Ante el negativo impacto del cambio climático sobre África, los países del continente exigirán a los estados desarrollados una indemnización cada año de 67 mil millones de dólares, según se anunció. Sin embargo, analistas consideran que más que contribuciones millonarias -lo cual es justo- se impone un cambio del modelo de desarrollo económico de las […]
Ante el negativo impacto del cambio climático sobre África, los países del continente exigirán a los estados desarrollados una indemnización cada año de 67 mil millones de dólares, según se anunció.
Sin embargo, analistas consideran que más que contribuciones millonarias -lo cual es justo- se impone un cambio del modelo de desarrollo económico de las naciones más poderosas.
Tal realidad resultó enfocada por la Unión Africana (UA) en la primera Conferencia de jefes de Estado y de Gobierno Sobre Alteraciones Climáticas, desarrollada esta semana en la capital etíope, Addis Abeba.
El foro también demandó a los llamados países del primer mundo (sobre los que pesa la responsabilidad histórica del recalentamiento global, entre ellos Estados Unidos) que reduzcan de inmediato en 40 por ciento sus emisiones de gases de efecto invernadero.
La petición es congruente con la situación del llamado continente negro, considerado más vulnerable al riesgo climático, pues es afectado en mayor medida por persistentes sequías y plagas, entre otros fenómenos.
Según datos de las Naciones Unidas, 15 países africanos clasifican entre los 20 en el mundo, en que el potencial de desastres vinculados con el aumento de la temperatura global, es mayor.
Para que se tenga una idea de cómo el cambio climático afecta a la región, vale señalar que hace pocos días en zonas limítrofes de Rwanda y Uganda se desató un incendio, extendido al llamado Parque de los Volcanes, que puso en fuga a gorilas y otros animales en riesgo de extinción.
De acuerdo con autoridades protectoras de la naturaleza, las maniobras para extinguir el fuego se dificultaron en la importante zona ecológica del este africano como consecuencia de la falta de agua, fenómeno provocado por las escasas lluvias.
La deforestación acelerada en países como Kenya, producto de la explotación indiscriminada de áreas boscosas y los incendios forestales, conllevaron a alteraciones en el clima, afirman expertos en medio ambiente.
Hasta el momento, se dañaron reservas como la del complejo forestal de Malo, que representa la principal fuente abastecedora de agua a una docena de ríos, alimentadores a su vez de los Lagos del Valle de Rift, Victoria y el río Nilo.
Para paliar los efectos del calentamiento global, no son pocos los que abogan, entre otras alternativas, por preservar las selvas africanas, como las que se extienden por la cuenca del río Congo, las cuales cubren 200 millones de hectáreas de terreno.
Esos «pulmones verdes» desempeñan un rol fundamental en la lucha contra los cambios climáticos, ya que contribuyen a estabilizar el suelo en caso de inundaciones y a su vez retienen el agua como «auténticas esponjas».
Para el presidente de Argelia, Abdelaziz Bouteflika, hoy está en juego la supervivencia humana, en un contexto en que los desajustes climáticos por el efecto invernadero constituyen el más grande desafío de la primera mitad del siglo XXI.
En su opinión, África es el continente más afectado y vulnerable al cambio climático y, paradójicamente, no ha contribuido a ese problema, porque apenas es responsable del 3,5 por ciento de las emisiones mundiales de gases.
Los intereses y la insuficiente conciencia sobre la urgencia de actuar -afirmó- hacen que prevalezca el egoísmo de un grupo de países en detrimento de una verdadera solidaridad a escala mundial, en beneficio del planeta y de las generaciones futuras.