1) La unidad y lucha de contrarios de la materia en constante movimiento y transformación, por ejemplo entre caos y orden, nuevo caos y vuelta a un nuevo orden. 2) Los cambios de calidad en cantidad invocados en el llamado “efecto mariposa”, y en el ejemplo de cómo un pequeño hecho puede precipitar grandes cambios, según el tan conocido ejemplo de la gota que “rebasa” el vaso lleno y lo riega. 3) La necesidad y el accidente en la dialéctica de la naturaleza de Engels, es decir la introducción en el análisis de cualquier fenómeno material de la complejidad y el azar, más aún en la concepción del caos aplicada a los sistemas sociales, considerados “como sistemas abiertos, complejos, dinámicos que tiene como calidad organizarse y desorganizarse, y donde el azar o “aleatoriedad” juega un papel fundamental”.
Estabilidad, desorganización, desestabilización, caos, reorganización y nueva estabilidad, son fases que la teoría del caos pide tener en cuenta a la hora de analizar una sociedad determinada local, o incluso generalizar al analizar la llamada sociedad global. Entonces tenemos que, sí es posible intentar controlar o manejar, gobernar o mejor administrar RACIONALMENTE desde un poder estatal competente las diferentes fases por las que puede atravesar un sistema social en su movimiento, y para esto, se ha modernizado y actualizado tecnológicamente la teoría y la historia de las guerras universales y se ha puesto en práctica la teoría imperialista hegemónicas de las guerras de cuarta generación a lo largo y ancho del mundo actual.
La opinión pública universal está pendiente y se interroga con la más justa razón sobre que va a pasar o mejor, como irán concluir los dos fenómenos inquietantes e inciertos (caóticos) que están dominado la vida de los atribulados pobladores del globo: La pandemia de COVID-19, y el destino del hegemón universal de los EE.UU. Analizar el porvenir de la pandemia del coronavirus supera en mucho este pequeño análisis de contextualización política general, referido a los últimos acontecimientos en los EE.UU. donde una bifurcación caótica y un Toro están en marcha impredecible.
Frente a lo cual se puede decir simplificando que si bien Trump ha sido derrotado electoralmente por Biden para un posible gobierno de los EE.UU. en los próximos años, no ha sido derrotado políticamente y según él mismo lo ha anunciado, piensa ir hasta el final. Se ha producido una evidente fractura con su vicepresidente Pence que abarca al Partido Republicano (ya hay quienes Colombia igualan a Juan Manuel Santos con Pence, recordado lo dicho por Napoleón de que “el más grande adulador es el más grande traidor).
Pero en cambio, la mano derecha e inseparable acompañante de Trump, el empresario exdirector de la CIA y secretario de Estado Pompeo, sigue tomando inquietantes decisiones (del tipo de guerra de cuarta generación) de posibles repercusiones globales mayores de efecto mariposa, sobre todo en Nuestramérica, por ejemplo cometiendo la burrada de declarar a la digna Cuba socialista como “Estado patrocinador del terrorismo”, y, ordenando al jefe del comando sur del US Army Craig Faller, visitar a Guyana en medio de unas amenazantes maniobras militares, con el fin de afianzar definitivamente el acuerdo bilateral sobre seguridad hemisférica y cooperación firmado en 2020 entre Irfaan Ali jefe de Guyana y el propio Pompeo. Esto sin considerar las amenazas de un posible ataque nuclear contra Irán o las decisiones sobre los rebeldes del Yemen también declarados terroristas.
Minando con ello el campo diplomático futuro del nuevo presidente Biden y entorpeciendo aún más que el Garrote de Trump (caos) pueda convertirse dialécticamente en la zanahoria de Biden (orden esperado), pero sobre todo mostrando a los seguidores irrestrictos y fanáticos de Trump, armados y desarmados, que un nuevo poderoso y ventripotente “jefe” se encargará de continuar el proceso de «Make América great again», o volver a hacer a América Grande.
¿Lo lograrán?
La respuesta es incierta, compleja, azarosa, y por lo tanto se puede analizar dentro de la teoría del caos que comento.