Mientras Donald Trump toma el escenario internacional y nos lanza a la cara una colección de proyectos desopilantes, como la conquista de Groenlandia y otros no tanto, como el de la solución final a la cuestión palestina, de la que artesanalmente se estaba ocupando Israel exterminando a gazatíes y cisjordanos con miles de bombardeos contra posiciones de Hamás, entendiendo eso como cualquier lugar donde quede un palestino vivo o más o menos.
En ese contexto Trump acaba de anunciar que intervendrá en Gaza y que los cerca de dos millones que empedernidamente han decidido no morir serán depositados “voluntariamente” en Egipto y Jordania, o en cualquiera de esos países llenos de arena, para que sus batallones de bulldozer puedan iniciar el proceso de limpieza y reconstrucción de lo que alguna vez fue la Franja de Gaza y donde espera desarrollar miles de proyectos inmobiliarios, dándole una razón histórica al genocidio sionista, al que todavía le faltan unos pocos detalles para que sea perfecto.
El proyecto de la nueva Riviera mediterránea, que sin duda competirá en lujo, no en distinción, con la Costa Azul o la Costa Esmeralda, será construido sobre la tumba de cientos de miles de mártires palestinos, una peccata minuta, si se consideran los beneficios de poder explotar los yacimientos de gas existentes frente a la costa de la extinta Gaza.
Resta por conocerse la dimensión de la base naval estadounidense, que le permitirá monitorear con mayor comodidad el Mediterráneo oriental y sus áreas circundantes.
En paralelo a las gangosas amenazas de Trump, el atormentado este de la República Democrática del Congo (RDC) se alista para una nueva guerra civil, la que en esta oportunidad podría convertirse en regional, en la que participarían Ruanda, Uganda, Burundi e incluso Sudáfrica.
Estas sombrías perspectivas han sacado del foco internacional a la guerra civil sudanesa, que en el próximo abril cumplirá dos años. Mientras ambos bandos parecen estar lejos de agotar sus recursos, el incremento y la fiereza de los combates quizás estén anunciando un final más próximo de lo que muchos sospechan.
De todos modos, las diversas mesas de negociaciones han fracasado, una tras otra, sin lograr siquiera conseguir el trazado de rutas seguras para la asistencia humanitaria, cuestión que ha provocado el agotamiento de los recursos en campamentos donde gran parte de los trece millones de desplazados internos mueren de hambre y por enfermedades fácilmente tratables.
Tanto las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS) como el grupo paramilitar conocido como Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) insisten en arrogarse cada semana nuevos y definitivos avances que los llevarán a una victoria que ya nadie conoce cuál es.
Según fuentes cercanas al ejército, el jueves 6 se realizaron avances significativos sobre el centro de Jartum, valiéndose de unidades blindadas, desde diferentes flancos. Lo que les permitió aproximarse al Palacio Republicano, en control de los paramilitares desde el comienzo del conflicto. En estos momentos su resistencia se basa fundamentalmente en decenas de francotiradores apostados estratégicamente en las ruinas de los edificios de lo que era el moderno distrito comercial y gubernamental de la capital, lo que ha impedido a las FAS avances más rápidos.
Según la misma fuente, la ofensiva que se inició hace varias semanas tiene como objetivo recuperar el control total de la capital, agregando que “Nuestras fuerzas están a punto de llegar al centro de Jartum y de expulsar a los milicianos de Mohamed Hamdan Daglo (el caudillo de las FAR conocido popularmente como Hemetti)”. Después de un asedio que se mantuvo desde el inicio del conflicto, acorralando a los paramilitares en Bahri, un suburbio al norte de Jartum, donde existen denuncias de ejecuciones sumarias por parte de grupos aliados al ejército nacional. Reconociendo tácitamente esta situación, Hemetti, en una rara intervención por medio de sus redes sociales, prometió que: “Como los hemos expulsado ya una vez de Jartum, los volveremos a expulsar de nuevo”.
