Viejos y renovados conflictos africanos mantuvieron en vilo al continente y a la comunidad internacional en el año que finalizó, mientras dos cumbres acercaron los tradicionales lazos de cultura e identidad entre África y América Latina. La crisis en la región sudanesa de Darfur continuó a pesar de los intentos de la ONU de llevar […]
Viejos y renovados conflictos africanos mantuvieron en vilo al continente y a la comunidad internacional en el año que finalizó, mientras dos cumbres acercaron los tradicionales lazos de cultura e identidad entre África y América Latina. La crisis en la región sudanesa de Darfur continuó a pesar de los intentos de la ONU de llevar a cabo iniciativas que detuvieran los enfrentamientos entre grupos opositores de una parte y fuerzas leales al presidente sudanés, Omar al Bashir, de la otra…
Los sublevados exigen a Khartum participar en la vida política del país y tener acceso a los recursos, a lo que el gobierno responde apoyado en una milicia armada, el Janjaweed, acusada de matanzas, persecuciones y otros actos violentos contra la población civil de esa zona meridional.
El conflicto, que cumple cuatro años en febrero próximo, dejó ya más de 200.000 muertes y más de un millón de desplazados hacia zonas seguras más allá de las fronteras. Los esfuerzos de la ONU para enviar un contingente multinacional de 20.000 efectivos a la región aprobado en agosto pasado- se vieron frustrados por la negativa de Al Bashir, quien aduce que sería una recolonización.
En noviembre, el entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan, quedó en espera de respuesta del gobierno sudanés sobre la decisión de enviar una fuerza mixta integrada por 17.000 soldados y tres mil policías bajo bandera de la ONU y de la Unión Africana (UA). El gobierno de Al Bachir mantiene su reacia postura y sólo admite que la ONU brinde apoyo técnico a los siete mil uniformados de la UA que operan en Darfur, cuyo mandato fue renovado hasta fines de este año.
SOMALIA: SUENAN LOS TAMBORES DE GUERRA
El ultimátum de las Cortes Islámicas (CI) al gobierno de Etiopía para que retire sus tropas de Somalia y la amenaza reciente de iniciar la guerra, avivó en el Cuerno Africano un conflicto que podría internacionalizarse. Desde el derrocamiento del gobierno del ex presidente Mohamed Siad Barre, en 1991, Somalia vive en la anarquía, con una nueva administración reconocida por la ONU, pero incapaz de contener el avance de los movimientos musulmanes, condenados por el desagrado de las potencias occidentales.
Tras conquistar buena parte del centro y el sur del país, incluida la capital, los rebeldes han amenazado con lanzar un asalto final a la localidad de Baidoa, donde el gabinete provisional está rodeado por sus adversarios. Uno de los portavoces de las cortes islámicas afirmó que la decisión de librar una guerra a gran escala ya está tomada. En los últimos meses las CI acusaron a Addis Abeba de enviar miles de soldados para apoyar al gobierno; Etiopía refutó la alegación y afirma que sólo tiene asesores en el área. Después de varios días de encarnizados combates, el gobierno etíope reconoció su participación en el conflicto armado, que en las últimas jornadas ocasionó pérdidas de decenas de efectivos de ambos bandos, según declaraciones de los contendientes.
CUMBRES POR LA UNIDAD
Un aspecto de singular importancia para la VII Cumbre de la Unión Africana, que por dos días se celebró en Banjul, Gambia, fue la presencia del mandatario venezolano, Hugo Chávez, invitado por el anfitrión, su homólogo Yahya Yammeh.
A la reunión asistieron dirigentes de los 53 estados miembros de la UA, quienes analizaron temas importantes para el continente como el conflicto en Darfur y la búsqueda de soluciones a las crisis políticas en Costa de Marfil, Etiopía y Eritrea. Chávez propuso proyectos integracionistas para propiciar el acercamiento entre africanos y latinoamericanos: colaborar en la esfera energética, crear un Banco Común, dar participación a la UA en el canal de televisión internacional TELESUR y fundar una Universidad del Sur.
El canciller cubano, Felipe Pérez Roque, también invitado al cónclave, llevó el mensaje de respaldo de Cuba a los pueblos y gobiernos africanos en su lucha contra la pobreza y el subdesarrollo. Si esta reunión fue importante para el reencuentro de dos excluidas regiones, más lo fue la I Cumbre África-Sudamérica, en la cual líderes de ambas regiones llamaron a profundizar la cooperación Sur-Sur como vía de defensa común. Los dirigentes demostraron que con voluntad política de crear instrumentos de cooperación se pueden materializar asuntos estratégicos en las esferas política, económica, cultural y social.
Como establece la Declaración final de Abuja, los participantes abogaron no sólo por implementar mecanismos mutuos de colaboración, sino también se pronunciaron porque los países en vías de desarrollo tengan una participación equitativa en los organismos internacionales.
* Juan Carlos Díaz Guerrero es periodista de la Redacción de África y Medio Oriente de Prensa Latina