El recalentamiento planetario devastará a África si no hay una sustancial ayuda de la comunidad internacional, alerta un informe presentado durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que se desarrolla en Nairobi. «África es el (continente) menos responsable del cambio climático, pero es el que será más sacudido», afirmó Nick Nuttall, portavoz […]
El recalentamiento planetario devastará a África si no hay una sustancial ayuda de la comunidad internacional, alerta un informe presentado durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que se desarrolla en Nairobi.
Nueva información científica demuestra que África es más vulnerable a los impactos de lo que pensábamos, dijo Nuttall a IPS en comunicación desde el encuentro en la capital de Kenia, del que participan unas 6.000 personas de 150 países desde el lunes y hasta el 17 de este mes.
Setenta millones de personas y 30 por ciento de la infraestructura costera de África afrontan riesgos de inundaciones para 2080 vinculadas con el aumento de los niveles del mar, indica el estudio del PNUMA.
Más de un tercio de los hábitats que sustentan a la fauna y la flora africana podrían perderse, mientras que los cultivos disminuirán como consecuencia del incremento de las temperaturas.
Para 2025, unas 480 millones de personas en África podrían estar viviendo en áreas con escasez de agua.
«Si el clima de África se vuelve aun más inconstante, entonces estarán en graves problemas», alertó Steve Sawyer, de Greenpeace Internacional, quien participan del encuentro en Nairobi.
Montañas de África oriental están perdiendo nieve en sus cúspides, como los montes Kenia y Kilimanjaro, lo que significa que los ríos y arroyos que éstas alimentan se irán secando. Los agricultores deberán reubicarse, por lo que ya mismo deben recibir ayuda, dijo Sawyer a IPS.
La mayoría de científicos coinciden en que el recalentamiento del planeta obedece a actividades humanas, sobre todo a gases liberados por la combustión de petróleo, gas y carbón, el principal de los cuales es el dióxido de carbono.
Esos gases se acumulan en la atmósfera y, por su gran capacidad para retener el calor de los rayos solares, acentúan el llamado «efecto invernadero».
La consecuencia de ese recalentamiento es un cambio climático global con manifestaciones regionales y locales, como el derretimiento de hielos polares y glaciares, la elevación del nivel del mar, sequías, tormentas, huracanes e inundaciones.
Pese a que Estados Unidos genera 25 por ciento de las emisiones de los gases invernadero, el gobierno de George W. Bush retiró la firma que había estampado su predecesor, Bill Clinton (1993-2001), en el Protocolo de Kyoto, único mecanismo internacional contra el cambio climático. Bush arguye que el acuerdo puede afectar la economía de su país.
«El cambio climático avanza, y la comunidad internacional debe responder con asistencia bien dirigida a aquellos países en la línea de frente ante el riesgo de la destrucción», afirmó Achim Steiner, director ejecutivo del PNUMA.
África es además el continente menos preparado, y necesitará una ayuda sustancial de las naciones industrializadas para superar el impacto del cambio climático, indicó Nuttall.
El continente está desarrollando infraestructura, pero debe hacerlo de tal manera que ésta no desaparezca en 30 o 40 años por los impactos del recalentamiento planetario, añadió.
Las consecuencias del cambio climático pueden devastar también la economía mundial, alertó un estudio del gobierno de Gran Bretaña divulgado la semana pasada.
La economía del planeta podría reducirse 20 por ciento en el peor de los casos, indica el informe, elaborado por Nicholas Stern, ex economista jefe del Banco Mundial. Las regiones en desarrollo serán las más golpeadas.
Científicos calculan que se necesita una reducción de 80 por ciento de todas las emisiones de gases invernadero antes de 2050 para evitar impactos graves e irreversibles.
Bajo el Protocolo de Kyoto, 25 países industrializados, excluyendo a Estados Unidos y Australia, se comprometen a reducir sus emisiones 5,2 por ciento para 2012 respecto de las de 1990.
Sin embargo, las emisiones en algunas naciones firmantes como Canadá y España aumentan en vez de disminuir. El gobierno canadiense, de hecho, ya reconoció que no logrará cumplir la meta.
En Nairobi se celebra oficialmente la segunda Conferencia de las Partes que actúa como Reunión de las Partes del Protocolo de Kyoto (COP/MOP 2) en conjunción con la duodécima sesión de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 12).
Los delegados esperan avanzar en la puesta en práctica del Protocolo de Kyoto, pero sobre todo conseguir dinero para la adaptación de los países pobres al cambio climático y buscar otros mecanismos para la reducción de emisiones después de 2012.
El tratado prevé un Fondo de Adaptación que recibe dinero de países industrializados producto del Mecanismo de Desarrollo Limpio, sistema del Protocolo mediante el cual empresas del Norte producen energía en el Sur teniendo así la posibilidad de compensar sus emisiones.
No es mucho dinero, entre 30 y 40 millones de dólares anuales comenzando en 2008, y todavía debe clarificarse quién y para qué recibe los fondos, objetó Sawyer.
«La adaptación va a costar muchos miles de millones de dólares», sostuvo.
Se calcula que Holanda, por ejemplo, debería invertir entre uno y tres por ciento de su producto interno bruto cada año para adaptarse a las nuevas condiciones creadas por el recalentamiento planetario, y Bangladesh necesitaría una asistencia similar», indicó Sawyer.
«Las obligaciones legales, morales y políticas de los países ricos son claras: deben reducir en forma drástica sus emisiones y al mismo tiempo prepararse para proveer un masivo apoyo a las naciones más pobres», subrayó.
«Las futuras generaciones no nos perdonarán si nos demoramos», añadió