Cuando hace poco más de un año escribimos Del Patio Trasero al Puerto Trasero³ —sobre la inauguración del Megapuerto de Chancay, en el Perú, por parte de Xi Jinping, el presidente de China—, jamás imaginamos que el gobierno de los Estados Unidos reconocería la advertencia que expresamos. Hoy la Nueva Estrategia de Seguridad Nacional 2025 (NSS) del gobierno de Donald Trump, lo admite de forma implícita: América Latina ha dejado de ser periferia unipolar —el Patio Trasero en la Doctrina Monroe del Siglo XIX— y se ha convertido en un nodo geoeconómico integrado a la Ruta Cuántica de la isla-mundo euroasiática: Chancay, como el coloquial puerto trasero de una computadora conectada a la supercomputadora del Nuevo Sistema Mundo Euroasiático (NSME). En otras palabras, el imperio en decadencia lo admite, pero con la arrogancia de un emperador desnudo. Veamos por qué.
Resumen de la “Estrategia de Seguridad Nacional de los EE.UU.”
Este informe de 33 páginas, firmado por el presidente Donald J. Trump, presenta la Estrategia de Seguridad Nacional de su segunda administración. Su propósito es trazar una “Hoja de ruta para garantizar que Estados Unidos siga siendo la nación más grande y exitosa de la historia de la humanidad, y el hogar de la libertad en la Tierra.” (p. 3), corrigiendo los errores de políticas pasadas y consolidando avances en nueve meses para fortalecer a EE.UU. en todos los ámbitos. Enfatiza “poner a Estados Unidos primero” (p. 3), conectando fines y medios para proteger intereses nacionales: “El objetivo de la política exterior es la protección de los intereses nacionales fundamentales; ese es el único objetivo de esta estrategia.” (p. 5). La introducción critica estrategias post-Guerra Fría por su enfoque en “dominación estadounidense permanente” (p. 5), que subestimó la voluntad pública y erosionó la base industrial. Trump’s corrección, probada en su primer mandato, evitó esto: “Continuar con ese rumbo en Estados Unidos es el objetivo principal de la segunda administración del presidente Trump y de este documento.” (p. 6). Preguntas clave: ¿Qué quiere EE.UU.? ¿Cuáles son los medios? ¿Cómo conectarlos?
Lo que EE.UU. quiere: Supervivencia soberana, protección contra amenazas (militar, económica, migratoria), control fronterizo, infraestructura resiliente, ejército letal con disuasión nuclear, economía innovadora, base industrial robusta, energía dominante y ” poder blando” cultural. Espiritualmente: “restauración y revitalización de la salud espiritual y cultural estadounidense” (p. 8). Del mundo: Estabilidad en el Hemisferio Occidental (El Corolario Trump la Doctrina Monroe), Indo-Pacífico libre, Europa segura, Medio Oriente sin dominación adversa, y liderazgo en IA/biotecnología.
Medios disponibles: Economía líder ($30 billones), sistema financiero (dólar reserva), tecnología avanzada, ejército superior, alianzas, geografía favorable, “poder blando” y patriotismo. Agendas domésticas: Competencia vs. DEI, energía desatada, reindustrialización, libertad económica.
Principios: Pragmática, no ideológica; “America First”. Paz mediante fuerza: “La fuerza es el mejor elemento disuasorio.” (p. 12). No-intervencionismo flexible, primacía de naciones soberanas, respeto mutuo, meritocracia pro-trabajador.
Prioridades: Fin de migración masiva (“La seguridad fronteriza es el elemento principal de la seguridad nacional.” p. 14); comercio equilibrado, cadenas de suministro seguras, reindustrialización; base industrial de defensa; dominancia energética; supremacía financiera. Paz a través de diplomacia (p.e., Acuerdos de Abraham expandidos).
Objetivos en las Regiones Hemisferio Occidental: Enlistar aliados contra migración/carteles; expandir las asociaciones económicos/seguridad. Asia: Ganar el futuro económico, prevenir la confrontación; disuadir a China, fortalecer Quad. Europa: Revivir grandeza civilizacional, estabilidad con Rusia, fin de expansión NATO. Medio Oriente: Cambiar las cargas, construir paz; post-Martillo de medianoche, expandir Acuerdos Abraham. África: De ayuda a inversión en energía/minerales; resolver conflictos.
El documento concluye optimista: “Haremos que Estados Unidos sea más seguro, más rico, más libre, más grande y más poderoso que nunca.” (p. 3), priorizando soberanía y prosperidad compartida.




