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¿A dónde va el Frente Polisario?

Fuentes: Viento Sur

El 27 de abril de 2011, la ONU llamará de nuevo a reiniciar las negociaciones (directas o indirectas) entre el estado marroquí y el Frente Popular de Liberación de Saguía el Hamra /1 y de Río de Oro (Polisario) con el objetivo de llegar a una solución del conflicto de la región del Sahara occidental. […]

El 27 de abril de 2011, la ONU llamará de nuevo a reiniciar las negociaciones (directas o indirectas) entre el estado marroquí y el Frente Popular de Liberación de Saguía el Hamra /1 y de Río de Oro (Polisario) con el objetivo de llegar a una solución del conflicto de la región del Sahara occidental. Sin embargo, ninguna de las posiciones proclamadas indica la posibilidad de una eventual resolución por medio de las negociaciones. En efecto, el régimen marroquí sigue intransigente en cuanto al umbral máximo que representa su proposición de «autonomía». Por su parte, el Frente Polisario es muy consciente de que aceptar esta proposición equivaldría a renunciar a su principal reivindicación de independencia total. En cuanto al régimen argelino -principal apoyo del Polisario-, no parece estar apresurado por encontrar una solución al conflicto del Sahara y parece incluso alegrarse del agotamiento del estado marroquí con quien tiene una competencia hostil en la región /2.

Las potencias imperialistas van a intentar evitar toda reactivación de violencia en una región tan cercana a Europa y muy estratégica para el tráfico marítimo internacional. Pues una situación de inestabilidad podría estimular los peligros que representan para ellas el terrorismo islamista, las olas de emigrantes subsaharianos, el tráfico de armas y drogas, etc. Sin embargo, estas potencias siguen ligadas, por sus intereses en la región, a los dos estados: Marruecos como aliado histórico de las potencias imperialistas y Argelia a causa de sus reservas financieras y energéticas que despiertan el apetito de un capitalismo en plena crisis financiera, en el momento en que esas potencias imperialistas están en competencia feroz por el control de los recursos de energía en el mundo.

No parece muy probable que las negociaciones lleguen a una solución, no aparece en el horizonte ningún desenlace del conflicto a menos que radicales cambios puedan alcanzar al corazón del régimen marroquí o del argelino, o bien que se desencadene una descomposición acelerada del Polisario, o que se de una irrupción de una fuerte dinámica militante en la región del Sahara Occidental.

Lo cierto es que el régimen marroquí continuará defendiendo su versión para llegar a una solución política por medio de las negociaciones. Para ello, procederá mediante una política de recuperación y de corrupción de quienes estén dispuestos a responder a ella de entre los habitantes de las ciudades saharauis. Intentará reconstituir el «Consejo Consultivo» sobre el Sahara y relanzar un «regionalismo más autónomo», a la vez que intentará acondicionar más las regiones saharauis. Todo esto con el objetivo de ganar el tiempo necesario para que los refugiados de los campos pierdan toda esperanza de llegar a una solución que ponga fin a su calvario, y estén por consiguiente bajo la presión de deber volver a las ciudades, y esto incluso contra la opinión de su dirección. Así, Marruecos espera ver descomponerse el Polisario.

Al mismo tiempo, este último continuará su política atentista que apuesta por una eventual recuperación de fervor combativo entre los saharauis de las ciudades y la ampliación de las redes de solidaridad internacional susceptibles de hacer presión sobre las potencias imperialistas a fin de que dejen de apoyar a Marruecos.

