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La generación Z toma las calles de Marruecos

Fuentes: Descifrando la guerra [Imagen: Hasna Lahmini - bajo CC BY-NC 2.0]

El gobierno de Marruecos afrontó ayer la quinta noche consecutiva de protestas en las principales ciudades del Reino. La jornada fue especialmente violenta y podría marcar un punto de inflexión: se registraron 263 agentes heridos, más de 400 detenciones y las dos primeras muertes confirmadas de manifestantes por heridas de bala en el marco de la represión.

Son principalmente los sectores jóvenes de la población los que hacen sentir en las calles su descontento por la mala situación socioeconómica de país, evidenciada en el mal estado de sectores primordiales como los de la sanidad o la educación. 

Las movilizaciones empezaron el pasado fin de semana –27 y 28 de septiembre–, siendo organizadas a través de plataformas en línea como Discord o TikTok. De hecho, el movimiento se ha identificado como «GenZ 212», siendo éste el nombre de uno de los canales de Discord mediante el que se han coordinado gran parte de las manifestaciones.La actual situación tiene su origen en los hechos acaecidos en septiembre, cuando al menos ocho mujeres murieron en el hospital regional Hassan II en Agadir, después de ser sometidas a cesárea. Esto enfureció a la población local, que atribuía las muertes a las malas condiciones en las que se encuentra el hospital. Los vídeos de las instalaciones médicas circularon por redes sociales, exportando el malestar al resto del país. 

A ojos de gran parte de la población, esta situación contrasta con las cuantiosas inversiones destinadas a la puesta a punto de varias instalaciones deportivas de cara a la Copa Africana de Naciones 2025 y el Mundial de fútbol 2030, competiciones de las que Marruecos será sede oficial.

Actualmente, el país norteafricano está construyendo tres estadios de fútbol y renovando o ampliando hasta seis de los ya existentes. Los cánticos oídos en las protestas lo dejaban claro: «Los estadios están aquí, pero ¿dónde están los hospitales?». 

Las demandas y protestas escalan en Marruecos

Como suele ser habitual, las manifestaciones han actuado de válvula de escape para otras cuestiones. No solo la sanidad, sino la ineficiente provisión por parte del Estado de otros servicios básicos como la educación han sido objeto de las demandas del movimiento «GenZ 212».  El malestar en las regiones más sacudidas por el terremoto de 2023, muchas de las cuales consideran que no han sido suficientemente atendidas por las autoridades estatales, también se ha hecho oír. 

Asimismo, cuestiones como los casos de corrupción, las altas tasas de desempleo y, en general, las amplias desigualdades socioeconómicas que afectan especialmente a las mujeres y los sectores jóvenes –representando estos últimos alrededor de un cuarto de la población total– han sido canalizadas en las actuales protestas.

La ferocidad de la represión por parte de las fuerzas estatales ha ido en aumento. Durante el fin de semana trascendían las imágenes de arrestos de manifestantes, siendo sus blancos predilectos aquellas personas que se atrevían a atender a los medios de comunicación presentes en la zona. La represión escaló a inicios de la presente semana: los vídeos mostraban atropellos deliberados de protestantes por parte de los vehículos policiales. Finalmente, en la noche del 1 al 2 de octubre se ha dado el paso definitivo con la apertura de fuego contra los disidentes. 

Esta respuesta, además de potenciar la habitual espiral de tensión y violencia emergente en estos casos, contrasta con la posición gubernamental expresada tras la reunión de la mayoría oficialista celebrada el martes 30 de septiembre. El comunicado asociado a ésta proclamaba su «atenta escucha y entendimiento de las demandas sociales», y recibía favorablemente «la respuesta equilibrada por parte de las fuerzas de seguridad», marcando una clara disonancia entre el discurso y los actos del Estado magrebí. 

Hasta ahora, este movimiento aparentemente espontáneo ha sido articulado en torno a una jovencísima red –la ‘GenZ 212’– que ha sido definida como descentralizada, horizontal y sin una cúpula de liderazgo clara.Esto se ha evidenciado en su incapacidad para controlar la intensificación de la violencia: sus condenas a estos incidentes han pasado inadvertidas. Así, ante la ausencia de un sector sociopolítico más definido que copte y capitalice estas pulsiones, la vía de diálogo institucional –por la que apuestan tanto oficialismo como oposición parlamentaria– se presenta difícil. 

Por otro lado, estos acontecimientos brotan en un caldo social ya fermentado, lo que permite que el malestar con el gobierno se propague velozmente a lo largo y ancho del país. Las últimas protestas habían reflejado el rechazo social frente a la cada vez más visible política de normalización y estrechamiento de lazos estratégicos entre Rabat y Tel Aviv.

La cuestión actual –la construcción de modernos estadios en contraste con la precariedad de las infraestructuras sanitarias y educativas– pone de relieve la disonancia entre la proyección internacional que persigue el Estado marroquí y las prioridades cotidianas de su población, una brecha que también se manifiesta en el caso de las relaciones con el sionismo. 

Mientras tanto, varias figuras públicas marroquíes –principalmente en el sector de la música, pero también jugadores de fútbol internacionales como Azzedine Ounahi– muestran solidaridad con las protestas. Y, pese a los intentos de censura mediática, crece la atención sobre las manifestaciones y sus demandas. Queda entonces por ver cómo evoluciona el movimiento contestatario y, sobre todo, si y en qué manera puede el oficialismo marroquí capear este nuevo temporal. 

Fuente: https://www.descifrandolaguerra.es/la-generacion-z-toma-las-calles-de-marruecos/