I. El despertar tardío del Imperio En el Qunshu Zhiyao, ese compendio de sabiduría política ordenado por el Emperador Taizong de la Dinastía Tang (Tang Taizong) en el año 631 d.C., hay una sentencia que parece escrita para nuestro tiempo: “Cuando un reino despierta tarde a los cambios del mundo, confunde la sombra de su pasado con la luz del presente.”¹ Esta frase resume el espíritu de la NSS 2025, un documento presentado por el régimen de Trump, como el relanzamiento de su autoridad en el continente americano, es decir la restauración de su primacía en el Hemisferio Occidental. Lao Tzu advertía en el Tao Te Ching que “quien se aferra a lo que fue, pierde lo que es”, y esta sabiduría antigua resuena con fuerza particular, cuando examinamos un documento que intenta revivir una época que ya no existe. Más fragilidad que fuerza En la práctica, la NSS 2025 revela más fragilidad que fuerza. Se asemeja a los decretos tardíos de los reyes Zhou, emitidos cuando ya nadie obedecía sus órdenes, a esos edictos que el Zizhi Tongjian describe como palabras que viajan por el viento sin encontrar oídos dispuestos a escucharlas.² La estrategia invoca un “Corolario Trump” a la Doctrina Monroe, pero lo hace en un momento histórico —de esos que suceden después de varios siglos— cuando los vientos del sistema mundial soplan en otra dirección: hacia un Nuevo Sistema Mundo Euroasiático (NSME) multipolar y logístico-euroasiático. Es decir, en sentido opuesto al restablecimiento del viejo orden Unipolar. Como enseña Confucio en las Analectas, “el hombre superior no lucha contra la corriente del río; construye un puente hacia la otra orilla”, pero Estados Unidos insiste en revertir la corriente misma, una empresa que los sabios antiguos habrían reconocido como la marca distintiva de quien ha perdido el Tianxa —el Mandato del Cielo. II. América Latina ya no orbita a Washington En el análisis previo Del Patio Trasero al Puerto Trasero³, anticipamos la transformación que hoy la NSS reconoce de forma implícita: América Latina ha dejado de ser la periferia del imperio unipolar y se ha convertido en un nodo geoeconómico integrado a la Isla-Mundo euroasiática. Si los líderes de la región lo comprenden puede ser la Semi-Periferia del NSME, según el diseño de Immanuel Wallerstein en sus estudios sobre el Sistema Mundial y que, irónicamente, previó un NSM a mediados del presente siglo. Pero no se trata de una ruptura abrupta ni de un cambio ideológico, sino de un proceso silencioso, estratégico y acumulativo, muy parecido a lo que describe la Primera Estratagema del canon de las 36 Estrategias: “Engañar al cielo para cruzar el mar.”⁴ China no anunció su entrada con fanfarrias ni declaraciones grandilocuentes; simplemente cruzó los océanos —como lo hizo el Almirante Zheng hace más de V siglos, antes que Cristóbal Colón— y regresó. No exigió lealtades ideológicas ni compromisos políticos; como hizo en la Ruta de la Seda original antes de Cristo, construyó caminos. No ofreció doctrinas abstractas sobre el orden mundial; ofreció infraestructura concreta. Es el pragmatismo oriental de: No importa de qué color sea el gato, sino que cace ratones, revelando la sabiduría de las civilizaciones que navegan sobre los siglos, como decía Chuang Tzu: “Un pequeño saber, no se puede comparar con uno grande, ni una corta vida, con una larga existencia”. Pragmatismo vs. Verborragia Mientras Estados Unidos hablaba de democracia y seguridad, China construía e implementaba puertos, ferrocarriles, fibra óptica, minería, energía, grúas, cámaras y corredores; incrementaba el comercio de importaciones y exportaciones inundando los mercados con una infinitud de productos al alcance de las grandes mayorías, y con ello —la supremacía de la Geoeconomía— transformó la realidad material sobre la que se sostienen las decisiones geopolíticas. Un ejemplo, hoy la inmensa mayoría de los latinoamericanos están conectados al mundo desde sus teléfonos inteligentes Made in China —Made in USA ya es de la prehistoria porque eso lo decidieron los propios capitalistas del Norte tras cometer el error capital de la “acumulación infinita”, como dice Wallerstein y lo explicaremos en un capítulo aparte, y transferir sus conocimientos e industrias a China desde los 1990’s. China simplemente dio rienda suelta a su milenaria sabiduría. Como lo expresaría Chuang Tzu: “El agua no lucha por su curso; simplemente fluye hacia donde hay espacio.” China fluyó hacia América Latina porque había espacio, un vacío que Estados Unidos había dejado retrasado en el pasado centenario —al conformarse con dominar a su Patio Trasero a través del poder militar, el mercantilismo y el brutal neoliberalismo de las finanzas parasitarias— y, después del 11-S, al concentrar su atención en Medio Oriente y Asia Central durante dos décadas de guerras costosas y distracciones estratégicas. La naturaleza geopolítica y geoeconómica, como la naturaleza física, aborrece el vacío, y cuando una potencia retrocede, otra avanza, no por malicia sino por la simple mecánica del poder, esa dinámica que el I Ching describe como el eterno flujo entre lo lleno y lo vacío, entre el yang que se expande y el yin que se contrae. Y China se preparó para ello construyendo su propio sistema, su propio Capitalismo Histórico, desde las enseñanzas de su historia milenaria —porque ellos tuvieron su propia Economía-Mundo desde las grandes dinastías como Song y Ming entre los años 960 hasta 1644— y de lo aprendido de Occidente —porque saben que “Cuando juzgas y separas, pierdes la totalidad”. III. El sueño de reindustrialización: Voluntad contra materia La NSS 2025, como los sueños húmedos de Yo el Supremo del Potomac, propone que Estados Unidos “volverá a ser la fábrica del mundo” mediante aranceles, inversiones masivas y un rearme manufacturero. Empero, la voluntad —advierte el I Ching en su hexagrama 16, Yu (El Entusiasmo)— no basta sin estructura: “El entusiasmo sin fundamento trae infortunio.”