Las elecciones egipcias, que se celebrarán del 10 al 12 de diciembre con Al Sisi como favorito, se convocan en un contexto de crisis económica y acusaciones de acoso político hacia los candidatos de la oposición. La población egipcio lleva años atrapada en una larga crisis económica.
El pasado 2 de octubre Abdel Fattah Al Sisi, que llegó al poder tras el golpe de estado de 2013, comunicaba su propia candidatura para un tercer mandato a pesar de su anuncio previo en 2017 de comprometerse a permanecer solo dos mandatos. “He decidido proponerme a mí mismo para completar el sueño”, afirmó Al Sisi durante su discurso televisado. Además del exjefe del ejercito, otras figuras políticas han revelado sus intenciones de presentarse a la presidencia, pero la constitución egipcia exige que los candidatos obtengan el respaldo de al menos 20 parlamentarios de la Cámara de Representantes o 25.000 votantes registrados de al menos 15 gobernaciones, con un mínimo de 1.000 respaldos de cada gobernación.
Mientras tanto, en las calles, más de 400 personas fueron detenidas los días posteriores, en protestas relacionadas con la candidatura de Al Sisi, según informaba Abu Attia, secretario general del Colegio de Abogados. Además, se han reportado incidentes de acoso y violencia contra los ciudadanos que han intentado respaldar a otros candidatos, junto con una serie de obstáculos administrativos. “Da igual a que oficina vayas, si tu aval no es para Al Sisi, encontrarán algún problema, internet ha dejado de funcionar, el sistema se ha caído o todos los bolígrafos se han secado y no escriben”, describía un ciudadano pidiendo mantener el anonimato.
“Da igual a que oficina vayas, si tu aval no es para Al Sisi, encontrarán algún problema, internet ha dejado de funcionar, el sistema se ha caído o todos los bolígrafos se han secado y no escriben”
La oposición ha planteado una serie de demandas para mejorar la integridad democrática y la seguridad en estas elecciones. Entre estas demandas, han priorizado la necesidad de asegurar un espacio para todos los candidatos en los medios de comunicación, la liberación de los periodistas y los presos políticos y la reforma de la ley de prisión preventiva, que es utilizada para mantener a los disidentes políticos en la cárcel de manera indefinida sin juicio y sin condena.
A pesar de la creciente preocupación y las denuncias, la Autoridad Electoral Nacional (ANE), el único organismo encargado de supervisar el proceso electoral, ha negado los abusos y las agresiones en las oficinas notariales y las ha calificado como “acusaciones infundadas”. Frente a la negativa de la ANE, las redes sociales se han llenado de vídeos y testimonios que recogen una profunda inquietud con respecto a la falta de garantías democráticas y la ausencia de supervisión, tanto internacional como de organizaciones independientes de la sociedad civil. Personas cercanas al Movimiento Civil Democrático han afirmado que “estas acciones coordinadas parecen formar parte de un esfuerzo premeditado para dificultar la labor de los candidatos de la oposición y limitar su capacidad para conectarse con la población”.
La fachada democrática de la dictadura militar
En las pasadas elecciones, Abdel Fattah Al Sisi se aseguró la presidencia con una mayoría del 97% de los votos. Cabe destacar que, en 2018, su único contrincante fue Moussa Mostafa, un ferviente partidario del régimen que comparte lazos con Al Sisi, después de que el principal opositor fuera detenido y los otros tres aspirantes se retiraran alegando intimidación. Además, en 2019, el presidente modificó la constitución para poder presentarse a un tercer mandato y prolongó la duración de los mismos de cuatro a seis años, lo que le permitirá permanecer en el cargo hasta el año 2030.
Aunque en estas elecciones se han presentado siete candidatos, hasta ahora solo tres han conseguido el respaldo necesario para postularse. “Salvo por Tantawi, los candidatos son percibidos como una élite que gira en torno al régimen, desconectada de la realidad del pueblo”, ha declarado un activista y observador de Derechos Humanos que ha preferido mantenerse en el anonimato.
En las principales ciudades egipcias, se han celebrado grandes eventos de apoyo a Al Sisi, donde se han recogido firmas respaldando su candidatura a cambio de entregas de alimentos
Ahmed Tantawi, el expresidente del partido Karama que fue víctima de ciberataques con el programa espía Predator por parte del gobierno egipcio y que tuvo que exiliarse tras la detención de miembros de su familia y algunos partidarios, ha continuado esta semana con su campaña en diferentes regiones del país para recoger avales. Sin embargo, Mohamed Abol Deyar, su director de campaña, ha denunciado intimidaciones y obstrucciones a su equipo por parte de las autoridades estatales, incluyendo ataques a simpatizantes y voluntarios de su campaña, como ha podido documentar la Revista Meem.
Mientras tanto, en las principales ciudades egipcias, se han celebrado grandes eventos de apoyo a Al Sisi, donde se han recogido firmas respaldando su candidatura a cambio de entregas de alimentos, a menudo de forma desinformada. “No estamos pudiendo ni siquiera comer, realmente necesitamos esas cajas de comida” ha defendido una mujer mientras espera para dar sus datos y entrar al acto.
Cuando el pueblo pasa hambre, el FMI marca el calendario
El adelanto electoral ha representado una alteración significativa en los planes gubernamentales que preveían agotar la legislatura en 2024. Este cambio en el calendario habría estado relacionado con la presión del Fondo Monetario Internacional (FMI) para continuar con la implantación de agresivas reformas económicas, incluyendo una cuarta devaluación de la moneda egipcia.
La gran inversión en megaproyectos y la construcción de la nueva capital administrativa en las afueras de El Cairo han dejado a la nación más poblada del Medio Oriente con una gran deuda, sumada a su peor crisis de divisas y con una inflación récord que alcanza el 37%. Además, un informe del Banco mundial ha revelado que los ahorros fiscales no se han traducido en un aumento real de los programas sociales.
Con el sistema público en ruinas, la pérdida de valor de la moneda, los cortes eléctricos y el encarecimiento de un 71% en la cesta de la compra, Human Rigth Watch ha advertido: “El pueblo egipcio se está enfrentando a una crisis de coste de vida que deja a millones de personas luchando para poder pagar los alimentos”. En la entrada del mercado una mujer explicaba: “con un salario diario medio de 150 libras, al que ni siquiera llega la mayor parte de la gente, apenas se pueden adquirir productos básicos como una botella de aceite de maíz, un paquete de sal y una pequeña bolsa de té. Como mucho te sobran dos libras”, apuntando después cómo “este aumento de los precios deja poco margen para comprar alimentos más variados como vegetales o carne, la compra de las medicinas o el pago de las facturas”.
Ante la situación de hambre que atraviesa Egipto, el presidente y candidato a la reelección Abdel Fattah Al Sisi, hacía unas declaraciones contundentes durante la conferencia de Historia de la Patria que ha tenido lugar en la Nueva Capital: “Si el precio del desarrollo y la prosperidad de la nación es no comer ni beber, así lo haremos”. Además, insistió a los ciudadanos añadiendo que deben tener ambiciones más grandes: “Sus sueños deben ser incluso mayores que esto; no dejen que su sueño sea simplemente una comida”.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/africa/al-sisi-se-postulara-gobernar-2030-unas-elecciones-adelantadas