El 44% de las personas encuestadas padece ansiedad y el 22% estrés. Con la edad los niveles de malestar de ellas disminuyen, mientras que los de ellos aumentan
Adolescentes y jóvenes se enfrentan a una sociedad compleja y en constante cambio que no siempre sabe responder a sus necesidades. Esto convierte a los menores de 30 años en personas especialmente vulnerables a la aparición de problemas de salud mental, como demuestran los altos niveles de malestar psicológico, con tasas de suicidio impactantes en estas etapas de la vida: según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el 2022 se suicidaron en España 316 jóvenes de entre 15 y 29 años.
Sin embargo, la salud mental no se caracteriza únicamente por la ausencia de enfermedades o trastornos, sino que existe otra visión, complementaria a la más tradicional, que defiende una salud mental centrada en las competencias. Así, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como “un estado de bienestar en el cual la persona es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.
Un reciente estudio, llevado a cabo por Marta Díez, Águeda Parra, Inmaculada Sánchez-Queija, Mari Carmen García Mendoza, Virginia Paloma y Carmen Paniagua de la Universidad de Sevilla, junto con Rocío de la Fuente, de la Escuela Universitaria de Osuna, que buscaba explorar los niveles de bienestar y malestar psicológico de jóvenes de entre 16 y 29 años en España, concluyó que las mujeres presentan unos niveles de malestar psicológico más elevados que los hombres. Asimismo, las principales necesidades identificadas por las personas jóvenes para sentirse bien fueron: una buena salud mental, una situación económica digna y relaciones sociales de calidad.
En el citado estudio se exploraron los niveles de malestar y bienestar psicológico de las personas de entre 16 y 29 años residentes en España, centrando la atención en las necesidades que destacan como promotoras de su bienestar. Para lograr este objetivo, se recabaron datos mediante una encuesta realizada a 3.003 jóvenes residentes en España que cumplen con los criterios de representatividad de género, de edad (16-18, 19-24 y 25-29 años) y de comunidad autónoma.
El malestar psicológico fue medido a través de indicadores de depresión, ansiedad y estrés. El bienestar, mediante el nivel de florecimiento (combinación de sentirse bien y funcionar con eficacia), el optimismo (tendencia a ver y juzgar el futuro de un modo positivo) y la competencia percibida (nivel de capacidad que la persona considera que posee en diversos ámbitos).
Se descubrió que las personas de 25 a 29 años presentan unos niveles de florecimiento más elevados que las de 16 a 24 años. De un modo similar, las que se hallan en una situación económica favorable se sienten mejor y más eficaces que sus iguales en situaciones más vulnerables.
Además, se analizaron las necesidades que la juventud actual identifica para mejorar su bienestar y de qué modo la sociedad puede contribuir a ello. Los datos revelan que el nivel de florecimiento depende de la edad y de la situación económica en que se encuentren esos jóvenes; el sentimiento de competencia percibido en distintos ámbitos depende en gran medida del género, y las mujeres presentan unos niveles de malestar psicológico más elevados que los hombres.
Por otro lado, se puso de relieve que los jóvenes son más optimistas cuando piensan en su futuro personal que cuando piensan en el de su generación. Además, los hombres son más optimistas que las mujeres acerca de su propio futuro. Las mujeres se sienten más competentes que los hombres en las relaciones de pareja, mientras que los hombres se sienten más competentes en el ámbito profesional, en la apariencia física y en los deportes.
Un elevado porcentaje de los jóvenes encuestados presentaban unos niveles graves de depresión (22,2%), ansiedad (44,1%) y estrés (22,1%), siendo más elevados en las mujeres que en los hombres. Sin embargo, con la edad, los niveles de malestar de ellas disminuyen, mientras que los de ellos aumentan.
Para conseguir una mejora de su bienestar, los jóvenes piden una sociedad con más valores sociales, empleo y una economía estable que responda a sus posibilidades reales.