⁵ Es una lección que los estrategas chinos han repetido durante milenios: la intención sin los medios materiales para realizarla —la IV Revolución Industrial en el Siglo XXI— no es estrategia sino fantasía. Los datos confirman esta advertencia antigua con la frialdad implacable de las cifras contemporáneas: China domina entre el 60% y 90% de las cadenas globales de manufactura crítica,⁶ ha estandarizado y expandido la logística global de la IV Revolución Industrial,⁷ y sus redes portuarias y corporaciones logísticas controlan infraestructura esencial en Europa, África, Asia y América Latina.⁸ El contraste es revelador y casi cruel en su claridad: mientras Estados Unidos busca reproducir un modelo industrial del siglo XX, China diseña uno del siglo XXI basado en inteligencia artificial, computación cuántica, energías limpias, megapuertos y cadenas de valor integradas. Es una repetición contemporánea del periodo de los Reinos Combatientes, ese momento crucial en la historia china cuando Wei y Han soñaban con restaurar antiguas glorias y evocaban los días dorados de los Zhou, Qin estandarizaba pesos, medidas y carreteras, asegurando el mundo que vendría con acciones concretas más que con palabras nobles.⁹ “La Maratón de los Cien años” Sun Tzu lo resumió hace veinticinco siglos con una economía de lenguaje que todavía asombra: “La guerra se gana antes de librarla, en los preparativos.” China se preparó durante décadas —tal vez más de un siglo como los escribe el autor Michael Pillsbury en su obra “La Maratón de los Cien años: La estrategia secreta de China para sustituir a Estados Unidos como superpotencia mundial” — mientras Estados Unidos celebraba la ilusión el Fin de la Historia y la victoria definitiva del modelo occidental. Ahora Estados Unidos despierta, pero despierta tarde, como esos reyes del Zizhi Tongjian que abrían los ojos cuando el enemigo ya había cruzado el río. Y solo para refrendar un solo ejemplo las diferencias, China tiene la red de trenes bala más extensa del mundo. A finales de 2024, alcanzaba 48,000 km de longitud total. Durante 2025, se añadieron aproximadamente 2,600 km adicionales, superando los 50,000 km a lo largo del año y cumpliendo con las proyecciones oficiales para finales de diciembre de 2025. Estados Unidos apenas está comenzando, con proyectos muy pequeños y en desarrollo, es decir casi 0. ¿Cómo un águila desplumada pretende vencer a Peng, el ave inmensa de las parábolas de Chuang Tzu, cuyas alas cubren vastas extensiones del cielo y mares, simbolizando la gran transformación y la liberación de las limitaciones convencionales? IV. La flota fantasma: poder militar sin logística La NSS 2025 plantea un reposicionamiento militar para “proteger el Hemisferio Occidental” y limitar la presencia china, pero los hechos revelan una flota con capacidades menguantes que contrastan dramáticamente con la retórica de supremacía: la Marina estadounidense tiene alrededor de 290 buques, menos de la mitad que en 1990,¹⁰ sus astilleros funcionan al 50% de capacidad,¹¹ mientras China posee la flota más grande del mundo, con más de 370 buques.¹² Pero más allá de estos números, que ya son elocuentes, existe una verdad más profunda que Sunzi había identificado hace más de dos mil años: el poder militar sin capacidad logística es “una espada sin filo que se rompe antes de golpear”.¹³ La infraestructura que movería tropas y suministros en un eventual escenario hemisférico, es hoy un terreno donde empresas chinas han construido, operado o equipado, puertos, corredores y sistemas tecnológicos. La paradoja es cruel en su ironía: Estados Unidos mantiene portaviones impresionantes, símbolos flotantes de poder proyectado a través de los océanos; sin embargo China controla las grúas que cargan y descargan en los puertos, las redes que transmiten la información, los sistemas que coordinan el movimiento de mercancías. El poder Geoeconómico En el siglo XXI, lo segundo —el poder Geoeconómico, despreciado por los “eruditos y burócratas” del imperio— pesa más que lo primero, porque como enseñaba Lao Tzu, “lo blando vence a lo duro, lo débil vence a lo fuerte”, no por fuerza bruta sino por ubicuidad y persistencia. Es el triunfo de la Geoeconomía del Siglo XXI sobre la Geopolítica Militar del Siglo XX. Los chinos lo saben desde que implementaron el desarrollo y dominio de las rutas originales de la Seda, que representó una forma temprana de poder geoeconómico —a través del control de rutas comerciales, monopolios productivos y sistemas de tributo— para lograr objetivos geopolíticos, tales como influencia diplomática, seguridad fronteriza y hegemonía regional. En el caso de la antigua Ruta de la Seda (aproximadamente desde el siglo II a.C. hasta el siglo XIV d.C.), China no solo acumuló riqueza inmensa, sino que proyectó su poder suave y duro a través de una red transcontinental que conectaba el Imperio Han con Asia Central, el Medio Oriente y Roma, fomentando un orden económico sinocéntrico que perduró siglos. Y para remarcar una vez más la sabiduría histórica de los chinos, el Zizhi Tongjian narra cómo el reino de Chu mantenía el ejército más grande durante los Reinos Combatientes, con guerreros famosos por su ferocidad y generales celebrados en canciones y poemas, pero perdió ante Qin porque este último controlaba los caminos, los ríos y los graneros, la infraestructura invisible pero esencial que sostiene cualquier esfuerzo militar prolongado. La historia no se repite, pero rima con una precisión que resulta incómoda para quienes prefieren no escuchar su eco: el poder militar sin fundamento logístico es como un árbol gigante con raíces superficiales, impresionante a la vista pero vulnerable al primer vendaval. V. La batalla imposible: expulsar a China El punto más frágil de la NSS 2025 es su exigencia a los países de la región de “desmantelar la influencia china” en infraestructura crítica, una demanda que revela una incomprensión fundamental de la realidad geoeconómica que ahora gobierna la región. La realidad es que China es el principal socio comercial de 18 países latinoamericanos,¹⁴ opera o participa en 37 puertos del continente,¹⁵ controla el 70% del mercado global de grúas portuarias,¹⁶ es líder en cámaras de vigilancia, fibra óptica, telecomunicaciones, minería estratégica y energía,¹⁷ y su inversión en proyectos logísticos supera los 130 mil millones de dólares desde 2005.