Los peligros que corre la región del Magreb

La cuestión del Sahara occidental es determinante en lo que se refiere a la situación política en Marruecos así como la de la región del Gran Magreb /3. En efecto, en nombre de la cuestión del Sahara, el régimen marroquí había logrado mantener un consenso nacional con partidos dóciles así como una paz social con las burocracias sindicales. En nombre de esta misma cuestión, este régimen ha podido aplastar a la izquierda revolucionaria en el siglo precedente. Ha podido igualmente reforzar lazos oficiales y clandestinos con el Estado sionista y profundizar su subordinación al capitalismo imperialista abriéndole sus mercados internos y cediéndole el sector público, etc. Siempre en nombre del Sahara, el proyecto de un mercado magrebí común se ve trabado contra el interés mismo de las burguesías nacionales de la región. Se añade a esto las hostilidades chauvinistas, conscientemente provocadas entre pueblos, cuando en un pasado reciente, esos mismos pueblos estaban estrechamente unidos contra el colonialismo. Recordemos a este respecto las manifestaciones solidarias del pueblo trabajador marroquí tras el asesinato del dirigente sindical tunecino Farhat Hached /4. También, permanecerá en la memoria la experiencia de la dirección magrebí unitaria de los ejércitos de liberación, y la ayuda mutua establecida entre los militantes magrebíes: los argelinos se refugiaban en Túnez, los revolucionarios marroquíes en Argelia, había ayuda mutua financiera y de armas, etc. Todo esto sigue siendo un fundamento para una perspectiva de lucha magrebí unitaria, a pesar del hecho de que los revolucionarios de hoy estén lejos de hacer su prueba.

El conflicto del Sahara conlleva un riesgo de deslizamiento de la región a un verdadero enfrentamiento entre Marruecos y Argelia, y esto a pesar de las precauciones de los imperialistas para evitar esta posibilidad. Sin embargo, no hay que excluir tal eventualidad. En efecto, los dos países se han embarcado en una carrera terrorífica de armamento y de renovación de su aparato militar, tanto que los presupuestos nacionales se han desgastado mucho, y esto en detrimento de las necesidades elementales de las capas populares cuyo nivel social está en degradación creciente. También, las pretensiones hipócritas de «buena vecindad» y de los «lazos históricos» entre los dos regímenes ocultan su preparación activa a una guerra que será nefasta para la región a menos que el combate de sus pueblos cambie la situación. A lo que los revolucionarios deben dedicarse en primer lugar.

El Polisario y el ciclo de la crisis

Desde la fecha de su fundación el 10 de mayo de 1973, el Frente Polisario no ha conocido jamás ninguna crisis que pudiera amenazar a su existencia como la que le golpea actualmente. La única excepción a señalar sigue siendo la de los campos de refugiados en 1988, cuando se desencadenó una insurrección de masas ocurrida como consecuencia de un muy grave fraccionamiento en el seno de la dirección de la organización /5. Esta insurrección habría podido hacer volar en añicos al Polisario, que no logró aplastarla más que haciendo intervenir a su Ejército Popular. Entre las consecuencias de este acontecimiento, subrayamos:

1. Un deterioro moral y psicológico que persiste hoy. 2. Una serie de capitulaciones que han llevado a buen número de cuadros y de dirigentes fundadores a ir a Marruecos.

Sin embargo, la crisis actual se muestra mucho más profunda y podría tener consecuencias que pueden quebrantar seriamente al Frente Polisario, lo que tendría reales repercusiones sobre toda la cuestión del Sahara.

¿Cuáles son los elementos de la crisis del Polisario?

Hace ahora veinte años que el Polisario anunciaba el alto el fuego y aceptaba el plan de la misión de las Naciones Unidas para la organización de un referéndum en el Sahara Occidental (MINURSO). Con ello, emprendía una vía cuyo comienzo conocía pero no sabía como iba a desarrollarse, ni acabar. Por su parte, el régimen marroquí ha sabido como aprovecharse de esa situación para debilitar y desgastar al Polisario. En efecto, después de que hubiera aceptado el plan de las Naciones Unidas para el Sahara Occidental y después de sus afirmaciones repetidas de que aceptaría los resultados del referéndum, Hassan II, en su visita a Londres en 1987, ironizaba diciendo que «Marruecos estaría dispuesto a abrir una embajada de Marruecos en la ciudad que los saharauis eligieran como capital de su país en el caso en que el referéndum de autodeterminación concluyera en su independencia». También el régimen marroquí había hábilmente trampeado sobre el detalle que haría atrasarse cualquier acuerdo, a saber, quién entre los saharauis tendría derecho a participar en el referéndum. Esto ha necesitado una proposición para constituir comités con la tarea de determinar a quien corresponde este derecho y de aprobar listas aprobadas por todos los protagonistas. Mientras tanto, el régimen marroquí había trasplantado al Sahara millares de habitantes proporcionándoles importantes subvenciones y propiedades a fin de que permanecieran allí.

