Traducido por Caty R.
En el momento en que Estados Unidos socializa las pérdidas abismales de sus bancos, ¿Cómo podría el Partido Republicano alardear de su filosofía liberal o de sus actuaciones en el poder? Una mayoría aplastante de estadounidenses lo juzga de forma todavía más negativa porque la subida de los precios de la energía también está afectando al poder adquisitivo, que ya estaba muy maltratado por el encarecimiento del crédito y el estancamiento de los salarios.
Entonces, con una eficiencia que los años no han alterado, los republicanos hablan de otras cosas: de su patriotismo, su autenticidad, su compromiso con los «valores tradicionales». Frente al relato de la vida de Barack Obama, ante la perspectiva de un descubrimiento simbólico histórico que moviliza contra él tanto como a su favor, despliegan la «historia» de Sarah Palin -madre de cinco hijos, gobernadora de Alaska, casada con un campeón de carreras de trineos- y la de John McCain, un «héroe americano» desde que bombardeó Vietnam antes de sufrir cinco años de cautiverio. Su lema: «Country first» (el país es lo primero). El país, actualmente, está inquieto y la campaña electoral patas arriba por la hecatombe financiera.
Hace cuatro años, el presidente George W. Bush ya presentó un penoso balance económico (una grave recesión entre 2001 y 2003) y diplomático (la guerra de Iraq evolucionaba de manera desastrosa). Sin embargo consiguió su segundo mandato haciendo hincapié en su fe, su simplicidad, y agitando como otras tantas matracas mezcladas el terrorismo, el aborto y el matrimonio homosexual. Bush no olvidó tampoco en ningún momento la reactivación del resentimiento, siempre vivo -y no siempre injustificado-, que demuestra la opinión popular con respecto a la elite intelectual, artística y tecnócrata, que en general apoya más bien a los demócratas (1).
Este año, aunque McCain finge comportarse como un caballero, sus partidarios de la National Review han añadido a la receta republicana el picante de un viejo condimento con el que todavía pretenden apabullar : «Después de sus estudios universitarios, Obama tuvo una novia blanca y rica que le amaba y quería casarse con él. Ella le presentó a su familia, que lo acogió calurosamente. Obama se comprometió con la joven y respetaba la herencia cultural de su familia, pero finalmente rompió con ella porque no era negra. Consideraba que si se casase con ella se encontrará asimilado por una cultura blanca extranjera, un destino que no podía aceptar» (2). Incluso en épocas de derrumbamiento económico no se puede descartar que este tipo de cotilleos tenga su valor. En agosto pasado, en la convención demócrata de Denver, el tesorero de la confederación sindical AFL-COI reconocía a unos delegados de Michigan que: «Numerosos electores blancos -y, para decirlo francamente, un cierto número de sindicalistas- consideran que él [Obama] no es de buena raza» (3).
En resumen, el senador de Illinois sería demasiado frío, demasiado intelectual, demasiado extranjero (y demasiado popular en el extranjero), demasiado a la izquierda, demasiado inexperto, demasiado negro. Preguntado por un periodista sobre su cuota en los sondeos, entonces mediocre teniendo en cuenta la quiebra de Bush y de la de su partido, Obama explicó: «Los republicanos no gobiernan bien, pero saben hacer campaña» (4). Más que a lamentarse, parece decidido a devolver algunos golpes. La crisis financiera sería un buen ángulo de tiro: McCain sigue abogando por la causa de las desregulaciones; el mes pasado, su partido todavía recomendaba que las jubilaciones federales estén privatizadas y colocadas en la Bolsa…
La respuesta demócrata será también más táctica y más específica. La elección presidencial se gana Estado por Estado; muchos de ellos, incluidos los más importantes, parecen ya decantados por uno u otro campo (California, Nueva York, Illinois, Texas, etc.). Pero el oeste republicano parece que duda. Allí es donde Obama se la juega.
(1) «Voyage dans l’Amerique de droite» y «Demain l’Amerique», Le Monde Diplomatique, octubre-noviembre, 2008)
(2) Michael Gledhill, «Who is Barack Obama?», National Review, Nueva York, 1 de septiembre de 2008.
(3) Citado por la Casper Star Tribune (Wyoming), 28 de agosto de 2008.
(4) Emisión «Sixty Minutes», CBS, 31 de agosto de 2008.
Original en francés: http://www.monde-diplomatique.fr/2008/10/HALIMI/16355