¹⁸ Estos no son números abstractos en un informe económico; representan la transformación material de un continente, la reconfiguración física de cómo América Latina se conecta con el mundo, a través de la Ruta Cuántica del NSME —con China como eje. El megaproyecto de Chancay, en Perú, es el símbolo más visible de esta nueva cartografía: un megapuerto que recorta en 10 días el viaje hacia Asia y conecta Sudamérica directamente con la Fábrica Mundo, convirtiendo lo que antes era una ruta larga y costosa, en un corredor eficiente y competitivo.¹⁹ La región es hoy un nodo de la Ruta de la Seda Marítima, no por ideología ni por afinidad cultural, sino por cálculo racional, por la simple aritmética del comercio y el desarrollo —en resumen el pragmatismo geoeconómico. Como afirma el I Ching en el hexagrama 46, Sheng (El Ascenso): “El crecimiento lento y paciente se vuelve incontenible.”²⁰ Ese crecimiento ya ocurrió y continúa, no en un momento dramático sino en una acumulación gradual de proyectos, inversiones, acuerdos y construcciones, desde la segunda década del Siglo XXI, que ahora forman un tejido tan denso y vasto —como el pez Kun, de Chuang Tzu, que mide miles de millas y se transforma en Peng— que resulta imposible de deshacer sin causar un daño económico masivo a escala global. Lao Tzu lo expresó con su claridad meridiana característica: “El árbol que no se dobla ante el viento, se quiebra. El que se resiste al agua, se ahoga.” América Latina no se resistió a la marea económica que venía de Asia; fluyó con ella, adaptándose a las nuevas corrientes del comercio global, y ahora pretender que deshaga estas conexiones es como pedirle a un río que fluya cuesta arriba. La Estratagema 27 de las 36 Estrategias advierte: “Fingir locura sin perder el equilibrio”, pero ¿qué sucede cuando la locura no es fingida, cuando realmente se cree que se puede deshacer en meses lo que se construyó en décadas? VI. El Puerto Trasero: la conexión con el corazón de Eurasia América Latina ya no es patio trasero de nadie: es el puerto trasero cuántico de la Isla-Mundo euroasiática,²¹ una distinción que va mucho más allá de un simple juego de palabras para capturar una transformación geoeconómica y geopolítica fundamental. Sus puertos conectan rutas marítimas que llevan materias primas a Asia y traen manufacturas de regreso; sus corredores bioceánicos conectan continentes que antes solo se vinculaban a través de rutas largas y costosas; su litio y su cobre abastecen la transición energética asiática, esos metales que son la sangre de la revolución tecnológica del siglo XXI; y su infraestructura logística forma parte de un sistema global integrado que funciona con la precisión de un reloj suizo. En la estrategia china, la infraestructura es destino, lo que nos hace recordar las parábolas de Chuang Tzu, donde el gran Peng no vuela por fuerza bruta, sino porque sus alas son el cielo mismo. “Construye, dragón. No luches contra el río; hazte el río. No desafíes la montaña; hazte el puente que la atraviesa”. La infraestructura es el destino porque es el Tao manifestado: el flujo invisible que une lo disperso en uno solo. En la estrategia del Dragón Dorado —esa que une Han con el mundo, Tang con los nómadas, y hoy, el Fénix Moderno con las Nuevas Rutas de la Seda Transoceánica—, cada kilómetro de hierro es un hilo del tapiz cósmico. “Construye, y el destino no te alcanzará; tú lo forjarás”. Elegir antes de caminar Esa es un filosofía que contrasta radicalmente con el enfoque estadounidense que privilegia las alianzas militares y los acuerdos de seguridad sobre la construcción material. Confucio decía: “El camino se hace al andar, pero el sabio elige primero hacia dónde caminar.” China eligió caminar hacia América Latina cuando Estados Unidos miraba obsesivamente hacia Medio Oriente, persiguiendo fantasmas terroristas y tratando de rehacer sociedades milenarias a imagen y semejanza occidental, o simplemente usando esta excusa para reconstruir lo que Ray McGovern describió brillantemente como el MICIMATT —el nuevo complejo Militar-Industrial-Congresional-Inteligencia-Medios-Academia-Think-Tank— con sus multibillonarios presupuestos, para beneficios del 1%. Ahora el camino está trazado, pavimentado, operativo, y Estados Unidos descubre con consternación que ya no puede simplemente bloquear el paso, porque el camino atraviesa territorios que ya no controla. El I Ching, en su hexagrama 2, Kun (Lo Receptivo), enseña una lección que América Latina parece haber interiorizado: “Lo receptivo no compite, pero todo lo nutre. No busca la gloria, pero es indispensable.” La región ha asumido ese rol como los peones, cuyas estructuras en el gran tablero son indispensables para el gran juego del nuevo sistema económico mundial. Es el nodo que conecta, el puerto que recibe y despacha, el corredor por donde fluyen los minerales y las manufacturas que sostienen la civilización industrial contemporánea. Como en el ajedrez, tal vez uno de ellos, dos, o tres, algún día puedan coronar tras el largo camino de alcanzar la octava casilla. VII. Carta libre para el NSME: Europa abandonada y Asia al descubierto Con Estados Unidos concentrado en el continente americano, como lo propone el NSS 2025, un poco tarde en realidad, las demás regiones del mundo han quedado al descubierto. La estrategia no contempla a Europa como socio prioritario. Hay críticas de necesidad mortal contra la gobernanza del Viejo Mundo: “No podemos fingir ser socios mientras esas naciones permitan que la burocracia no electa, antidemocrática y poco representativa de la Unión Europea en Bruselas implemente políticas de suicidio civilizatorio”, escribe en el documento Martín Landau, número dos del Departamento de Estado que dirige Marco Rubio. Detrás de estos conceptos también