Esta artimaña ha tenido como consecuencia la parálisis del proceso del referéndum y ha permitido al estado marroquí imponer el hecho consumado, y esto movilizando importantes inversiones en el Sahara a la vez que practicaba una política de corrupción de sus habitantes. A propósito de esto, podemos citar los 6.000 puestos de trabajo para los jóvenes saharauis; bonos que permiten una renta mensual; la bajada de los precios de los alimentos; una urbanización rápida con importantes infraestructuras; puestos administrativos para los notables, un laxismo jurídico, particularmente en lo que se refiere al robo de arena, la sobre explotación de la pesca y el contrabando; una exoneración fiscal para las empresas, etc.

Pero la táctica marroquí iba a cambiar de dirección desde la llegada de Mohamed VI. Marruecos abandonará inmediatamente el plan del referéndum aprobado en 1991 para afirmar, súbitamente y de forma unilateral, que el referéndum resulta una perspectiva irrealizable y que la cuestión del Sahara no puede tener más que una solución negociada. Por otra parte, se apoyaba en esto en los informes de las Naciones Unidas que mostraban la imposibilidad de poner en aplicación el referéndum y llamaban a encontrar una solución política a este callejón sin salida. Es claramente en este contexto en el que se ha elaborado la proposición de la «autonomía». Conviene subrayar aquí que lo que ha sido llamativo en todo esto, es la facilidad con la que el Polisario se ha deslizado en el sendero incierto de las negociaciones a la vez que descartaba el referéndum. Es a partir de ahí que se ha hecho manifiesta la crisis extensa y compleja del Polisario, tanto que su futuro político se hizo crítico.

La crisis política del Polisario

El Polisario se considera como el representante legítimo y único del pueblo del Sahara Occidental. Conviene recordar que, desde el acuerdo tripartito de Madrid (España, Mauritania y Marruecos) que intentaba organizar la salida de los españoles y el reparto del Sahara entre Mauritania y Marruecos, el Polisario eligió la lucha armada como vía para la independencia. Las consignas de sus congresos no hacen sino afirmarlo: «La libertad pasa por las armas», «La guerra de liberación está garantizada por las masas», «Ni estabilidad ni paz antes del retorno y la independencia total», «Lucha continua para imponer la independencia nacional y la paz», «Patria o muerte», etc. En un contexto mundial propicio, el Frente había disfrutado hasta el final de los años 1980 de un fuerte apoyo diplomático, financiero y militar por parte de Libia, Cuba, Argelia y de los países del antiguo «Bloque del Este». También, la república declarada por el Polisario había sido reconocida por más de 80 países, siendo igualmente admitida como miembro de la Unión de Naciones Africanas. Señalemos que en aquella época, el Polisario logró victorias notables sobre las Fuerzas Reales Marroquíes (FAR). Sin embargo, y cuando el contexto mundial, hasta entonces favorable al Polisario, cambió radicalmente al final de los años 1980, el régimen libio dejó de ayudarle y se comprometió en acuerdos de colaboración con el régimen marroquí, Cuba se retiró para gestionar la situación de embargo impuesta por el imperialismo americano. Parejamente, se asistió a la descomposición del «Bloque del Este», mientras que el régimen argelino se hundía en la crisis que desencadenó la guerra civil. Así el Polisario se encontró súbitamente desprovisto de sus apoyos.

Los cambios en la situación internacional y regional ejercieron una presión sobre él. Éste otorgó inmediatamente su confianza a la ONU en la que vio ilusoriamente la neutralidad y la credibilidad, teniendo fe en sus listas establecidas para el referéndum, en sus soluciones y en sus órganos. En consecuencia, el Polisario revisó y adaptó su dispositivo programático y su discurso militante: abandonando eslóganes como la «lucha armada», la «guerra de liberación», la «independencia o el martirio», etc. para adoptar el de las «cartas internacionales», el «derecho internacional», etc. De otra parte, en el plano estructural, la dinámica organizativa del Polisario se ha reducido a congresos políticamente apagados con actividades monótonas de las instancias de dirección y un Ejército Popular atrofiado por los veinte años de alto el fuego; en cambio, se asistió a la floración de la actividad de las embajadas y de los ministerios, que se mostraron como los medios propicios para el desarrollo de las intrigas arribistas y oportunistas que utilizan un clientelismo tribal y familiar. Un tal ambiente de corrupción debía consumir la fogosidad de los militantes.

