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Estrés postraumático en Mayotte, el otro estrago tras el paso del ciclón Chido

Fuentes: Rebelión [Foto: Un muchacho contempla su calle devastada tras el paso de Chido © Mathilde Hangard]

Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

El paso del ciclón Chido a mediados de 2024 ha marcado de forma duradera el paisaje de Mayotte. Otras secuelas aparecen casi tres meses después: muchas personas sufren problemas de estrés postraumático. El escaso personal sanitario del archipiélago carece de medios para hacer frente a este síntoma que en algunos casos se añade a otros traumas.

Bandrélé y Mamoudzou, Mayotte. Lo primero que hubo que hacer tras el paso del ciclón Chido el 14 de diciembre de 2024 fue comprobar que familiares y amigos estaban sanos y salvos. Buscar agua y comida los días siguientes se convirtió en una lucha cotidiana entre la ausencia de agua corriente y los estantes vacíos de las tiendas. Con el paso de los días la población trató de reparar sus viviendas con lonas y chapas. Tres meses después la isla sigue estando devastada, pero, sobre todo, la mente de la población está marcada para siempre.

El balance oficial de la prefectura del departamento es de 40 personas muertas y 41 desaparecidas, unas cifras controvertidas. El senador Saïd Omar señaló el 8 de enero que había preguntado a los servicios del Estado, pero «sin obtener nunca respuesta»: «No se ha buscado a todas las personas desaparecidas». Más allá de las cifras, se ha instalado un silencio pesado y opresivo. La población de Mayotte, que ya estaba debilitada por años de inseguridad y hoy está abandonada a su suerte, se enfrenta a un mal menos visible que las casas destruidas y los cuerpos maltrechos: las secuelas psicológicas que dejó Chido podrían tener consecuencias mucho más profundas.

En algunos casos Chido no ha hecho sino reavivar algunos traumas existentes, puesto que la salud mental de la población de Mayotte ya era preocupante antes del paso del ciclón. Una encuesta realizada pro el Institut national de la statistique et des études économiques (INSEE, Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos francés) en 2020 (1) revelaba que el 59% de la población de Mayotte a partir de 14 años se sentía «a menudo o a veces» en una situación de inseguridad (frente al 19 % de la población de Francia), bien en su domicilio (48 %) bien en su pueblo o barrio (52 %).

«Lo peor que podía ocurrir»

El testimonio de Amina, una mujer joven de origen malgache, ilustra el impacto que estos acontecimientos han tenido en la salud mental de la población. Fue agredida violentamente durante los cortes de carretera organizados en febrero de 2024 por el colectivo Les Forces Vives de Mayotte [Las Fuerzas Vivas de Mayotte] para protestar contra la inseguridad y la crisis migratoria. «Cuando volvía a casa, en Kawéni [al norte de Mamoudzou, N. de la R.], unos delincuentes me tiraron piedras, me hirieron y nadie acudió a ayudarme», cuenta. Hasta la llegada del ciclón estaba en tratamiento en el centro médico-psicológico de Mamoudzou.

Desde el paso del Chido, no han cesado los problemas de Amina, pero ya no puede acudir a los centros médicos para recibir tratamiento. «No tengo tiempo de ir. Tengo que encontrar trabajo», explica refiriéndose a la destrucción del piso donde hacía las tareas domésticas y a la necesidad urgente de sobrevivir día a día.

«El ciclón despertó todo lo que había sido difícil en estos últimos años», explica una psicóloga del Centro Hospitalario de Mayotte (CHM). «Las operaciones policiales de wuambushu (2). la crisis del agua, los cortes de carretera y la inseguridad… Aquel un año ya fue muy difícil. El ciclón ha sido lo peor que nos podía ocurrir», afirma.

«Las cosas van mal en lo psicológico»

Houssein ha visto degradarse su situación a medida que pasaban las semanas. Cuarenta y ocho horas después del paso del ciclón, este joven nacido en la isla de Anjouan (Comoras) y que vivía en el barrio de Doujani, al sur de Mamoudzou, explicaba: «Estoy bien, todos estamos bien. Pero no me queda nada. No sé cómo vamos a vivir, pero son las cosas así». Varias semanas después del paso del ciclón su tono de voz es grave y su agotamiento es evidente. Ahora vive en una habitación pequeña en el barrio de Cavani: «Las cosas van mal en lo psicológico. Me obligo a tener un poco de dinero, sin eso estaría fuera de combate», admite.