se esconde un significado mayor. La administración Trump está rompiendo los lazos con la Gran Cábala —la élite de megamagnates europeos y estadunidenses— que durante los últimos 140 años fue el poder detrás del trono en ambos continentes y usufructuario del Sistema Mundo Occidental que controló el planeta en los últimos cinco siglos. Si esto sucede con Europa, las cosas no pintan nada bien para los países de Asia. Por ejemplo, Japón y Corea del Sur —ambos amenazados por Corea del Norte— son dos peones frente al nuevo emperador. Taiwán enfrenta una pesadilla mayor. Durante décadas fue materia de conflicto con China y ahora puede ser absorbida solo por la gravedad del poder geoeconómico. Esta retirada estratégica estadounidense del escenario euroasiático —disfrazada de “realismo” y “priorización hemisférica”— representa en realidad una carta libre para el NSME. Mientras el imperio se repliega hacia su continente, China y Rusia consolidan su arquitectura geoeconómica en los espacios abandonados. Europa languidece sin el gas ruso que alimentaba su industria. Alemania ve cómo su modelo manufacturero se desmorona, y el desempleo empieza a inquietar las cifras macroeconómicas del Viejo Mundo. China y Rusia eligieron la guerra El viejo precepto de “elige las peleas que puedas ganar” se manifiesta en una dimensión nunca antes vista. China y Rusia eligieron la guerra que podían ganar: la geoeconómica. Sin olvidar, claro está, el poderío científico-tecnológico-militar de la nueva era, donde los misiles nucleares hipersónicos disuaden más que tropas y armadas. Los viejos dinosaurios de la Gran Cábala ni siquiera le prestaron atención a esa estrategia y siguieron usando el viejo manual de la geopolítica: sanciones económicas y financieras, garrotazos militares e invasiones territoriales. Nada de eso funciona en la nueva realidad trazada por China y Rusia. Los países, las corporaciones, los megamagnates tecnológicos y los bloques regionales prefieren el beneficio compartido antes que la destrucción masiva. Es el adiós a la Gran Cábala, a sus métodos de mafioso siciliano. Es el adiós a sus empleados más notorios: Úrsula von der Leyen, Emmanuel Macron, Friedrich Merz, Kaja Kallas, Mark Rutte, entre otros. VIII. La NSS como epitafio y reconocimiento involuntario La NSS 2025, bajo su lenguaje de reafirmación y su retórica de renovado liderazgo, es en realidad un reconocimiento de derrota estructural, una admisión apenas disfrazada de que el poder militar y económico —del Capitalismo Financiero de la Usura, como los describe el economista Michael Hudson— ya no garantiza la hegemonía en un mundo donde la economía se ha globalizado de formas que hacen obsoletas las viejas doctrinas de contención; de que el poder financiero ha perdido su carácter universal en un momento donde surgen alternativas al dólar y nuevas instituciones financieras; de que el poder industrial y económico material —el que importa en la realidad de la existencia de la humanidad— se ha concentrado en Eurasia de manera tan completa que resulta ilusorio pensar en revertirlo en una década; y de que el poder logístico, esa forma sutil pero fundamental de control, ha cambiado definitivamente de manos. Los decretos sin autoridad Es la escena que describe el Zizhi Tongjian —una vez más la sabiduría milenaria de que “Una pequeña existencia, no se puede comparar con una grande”— cuando narra cómo los reyes de Chu seguían emitiendo órdenes imperiales mientras Qin ya controlaba los caminos, los puentes, los pasos de montaña y los cruces de río: “Cuando el poder llega tarde al conflicto, sus decretos ya no tienen autoridad.”²² La imagen es tan poderosa hoy como lo fue hace dos mil años: un imperio que emite órdenes que nadie cumple, no por rebeldía sino porque las condiciones materiales que hacían posible esa obediencia han desaparecido, se han transformado, han migrado hacia otras geografías y otras manos —que han ganado el nuevo “Mandato del Cielo”, (Tianming) un concepto chino antiguo que legitimaba el poder del emperador, otorgándole un derecho divino a gobernar siempre que fuera justo, pero podía retirarlo ante la corrupción, causando revueltas o desastres naturales. Sun Tzu advertía con su habitual precisión quirúrgica: “Conoce al enemigo y conócete a ti mismo, y en cien batallas no correrás peligro. Si te conoces a ti mismo pero no al enemigo, ganarás una batalla y perderás otra. Si no conoces ni al enemigo ni a ti mismo, perderás todas las batallas.” La NSS 2025 sugiere, en su mezcla de optimismo infundado y diagnósticos tardíos, que Estados Unidos no conoce plenamente ni a China ni su propia debilidad estructural (o tal vez sí, pero la arrogancia y la vanidad, es mayor y el ego no lo puede aceptar), esa erosión gradual de capacidades que ocurrió mientras la atención nacional estaba dirigida a otros teatros y otras preocupaciones. Chuang Tzu relata la historia del nadador que intentaba cruzar el río a contracorriente y se ahogó a pesar de su fuerza, mientras otro que nadaba con la corriente llegó a la orilla opuesta sin esfuerzo aparente, y concluye: “La sabiduría no está en la fuerza, sino en la comprensión del flujo.” IX. Inserción en el Nuevo Sistema Mundo Si se observa desde la altura del análisis sistémico, despojándose de las pasiones inmediatas y los intereses particulares, para adoptar la perspectiva del estratega que mira el tablero global, la NSS confirma lo que los estudios críticos han señalado durante años: el mundo transita de una hegemonía occidental a un orden multipolar de matriz euroasiática, como el amanecer de Nuevo Sistema Mundo, cuyos rasgos centrales se hacen cada vez más evidentes. Este NSM se organiza en torno a la IV Revolución Industrial —esa Revolución que está configurando el destino de la humanidad en el Siglo XXI— y la logística más que a la ideología; a la geoeconomía más que a la geopolítica tradicional; a las rutas de comercio más que a las alianzas militares; a la manufactura avanzada más que a la supremacía financiera; y a la integración continental más que