Joe Biden había prometido ser el presidente más favorable a las y los trabajadores de la historia. Pero acaba de apoyarse en el Congreso para hacer ilegal una huelga de sindicatos ferroviarios y para imponer a este sector un nuevo contrato que afecta a unos 135.000 trabajadores y trabajadoras.
En virtud de la Ley sobre el Trabajo en Ferrocarriles (Railway labor act), el Congreso aprobó y el presidente firmó una ley que cuestionaba el derecho de los sindicatos a convocar una huelga, e imponía un contrato que no da a las y los trabajadores ningún día pagado de baja por enfermedad. El derecho a la baja por enfermedad era la principal reivindicación de las y los trabajadores ferroviarios que ahora trabajan en el marco de un sistema en el que la mayoría está en “situación de disposición” permanente aun cuando no esté en el trabajo. Pueden ser penalizados por no haber respondido a una llamada, estar con una enfermedad o a causa de una emergencia familiar.
Demócratas leales a las empresas
Sólo ocho personas electas demócratas en la Cámara de Representantes votaron en contra de este texto. Cinco de los seis miembros del Squad (Escuadrón), un grupo de seis demócratas progresistas y socialistas, votaron con la mayoría para imponer el contrato; solo una miembro del Squad, Rashid Tlaib, votó en contra. Tres de los miembros del Squad que votaron para imponer el contrato, Alexandria Ocasio-Cortez, Cori Bush y Jamaal Bowman, son miembros de Socialistas Demócratas de América. Él y ellas optaron por la lealtad al partido demócrata en lugar de por la lealtad a la clase obrera. Y las y los demócratas, por supuesto, son leales a las empresas.
Después de votar para imponer el contrato, la Cámara también votó para dar a los trabajadores siete días de baja por enfermedad y el proyecto de ley se pasó al Senado. Pero era simplemente una hoja de parra para cubrir la traición de las y los demócratas al personal de los ferrocarriles, ya que estaba claro que el proyecto sobre los siete días fracasaría en el Senado. El senador Bernie Sanders defendió el proyecto de ley de baja por enfermedad en el Senado, pero como era de esperar, no obtuvo los 60 votos necesarios. Sanders votó en contra de la imposición del contrato.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? El contrato había estado negociándose durante tres años, mientras que las y los empleados ferroviarios, considerados trabajadores esenciales, trabajaron durante toda la pandemia de covid. Al mismo tiempo, las empresas ferroviarias introdujeron un nuevo sistema llamado “ferrocarriles de horario fijo”, que aumentó las exigencias de tiempo de las y los empleados al tiempo que reducía la mano de obra en 40.000 puestos de trabajo. El nuevo sistema significa que las y los trabajadores tenían menos tiempo para dedicar a sus familias y que se veían obligados a ir a trabajar incluso cuando estaban enfermos, so pena de ser sancionados o incluso despedidos. Hace veinte años, el beneficio promedio de los ferrocarriles era del 15%, ahora del 41%, y a medida que aumentaban los beneficios de los ferrocarriles, el precio de sus acciones aumentó entre un 30 y un 60%, así como los dividendos pagados a sus accionistas.
Crisis en la izquierda
Las negociaciones para la renovación del contrato estaban en un punto muerto y los sindicatos amenazaban con una huelga. Biden agitó la amenaza de una parálisis de la economía e invocó la Ley de Trabajo Ferroviario, que da al presidente y al Congreso el poder de intervenir en las negociaciones y huelgas de los sindicatos ferroviarios. El 15 de septiembre, Biden anunció un acuerdo. Los sindicatos obtuvieron un aumento salarial del 14,1%, pero no se beneficiaron de ningún día de enfermedad y solo de un día adicional por razones personales. A principios de noviembre, el contrato fue rechazado por cuatro de los doce sindicatos ferroviarios
A continuación Biden convenció al Congreso de que votara para evitar una huelga e imponer un nuevo contrato, con un aumento llevado al 24% (pero aún sin días de baja).
¿Y ahora? Varios grupos de personal ferroviario han convocado una huelga, que sería ilegal. Parece muy poco probable que se siga. Muchos ferroviarios se sienten traicionados por Biden y los demócratas, y algunos dicen que buscarán venganza en las próximas elecciones, lo que significa abstenerse, votar republicano o por un partido pequeño.
El mayor grupo de izquierda también se enfrenta a una crisis. DSA (Socialistas Democráticos de América) adoptó una posición el 30 de noviembre pidiendo a Biden y al Congreso que aceptaran las demandas de los trabajadores, pero luego tres de sus propios miembros de la Cámara votaron para imponer el contrato. El grupo DSA de Seattle aprobó una resolución que calificaba el voto a favor de la imposición del contrato como una traición, exigiendo una explicación de los tres miembros de DSA que votaron a su favor y alabando a Tlaib que no lo hizo. Más allá de esta cuestión, esta experiencia cuestiona la estrategia nacional de DSA de apoyar al Partido Demócrata. Aunque es poco probable que DSA rompa con su estrategia política nacional, habrá un enfrentamiento sobre este tema y algunos reconocerán que necesitamos un verdadero partido socialista de los trabajadores.
L’Anticapitaliste – 640 (08/12/2022)
Traducción: F.E. para antikapitalistak.org