Ya el día anterior, miércoles 5, las FAS, bajo el mando del general Abdel Fattah Abderramán al-Burhan, anunciaron la limpieza de algunos barrios de al-Remila y la zona industrial, a 300 metros del Palacio Republicano, el último bastión importante de las FAR en Jartum. Con este movimiento, el ejército sudanés logra el mayor avance en el contexto de la guerra desde la toma de la ciudad de Omdurman, en la margen oeste del Nilo Blanco, frente a Jartum, en abril pasado. En esta última ciudad, el sábado 1 se produjo un ataque contra el principal mercado de Omdurman, donde murieron al menos 60 personas y 170 resultaron heridas. Algunos testigos dijeron que los cohetes provenían del oeste de la ciudad, donde las FAR aún controlan algunos barrios.
Según las FAS, también habrían quitado a las FAR el control de la refinería de Jartum, la más grande de Sudán, esencial para su economía y la de Sudán del Sur. Los hombres del general al-Burhan también rompieron el mes pasado el cerco paramilitar a la sede del Cuerpo de Señales y a la base del Comando General en la ciudad de Bahri, al norte de Jartum.
En el sur de la capital, también se producen duros combates en cercanías del puente Soba, sobre el Nilo Azul, a una treintena de quilómetros, con la confluencia del Nilo Blanco, un punto estratégico clave que conecta el oeste de Jartum con el este.
Muchos muertos por contar
Terminada la temporada de lluvias, el incremento de los combates en los diversos frentes de guerra ha provocado la multiplicación de muertos civiles en los últimos días, según el personal de Naciones Unidas.
El lunes 3 un mercado de Kadugli, la capital del estado de Kordofán del Sur, a 1.300 kilómetros al sur de Jartum, bajo el control de las tropas federales, fue atacado por rebeldes del Movimiento Popular de Liberación de Sudán-Norte (SPLM-N). Mientras que la ciudad de Nyala, la capital de Darfur del Sur, a 1.000 kilómetros al suroeste de Jartum, bastión de los paramilitares, fue atacada por el ejército.
En Kadugli, al menos 40 civiles murieron y resultaron heridas unas 70 personas cuando se produjo un ataque con obuses contra el mercado que se encontraba colmado de civiles que intentaban proveerse en los escasos y breves interregnos en que cesan los combates.
El ataque fue reivindicado por el SPLM-N, un grupo separatista que se ha enfrentado por igual a las FAS y a las FAR, con presencia en los estados de Kordofán del Sur y del Nilo Azul, que intenta conseguir autonomía del poder central desde la caída del perpetuo dictador sudanés Omar al-Bashir en octubre del 2021.
El líder de la SPLM-N, Abdelaziz al-Hilu firmó, en marzo de 2021, un acuerdo de paz con el Gobierno de Sudán del Sur, al que, llegado el caso, podrían anexarse.
Por su parte, el ataque aéreo contra el barrio de Cinema de Nyala dejó 25 muertos y 63 heridos.
Se estima que otros 80 civiles murieron, entre pacientes y acompañantes, en el ataque del 25 de enero pasado por parte de la Fuerza de Apoyo Rápido contra el Hospital Materno Saudí, en momentos en que el hospital estaba saturado de pacientes en espera de atención médica, ya que es uno de los últimos hospitales en funcionamiento en la ciudad de el-Fasher, por lo que se estima que las víctimas podrían ser muchas más. También aquel sábado fue atacado el centro de salud en al-Malha, donde los daños han sido menores.
El-Fasher, la capital de Darfur del Norte, está a 800 kilómetros al suroeste de Jartum. Se halla bajo control del ejército sudanés, aunque desde mayo del año pasado se encuentra sitiada por los paramilitares.
El ataque, al parecer, se produjo como venganza a la importante cantidad de bajas que sufrieron las Fuerzas de Apoyo Rápido en una batalla reciente con el ejército sudanés del general al-Burhan.
Solo durante diciembre último se estima que los civiles muertos en el-Fasher superarían ampliamente los 800 y los 1.200 heridos.
El Hospital Saudí, situado al norte del aeropuerto de la ciudad, se encuentra muy próximo a la línea del frente de batalla, por lo que ya ha sido bombardeado en varias oportunidades. Esa situación hace que frecuentemente los generadores de electricidad se hayan detenido, por lo que los médicos deben utilizar la luz de sus teléfonos móviles para seguir operando mientras y después de cada ataque.
Según fuentes de Naciones Unidas, en la guerra civil, que en abril cumplirá dos años, habrían perdido la vida solo unas 28.000 personas, un número insignificante para otras estimaciones que dicen que ya superan los 150.000, en una guerra que se encuentra en todo su esplendor.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asía Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC
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