a la proyección imperial —todas las cuales son planos interconectados del Cubo del Poder, del cual hablaremos en el próximo capítulo. América Latina participa en este sistema como nodo estratégico, cuya importancia seguirá creciendo a medida que el centro de gravedad de la economía mundial continúe su migración hacia Asia y la región comprenda y actúe en esa dirección —como el agua que nutre las semillas del futuro antes de florecer. El Qunshu Zhiyao contiene una advertencia que los estadistas estadounidenses harían bien en meditar: “El reino que no reconoce los cambios en el orden del mundo, construye fortalezas en lugares que ya no importan.” Mientras Estados Unidos construyó bases militares y alianzas de seguridad, aplicaba sanciones económicas, e invirtió billones en guerras (el welfare corporativo para sostener su MICIMATT) y hablaba de “valores universales” —impuestas a través de su Quinta Libertad: “Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”—; China construía puertos y ferrocarriles, invertía billones en infraestructura; y hablaba de beneficio mutuo, el ganar-ganar. No se trata de juzgar qué enfoque es moralmente superior, sino de reconocer cuál ha demostrado ser más efectivo para trascender en el siglo XXI. X. Confirmación de la teoría del Cubo del Poder Pero lo más irónico de esta historia es que el NSS 2025, sin querer queriendo, actúa como verificación empírica de El Cubo del Poder,²³ una teoría que propone que la hegemonía en el siglo XXI no depende de un único factor de dominación, como la fuerza militar o la economía, sino de la integración simultánea de seis planos de poder, cada uno indispensable, interdependiente y en constante retroalimentación, un modelo que refleja la complejidad sistémica del Nuevo Sistema Mundo multipolar que está emergiendo con el ascenso del eje central euroasiático. Cada uno de los seis planos del cubo se hace visible en la pérdida de control estadounidense, como si la estrategia fuera un espejo que, al intentar reflejar fortaleza, terminara revelando debilidad. En el plano de la Geopolítica y lo Militar, China avanza sin ocupar territorios ni establecer bases, mientras Estados Unidos sigue estancando a pesar de mantener la mayor presencia militar global, ocupando discursos (como las amenazas del régimen de Trump de intervenciones militares en Venezuela y Colombia) más que espacios estratégicos. En el plano de la Geoeconomía, la región depende más del comercio asiático que del estadounidense, una realidad que ninguna retórica puede disfrazar. En el plano del Matrixmo (ver aquí y aquí), el viejo relato de la hegemonía hemisférica y el destino manifiesto ya no produce consensos automáticos, ha perdido su poder de movilización, aunque debe esperarse que el Transhumanismo (el uso de la tecnología para manipular las capacidades físicas y mentales humanas), no cesará y será un nuevo terreno virtual de dominio global en el Siglo XXI. La revolución que realmente importa En el plano material de la IV Revolución Industrial, la tecnología dominante en la región —desde las cámaras de vigilancia hasta las redes de telecomunicaciones, desde las grúas portuarias hasta los sistemas de energía renovable— es de origen chino, una dependencia tecnológica que se construyó sin fanfarrias pero con consecuencias profundas —es la esencia de la Ruta Cuántica; sin olvidar que China tiene una ventaja en el dominio científico de la IVRI lo que, a la postre, le permitirá expandir su dominio en la región. En el plano de las Geofinanzas, la expansión de BRICS+, la creciente utilización del yuan en el comercio bilateral, y la emergencia de nuevos bancos de desarrollo rediseñan flujos financieros que antes eran monopolio occidental; incluso en un futuro no muy lejano pueden ser parte del experimento monetario del proyecto Unit, que se perfila como la opción más viable para romper el dominio del dólar estadounidense sobre el comercio y la inversión mundiales. Y en el plano de la Fábrica Mundo y las Rutas Comerciales, puertos como Chancay, corredores bioceánicos como el que conectará Brasil con el Pacífico, y cadenas logísticas cada vez más integradas con Asia, reorganizan la matriz económica hemisférica de formas que hacen obsoleta la vieja división entre centro y periferia de Wallerstein. El Cubo del Poder no es metáfora literaria ni abstracción académica: es arquitectura, estructura, la geometría invisible pero real que organiza las relaciones de poder en el mundo contemporáneo. Y la NSS es el testimonio de quien observa esa arquitectura desde afuera, como un visitante que llega tarde a una fiesta y descubre que ya se repartieron los asientos, que ya se sirvió la cena, que las conversaciones importantes ya ocurrieron. Es el testimonio de quien intenta reingresar a un edificio cuyos planos ya no controla, cuyas llaves ya no posee, cuyas habitaciones han sido redecoradas según gustos que no son los suyos. XI. Wallerstein y el Patrón Inexorable: La Financiarización como Epitafio Cuando en 1978 Deng Xiaoping anunció las reformas económicas que abrirían a China al mundo, los analistas occidentales celebraron creyendo presenciar la integración definitiva de China al orden capitalista bajo términos occidentales. Lo que no comprendieron es que observaban el inicio de un patrón que Immanuel Wallerstein había identificado como inexorable en las transiciones hegemónicas: el momento en que una semiperiferia estratégica comienza su ascenso mientras el centro declinante confunde la especulación financiera con poder real. El Patrón que la NSS Confirma Wallerstein descubrió que las potencias hegemónicas atraviesan tres fases inevitables. Primera fase: dominación productiva, donde la potencia controla las industrias más avanzadas y su poder se funda en capacidad material real. Segunda fase: dominación comercial, donde ya no produce todo pero controla las redes de distribución global. Tercera fase: dominación financiera, donde abandonó la producción y solo administra capital acumulado. Y aquí está el síntoma terminal: cuando una hegemonía