El 17 de abril, los estudiantes de la Universidad de Columbia acamparon en su campus para exigir el fin de los vínculos financieros y políticos de su universidad con el Estado israelí. En las semanas que siguieron, estalló un movimiento de estudiantes (alrededor de todo el mundo, usando esta misma táctica de la acampada y la ocupación del espacio universitario.
Las acampadas son parte de una tendencia general hacia la radicalización de secciones de la clase obrera que se ha dado en los últimos años, en particular desde la primavera y verano del 2020, cuando millones de personas salieron a las calles para protestar por el valor de las vidas de personas negras (“#BlackLivesMatter”). La conciencia de clase se había ido desarrollando lentamente desde finales de los años 90, desde las protestas ante la OMC en Seattle en 1999, hasta el movimiento contra la guerra en Irak, la crisis financiera de 2007 y 2008, el movimiento “Occupy Wall Street” en 2011, la emoción ante Bernie Sanders, la presidencia de Trump, el ascenso y caída del DSA (Democratic Socialists of America), la crisis de la Covid-19, el movimiento por las vidas negras, el aumento relativo del nivel de lucha en los grandes sindicatos, y ahora, el movimiento por Palestina en las calles, universidades, y lugares de trabajo.
En Estados Unidos, este movimiento es el heredero del iniciado en 2020 en dos sentidos. En primer lugar, las personas que estuvieron en las calles durante aquellos meses son las mismas que están en las calles hoy. Es decir, el movimiento del 2020 creó un aumento cualitativo en el nivel de conciencia de clase del que es heredero el movimiento del 2024.
Pero el movimiento por Palestina en Estados Unidos ha heredado otro legado del 2020: el de la “contrarrevolución” que siguió una vez la lucha en las calles se había calmado. La demanda de desfinanciar a la policía se convirtió en el chivo expiatorio del pequeño aumento del crimen que, en realidad, fue provocado por el aumento de la pobreza debido al colapso económico tras la pandemia. En los últimos años, el espectro político mainstream se ha vuelto partidario de la “ley y el orden» y el fantasma del caos ha permitido al Estado aumentar dramáticamente su aparato represivo. Debido a una mezcla de cinismo y sensacionalismo, los medios han amplificado este mensaje a lo largo del país.
Por lo tanto, hemos visto un nivel de represión estatal sin precedentes desde al menos los años 70, con una respuesta violenta por parte de la policía. A diferencia del levantamiento de 2020, en el que el estado y la clase dominante intentaron apropiarse del movimiento (por ejemplo, haciéndose eco de los eslóganes de “Black Lives Matter” en las calles o vistiéndose ridículamente con atuendos africanos). Pero en esta ocasión no, la causa por una Palestina libre no puede integrarse, aunque sea de forma diluida, en la ideología de la clase dominante y de su Estado. El Estado de Israel es, simplemente, demasiado importante para el imperialismo de Estados Unidos. La única respuesta posible para el Estado es, por lo tanto, la fuerza violenta. Hemos visto esto en los ataques perpetrados por la policía contra estudiantes y manifestantes, y en la presión de los ricos al alcalde de Nueva York y ex-policía, Eric Adams, para reprimir rápidamente los campamentos de estudiantes.
La otra forma de represión del movimiento ha sido el “New McCarthyism”, por el que profesores han sido disciplinados o despedidos por defender a Palestina y los estudiantes han perdido su alojamiento en el campus debido a formar parte de un campamento. Esa represión ha tenido lugar en todo tipo de universidades, tanto liberales como conservadoras.
Pero la otra cara de la incapacidad del Estado para apropiarse del movimiento es que, dentro de ciertas capas de la clase obrera, ha habido un rápido aumento de la conciencia sobre la naturaleza del imperialismo estadounidense. Los discursos de los estudiantes en los campamentos han sido increíblemente claros políticamente sobre el papel de sus universidades en este imperialismo. Ha sido increíblemente inspirador ver surgir una nueva generación con políticas claras en el proceso de encontrarse a sí misma. Son la esperanza del futuro y, para todos aquellos que fuimos politizados durante el largo estancamiento de la lucha en la época del neoliberalismo, es algo asombroso de presenciar.
Este movimiento ha coincidido con el aumento en el nivel de la lucha en los sindicatos de los últimos años de una manera muy interesante. Muchos de los grandes sindicatos han emitido declaraciones para un alto el fuego en Gaza, y uno de los sindicatos más grandes del mundo “United Auto Workers” (UAW)”, que representa a los trabajadores de los sectores del automóvil, aeroespacial y de producción de maquinaria agrícola en Estados Unidos (incluido Puerto Rico) y Canadá, se declaró en huelga en apoyo a los estudiantes. Este sindicato, mantuvo una huelga durante 2022 por motivos económicos, y, ahora, esta experiencia ha influido sin duda en su decisión de volver a declararse en huelga por motivos políticos. En las últimas décadas, el UAW, tradicionalmente un sindicato de obreros de vehículos, ha crecido hasta incluir grandes sectores de las universidades en todo el país. Este proceso ha llevado a una radicalización dentro el sindicato y ha revitalizado una forma de sindicalismo combativo que no habíamos visto desde los años 70. Los trabajadores de UAW en las universidades de Nueva York también han apoyado a sus estudiantes, y en el caso de The New School, establecieron un campamento dentro de la universidad después de que la policía destruyera el de los estudiantes.
Hay otros muchos casos de solidaridad por parte de los sindicatos con Palestina para poder nombrarlos todos; pero para dar dos recientes e inspiradores ejemplos: en una escuela en San Francisco se declaró una huelga salvaje el 1 de mayo y una sección de trabajadores de un puerto aprobó una resolución para bloquear envíos de carga militar israelí. En mi experiencia personal, he estado luchando con algunos compañeros de trabajo para aprobar una resolución de alto al fuego en nuestra sección sindical, “Queens Public Library Guild”. Ha sido interesante ver cómo este tema ha ayudado a reunir finalmente a una “minoría militante” en la biblioteca de Queens, para construir un grupo de base, algo que había sido muy difícil de lograr en el pasado.
Para organizar todos estos esfuerzos, ha surgido una red nacional que se llama “Labor for Palestine”. La organización se dirige democráticamente, y muchos de los miembros de mi grupo revolucionario, Tempest, están desempeñando papeles importantes en esta organización. A través de años de lucha paciente, muchos de nuestros miembros se han colocado en posiciones donde pueden ayudar a dar forma a la dirección de este movimiento. Se está produciendo un cambio importante en este país y estamos felices de desempeñar un papel en él.
Es difícil decir lo que ocurrirá con las elecciones en noviembre dado todo lo que ha pasado en este país desde el 7 de octubre. Ahora mismo, Biden está perdiendo en las encuestas y ha perdido el voto de sectores clave de los votantes musulmanes en estados indecisos como Michigan. No habrá un camino recto y sencillo hacia la liberación de Palestina o hacia el socialismo, pero este momento es sin duda una coyuntura crucial en el largo camino de ambos.
Thomas Hummel, miembro del sindicato del sector público de Nueva York y un militante de Tempest.
Fuente: https://vientosur.info/movimientos-de-solidaridad-con-palestina-en-eeuu/