Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Caty R.
Hay 12 millones de huérfanos del sida en el continente africano y habrá seis millones más en 2010. Su única esperanza de supervivencia son sus abuelas. Estas valientes mujeres han ocupado un lugar de honor en la 16ª Conferencia Mundial sobre el Sida que se clausuró en Toronto el pasado 18 de agosto.
Con la pandemia del sida, las abuelas africanas, sobre todo en el sur de África, donde la enfermedad causa estragos, se han convertido en el sostén de la familia. De sus hijos enfermos o de sus nietos que, demasiado a menudo quedan desamparados por la enfermedad o la muerte de sus padres. Su papel preponderante no ha pasado inadvertido en la 16ª Conferencia Mundial sobre el Sida que se clausuró el viernes 18 de agosto en Toronto, Canadá, organizada por la Agrupación de las Abuelas.
El acontecimiento reunió el domingo anterior a un centenar de abuelas llegadas de Sudáfrica, Kenia, Malawi, Mozambique, Namibia, Uganda, Ruanda, Suazilandia, Tanzania, Zambia y Zimbabwe y doscientas abuelas canadienses.
Este acto se inscribe en el marco de las actuaciones de la Fundación Stephen Lewis (The Stephen Lewis Foundation, SLF), el emisario especial de Naciones Unidas para el sida en África, que lanzó en Canadá, el último 7 de marzo, una campaña denominada «Grandmothers to Grandmothers» (de abuelas a abuelas) con el fin de sensibilizar y apoyar la acción de miles de mujeres que con sus escasas rentas tienen que hacerse cargo de 10 a 15 huérfanos.
Abuelas que verdaderamente necesitan ayuda
Más del 50% de los huérfanos del sida comparten la vida con sus abuelos en Botswana y en Malawi, y más del 60% en Namibia, Sudáfrica y Zimbabwe, según las estimaciones de la ONG Help Age International. La organización actúa por todo el mundo apoyando a las personas mayores. En África, son cerca de 35 millones que, en la inmensa mayoría de los casos, viven en condiciones materiales difíciles agravadas, entre otras cosas, por las nuevas coacciones económicas que les imponen el sida y los numerosos huérfanos que causa esta enfermedad. «Verdaderamente es un problema porque no tenemos nada y debemos conseguir alimentos, vestidos y equipamiento escolar. Además, yo misma estoy enferma y voy a morir», contaba el domingo a la AFP Laurance Mukamurangwa, una abuela ruandesa de 48 años, seropositiva como consecuencia de una violación. Saca adelante a sus cinco nietecitos de 3 a 5 años, porque sus hijos están demasiado enfermos para ocuparse de ellos. La ruandesa aseguró que igual que ella, en su pueblo una veintena de mujeres está al cargo de los pequeños.
El fenómeno no es raro en África, sobre todo en los medios rurales, donde la familia extendida -abuelos, padres e hijos- siempre acoge a todos. «La cultura de la familia extendida devuelve un papel preponderante a las abuelas del África subsahariana. Por eso en esta región, más que en otros lugares del mundo, ellas son la última esperanza de los huérfanos del sida», explica Gerrit Beger, uno de los portavoces del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). El lunes anterior, Beger había presentado un informe en la conferencia internacional de Toronto que ponía en evidencia la vulnerabilidad de los más pequeños frente al sida. «Actualmente hay doce millones de niños africanos que han perdido a uno de sus progenitores o a los dos por culpa del sida», prosigue Beger, «y serán 18 millones en 2010. Los niños son a menudo las víctimas ignoradas del sida. Sin embargo, se están haciendo grandes progresos para que no sea así. El Congreso de Toronto lo demuestra».
Abuelas y huérfanos: tan vulnerables ellas como ellos
Hay una necesidad imperiosa de apoyar a estas numerosas abuelas convertidas en heroínas cotidianas. Es urgente habilitar «asignaciones y sufragar proyectos colectivos que les permitan hacer frente a las necesidades de los niños y su escolarización», indica el portavoz de Unicef. La fundación Stephen Lewis, cuyo fin es ayudar a las mujeres, a las abuelas y a los huérfanos del sida, actúa en este sentido. Ya financió más de un centenar de organizaciones en 14 países, entre ellas «Gogo Granny» en el suburbio de Alexandra, en Johannesburgo, donde unas treinta mujeres sudafricanas trabajan en un taller de costura, actividad que les permite ganar dinero. Decididamente, el sida no da ninguna tregua a los africanos. Y mucho menos a los que más la necesitan.
http://www.afrik.com/article102
Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, la traductora y la fuente.