En el curso de los últimos veinte años, el Polisario ha malgastado todas las conquistas de la época anterior. Igualmente, un buen número de los estados que habían reconocido la República Saharaui retiraron sucesivamente su reconocimiento, y esto con la ayuda de la corrupción y el juego sucio del régimen marroquí. El enorme cambio de la situación se manifiesta también sobre el terreno, cuyo control ha perdido el Ejército Popular. Señalemos igualmente la crisis de legitimidad en lo que representa el Polisario como dirección legítima única. Una tal puesta en cuestión es defendida por un movimiento que no ha admitido las decisiones de aquél en lo que concierne al alto el fuego así como el retroceso democrático y la corrupción que proliferan hasta los niveles de dirección.

Queda por señalar la única excepción que se desmarca de este cuadro. Se trata de la emergencia de un movimiento independentista saharaui -cierto, embrionario- pero muy activo en las ciudades del Sahara y en los campus universitarios marroquíes. Este movimiento, que se desencadenó en 2005, está esencialmente compuesto de jóvenes, y su dirección de antiguos detenidos políticos saharauis, de militantes de derechos humanos. Sin embargo, y a pesar del hecho de que goza del dispositivo mediático del Polisario, este movimiento no ha sabido aún enraizarse masivamente a causa del bloqueo psicológico causado por el miedo, miedo que habían engendrado los años de plomo de Hassan II, así como la represión actual de la que son víctimas los saharauis más en particular. Se añade a esto el impacto de la política marroquí para corromper a los saharauis. Por todas estas razones, se comprende que sea desmotivador para un saharaui comprometerse en un movimiento de emancipación nacional cuya dirección política -el Polisario- está hundida en una crisis sin precedentes.

Tras seis años pasados desde lo que se denominó el «levantamiento de la independencia», todo indica actualmente que este movimiento está en su fin. Se habría ahogado a causa de la forma en que el Polisario le habría dirigido. Basta con observar respecto a esto como sus miembros dirigentes efectivos han pasado del papel de combatientes por el desarrollo y la ampliación del movimiento, al de actores que se ocupan esencialmente de denunciar la represión marroquí en los encuentros y congresos internacionales. Este planteamiento sería loable en sí, si no fuera en detrimento de su efervescencia. Dicho esto, algunas acciones dispersas son siempre de actualidad a pesar de este situación de agotamiento.

La ilusión del Polisario, que explicaría por otra parte su gestión del movimiento de 2005, reside en el hecho de que había apostado por la denuncia del régimen marroquí esperando que las Naciones Unidas -a través del MINURSO- se ocuparían más de la situación de los derechos humanos en la región. También, contemplaba recuperar la confianza de la población saharaui tras su política desastrosa de hace veinte años.

Para comprender el comportamiento político del Polisario, es necesario recordar que éste ha encontrado en el reciente movimiento independentista desencadenado en las regiones controladas por Marruecos, una oportunidad inesperada de deshacer el callejón sin salida en el que se ha encontrado. En efecto, el proceso para el referéndum gira sobre sí mismo desde hace veinte años y el régimen marroquí ha logrado incluso descartar el recurso a una tal opción, mientras que miles de saharauis esperan en pleno desierto, desesperados. Una situación así habría anunciado el fin inevitable del Polisario si hubiera perdurado. Así el movimiento de 2005 ha sobrevenido para permitir a la dirección del Polisario una nueva esperanza y otros márgenes de maniobra. Sin embargo la brutalidad de la represión infligida a los saharauis ha debido refrenar el impulso combativo del movimiento. Quienes están en él implicados no son otros que los jóvenes más comprometidos, mientras que sus abuelos -que ya conocieron la dictadura de Hassan II- han permanecido más discretos. El Polisario está convencido -con razón- de que una vez disminuya el terror, las luchas de masas tomarán una amplitud sin precedentes. Es bien por esta causa que los activistas saharauis estarán casi exclusivamente determinados a exigir de la MINURSO que se ocupe de la situación de los derechos humanos en el Sahara. Todos los comunicados del Polisario de los años precedentes así como las declaraciones de los activistas saharauis que residen en Marruecos convergen alrededor de este eje de reivindicación.