se financiariza completamente, anuncia que perdió la ventaja productiva real. La secuencia histórica es implacable. Holanda dominó el siglo XVII como potencia productiva, pero para finales de ese siglo Ámsterdam era centro financiero mientras las fábricas estaban en Inglaterra. Cincuenta años después, Inglaterra era la nueva hegemonía. Inglaterra repitió el patrón: fábrica del mundo en el siglo XIX, centro financiero en el XX, pero las fábricas modernas estaban en Alemania y Estados Unidos. Para 1945, Estados Unidos era la nueva hegemonía. Estados Unidos transita ahora esa fase: deslocalizó su industria desde los años 80, convirtió su economía en máquina financiera donde Wall Street crecía mientras Detroit colapsaba. Y ahora descubre que China controla las cadenas productivas que alguna vez dominó. La NSS 2025 confirma este patrón sin pretenderlo. Reconoce implícitamente que América Latina dejó de orbitar a Washington, que China domina manufactura crítica, que la infraestructura regional se integró a Eurasia. Es el mismo reconocimiento tardío que hicieron los imperios anteriores cuando ya era demasiado tarde para revertir la pérdida de capacidades productivas. La Trampa Estructural Wallerstein explicaba que la hegemonía financiera es parasitaria de una base productiva que la potencia ya no controla. Puedes prestar dinero, pero alguien más produce. Puedes emitir moneda de reserva, pero solo mientras otros acepten tus papeles por mercancías reales. Cuando una potencia emergente desarrolla suficiente capacidad productiva propia, el sistema se reorganiza alrededor de quien produce, no de quien financia. Durante la pandemia, esta diferencia se volvió brutal: Estados Unidos tenía todo el capital del mundo pero no podía producir mascarillas. China producía y exportaba. Los papeles financieros no generaban respiradores. Las fábricas reales, sí. Esta lección quedó grabada en gobiernos y corporaciones. El problema de fondo es que Occidente destruyó sus capacidades productivas durante décadas de deslocalización. Ahora quiere reconstruirlas, pero enfrenta una contradicción: bajo lógica capitalista privada, esas inversiones no son rentables. Reconstruir industria de semiconductores requiere cientos de miles de millones durante décadas. Ningún capitalista privado asume ese riesgo cuando puede especular en mercados financieros con retornos más rápidos. China puede hacer esas inversiones porque el Estado controla el crédito y lo dirige hacia objetivos estratégicos de largo plazo. Occidente no puede, porque el capital financiero dicta inversiones según rentabilidad de corto plazo. China: De Semiperiferia a Centro Wallerstein identificó la semiperiferia como posición clave: países en posición intermedia con espacio para ascender. China en 1978 era exactamente esto. No era periferia pura, tenía industria básica y Estado funcional. Pero tampoco era centro. Lo crucial fue que usó su posición para imponer condiciones que ninguna periferia pura puede imponer: condicionó inversión extranjera a transferencia tecnológica, asociaciones con empresas chinas, desarrollo de capacidades locales. La secuencia del ascenso chino confirma el patrón que la NSS reconoce tardíamente: años 80, ensamblaba productos occidentales; años 90, producía componentes sofisticados; años 2000, diseñaba productos completos; años 2010, competía en alta tecnología. Cada fábrica que Occidente cerraba significaba capacidades que China adquiría. Cada tecnología transferida era conocimiento que China absorbía y superaba. ¿Por qué Occidente permitió esto? Por la contradicción que Wallerstein señalaba: cada capitalista busca ganancia inmediata (e infinita) sin considerar consecuencias sistémicas. Las corporaciones ganaban fortunas produciendo en China. Ninguna pensaba estratégicamente en transferir capacidades a una semiperiferia con Estado desarrollista fuerte. Y los Estados occidentales, capturados por intereses financieros, no coordinaron política industrial para mantener sectores estratégicos. Verificación del Cubo del Poder La NSS 2025, involuntariamente, verifica la teoría del Cubo del Poder desde la perspectiva wallersteineana. En Geopolítica, China avanza sin ocupar territorios mientras Estados Unidos mantiene presencia militar pero pierde espacios estratégicos. En Geoeconomía, la región depende más del comercio asiático. En IV Revolución Industrial, la tecnología dominante —cámaras, telecomunicaciones, grúas, energía— es china. En Geofinanzas, BRICS+ y el yuan rediseñan flujos que eran monopolio occidental. En Fábrica Mundo, puertos como Chancay reorganizan la matriz hemisférica. Wallerstein insistía: el sistema mundo capitalista no tiene centro permanente. La hegemonía es temporal. Quien controla la producción material termina dictando los términos, no porque sea moralmente superior sino porque el poder real se construye sobre capacidades productivas, no sobre papeles financieros. XII. El epílogo de un Imperio La lección de Wallerstein —que la NSS confirma— no es celebrar el ascenso chino ni lamentar la decadencia occidental, sino comprender las leyes de movimiento del sistema mundo capitalista. Occidente predicaba libre mercado mientras construía hegemonía con proteccionismo. Ahora predica democracia mientras intenta mantener dominación con sanciones. China no es alternativa al capitalismo, es capitalismo organizado de manera diferente, más efectivo para acumular capacidades productivas que la forma financiarizada occidental. Occidente lo olvidó durante décadas de euforia financiera. China lo recordó. Y ahora presenciamos las consecuencias: un sistema mundo reorganizándose, una hegemonía declinando, otra ascendiendo. Como advertía el Zizhi Tongjian: “Cuando el poder llega tarde al conflicto, sus decretos ya no tienen autoridad.” La NSS 2025 llegó tarde. El sistema mundo ya se reorganizó. Y ningún documento estratégico puede revertir décadas de decisiones que destruyeron la base productiva sobre la cual se construye poder real. El “retorno” estadounidense no es retorno, sino epílogo. La