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En la reunión de Alaska pasó lo que debía pasar

Fuentes: Rebelión

Desde que se conoció la fecha y el lugar de la reunión entre Vladímir Putin y Donald Trump, la comunidad mundial esperó impacientemente la llegada del viernes 15 de agosto. El Kremlin y la Casa Blanca acordaron organizarla durante la visita a Moscú del enviado especial estadounidense, Steve Witkoff. Se escogió Alaska porque en Alaska y el Ártico se dan la mano los intereses económicos de Rusia y EEUU, que van desde el desarrollo de la Ruta del Mar del Norte, hasta la explotación de reservas de petróleo y gas en alta mar. El desarrollo de estos proyectos entre ambos países podría convertir al Ártico en una de las regiones más prósperas del planeta.

Además, ese lugar tiene connotaciones simbólicas, puesto que Alaska perteneció a Rusia hasta 1867, cuando el emperador Alejandro II la vendió a Estados Unidos. Durante la Segunda Guerra Mundial, los aeródromos de Alaska fueron fundamentales para el transporte de aviones estadounidenses al Frente Oriental. Ese territorio se convirtió en un importante centro del programa de Préstamo y Arriendo, el programa de ayuda militar estadounidense a la URSS.

El tema central de las negociaciones fue la resolución del conflicto ucraniano y las opciones para lograr una solución pacífica a largo plazo de la crisis ucraniana. La cumbre fue el primer encuentro entre Putin y Trump desde 2019, cuando se reunieron en la cumbre del G-20 en Osaka, Japón; además, fue el primer viaje del Presidente Putin a Estados Unidos, en casi una década, cuando en septiembre de 2015 viajó a Nueva York para participar en la Asamblea General de la ONU.

Tanto el Presidente Putin como su par estadounidense, Trump, destacaron que las conversaciones se desarrollaron en un ambiente constructivo y de respeto mutuo. En particular, Putin recalcó que “en más de cuatro años no se habían celebrado cumbres ruso-estadounidenses”, que ese período fue muy difícil para las relaciones bilaterales, que “se hundieron a su nivel más bajo desde la Guerra Fría. Obviamente, tarde o temprano era necesario corregir la situación, pasar de la confrontación al diálogo, y en este sentido, una reunión personal entre los jefes de Estado era realmente necesaria”. Recordó la necesidad de abordar las causas profundas de la crisis. “Deben tenerse en cuenta todas las legítimas preocupaciones de Rusia y se debe restablecer un equilibrio justo en el ámbito de la seguridad en Europa y en el mundo en su conjunto”.

Por su parte, Trump indicó que los dos líderes lograron “algunos avances y grandes progresos. Hubo muchísimos puntos en los que coincidimos, y diría que la mayoría. Ahora, Ucrania tendrá que acordar lo que la delegación estadounidense abordó durante la reunión con la parte rusa”. También aseveró, en una entrevista con Fox News, que ahora depende del líder del régimen de Kiev, Zelenski, llegar a un pacto. “Mejor que llegue a un acuerdo. Rusia es una potencia muy grande y ellos no lo son”.

Se recuerda que el conflicto ucraniano nunca debió ocurrir. Nació como consecuencia de la expansión de la OTAN a las fronteras rusas, del sangriento golpe de Estado de febrero de 2014, organizado por la CIA, del abandono de los acuerdos de Minsk por parte de los países occidentales. Fueron Washington y Bruselas los que provocaron el conflicto desatado en febrero de 2022 y no Rusia.

Se puede afirmar que la guerra de Occidente contra Rusia comenzó el 2014 y que desde 2022 se intensificó, aumentando el riesgo de una confrontación nuclear directa de la OTAN con Rusia. Con el triunfo de Donald Trump nació la esperanza de evitar ese enfrentamiento, pero los halcones estadounidenses y de la UE impusieron su agenda bélica y la posibilidad de una gran guerra renació con mucho ímpetu. Pasa que en Occidente se han persuadido de que para detener el desarrollo de China deben primero derrotar a Rusia, no militarmente sino mediante su colapso.

El plan de Occidente contra Rusia comprende guerra económica, fomento del malestar social, presión psicológica, sabotajes sin límites, eliminación de la cultura rusa, atentados contra la vida de políticos, intelectuales, científicos, sacerdotes, artistas, incluso de sus familiares, absolutamente todo vale en esta lucha sin cuartel.