Sin embargo, el régimen marroquí se niega categóricamente a abordar el tema de las violaciones de los derechos humanos en lo que al Sahara se refiere. Sabe que una vez abierto el tema, corre el riesgo de ver revelada su larga tradición de represión, y al mismo tiempo, esto puede exorcizar el miedo entre los saharauis que podrían expresar más libremente su opinión sobre el conflicto. Cosa que está potencialmente excluida por el régimen marroquí.

El Polisario ha acabado por sembrar vacío y por chocar con el muro de las ilusiones que él mismo ha construido apostando ingenuamente por el papel de las Naciones Unidas. En efecto, en plena crisis -tras la expulsión de la militante saharaui Aminatou Haidar- el Consejo de Seguridad de la ONU votó la resolución número 129, para así infligir al Polisario una de las derrotas que van a sucederse. Este episodio llevó a este último, entonces en total confusión, a tomar una decisión que se juzga hueca e insensata, si no es para maniobrar y desactivar el descontento de la base, a saber: poner en cuestión su relación con el MINURSO. Además, a penas unos días después, el secretario general del Polisario declara claramente y de forma paradójica, en la visita del representante personal del secretario general responsable de la MINURSO a los campos de refugiados, que la organización está comprometida en una colaboración continua y de buena fe con las Naciones Unidas.

Los próximos dos años serán decisivos en cuanto al futuro del Polisario y la cuestión del Sahara más globalmente. La situación actual de «ni guerra ni paz» no puede durar más.

Por lo demás, el Polisario se encuentra frente a dos perspectivas:

1) o bien declarar su negativa a colaborar mientras las condiciones para la organización del referéndum no se cumplan, y eventualmente retomar las armas, cosa que no puede emprender más que si tiene el aval del régimen argelino; 2) o bien seguir la vía de las negociaciones, que llevarán a una solución diferente de la independencia, cosa que el Polisario ha rechazado siempre.

El Polisario ha fijado la celebración de su congreso para finales de 2011. A menos que acontecimientos mayores no le alcancen, o que ocurran importantes cambios en las relaciones entre los regímenes marroquí y argelino, ese congreso anunciado será determinante para su futuro y la cuestión del Sahara Occidental en su conjunto.

El Polisario y el callejón sin salida de la solución militar

Al comienzo de su lucha armada, el Ejercito Popular hizo sufrir a las Fuerzas Armadas Reales (FAR) marroquíes humillantes derrotas, y ello a pesar de la censura mediática de la época, hasta tal punto que el régimen marroquí ha tenido que abstenerse de negar la detención de sus soldados por el Polisario hasta estos últimos años. Habiéndose apoyado en la guerra de guerrillas, en un profundo conocimiento del medio sahariano, en su capacidad de adaptación con sus condiciones geográficas hostiles, en el fuerte apoyo en armas y formación de Libia, Cuba, Argelia y del «Bloque del Este», y contando con la fogosidad combativa del primer momento en la lucha armada, el Polisario pudo tomar el control de la mayoría de las tierras del Sahara Occidental y amenazar las grandes ciudades saharauis mediante ataques militares e incursiones en territorios fuera de la zona disputada.

Sin embargo, la correlación de fuerzas militar ha cambiado totalmente cuando las FAR han construido barreras militares de 2720 km de largo que rodean alrededor del 87,5% de la superficie del Sahara Occidental. Esas barreras son en número de seis, la quinta es la más larga y se extiende por 670 km. Los objetivos de este muro de defensa son los siguientes: aislar a los combatientes del Polisario del resto de la población; proteger las minas de Bucraa /6 y las costas marítimas; acercar los regimientos de las FAR para defenderse; evitar los ataques sorpresa de la guerrilla desplegando medios de vigilancia como radares y perros-detectores; impedir las invasiones «enemigas» para ganar tiempo a fin de llevar a cabo acciones mejor preparadas movilizando muchos medios en soldados y material.