Houssein trabajaba antes del ciclón como conductor de scooters, una actividad que le permitía cubrir sus necesidades, pero la destrucción de las carreteras y de las infraestructuras acabó con sus ingresos. Actualmente va retomando poco a poco su actividad, pero continúan las dificultades. Sus ingresos son más inestables que antes, porque la población, que todavía está marcada por el caos del ciclón, duda en retomar sus costumbres de transporte o de consumo. Además, ha subido el coste de la vida y el agua se ha convertido en un bien escaso, lo que añade más presión a su vida cotidiana. «Ya no tengo suficiente dinero para comprar agua, 8 euros el bidón es demasiado caro».

Aunque el Ministerio del Interior francés había anunciado desde el 28 de diciembre (3) que «el 100% de la población [tenía] acceso al agua corriente», Houssein vivió más de tres semanas sin agua. Casi cuatro meses después del paso del Chido, puede acceder a un grifo instalado en su barrio, pero el agua que bebe le provoca ahora problemas digestivos. El ciclón no solo acabó con sus fuentes de ingresos, sino que también trastocó profundamente a su vida cotidiana, lo que afecta a sus necesidades materiales, su salud y su equilibrio psicológico.

«En cuanto hay viento, tengo miedo»

Además, la población de Mayotte vive con un miedo constate a nuevos ciclones «Chido se llevó cada parte de mi casa. Ni siquiera se reconoce el barrio y en cuanto hay viento, tengo miedo», confiesa Houssein. Las lluvias torrenciales y los efectos de la tormenta Dikeledi de enero empeoraron aún más la situación. Las calles rebosan de escombros, mientras que los intentos de reconstrucción a base de materiales recuperados chocan con los robos y la hostilidad de los propietarios de terreno. Houssein se lamenta: «Los ladrones robaron los restos de mi casa. Hay basura por todas partes, pero no hay chapas, se lo han llevado todo. Y los propietarios del terreno no quieren que se reconstruyan los banga (4)».

Las y los profesionales sanitarios de la isla, que ya se enfrentaban a una crisis sistémica que venía de antiguo, se encontraron con una afluencia masiva de pacientes con trastornos psicológicos. El personal sanitario atiende a personas traumatizadas por meses de tensiones sociales y de múltiples crisis, y que ahora están sumidas en el estado de desconcierto total tras el ciclón. «Muchas personas no consiguen dormir, están muy estresadas», informa Virginie Briard, la jefe del servicio de psiquiatría infantil del CHM. «Algunas personas han perdido totalmente el interés por las cosas, mientras que otras están en estado de shock, y nos cuentan que ya no tienen agua, ni comida, ni casa. Se trata tanto de quienes viven en los barrios de chabolas como en barrios más acomodados», continúa.

«Muchas personas todavía reviven las escenas de terror»

Varios estudios sobre las consecuencias psicológicas del huracán Katrina que azotó Luisiana en agosto de 2005 y fue uno de los más mortíferos de Estados Unidos, ya que provocó la muerte de 1.836 personas, revelaron cómo evoluciona con el paso del tiempo un trastorno de estrés postraumático (TEPT). Cuatro meses después del paso del huracán aproximadamente el 30 % de la población de Nueva Orleans padecía de TEPT (5). Y, al contrario de otros episodios traumáticos en los que los síntomas se disipan progresivamente, los trastornos mentales se intensificaron con el tiempo. Un año después del huracán la cantidad de personas con TEPT pasó de 14,9 % seis meses después de la catástrofe a 20,9 % doce meses más tarde. Las ideas suicidas también aumentaron de manera preocupante ya que se duplicaron con creces hasta llegar al 6,4% frente al 2,8% justo después del huracán (6). Estas conclusiones ponen de relieve la importancia de tener en cuenta la duración y evolución de los síntomas en situaciones de catástrofe.

Foto: La entrada al centro médico y psicológico del Centro Hospitalario de Mayotte unos días después del paso de Chido. © Mathilde Hangard

Los centros médico-psicológicos de Mayotte están saturados. Las y los profesionales de la salud mental se enfrentan a una explosión de la cantidad de casos de trastorno de estrés postraumático en un contexto en el que las infraestructuras sanitarias están parcialmente destruidas. «Tenemos unos tiempos de espera muy largos, de ocho a doce meses, para una primera cita de psiquiatría infantil», afirma la jefa del departamento de psiquiatría infantil del CHM. «Muchas personas reviven todavía las escenas de terror que vivieron durante el ciclón, atormentadas por el ruido de la tormenta y la imagen de las chapas volando», cuenta el doctor Zaazoua, un psiquiatra que ha venido de Martinica para reforzar los equipos locales.