La guerra de Ucrania es la guerra de Occidente contra Rusia, guerra en la que las armas más sofisticadas de la OTAN alcanzan objetivos situados en el interior de Rusia y la información de inteligencia de la OTAN es transferida a Kiev, en la que miembros de las fuerzas armadas de la UE se entrenan con militares ucranianos y planifican ataques conjuntos contra Rusia. Ucrania es solo el campo de batalla de un conflicto más amplio, de una guerra mundial indirecta, Ucrania es el meollo de una guerra que podría convertirse en atómica.

Ahora, por el bien de todo el mundo, incluidos Ucrania y Europa, Estados Unidos y Rusia están poniendo fin a este conflicto. Lastimosamente, no todos en Europa quieren eso. Ursula von der Leyen, presidente de la Comisión Europea, en una conferencia de prensa celebrada junto con Zelenski, manifestó: “Europa ha estado unida al lado de Ucrania y la apoyaremos mientras sea necesario para lograr una paz justa y duradera. Y esta paz debe lograrse a través de la fuerza”. A continuación, abogó por “sólidas garantías de seguridad para proteger tanto a Ucrania como los intereses vitales de seguridad de Europa. Ucrania debe poder defender su soberanía e integridad territorial. No puede haber limitaciones a las Fuerzas Armadas ucranianas, ya sea en cooperación con terceros países o en la asistencia de estos. Ucrania debe convertirse en un puercoespín de acero, indigerible para posibles invasores”.

A buena hora, la mayoría de los dirigentes europeos piensan de otra manera. Viktor Orbán, primer ministro húngaro, afirmó: “Durante muchos años, hemos visto cómo las dos mayores potencias nucleares desmantelaban el marco de su cooperación e intercambiaban amenazas. Eso se ha acabado. El mundo es hoy un lugar más seguro que ayer. ¡Que no vuelva a ocurrir un fin de semana horrible!”

Peter Pellegrini, presidente eslovaco, declaró: “Considero la reunión entre el presidente Donald Trump y el presidente Vladímir Putin un paso internacional significativo en el camino hacia la paz duradera y sostenible en Ucrania”.

Giorgia Meloni, primera ministra italiana, expresó: “Por fin se vislumbra un rayo de esperanza para las conversaciones de paz en Ucrania. Italia está haciendo su parte, junto con sus aliados occidentales”. Matteo Salvini, viceprimer ministro italiano, celebró los resultados de la reunión entre Putin y Trump, calificando cada paso hacia la paz como una buena noticia. “Como pidió el papa León, la diplomacia debe hablar en lugar de las armas, y nadie debe obstaculizarla”.

Alice Weidel, dirigente del partido Alternativa para Alemania, dijo que la cumbre de los líderes de Rusia y Estados Unidos, sin la participación de los europeos, demostró que el canciller alemán, Friedrich Merz, ha llevado a su país a un aislamiento. “La cumbre de Alaska fue un paso importante hacia la desescalada. ¡Eso es ‘realpolitik’!”

Los líderes de la UE aplaudieron los esfuerzos de Trump para poner fin a las hostilidades, pero exigieron en una declaración conjunta. “No se debe imponer limitaciones a las Fuerzas Armadas de Ucrania ni a su cooperación con terceros países. Rusia no puede vetar la adhesión de Ucrania a la UE y la OTAN. Ucrania tomará decisiones sobre su territorio. Nuestro apoyo a Ucrania continuará”. En este contexto, los líderes europeos están dispuestos a mantener la presión sobre Rusia. «Seguiremos reforzando las sanciones y las medidas económicas más amplias”.

En la víspera de la llegada de Zelenski a EEUU, el mandatario estadounidense aseguró que está en las manos del líder del régimen de Kiev terminar el conflicto con Rusia “casi de inmediato, o bien, continuar luchando”. Subrayó que las declaraciones de Zelenski de que Ucrania no reconoce Crimea como parte de Rusia “son muy perjudiciales para las negociaciones de paz con Rusia. Si quiere Crimea, ¿por qué no lucharon por ella hace 11 años, cuando le fue entregada a Rusia sin que se disparara un tiro? (…) Son declaraciones incendiarias como las de Zelenski las que dificultan tanto el arreglo de esta guerra. No tiene nada de qué presumir”.

En resumen, la reunión en Alaska fue notable porque el presidente ruso coincidió con la opinión del Presidente Trump, de que esa guerra pudo evitarse. Se recuerdan las palabras de Marco Rubio, secretario de Estado de EEUU de que el conflicto ucraniano es una supuesta guerra indirecta, es decir, “una guerra librada por un títere. Esta evidencia muestra directamente a qué tipo de confrontación nos estaban arrastrando”. Si con igual certeza se expresara respecto a otros problemas geopolíticos, el mundo sería más seguro.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.