Esas barreras son defendidas por más de 150.000 soldados y por siete cinturones de arena, de una altura de tres metros cada una. Están igualmente reforzadas por carros, artillería, radares, alambradas, campos de minas, barreras de arena y de piedras, barricadas, etc.

Así, el Polisario se ha visto obligado a retroceder a bolsas marginales de las regiones del Sahara, a la vez que las zonas de tensión se alejaban de las ciudades. Es claramente esta situación militar la que explica el control por Marruecos de los temas del conflicto: de una tentativa de recuperar su aliento mediante el referéndum pasó a las maniobras y a la ganancia de tiempo rechazando toda solución que no pasara por el referéndum según la consigna «Marruecos está en su casa, no merece la pena precipitarse». En cuanto a los costes que necesita el despliegue de 160.000 soldados, la carrera de armamentos y el mantenimiento técnico, ¿le parecía soportable?

Veinte años de alto el fuego parecen haber claramente desgastado al Ejército Popular del Polisario. También su número ha disminuido, buen número de sus cuadros lo han abandonado y su moral ha debido debilitarse. Hay que recordar que a diferencia de los ejércitos convencionales, los ejércitos populares se acomodan y se atrofian, lo que es efectivamente el caso para el ejército del Polisario.

Dada esta situación, la pregunta que se plantea es saber cómo el Polisario podrá imponer verdaderas conquistas cuando el medio gracias al cual ha tenido peso, y que puede utilizar en caso de necesidad, está descomponiéndose.

El Polisario y la crisis moral-psicológica

A mediados de los años 1970, el Frente Polisario fue fundado por jóvenes, que no superaban la treintena como media de edad, además de algunos militantes del Ejército de Liberación contra el colonialismo español, así como de algunos miembros de la organización vanguardista fundada por Mohammed el-Basri.

En la onda de los movimientos de liberación nacional, de la radicalización de la juventud y del ascenso general de la izquierda, se había emprendido la lucha contra el ocupante español. Que se vio obligado a abandonar la región maniobrando para garantizar sus intereses sobre las riquezas de la región (fosfato y pesca marítima). Esto se conjugó al mismo tiempo con los intereses del régimen mauritano en la región, así como los de Marruecos por la anexión del Sahara.

En este contexto, el Polisario cometió el error fatal de llevar su acción fuera de las ciudades y de incitar a los habitantes a abandonarles blandiendo la amenaza de la represión que las fuerzas marroquíes desplegadas podrían hacerles sufrir. Esta opción le ha costado caro. En efecto, esto le ha llevado a servirse de los territorios de otro estado, hasta el punto de que las decisiones políticas se hacen dependientes de él. Al mismo tiempo, esta opción le ha privado del apoyo de las masas saharauis de las ciudades. A pesar de las primeras conquistas que representan la salida de los españoles y el abandono por Mauritania de sus intereses en la región estipulado por el «pacto argelino» firmado por los dos protagonistas, esto no ha podido evitar el callejón sin salida: comprometerse a obtener la independencia por la lucha armada a la vez que se es apoyado por potencias regionales capaces, en cualquier momento, de servirse de los saharauis para chantajes y condenarse igualmente a la pérdida del enraizamiento entre las masas de las ciudades del Sahara.

Por otra parte, conviene señalar que la mayor parte de los refugiados son jóvenes instruidos, y que muchos de ellos han disfrutado de becas de estudios en diferentes países (Argelia, Libia, Cuba, etc.). Numerosos, igualmente, son los que viven en los campos con la esperanza de ir a trabajar al extranjero. Así, los jóvenes sufren una fuerte presión en razón de un futuro incierto y sin horizontes. También, se encuentran privados de espacios en los que podrían expresar sus aspiraciones vistas las condiciones naturales muy hostiles a lo largo del año y las condiciones miserables de vida. Estos jóvenes están a la espera de ayudas internacionales que el Polisario distribuye por medio de la organización del Creciente Rojo del Sahara, o de los pocos puestos en la función pública, más en particular, la diplomacia. Esta situación ha empujado a un cierto número de cuadros a preferir no volver a instalarse en los campos. En suma, la emigración se ha convertido en la única salida social. Este deterioro de las condiciones altera considerablemente el compromiso y el entusiasmo de los habitantes, igual que su capacidad para soportar la vida en los campos en donde las condiciones mínimas de vida están ausentes. Este estado de espíritu ha tenido incluso tendencia a poner en cuestión el crédito del que disfruta el Polisario como único representante dirigente legítimo. Esto se comprende si se toman en cuenta fenómenos anclados como la corrupción, las actividades de contrabando, el enriquecimiento aparente de algunos dirigentes, el clientelismo por los lazos tribales para la atribución de las responsabilidades sin criterios de competencia, la restricción severa de la libertad de desplazarse en un territorio cerrado aunque abierto a las cadenas de televisión.