La situación afecta sobre todo a las y los niños, que ya están debilitados por las tensiones sociales y la inseguridad reinante. «Las y los niños están muy perturbados», confirma Virginie Briard. «Algunos de los que sufren trastornos autistas insisten en volver a sus casas, aunque esté todo destruido, con la esperanza de recuperar algún punto de referencia», afirma la psiquiatra infantil. Otros están desconcertados ante la destrucción de su entorno. Una madre cuenta que su hijo de 6 años a menudo llora tras observar la escena de devastación que tiene ante él. «En la escuela se les enseña que el entorno es esencial, sin embargo, aquí está todo arrancado. Mis hijos y yo íbamos a menudo a la playa y admirábamos los baobabs y los makis. Todo eso ha desaparecido», afirma con el corazón.

«Plantar un baobab en una maceta»

El gobierno, movido por su deseo urgente de restablecer una aparente normalidad, insistió en organizar «cueste lo que cueste» la vuelta al colegio para los 117.000 alumnos y alumnas ignorando las verdaderas condiciones sobre el terreno. Finalmente tuvo lugar el 27 de enero después de haber sido aplazado dos veces. Y aunque muchos niños y niñas han quedado profundamente marcados por el trauma, se descuidó especialmente hacerles un seguimiento psicológico. «Al empezar el curso escolar nos pidieron que elaboráramos una lista de las necesidades del alumnado. El alumnado que quisiera también podía dirigirse a los y las enfermeras de la escuela, aunque eran reacios a hablar espontáneamente», afirma una docente.

El Dr. Zaazoua insiste en que el sistema sanitario no puede hacer frente a esta crisis psicológica exacerbada debido a la falta crónica de medios, pero también debido a una profunda diferencia cultural. «Querer imponer la psiquiatría occidental en un contexto que no reconoce que sea legítima ni necesaria es como tratar de plantar un baobab en una maceta», se lamenta.

En este contexto la población de Mayotte se encuentra atrapada entre dos realidades: por un lado, unos traumas acumulados que no pueden tratar debido a la falta de medios y de apoyo, y, por otro, una vida cotidiana dedicada a luchar por acceder a los servicios básicos, en un entorno en el que se superponen la catástrofe natural y la inestabilidad social. Según el ministro de Ultramar francés Manuel Valls, la adopción del proyecto de ley de emergencia para Mayotte el pasado 24 de febrero marca un punto de inflexión decisivo para emprender la segunda fase de la respuesta a esta crisis: la reconstrucción del territorio. Pero ¿qué medios se van a destinar a apoyar a quienes sobrevivieron a Chido para que se puedan reconstruir a sí mismos antes de reconstruir su isla?

Mathilde Hangard es una periodista que reside en Mayotte y actualmente trabaja para Journal de Mayotte.

Notas:

(1) Institut national de la statistique et des études économiques, «Enquête de victimation “Cadre de vie et sécurité” (CVS)», 2020.

(2) El término de la lengua shimaoré wuambushu significa «corregido» y hace referencia a la operación policial francesa desplegada en Mayotte desde el 23 de abril de 2024 para expulsar a las personas en situación irregular.

(3) «Mayotte : les renforts sont à l’œuvre», página web del Ministerio de Interior francés, publicado el 16 de diciembre de 2024.

(4) Este término en shimaoré designa una cabaña pequeña con una sola habitación construida con esmero en Mayotte. El término también se utiliza de forma incorrecta para referirse a las viviendas de los barios de chabolas del archipiélago de Mayotte.

(5) Sandro Galea, Chris R. Brewin, Michael Gruber et al, Russell T. Jones, Daniel W. King, Lynda A. King, Richard J. McNally, Robert J. Ursano, Maria Petukhova, Ronald C. Kessler, «  Exposure to Hurricane-Related Stressors and Mental Illness After Hurricane Katrina  », Archives of General, Psychiatry, 2007.

(6) R. C. Kessler, S. Galea, M. J. Gruber, N. A. Sampson, R. J. Ursano y S. Wessely, «Trends in mental illness and suicidality after Hurricane Katrina», Molecular Psychiatry, volume 13, pp. 374–384, 2008.

Texto original: https://afriquexxi.info/Mayotte-Le-stress-post-traumatique-l-autre-ravage-apres-Chido

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.