multipolaridad no es amenaza futura sino realidad presente, no es algo que pueda prevenirse con estrategias y documentos sino algo que debe reconocerse y navegarse. Y América Latina es ahora un punto cardinal del Nuevo Sistema Mundo, no por elección ideológica ni por alineamiento político, sino por realidad económica y ubicación geográfica, por la simple física del comercio global y la geometría de las rutas marítimas. La Revolución del I Ching El Corolario Trump, leído con atención y despojado de su retórica triunfalista, no es una estrategia de reconquista sino una confesión de pérdida, una aceptación tácita —quizás incluso inconsciente— de que el mundo ha cambiado de formas fundamentales, que Eurasia articula la nueva centralidad del poder global no por conspiración sino por acumulación de capacidades productivas, y que el Hemisferio Occidental ya no responde automáticamente a la lógica del siglo XX porque el siglo XXI ha traído consigo nuevas lógicas, nuevos actores, nuevas geografías del poder. Como afirma el I Ching en el hexagrama 49, Ge (La Revolución): “El cambio verdadero no surge de la fuerza, sino de la maduración de las condiciones.” Las condiciones maduraron mientras Estados Unidos estaba distraído, mientras miraba hacia otros lados, mientras libraba otras batallas. La historia giró en su eje, como gira cada cierto número de siglos, redistribuyendo el poder y redibujando los mapas. Y el Cubo del Poder ya cambió de manos, no en un momento dramático de confrontación sino en mil transacciones silenciosas, en mil proyectos de infraestructura, en mil acuerdos comerciales que parecían rutinarios pero que, acumulados, transformaron el mundo. Lao Tzu cierra este análisis con su sabiduría perenne, esa comprensión del Tao que trasciende las circunstancias particulares para capturar verdades atemporales: “El sabio no se aferra a lo viejo ni teme lo nuevo. Simplemente observa el Tao y se mueve con él.” América Latina se adaptó El Tao de nuestro tiempo fluye hacia Eurasia, no por decreto ni por conquista sino por la acumulación de fuerzas geoeconómicas, tecnológicas y logísticas que han reencontrado en esa geografía —más de 500 años después que el Almirante Zheng— su expresión más completa. América Latina lo comprendió y se adaptó, con el pragmatismo de quien debe sobrevivir en un mundo que no creó pero en el que debe prosperar. Estados Unidos aún no lo ha comprendido plenamente, aún se aferra a la ilusión del retorno, a la creencia de que la voluntad y la retórica pueden revertir transformaciones estructurales que tardaron décadas en consolidarse. Pero la historia, como enseñaban los compiladores del Zizhi Tongjian, no perdona a quienes llegan tarde a sus propias transformaciones. El mundo ha girado (nosotros avizoramos ese futuro ya en el 2018 “La Guerra en la Muralla Invisible, en la transición hacia un Nuevo Sistema Mundo Capitalista Euroasiático”), y ningún documento de seguridad nacional, por bien redactado que esté, puede hacer que gire hacia atrás… y su Imperio esté condenado al inevitable destino como en la siguiente alegoría al estilo del poema medieval Oh Fortuna: Oh Fortuna, Rueda del Dragón Ascendente Oh Fortuna, como el Yangtze en crecida, variable en su caudal, siempre fluye o se estanca; Imperio detestable, ahora domina después se disuelve como un sueño, al águila y al trono derribas como a la niebla. Suerte euroasiática y cuántica, tu rueda gira, implacable, la hegemonía es vana, siempre se desvanece, sombrío y entrelazado también al desnudo lo mortificas; ahora en el tablero muestras tu espalda imperial por tu astucia milenaria. La Suerte en la ruta y en el puente está contra el viejo orden, te empuja y te reconfigura, siempre en transformación. En esta era, sin tardanza, toca las vías vibrantes, porque la Fortuna eleva al constructor, cantad todos conmigo el ascenso del Peng eterno. Esta reescritura transforma la rueda de la Fortuna en el flujo inexorable del Tao geoeconómico: el “Yangtze en crecida” simboliza el avance silencioso de China y Eurasia, erosionando el “imperio detestable” estadounidense como niebla disuelta. El “águila” es el emperador desnudo de Washington, derribado no por batallas, sino por la “rueda euroasiática” de rutas de seda y megapuertos —Chancay como nodo cuántico—. América Latina, receptiva como el río, fluye con la corriente (hexagrama Kun), mientras el Peng de Chuang Tzu representa la infraestructura como destino: alas forjadas en hierro y fibra óptica que elevan al constructor paciente. El cierre invoca no lamento, sino un canto colectivo al multipolarismo, donde la Fortuna no derriba al fuerte por capricho, sino por la maduración de condiciones (hexagrama Ge), confirmando el Cubo del Poder en manos del Dragón Dorado. Así, el epílogo no es derrota, sino una invitación a navegar el nuevo flujo, bajo las alas de Peng. Notas
- Qunshu Zhiyao, Libro I, Sección de Advertencias Políticas.
- Zizhi Tongjian, vol. 2, Registro de los Zhou Orientales.
- Del Patio Trasero al Puerto Trasero de la Isla-Mundo Euroasiática, ENSM ((2025).
- Las 36 Estrategias, Estratagema 1.
- I Ching, hexagrama 16, Yu.
- OCDE (2025), Informe sobre Cadenas Globales de Valor.
- Banco Mundial (2024), “China y la infraestructura de la IV Revolución Industrial”.
- Asia Pacific Foundation (2025), “Global Port Play”.
- Zizhi Tongjian, vol. 5, ascenso de Qin.
- Departamento de Defensa de EE.UU., Naval Inventory Review (2025).
- CSIS (2025), “Shipyards and Readiness”.
- IISS, Military Balance (2025).
- Sunzi, El Arte de la Guerra, capítulo 2.
- CEPAL (2025), “China y América Latina: comercio y dependencia”.
- Red ALC-China (2025), Monitor de Infraestructura.
- Seatrade Maritime Review (2024).
- Americas Quarterly (2025).
- Dussel Peters, China’s Infrastructure Engagement (2025).
- Inside Climate News (2025), Chancay and the New Route.
- I Ching, hexagrama 46.
- Aguilar, L., Puerto Trasero, ENSM (2025).
- Zizhi Tongjian, vol. 6.
- Aguilar, L., Teoría del Cubo del Poder (2024–2025).
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