Esta situación pone al Polisario en sobre un verdadero polvorín susceptible de estallar en cualquier momento. Esto hace muy probable la irrupción de movimientos de masas en los campos, comparables a los de los acontecimientos de 1988 o incluso más. La ausencia de una salida política no hace sino reforzarlo.

¿A dónde va el Polisario?

A veces en la Historia, una dirección política se encuentra en una situación de una complejidad extrema en la que trazar una línea de conducta clara se hace imposible y en la que anticipar las eventualidades futuras se convierte en una tarea muy ardua. En tales momentos, una dirección se ve interpelada en cuanto a su coraje, su capacidad para perseverar y resistir a la desagregación, a la espera de una brecha que le permitiría evitar la desaparición. Es claramente lo que se produjo en la revolución rusa en le momento de las negociaciones de Brest-Litovsk. El Polisario se encuentra en una situación similar. Está desgarrado entre dos polos contradictorios: el retorno a la lucha armada cuya dificultad y lo que representa como callejón sin salida hemos descrito, y la búsqueda de una solución por las negociaciones con el estado marroquí con todo lo que esto demanda como concesiones. En cuanto a la situación de «ni paz, ni guerra», no llevará más que a la disgregación del sentido político del Polisario.

La dirección del Polisario está ante una responsabilidad histórica mayor y debe decidir. En esto, los valores supremos deben ser la franqueza y la transparencia hacia las masas, así como el derecho de éstas a la autodeterminación. A contrario, toda tendencia a servirse de las masas como base para maniobrar y concluir acuerdos entre bambalinas será considerada como una traición por la historia. Igualmente, todo desprecio hacia el interés de las masas por la agenda diplomática -aunque fuera con fuerzas amigas- será retenido en la memoria de las generaciones ulteriores como una colaboración.

¿Cómo actuará el Polisario? Los próximos dos años responderán a esta pregunta.

Hassan Abenay es miembro de la redacción del mensual marxista revolucionario marroquí, Almounadil-a.

Fechado el 20 de diciembre de 2010, este artículo apareció primero en árabe en Almounadil-a nº 33 de enero de 2011. http://orta.dynalias.org/inprecor/article-inprecor?id=1149

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR   Notas

[Las notas son de la redacción de Inprecor]

1/ Seguia el-Hamra, el «canal rojo», del nombre del canal que atraviesa El Aiún. Es uno de los dos territorios, con Rio de Oro, de la antigua colonia española.

2/ La Misión de las Naciones Unidas está encargada desde 1991 de organizar un referéndum de autodeterminación para el pueblo del Sahara Occidental. Este referéndum sigue sin ser organizado, mientras que la mitad de la población saharaui vive desde 1976 en campamentos de refugiados en Argelia, esperando el arreglo del conflicto. Marruecos propone un estatuto de autonomía para el Sahara Occidental, bajo soberanía marroquí y el Frente Polisario un referéndum que implique una opción de independencia total.

3/ Gran Magreb: Mauritania, Sahara Occidental, Marruecos, Argelia, Túnez, Libia.

4/ El 5 de diciembre de 1952, Farhat Hached, dirigente del sindicato tunecino UGTT, fue asesinado por la Mano Roja, organización probablemente ligada a los servicios secretos franceses.

5/ El 17 de octubre de 1988, levantamiento en los campos de refugiados saharauis de Tinduf (Argelia).

6/ Bucraa produce fosfatos que son transportados por banda transportadora hasta el puerto de El Aiún. Esta banda transportadora ha sido atacada por el Polisario.